Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 12 de enero de 2025
Como hemos comentado, 1946, terminaría siendo un año aciago para la población más castigada, más deprimida, o sea, para la mayoría de los españoles. La sequía se unió a la ya deplorable situación económica que atravesaba el país para los vencidos, los humillados. Los pobres, que eran muchos, sufrirían las calamidades del hambre, las enfermedades…, el desamparo. Además, el control, la censura, las investigaciones…, con las represalias consiguientes, que hacían imposible vivir con dignidad en todos los rincones de nuestra España. Mientras, muchos maquis que aún se escondían y luchaban contra la Dictadura franquista, se vieron imposibilitados y defraudados para proseguir su lucha; ya no les llegaba ayuda alguna para poder continuar debido al cariz político que habían tomado el contexto internacional con aquello que se llamó la Guerra Fría.
Construcción del Canal de los Presos
Entretanto, en la provincia de Sevilla, se sigue construyendo el Canal de los Presos, se siguen rompiendo almas y levantando muros; aquellos represaliados políticos que no han sido eliminados, aquellos a los que no les han dado “café” en las tapias de sus respectivos cementerios, continúan a “pico y pala” construyendo un canal para irrigar zonas agrícolas desde Palma del Río hasta Lebrija, para beneficiar a ricos potentados que ayudaron, con sus aportaciones económicas, a conseguir la victoria de los rebeldes en la Guerra Civil.
Nuestro artista, Pepe Marchena, se ve obligado a tener que trabajar de nuevo, ha podido a duras penas finalizar aquel nefasto 46. En poco ha dilapidado las ganancias que traía de América. Ahora, se encuentra un panorama distinto, la gente no asiste, ante tanta pobreza, ante tanta miseria a los espectáculos. En cambio, la radio está en alza, suple el encanto de los teatros, de los eventos en directo. No hay dinero, España atraviesa la peor crisis económica de su historia. Sin embargo, conociendo a nuestro protagonista y como había hecho otras tantas veces, Pepe, echaría palomas al viento, y planea organizar, desde inicios de 1947, una Compañía con lo más selecto de los artistas del flamenco y la copla, que, por entonces, trabajaba en España. Mientras tanto, hace algunas incursiones por las provincias andaluzas, actuando, visitando a familiares y amigos que le recibían como a un dios.
Comentaban algunos de sus mejores amigos marcheneros que la primavera del 47, acompañado de Isabelita, volvió a visitar a sus queridos amigos de La Carolina, donde Pepe estuvo semi escondido entre 1938 y mediados de l939, años en los que vivió en la calle O’Donell, en casa de una familia de apellidos De la Torre. Así lo manifestaba el periódico local carolinense “La Razón”, a la par que decía la enorme afición al cante grande que existía en la ciudad sobre todo en los que fueron antiguos cafés cantantes como el “Cortijo Real” o el “Café de Manolín”, donde se juntaban los mejores aficionados como “Tresdedos”, “el Morao”… y donde fueron a cantar en más de una ocasión el “Niño de la Huerta”, “Palanca” o el “Carbonerillo”, entre otros. A Pepe, que, en aquellos tiempos de contienda, era el ídolo local, los carolinenses tuvieron la suerte de tenerlo durante casi dos años. A lo largo de su vida, Pepe, no olvidaría aquellos tres años que pasó en tierras jiennenses, repartido entre Arquillos, La Carolina y Linares.
La Carolina, antigua calle
La llegada de aquel verano del 47 vendría cargado de acontecimientos: la Dictadura Franquista dispone el 6 de julio hacer un Referéndum sobre la Ley de Sucesión para elegir la Jefatura del Estado, a pesar de que, Juan de Borbón, el padre del defenestrado rey Juan Carlos I, enviara a los medios y al propio Franco una carta en la que denunciaba la ilegalidad del citado Referéndum; él era el rey heredero. En dicha ley a refrendar iban incluidas varias claúsulas de las que entresacamos algunas: “Constituir España en un Reino y un Estado Católico”. “La permanencia de Franco como Jefe de Estado de forma vitalicia”, “El poder del Jefe de Estado para proponer a su sucesor”, algo que sucedería en 1969 cuando propuso y nombró a Juan Carlos I…
Aquella votación no recaló para nada en el pueblo, que pensaba más en un trozo de pan, algo para abrigarse, unos zapatos que ponerse y un lugar donde dormir. Y, como se esperaba, aquello resultó ser una votación amañada, una especie de pantomima, pues, los votos con el SI se rellenaron en las oficinas de los cuarteles militares, como el de Capitanía General de Sevilla. Lo decimos de buena tinta, pues lo hemos sabido por el testimonio de más de un conocido y protagonista de aquel engaño. Así que, los resultados, fueron más que rotundos: de 16.187.992 electores, votaron 14.454.426 y un 89’86 % voto SI y 643.501 NO, aunque hasta los resultados se camuflaron y dijeron que se había aprobado con más del 93 % de los votos.
Había Franco para rato, "lo habíamos confirmado con nuestros votos". Varios días después del falseado Referéndum, Pepe Marchena, ya tenía conformada la Compañía con la que haría la gira de aquel verano-otoño. Era un listado de grandes figuras y, aunque, Pepe, jamás pecó de mediocre, aquello le desbordaría. Pensamos que su orgullo, su interés por sobresalir por encima de todas las Compañías que estaban actuando por nuestra geografía, le sobrepasó. Tal vez pensara que con aquel elenco de grandes artistas, lograría llenar los aforos en todas las plazas de toros de España; sin embargo, se equivocaba. Ni España estaba para tirar cohetes, ni la taquilla podía sostener el caché de la troupe que el genio marchenero movía
Cartel de "Pasan las Coplas"
.Pepe proyectaría para su espectáculo, a la que llamaría “Pasan las coplas”, un batiburrillo de artistas del flamenco-copla-canción. Era una obra sin argumento, anodina, en la que se decía había intervenido en su creación Pepe junto a José María Pérez Ortiz y la música del maestro “Mezquita”. La gira empezaría el 14 de julio en la plaza de las Ventas madrileña, con un cartel inmenso de grandes figuras y otras muchas de relleno; aun así, la nómina debía ser cuantiosa. Decir aquí que muchos de los que trabajaron con él siempre comentaban que Pepe trataba con esmero y cuidaba todo lo necesario para los artistas; pero, en cuestiones de sueldos siempre “andaba cortito”. Esta vez, los gastos le sobrepasaban y en principio no podía prescindir de la mayoría con los que tendría contratos firmados. Así, tras Madrid, bajaría hacia Andalucía y presentaría su espectáculo en la Plaza de Toros del Triunfo de Granada, el día 17 de julio. Al día siguiente lo haría en la Plaza de la Malagueta y el 20 actuarían en la Plaza de Toros de Huelva.
No tenemos referencias de cómo iría la cuestión económica, es decir, los resultados entre gastos y beneficios por la venta de taquilla, solo podemos recurrir a lo que el propio Pepe comentaba años más tarde (ABC diciembre de 1972): “Pasan las coplas” fue un espectáculo que tuvo un gran éxito, la Compañía la formaban... (y Pepe, con su excelente memora hace alusión a la mayoría de artistas que llevaba) y continuaba: “Yo por aquel entonces me sentía un poco maduro, ya había cambiado lo de “Niño de Marchena” por Pepe Marchena”. Por tanto, le fuera bien o mal, él siempre lo contaría como algo positivo en su carrera. Era su manera de ser, no hemos encontramos hasta ahora, pasaje alguno en el que, el marchenero, reflejase alguna forma de pesimismo.
En definitiva, confiaba en aquella Compañía de artistas, con ella pretendía ganarse a los públicos de toda España de nuevo. Cantaores de la talla de José Cepero, El Sevillano, Pepe Palanca, El Niño de Fregenal, Manolo el Malagueño, Pericón de Cádiz, La Niña de la Puebla y el que fuera su marido Luquitas de Marchena, el Peluso, La Niña de la Alfalfa, Ramón Montoya, Guerrita, Rosita Durán… así, hasta una treintena de cantaores, guitarristas y bailaoras, componían la troupe. Sin embargo, no obtuvo el éxito esperado y con toda seguridad que no podría conseguir pagar la nómina. El único recurso que tenía era ir despidiendo a algunos de los que más cobraban. Algo que seguramente le quitaría el sueño al marchenero, pues la mayoría de ellos habían trabajado más de una vez a lo largo de su vida con él.
Pepe, con el guitarrista José Martínez
Lo que si le ocurrió fue algo que tampoco habíamos conocido de Pepe, a lo largo de su trayectoria. Nosotros estudiamos al artista, pero a la par vamos conociendo al protagonista, intentamos indagar en su interior, su manera de ser, sus sensaciones, sus relaciones… y es posible que no encontrase solución al dilema (conseguir el éxito, suprimiendo gastos a costa de despedir a los mejores artistas, a amigos). El caso es que no nos habíamos encontrado situación alguna en la que Pepe, estuviese perjudicado (se emborrachara), al menos no lo conocíamos. Sabíamos que en la mesa era un sibarita, que solía beber poco, sobre todo era de zumo de tomate, media copa de fino y poco más. Sin embargo, queremos contarle un hecho extraño que le ocurrió y que cuenta el flamencólogo Eugenio Cobo: “Aquel 20 de julio de 1947, cuando tenía que actuar en Huelva, Pepe, se encontraba afectado por la bebida, había abusado del fino la Ina o del Tío Pepe y no estaba en condiciones para cantar. El público, que esperaba en el escenario la presencia del genio de Marchena, se impacientó y empezó a amotinarse. Pepe, como pudo salió al escenario y se aferró de pie a la silla de Montoya y estuvo cantando hasta bien entrada la noche”. Cuentan que el “maestro”, a pesar de todo, estuvo descomunal, cantó todo lo que le pidieron hasta bien entrada la madrugada.
Estamos a finales del verano, el 29 de agosto de ese año, España se despertaba con la triste noticia de la muerte en Linares del torero cordobés Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, fue un jarro de agua fría, una de las mayores desgracias para el mundo del toreo. Mientras, el gobierno franquista, no encontraba soluciones a los males de España y nuestro protagonista, Pepe Marchena, completaba la gira reduciendo su Compañía y dando por finalizada la temporada y el ciclo de aquella obra “Pasan las Coplas”.