Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 19 de octubre de 2025
Estamos a mediados del año 1969 y una serie de acontecimientos quedarían marcados para la historia de España y del mundo: Aquí, en nuestro país, en junio, se entregaba Ifni a Marruecos, el 22 de ese mismo mes las Cortes Españolas proclamaban a Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco en la Jefatura del Estado. También en España, la canción de “Los Payos”, “María Isabel” se convertiría en la canción del verano. En el mundo, el 20 de julio el cohete Apolo XI, pudo alcanzar la Luna y los astronautas Armstrong y Aldrin serían los primeros en caminar sobre la superficie lunar. Richard Nixon sería nombrado presidente de los EE.UU. y Charles De Gaulle, que habría dirigido la lucha contra los nazis, dimitiría del cargo de presidente de la República Francesa.
El astronauta Neil Armstrong
En Marchena se anunciaba en los carteles la III Fiesta de la Guitarra de Marchena que se celebraría el día 24 de julio de 1969 a partir de las 11 de la noche, en la Plaza del Ayuntamiento nuevo. En la sesión de Pleno de la villa marchenera celebrada en mayo se trataría, entre otros, el tema de la Fiesta de la Guitarra. La polémica surgió porque se consideraba que el Festival sobrepasaba los presupuestos y habría que rebajarlo, por tanto, habría que reducir gastos y no traer tantas figuras de primera fila. Otro aspecto a resolver de la Fiesta era el celebrarla en la Plaza de Arriba, un lugar emblemático que se estaba adecentando con la construcción de nuevos pisos en la antigua fachada del Palacio de los Duques de Arcos. El escenario idóneo sería en el frontal del antiguo Ayuntamiento. Así, para esta tercera edición, Emilio González Ruiz, concejal de Fiestas del Ayuntamiento marchenero, junto a otros aficionados confeccionaron el siguiente cartel: al cante, Antonio Mairena, Chocolate, Luis Caballero, Naranjito de Triana, Miguel Vargas, Antonio Martín “Niño de Arahal” y Juan “El Caeno”. Al baile: Trini España y el Cuadro Feria de Abril. A la guitarra, Enrique de Melchor, Melchor de Marchena, el Poeta y Manolo Cobano. El prólogo y creemos presentador sería Manolo Bará, el popular locutor de Radio Sevilla. La dirección artística estuvo a cargo de Antonio Pulpón.
La vida sigue y ya estamos en noviembre de 1969 y Pepe e Isabelita deciden casarse, algo que al genio de Marchena le preocupaba poco y no le hubiera importado seguir conviviendo sin pasar por el altar. Sin embargo, a inicios de ese mes claudicaría ante la presión de Isabelita que ansiaba formalizar por escrito aquella unión que duraba ya más de 25 años y que pensaba no llegaría nunca. Cuentan que la tarde anterior al día de la boda es decir el 7 de noviembre Pepe avisaría, a través de su incondicional amigo Eusebio Suárez, a su otro gran amigo y admirador el también marchenero y sacerdote Francisco Álvarez Hurtado, para que se desplazase a su finca “Piqui”. Pepe, como todo cristiano debía confesarse, pues era preceptivo antes de la boda que los novios llevasen a cabo dicho sacramento. Hasta la finca se desplazaría el joven cura Paco, como le llamaban sus paisanos y encontró a Pepe en medio del campo, como siempre, observando la naturaleza y allí mismo le confesaría y se tomaría un par de copas el campechano padre Francisco.
El cantaor marchenero Juan Pliego "El Caeno"
Francisco Álvarez Hurtado fue un sacerdote marchenero de origen muy pobre que estudiaría en el seminario gracias al mecenazgo de un entonces “señorito” de Marchena, Juan Torres. En la historia de los pueblos de España y así lo era aún por los años 40 y 50 del pasado siglo, había que asegurarse la salud del cuerpo durante el tiempo que estuviésemos con vida y salvar el alma para la eternidad. Por eso, aquellos pudientes, (unos más y otros menos…, dependiendo de la hacienda), financiaban la carrera de medicina de un joven que se vislumbrase con cualidades para el estudio y otro para que se consagrara como sacerdote. Ambos serían asiduos comparecientes en la casa de su mecenas y “como de la familia”, asegurando de esa forma el bienestar físico y espiritual de sus patrocinadores. El “cura Paco” fue uno de ellos, pero los tiempos fueron cambiando y los años 70 hicieron que, el trasiego de médicos y párrocos de unas localidades a otras, no se pudiese llevar a cabo aquellas consultorías y el ansiado bienestar de quienes fueron sus padrinos y bienhechores. Así Álvarez Hurtado fue trasladado al pueblo de Martín de la Jara donde estuvo varios años llevando también la parroquia de la localidad de Los Corrales.
El cura Paco, lo sabemos de buena tinta, era un buen catador de aguardiente, como todo marchenero de pro en aquellos tiempos, pues, en Marchena, se solía beber aguardiente acompañando todas las comidas y entremedias. Así en Martín de la Jara, todos los obreros le conocían, pues compartía con ellos las mañanas de tabernas a la par que les arengaba en la barra de los garitos para que asistieran a la misa dominical y cumplir los mandamientos…, lo preceptivo de su empresa católica.
Allí también haría amistad con los hermanos Verdún, pertenecientes a la única familia de terratenientes de la localidad, quizás fervientes cristianos y amigos de juerga del cura. Más de una vez (contaban aquellos obreros), sucumbieron los hermanos Verdún ante la costumbre marchenera de acodarse con el licor de la matalahúga y más de una vez el sacerdote de Marchena les tuvo que incluso acostar; no sabemos si ante el éxtasis religioso o los efluvios del anís Metro u otras marcas marcheneras que, por entonces, eran muchas. Nos contaban los lugareños que más de un amanecer, algunos de los jareños (gentilicio de Martín de la Jara), los más pobres, aparecían vestidos con buena ropa o habían sido obsequiados con botellas de aceite, talegas de garbanzos… que les entregaba el cura Paco, tras el trajín y el descuido de los Verdún, después de una de aquellas noches en las que terminaran tan perjudicados.
Pepe Guillena cantaor imitador de Marchena
Cuando llegaron los años 70, años de revolución obrera, el cura Paco sería relevado en la Sierra Sur sevillana por un inigualable sacerdote: Diamantino García, “el cura de los pobres”, aquel cura obrero que fundó el SOC (Sindicato Obrero del Campo) que tanto luchó y ayudó a los campesinos andaluces a levantarse contra el hambre y la miseria, en busca de la libertad, la erradicación de la pobreza y el trabajo en favor de los inmigrantes. Diamantino en 1991 fundaría la Asociación Andaluza de Derechos Humanos.
También Pepe Marchena estuvo en ocasiones actuando en muchos pueblos de la Sierra Sur (El Saucejo, Algámitas, Pedrera, Estepa…) como en casi todos los rincones de España. Me contaba mi amigo Manuel del Pozo Palomas, maestro de Los Corrales que a finales de los 50, estuvo Pepe Marchena actuando en su pueblo. Tras su actuación, un rico aficionado del pueblo, Juan Mangas, le invitó a comer y a echar un rato de juerga en su casa, junto a varios amigos, entre ellos el padre de mi amigo Manolo. Se sentaron 13 comensales alrededor de una gran mesa; ante aquello, Juan Mangas, el anfitrión se puso muy nervioso, pues era muy supersticioso y dijo que siendo 13 no se podía comer, de ninguna manera. Entonces, Pepe Marchena, se levantó de la mesa y se fue a la calle; todos creían que se había marchado ofuscado. Sin embargo, al momento se presentó con un corraleño que pasaba en aquellos momentos por la calle: “¡Vente conmigo que te vas a ‘jartá’de comer!”, apareció de nuevo en el comedor y “¡Ea! Ya somos 14”.
Pero sigamos con la celebración de los esponsales. El día señalado para la boda sería el 8 de noviembre. La ceremonia se llevó a cabo en la propia finca de Pepe, sus padrinos fueron los hermanos marcheneros y confiteros de profesión María y Eusebio Suárez Rodríguez. En el Certificado de la Partida de Matrimonio constan como testigos Eusebio y Antonio Baco entonces sacristán y firma el párroco de San Sebastián Manuel Barrera. Comentaba el bibliotecario municipal de Marchena, Ramón Ramos que, Pepe Marchena, enviaría las invitaciones de su boda días después de haberse celebrado la ceremonia. La celebración, el ágape del acto, se haría en el bar-restaurante Pirula, en la ciudad de Écija, al que asistieron unas 20 o 25 personas entre sobrinos y familiares muy cercanos, alguno de sus amigos más allegados y el cura de su enlace nupcial Francisco Álvarez Hurtado.
Boda de Pepe e Isabelita en su finca
Recordemos que el pasado septiembre, hacía dos meses, se había celebrado el I Festival de Cante Payo, donde ganaría Pepe Guillena. Sin embargo, aquello traería cola, es esos días anteriores y posteriores a la celebración de la boda de Pepe, muchos periodistas y flamencólogos aprovecharon para criticarlo duramente, por el hecho de llamarlo “Payo”, pues era una clara discriminación la que se hacía denominando así al Festival. En sendas entrevistas que Pepe concedió a Juan Luis Manfredi y José Mª Vázquez Gaztelu, Marchena tuvo que dejar claro que no se trataba de diferenciar al cante gitano del payo; él ya hacía tiempo y en reiteradas ocasiones había hecho declaraciones al respecto: “Ni cante gitano ni payo, ni cante grande ni chico…, solo cante andaluz, el que genera la tierra y no la raza”, que dijera Pepe. Sin embargo, el cartel lo decía todo, aunque de lo que se trataba era de buscar imitadores y ensalzar la figura del maestro que en aquellos momentos estaba un poco con el ala caída y por eso se eligió Marchena y el tipo de festival.
Esto, según algunos, vino a contrarrestar otras muchas declaraciones que, como el pontanense Ricardo Molina, Antonio Mairena, Félix Grande, Caballero Bonald y gran parte de los componentes de la Cátedra de Flamencología de Jerez, se hicieron en su día acerca de la gitaneidad exclusiva del cante jondo. Nosotros no negamos – nunca lo hemos hecho – la enorme aportación al flamenco del pueblo gitano, al igual que su labor de salvaguardia y preservación. Nosotros siempre hemos defendido que gracias al pueblo gitano el flamenco está presente, sigue vivo hoy; Casi todos los aficionados reconocemos que el flamenco es una seña de identidad gitana y en muchos festivales, como el Potaje Gitano de Utrera, que en este caso lleva el nombre del pueblo romaní, han tenido como protagonistas a cantaores payos.
Creemos que deberíamos ir acabando con esa especie de polémica surgida, años ha, de cante gitano o cante payo. El flamenco es universal y la prueba está en la cantidad de extranjeros que acuden a nuestro país a aprender, a conocer el flamenco; porque se sienten atraídos por su magia, por su belleza, por su universalidad y la mezcolanza que ha hecho que este arte tenga identidad propia, sublime, originaria del pueblo andaluz.