Diego, “El Tenazas”

Eduardo Ternero - domingo 7 de noviembre de 2021

Estamos en Junio de 1922 y será el Palacio de los Aljibes de la Alhambra el lugar indicado para celebrar un Concurso de Cante Jondo, a iniciativa de Falla, Lorca… En el escenario aparece un viejecito demacrado, castigado por las inclemencias de la vida y comienza un cante  por seguiriyas al estilo de Silverio Franconetti, cuyo recuerdo y formas de expresar lo jondo se habían perdido en el olvido del tiempo.

En cuanto hizo los primeros ‘quejíos’ Don Antonio Chacón, exclamó: “Eso es cantar por derecho”.  Pero no fue solo a Chacón – por entonces proclamado “Emperador del Cante”–,  a quien produjo aquel cantaor, cargado de años,  la sensación de resurrección de la esencia del flamenco; a la gran mayoría de  los asistentes les conmovió aquella pureza y aquella forma de decirlo, sin aspavientos, con aquella ‘jondura’…

Aquel anciano cantaor, casi desconocido,  se llamaba Diego Bermúdez Cala, al que todos llamaban el “Tenazas”. Diego nació en Morón de la Frontera en 1852, en el seno de  una familia de campesinos pobres. Desde pequeño tuvo que realizar las difíciles labores del campo para poder ayudar ante la miseria y dificultades que acuciaban al campesinado. Morón, a mediados del XIX, era un foco esencial del flamenco: por allí vivían la Andonda, el Fillo, Silverio Franconetti…así que la afición de aquel niño, llamado  Diego, le llevaría a escuchar los sones de aquellos grandes del flamenco y tener sus primeros contactos  en fiestas familiares, eventos… Pronto empezó a destacar por su exquisita voz y su conocimiento de los cantes.  Sería contratado por el mismo  Silverio para cantar en un café que tenía abierto en la Campana por aquellos años. Por problemas de amores y líos de faldas tuvo una reyerta en la que resultaría herido de gravedad; a raíz de ello,  perdería un pulmón, algo que afectaría a su carrera artística y que le obligó a retirarse. Volvería a las fatigosas tareas agrícolas, una situación vital que aborreció  a lo largo de su existencia.

Con 29 años, Diego, contrajo matrimonio con Rosario Bellido González, en la parroquia de San Miguel de Morón. En 1889 nació su primera hija a la que bautizaron Rosario. Mientras esto ocurría,  décadas de los 80 y 90 del XIX, el flamenco cobraría un enorme auge, triunfaban los cafés cantantes, la gente acudía en masa para escuchar a  Chacón, Fosforito el Viejo, Manuel Torre y un largo etcétera de artistas cantaores, bailaoras, guitarristas…

En 1894, para mayor desgracia, Diego el “Tenazas” recibiría uno de los mayores reveses de su vida, Rosario, su mujer era enterrada en Morón y Diego tuvo que asumir la carga familiar de una niña de 5 años y un bebé de siete meses. Cuatro años más tarde moriría su padre, Cristóbal Bermúdez.  

A inicios del XX se desplazaría a Puente Genil, a un barrio pobre donde se establecería en una fonda de poca monta, arreglada a sus circunstancias y en la que estaba casi de prestado. Entendamos que por aquellas fechas un hombre de 50 años, castigado por las inclemencias del tiempo, las pesadas labores del campo, la falta de alimentos, la poca higiene y la poca asistencia médica era considerado como una persona anciana. Ante tanta desgracia, Diego, se agarró a la vida, fue porquero, se sobrepuso… Poco a poco fue esquivando la miseria con su cante; desplegando sus valores artísticos como cantaor en tabernas como “La Pava” o “El Seco”, a la vez que asistía a numerosas fiestas de señoritos y pudientes que le recompensaban con unas monedas con las que podía ir subsistiendo. 

A mediados  de 1921, en muchas zonas de Andalucía, se tenían noticias de que se estaba fraguando la Celebración de un Gran Concurso de Cante, en el que estaban implicados  escritores y poetas como García Lorca, músicos y compositores como Manuel de Falla, pintores y otros artistas como  Ignacio Zuloaga… y que además estaría dotado con importantes premios en metálico. Este anuncio haría que muchos cantaores y guitarristas comenzarán a prepararse para tal evento pues la cuantía económica podría solucionar muchos problemas que arrastraban de por vida. Diego el “Tenazas” sería uno de ellos. 

Los convocantes y organizadores del Concurso de Cante Jondo acordaron la celebración de este durante las Fiestas del Corpus Granadino, en Mayo de 1922. El compositor gaditano Manuel de Falla fue el principal impulsor del evento, aunque también firmaron el compromiso destacadas personalidades de la vida artística y cultural española: García Lorca, Fernando de los Ríos, Juan Ramón Jiménez, Ramón Pérez de Ayala, Hermenegildo Giner de los Ríos, Joaquín Turina... muchos de los cuales aportaron además una cantidad económica en apoyo al flamenco; por ejemplo, el pintor Ignacio Zuloaga donó mil pesetas (de inicios del XX) a la mejor seguiriya gitana.

Entre las inquietudes de estos ilustrados, además de la celebración del Concurso – como reclamo y llamamiento a los estamentos – estaba el poder levantar el flamenco, sacarlo de las catacumbas y del desprecio de aquella sección del 98 que lo denostaba. Se pensaba en recuperar cantes olvidados, perdidos en el tiempo, fomentar el flamenco en academias o escuelas, proclamar revistas, recitales, conferencias… todo por elevar a categoría de arte aquello tan nuestro, que estaba siendo olvidado, cuando no denigrado por muchos de los intelectuales de la época.

Poco  a poco la expectación del Concurso iría en aumento, la prensa nacional y extranjera acudiría. A priori se fueron haciendo actividades culturales como exposiciones de pintura (Zuloaga), recitales de guitarra (Segovia, Jofré…) Conferencias (Lorca). Todo ello supuso que días antes, en Granada hubiese una hervidero de corresponsales, intelectuales y una gran cantidad de aficionados pululando por sus calles. 

Diego quería participar a  sabiendas de las limitaciones de la edad. Sus amigos y admiradores le animaron, sobre todo el dueño de local “El Seco” donde cantaba. Así que se hizo una colecta para que Diego pudiese dejar unos días su piara de cerdos, poder vestir una ropa decente y financiar el viaje y la estancia en la ciudad de Granada. Así,  en un vagón de tren, se encajó desde Puente Genil a la ciudad nazarí en busca de la gloria.

En  las pruebas que se hicieron con antelación Chacón escucharía su ‘quejío’,  aquel lamento en forma de cante que llenó a todos de  emoción. Era una soleá estremecedora del “Tenazas”.  Antonio Chacón presidente honorario del Concurso exclamó: “Este es el hombre que estábamos esperando”. Después incluso comentó que el “Tenazas era el mejor cantaor que había escuchado en su vida”. 

Diego, la noche del Concurso cantó la caña, seguiriyas por carceleras, soleá y el polo. Todos y cada uno de estos cantes fascinaron al público asistente y a los Falla, Lorca, Segovia... que estaban exultantes. Ganó Diego el premio de la seguiriya dotado con 1000 pesetas además de otro primer premio  y Caracol, que contaba 12 años, recibió un premio de 1000 pesetas.

El “Tenazas” tenía entonces 72 años, la prensa se hizo eco del ganador del Concurso  y a partir de aquí le lloverían los contratos, incluso le ofrecieron quedarse en Granada como profesor de cante.  Lo contratarían en cafés de Madrid y empezaría a grabar sus primeros discos que llegarían a todo el público en la primavera del 1923. Haría numerosas giras por Andalucía y la capital de España.  Volvió por temporadas a Morón su tierra natal. Pero se afincaría de nuevo en Puente Genil, la tierra que le acogió y le dio pase a la fama. Allí  moriría en noviembre de 1933, a los 83 años. Como en tantos otros casos Diego el “Tenazas” murió tan pobre que no pudo ni costearse un nicho.

 

Imágenes: (Diego el “Tenazas”,  El pintor Ignacio Zuloaga, José Bedmar el “Seco”)