Cantes de levante I

Eduardo Ternero - domingo, 8 de abril de 2023

Cuando hemos querido indagar y denominar el flamenco que se ejecutaba a mediados del XIX y, en cierto modo, se sigue haciendo en las provincias andaluzas orientales (Granada, Jaén, Almería e incluso Málaga) nos encontramos en un dilema. Si, además, añadimos los cantes propios de la región murciana, muchos defienden que deberían llamarse, todos, “Cantes de Levante”; por el hecho diferenciador de que estos territorios  se encuentran situados en el este español.  Los hay que opinan que sería más acertado decir “Cantes de las Minas”, ya que, una de las actividades habituales que tuvieron esas provincias era la minería y de esa labor nacería aquella forma de cantar. Sin embargo, otros muchos, aseveran que aquellos cantes, aquellos sonidos, que predominan en la zona de la Unión y Cartagena,  deberían llamarse efectivamente y solo con ese nombre: “Cantes de Cartagena y la Unión”.

Entre los cantes del oriente andaluz podríamos citar la malagueña, los cantes abandolaos, la granaína, la media granaína, la taranta, el taranto, el fandango almeriense, la taranta de Jaén,  y con respecto a la zona murciana se configuraron y se identificaron, además de estos, otros cantes muy comunes, ligeramente diferenciados y entre los que podríamos citar los “Cantes de Cartagena”: murcianas, cartageneras, levanticas…, ocasionado por el intercambio y éxodo de  mineros que de unas zonas a otras a lo largo del XIX y hasta mediados del XX en el que las minas tuvieron su mayor productividad. 

Antigua mina almeriense

Así que estamos ante una disyuntiva, sin saber cómo denominar a una taranta por ejemplo, pues,  llamarle cante minero sería justo, llamarla  cante de levante también nos parecería razonable y, que son cantes que reinan sobre todo en la zona minera de Cartagena y la Unión, ¿quién lo puede negar? Otra cuestión es que a los cantes murcianos, como los cantes de Cartagena y la Unión, podamos llamarles Cantes de Levante, porque en realidad son los que están situados en el levante de nuestro país. Al resto, a los cantes mineros de Jaén y Almería les podríamos denominar eso: cantes mineros. A los cantes de Granada y Málaga, personalmente, no los incluiría dentro de ninguno de los grupos anteriores, sino como cantes propios de esas provincias. Así, las granaínas, como todos sabemos, son derivaciones o modificaciones de antiguos fandangos granadinos, emparentados con los cantes árabes, la aportación de los cantes de Frasquito Yerbabuena y Paquito el del Gas y la última conformación que realizó Antonio Chacón. 

Respecto a la malagueña y los cantes abandolaos provienen igualmente de remodelaciones fandangueras, del cruce de caminos entre la provincia de Sevilla, Córdoba y Málaga, entre las localidades de Álora, Almogía, lo que se llamaba la frontera nazarí y los folclores propios de las Axarquía, como los verdiales, el fandango de Comares, el cante de los marengos… de los cuales, fueron evolucionando o se forjaron paralelamente otros como pueden ser rondeñas, jabegotes, jaberas, fandangos de Lucena, cantes de Cabra o los zánganos de Puente Genil.


Cartel de la Unión

Partiendo de estas reflexiones, intentaremos ahora poner en pie ahora cada uno de los cantes diferenciadores de cada provincia o región situados en el oriente andaluz y murciano, sin menoscabo de que todos estos cantes son practicados por todos los intérpretes del mundo flamenco.

Como los cantes de Málaga ya los tratamos, al igual que los cantes de Almería, trataremos de hacer un estudio de los cantes propios del Levante, es decir, de los cantes de la zona minera murciana, Cartagena y La Unión. Pero, no siendo un territorio andaluz, estando tan alejado de las raíces flamencas,  ¿cómo es posible que surgiera esa forma de cantar, cuál es la raíz de esa genuina expresión de los cantes? Casi todos afirman que su origen estuvo en los mineros, en los sufridos obreros de las minas de Almería. Al descubrirse, hacia los años 30 del XIX, en la Sierra de Almagrera almeriense, una gran cantidad de mineral argentífero del barranco del Jaroso, provocaría una migración desde muchos puntos de Andalucía. Allí, con el correr del tiempo, al compás del pico y palas, de barrenas y carburo, para extraer el mineral, nacerían los nuevos cantes derivados de los fandangos, como fueron las mineras, las tarantas, los tarantos… Pero, a la vez, estos mineros se fueron desplazando  a lo largo del XIX por las incipientes zonas mineras de Jaén, de Cartagena y la Unión en Murcia, llevando con ellos sus formas de decir los cantes. De esta manera, y fundamentados en las letras y en los aires troveros o copleros populares de las zonas murcianas, nacerían la cartagenera, la murciana, la levantica… que a la larga se bautizarían con el nombre de Cantes de Levante o Cantes de las Minas.

Paquillo el del Gas

Así que podríamos decir que, desde mediados del XIX, fueron las minas almerienses, jiennenses y murcianas las que unieron estos cantes, las que se denominaron cantes mineros, cantes de levante. Pero, además, serían las minas las que lograron el beneficio económico y el resurgir de aquellas tierras pobres. Eran tiempos de hambruna, de conflictos bélicos civiles, tanto en la península como en ultramar (pérdida de las colonias americanas, Filipinas, africanas…) y por ende unos años muy difíciles para España, que vio caer su imperio y aún no ha podido recuperar su hegemonía. 

De esta guisa, multitud de arrieros, tartaneros, incluso con la construcción de un tranvía y la explotación minera, por parte de capitales y empresas foráneas, nos llevaría por momentos a vislumbrar un atisbo de progreso al oriente español, tan deprimido hasta entonces. Todo esto propiciaría el crecimiento establecimientos, de servicios, de bares y locales de cante, de cafés cantantes…, donde los mineros solían pasar sus escasos ratos de ocio y donde poder beber y cantar de manera distendida. Con ello, se fomentaría la propagación de otros cantes, otras formas de hacer el flamenco como fueron los cantes mineros. 

Como siempre ocurre, entre los mineros, empezarían a surgir algunos nombres de aquellos que mejor hacían los cantes, que tenían mejores voces, que componían mejores letras. Entre aquellos nombres podríamos recordar a Pedro “el Morato”, Frasquito “El Ciego de la Playa”, Juan “el Cabogatero”… todos ellos troveros, cantaores, relacionados con la mina o los mineros, gente que aprendía los cantes y los extrapolaba a los locales para el deleite de los mineros que se divertía entre copa y copa, en los únicos lugares de divertimento que existía. A la vez, muchos cantaores de la zona occidental, atraídos por la riqueza, por la apertura de locales donde poder cantar y ganarse el pan, acudieron a entretener y divertir a los mineros y a una población flotante que pululaba a sus alrededor.

Antonio Grau, hijo del Rojo

A partir de los años 40 del XIX la minería almeriense empieza a decaer y los mineros se desplazan hacia la zona de Cartagena y la Unión. La historia vuelve a repetirse. El dinero proveniente de la mina hace que nazcan bares, burdeles, cafés cantantes y los mineros gastan sus jornales en estos locales. Los cantes, por tanto, al igual que las personas, se desplazan a tierras murcianas, pero allí van tomando otros aires, otras melodías, otros rumbos. 

El auge del levante murciano sería gracias a la aportación de un alicantino, Antonio Grau “El Rojo el Alpargatero”, quien, a finales de los años 80 del XIX,  daría el mayor empuje a los cantes de las minas y por ende a todos los cantes de Levante. Pero entendamos que, “el Rojo”, no creo su fama exclusivamente por ser un gran artista, que también lo era, sino porque sería un gran propagador, una especie de mecenas, gracias a la cantidad de negocios en pro del flamenco que levantaría en la zona; desde cafés cantantes, bares, posadas… lugares todos donde él propiciaba el auge y desarrollo de los cantes flamencos mineros.  La incursión de nuevos artistas como Chilares, Pechinela, el Pajarito, Paco el Herrero, Enrique el de los Vidales, Concha la Peñaranda, incluso el propio hijo del Rojo el Alpargatero, Antonio Grau, darían un nuevo empuje a los cantes de levante, haciéndolos llegar a todos los rincones de la geografía flamenca. CONTINUARÁ

Taranta. Miguel Poveda. 2003

Jeromo Segura - El Rojo el Alpargatero (Cartagenera Grande)