La Ópera Flamenca y III

Eduardo Ternero - sábado, 19 de febrero de 2022

Continuamos y concluimos hoy con el periodo discordante de la llamada Ópera Flamenca, una etapa del flamenco que ha dado mucho y sigue dando que hablar porque la mayoría de los flamencólogos están divididos. Los hay que ven el ese periodo  un retroceso, un deterioro de lo que se había ido forjando a través del XIX y principios del XX. Lo ven como unas décadas perdidas  y sin embargo hay otros que piensan que fue sacar al flamenco de la miseria, de la esclavitud del reservado y sobre todo la de hacer llegar a todos los públicos una cultura que no hubiese podido resistir los embates de otras modas. 

Cartel Concurso de Cante Jondo 1922 

Sabemos que el Concurso de Cante Jondo celebrado en Granada en 1922  fue un fracaso por el escaso impacto que tuvo en el público en general. Cierto es que  Falla, Zuloaga, Chaves Nogales, Lorca y  otros,  que quisieron elevar lo jondo a popular, no entendieron el carácter profesional que tenía ya el flamenco. Se afanaron en  buscar una pureza que no existió ya que como todos sabemos, el flamenco, aunque aspiremos o seamos puristas, está abierto  a  la innovación y los cambios, porque está vivo; ejemplos de ello tenemos  lo largo de la historia flamenca: desde sus inicios, con Tío Luis el de la Juliana pasando por Silverio, Chacón, Marchena,  Mairena, Caracol, Lucía, Camarón, Morente, Carmen Linares, Mercé o Rosalía. 

¿No innovaron Lebrijano o Fosforito, no lo hicieron Farina y Valderrama? ¿Cuántos ejemplos de innovadores  hay en la historia del flamenco? ¿Acaso no le estamos dando cancha a David Palomar y  al Niño de Elche? ¿Quién manda en los gustos del público? Pues como siempre: el dinero. Promoción, publicidad y como siempre, sembrar billetes para recoger fajos.

Del carro de la Ópera Flamenca tomaría las riendas Marchena y después el resto. Fueron muchos los que se ganaron al público y estuvieron viviendo del flamenco durante cuarenta años. Otros,  renunciaron a aquella moda, se aislaron y no tuvieron cabida en los espectáculos, aunque siguieron luchando por la pureza que ellos creían. Posiblemente pudieron estar equivocados, porque esa pureza, que ellos creían, venía de otras innovaciones de inicios del XIX , la de Silverio, Torre, Nitri… que a la vez había roto con otra etapa anterior… y si volviésemos las vista mucho más atrás se nos perdería el rastro en la oscuridad de los tiempos.  

El  caso es que los entendidos en flamenco no se ponen de acuerdo, y los hay que incluso después de haber tirado por tierra a Marchena durante décadas en los últimos tiempos han venido a reconocer que Pepe era un conocedor y mejor intérprete de todos los palos, de los más puros y estudiosos del flamenco – de los grandes de la época dorada –; pero  decidió innovar, dar un giro a la degradación y el endemismo que sufría el flamenco. 

¿Quién hubiera dicho que Pastora, Torre, Chacón, Ramón Montoya, Niño Ricardo y un largo etcétera, todos consagrados artistas del flamenco, todos considerados como referentes, se tuviesen que apuntar a las “banalidades” de la Ópera Flamenca y cantar con gente de la copla, varietés…, gentes de la farándula en general? Pues igual que hoy, ya dicen que “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Los flamencos de entonces, como los de todos los tiempos “si  comen” y tienen familias que vestir y alimentar. Ahí tienen ustedes un cartel de la época y observen el orden de los artistas.

Cartel Ópera Flamenca 1940 

No cabe duda que este periodo de la Ópera Flamenco le dio al flamenco un aire de universalidad; se crearon muchas compañías que adquirieron gran popularidad,  realizando giras  no solo por España, Portugal, Marruecos, América…  sino por muchos países europeos, llegando incluso hasta Rusia.  Juana la Macarrona, por ejemplo, estuvo de gira por toda Europa llegando a actuar en Berlín por aquellas fechas.

También, la venta de discos se dispararía, la radio era un fluir de aquel flamenco y cada emisora disponía de un concurso para descubrir nuevas figuras.  La mayoría de los artistas eran conocidos sobradamente por el gran público. Fue una época de bonanza para el mundo del flamenco que les proporcionó fama y dinero. 

Muchos escritores y flamencólogos han denigrado esta etapa; incluso con disquisiciones entre si el flamenco es payo o gitano, si con la ópera flamenca se apropiaron los payos del flamenco…. Incluso Mairena y Caracol tuvieron sus más y sus menos con ello. Algunos escribirían párrafos como: “…la suplantación del cantaor o del bailaor por el cantante o el bailarín, las abusivas filigranas vocales, las grotescas pantomimas, los divismos de salón, relegaron prácticamente al olvido la sobria y trágica estirpe flamenca”. (Caballero Bonald). “La ópera flamenca vendió muy barato el tipismo, la gracia popular…de Andalucía hasta convertir en un estigma, difícil de extirpar: la imagen de “la España de pandereta”. (Agustín Gómez). “Desde los años veinte, sobrevendrá la dictadura del fandango  superbarroco, la vidalita, la guajira, la casi pestilente milonga…,  los viejos maestros se comportaban como podían, jurando en voz baja, simplemente para comer.” (Félix Grande). Sin embargo a los pocos años llegan Camarón, Morente, Carmen Linares, y muchos más – gitanos y payos –, innovando, llevando a las masas por  otros caminos y se ha aceptado como algo sublime. 

Cartel del Mairenismo 1969 

La Ópera Flamenca empezó a claudicar porque el gusto de la gente se saturó de fandangos, de coplas y varietés… y porque los tiempos y las generaciones cambian. La llegada de otras corrientes de América y Europa, la televisión, el pop, el rock… tuvieron su culpa  y además la aparición de  “Flamencología” un estudio de González Climent sobre la pureza. También Hispavox apostó por sacar una “Antología del cante flamenco” contando con Perico el del Lunar y el Catedrático de Conservatorio don Tomás Andrade de Silva  y en el que participarían muchos artistas entre ellos Pepe el de la Matrona, Bernardo el de los Lobitos, Pericón, El Gallina… y como no, la lucha que estableció Antonio Mairena por la pureza, apostando por el flamenco clásico, lo que se vendría a llamar  “Mainerismo” y que se impondría al término de la “Opera Flamenca”.

Nosotros apostamos porque todas las etapas del flamenco han tenido sus cosas buenas y otras no tan buenas. Pero hay que reconocer que, durante la Ópera Flamenca,  el flamenco se expandió por todos los rincones del planeta, surgió un interés inusitado por escuchar flamenco y se puso a nivel, económico y de la crítica,  de otras disciplinas artísticas.

En los años 60 del XX, la Ópera flamenca dejaría paso a una etapa tal vez más ortodoxa. La aparición de cantaores como Menese, Chocolate, Lebrijano, Fosforito, los Mairena, Terremotos, Tío Borrico, Fernanda y Bernarda de Utrera, Miguel Vargas…, un abanico sublime de artistas de Jerez y Triana recuperan la hegemonía clásica, dando otra vuelta de tuerca al flamenco, recuperando gente que se había quedado en el camino y aglutinando los residuos de la Ópera Flamenca. Además, la aparición de Festivales flamencos y Peñas, repartidas por toda la geografía española,  contribuirían a su divulgación y expansión. 

MIGUEL VARGAS - PEDRO EL DEL LUNAR - COMPROMISO CON LO JONDO