Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 6 de octubre de 2024
Todo empezó aquel 16 de febrero de 1936, cuando el frente popular, las izquierdas, ganaron las elecciones generales y por tanto, tendrían que conformar gobierno. Sin embargo, este hecho no pudo llevarse a cabo con normalidad y, prácticamente, los ganadores de las votaciones no gobernarían, aunque en mayo fuese nombrado Manuel Azaña presidente de la República, tras la destitución de Alcalá-Zamora. Los partidos de derechas no estaban dispuestos a aceptar los resultados de las urnas y los disturbios y revueltas anticiparon los acontecimientos bélicos que se avecinaban. Toda aquella batahola de insurrecciones, protestas, altercados…, nos conducirían a un levantamiento militar concertado (18 de julio), a una cruenta disputa entre hermanos, que duraría tres años. Una Guerra incivil, que conllevaría a cientos de miles de muertos y dejaría una España destrozada, paupérrima; eso sí, victoriosa para unos y otra aniquilada o subyugada, que viviría en la miseria y la humillación durante los 40 años que duró la dictadura del General Franco.
Santiago Casares Quiroga
Pero, no adelantemos acontecimientos. El 19 de febrero, tras conformar el Gobierno, integrado exclusivamente por republicanos, lo primero era alejar y dispersar a los generales del ejército, a los antirrepublicanos. Otra medida fue liberar a los presos políticos y restablecer los cargos que los Conservadores habían eliminado y conseguir indemnizar a los trabajadores que habían sido despedidos. Igualmente, se restableció el gobierno de la Generalidad de Cataluña, con los miembros salidos de la cárcel (¿les suena?). Sin embargo, los conflictos entre propietarios agrícolas y asociaciones campesinas eran continuos; los numerosos actos de violencia condujeron al enfrentamiento entre la Guardia Civil y los campesinos con un reguero de muertos en varios puntos del país. Azaña nombra a mediados de mayo a Casares Quiroga como presidente del gobierno, a quien, desde su entrada, le llovieron los problemas: Los sindicatos CNT y UGT convocaban continuas huelgas y clamaban mayor revolución obrera, aunque ya habían sufrido bastante en los años anteriores. El PSOE (el partido mayoritario de la izquierda), estaba dividido entre los de Indalecio Prieto y Largo Caballero. En cambio las derechas: la CEDA, falangistas, monárquicos alfonsinos, los requetés carlistas, los del Bloque Nacional de Calvo Sotelo…, se unían y boicoteaban las instituciones, proponiendo abiertamente un golpe militar, algo que ya se estaba fraguando soterradamente y en el que estaban colaborando muchos de los altos cargos militares.
Aunque, en muchos aspectos, la vida de los españoles parecía que seguía su cauce con normalidad, la verdad es que una gran mayoría barruntaba lo que se avecinaba, incluso en el ánimo de los artistas se presagiaba la tragedia. A Pepe, al “Niño de Marchena” lo habíamos dejado en la primavera de 1936, precisamente el 21 de marzo, estrenando “Cante Jondo”, una especie de homenaje-recuerdo a la obra del pintor Julio Romero de Torres, amigo suyo, que había fallecido en 1930. Se trataba de poner en escena muchos de los cuadros del artista cordobés (La chiquita piconera, Alegrías, La Venus de la Poesía, La saeta, Carcelera…) dramatizando con cantes alusivos la acción de aquellas pinturas. Acompañaban a Marchena en este espectáculo y como primera actriz María Fernanda Gascón; además, Pepe Palanca, Jacinto Almadén, Andrés Heredia, Alfonso Alfaro “El Rosquilla” y con toda seguridad algunas actrices de la talla de Mary Delgado, Pepita Caballero… La dirección corrió a cargo del hijo del pintor, Rafael Romero. La obra estuvo en cartel hasta el sábado anterior al Domingo de Ramos, ya que era preceptivo, en tiempos de Semana Santa, parar todos los espectáculos.
A. Alfaro "El Rosquilla", guitarrista
Sin embargo, y aunque la obra no tuvo el éxito esperado, la prensa de la época alabó al “Niño de Marchena”. Vamos a entresacar fragmentos de una crónica que hace el diario La Libertad (22 de marzo de 1936), que recoge Eugenio Cobo: “El Niño de Marchena cantó ayer más y mejor que de costumbre… El célebre cantaor tiene una gran afición al teatro… pero precisa de buenos autores y directores que le alejen de lo cursi, de lo vulgar… El día que el Niño de Marchena tenga un director y un poeta llegará adonde indudablemente sueña… Mientras no sea así, perderá tiempo y dineros”. Era cierto, Pepe se sentía más actor que nunca y seguramente, si hubiese tenido buenos autores y mejores directores, hubiera seguido con su carrera en la escena, sin olvidar el cante, por supuesto. No había porque amilanarse, el “Maestro”, en aquellos momentos estaba eufórico, pleno de satisfacción con su carrera como actor. A finales de marzo se estrenaría en Madrid su primera película “Paloma de mis amores”, concretamente el 30 de marzo, en el cine Palacio de la Prensa.
Marchena asiste al estreno, en compañía de políticos, autoridades locales, artistas…; pero, decide no continuar representando “Cante Jondo”, a pesar de que tras la Semana Santa la Compañía seguiría su gira por otras provincias. Los artistas continúan los mismos que la representaron en Madrid y Pepe es sustituido por Manuel Rivera Ruiz “El Niño de la Rivera”, un notable cantaor, seguidor e imitador de Marchena. Pepe continúa trabajando en Madrid, estamos a inicios del mes de junio y su Compañía representa en el teatro Pavón “Consuelo la Trianera”. Días más tarde sería la obra de Gonzalo Valero “Guitarra, la Macarena” la representada; en ella trabajan de nuevo Mary Delgado, Almadén y Pepita Caballero.
Manolo de la Rivera, cantaor
Mientras, la conspiración militar sigue su marcha. A finales de abril, el general Mola “el Director”, se había reunido con casi todos los altos mandos antirrepublicanos (Franco, Sanjurjo, Villegas, Fanjul…) y el 25 de mayo redactan las instrucciones para el golpe con una clara consigna: “… el golpe tendría que ir acompañado de una violenta represión”. El temor de los militares era que aquella rebelión, para “liberar España”, no iba a ser tan fácil como el golpe de 1923 de Primo de Rivera; ahora estaban las organizaciones sindicales, el pueblo y los obreros conocían los derechos y libertades preconizados por la República; algunos militares eran fieles al gobierno y en los mandos de la Guardia Civil había dudas entre el apoyo al gobierno o alinearse con el bando insurrecto… Los golpistas buscarían el apoyo financiero de ricos empresarios como Juan March, Romanones…, más el poder de muchos miembros de partidos de derecha; además, contaban con las facciones y las milicias de los partidos antirrepublicanos (requetés, alfonsinos, falangistas…) y mantenían contacto con las hordas del fascismo italiano, los de Actión française y el Integralismo portugués.
En aquellos momentos el “Niño de Marchena” iniciaba una gira por Andalucía, empezando por Jaén. Dicen que, Pepe, había desestimado a María Fernanda Gascón, actriz muy ligada a él no solo en lo laboral, pues seguía siendo una de las actrices punteras de su Compañía, sino también de manera sentimental. Muchos creyeron y hasta a veces se anunció en la prensa en forma de exclusiva: “José Tejada Martín el “Niño de Marchena” prepara su casamiento con la actriz principal de su Compañía María Fernanda Gascón”; sin embargo, aquello no sucedió nunca y parece ser que las relaciones se fueron enfriando y se separaron. A partir de ahí, a Pepe se le relacionaría con otras mujeres famosas del momento y con otras no tan conocidas como el romance que se filtró en el que se decía que el cantaor marchenero se había enamorado o mantenía relaciones con una señora casada de la Carolina. Se decía por los mentideros que aquello provocó un escándalo y algún que otro altercado. Era posible, pues, la gira les llevaría por muchos de los pueblos de la provincia de Jaén, durante casi todo el mes de julio y allí le sorprendería el Golpe de Estado, 18 de julio de 1936.
Marchena con Montoya
Del asunto de amores y amoríos, se nos escapan muchos aspectos de la personalidad de José Tejada. Contaba el historiador romano Suetonio que, Cayo Julio César, uno de los mandatarios más poderosos que tuvo el imperio romano, era, además, uno de los hombres más seductores que tuvo Roma: “hombre de todas las mujeres y mujer de todos los hombres”. No entendemos si se estaba refiriendo a su capacidad de enamoramiento, a su bisexualidad o a su carismática forma de ser, aunque, ya sabemos de la liberación sexual que gozó la antigua Roma. En Pepe Marchena, ocurría algo parecido, aquel atractivo que ejercía en ambos géneros, su capacidad de seducción hacia toda clase de personas era tal que sus biógrafos, sus estudiosos – que han sido muchos –, no lo han sabido interpretar ni comprender nunca. Rememorando lo dicho y escrito por muchos de aquellos que le trataron desde pequeño, desde joven, podemos entrever que Pepe era una persona tímida en sus inicios; sin embargo, a lo largo de su vida, en la búsqueda del éxito, de ese querer gustar, ese empeño que puso en ser diferente, innovador, vanguardista… Pepe fue cambiando su introversión primigenia – gracias a su gran valía artística, a su refinada educación, a sus valores, sus relaciones… –, y se fue convirtiendo en una persona afable, extrovertida, agradable.
Lo que si encontramos magnificado en Pepe es su carisma, la admiración que ejercía sobre quienes le rodeaban. Pepe, cuando hablaba, los demás asentían como si hablara ex cátedra, alababan sus excéntricas vestimentas, comprendían sus extravagancias… amaban a la persona y adoraban al personaje: “A un ídolo se le perdona todo”. Creemos que, Pepe, construyó su propia personalidad. Apoyado en su éxito, en su propia vanagloria, fue capaz de realzar de tal forma su figura, su autoestima, que consiguió sobreponerse y logró con creces saber estar en cualquier escenario vital. Aprendería a hablar en público como la hiciera el mejor orador y ante cualquier circunstancia, sin padecer miedo escénico alguno; al menos esa fue la sensación que siempre dio.