La “jondura” de Tomás Pavón

Eduardo Ternero - domingo,  4 de septiembre de 2022

Tomás Pavón 

Hoy traemos un cantaor sevillano, un cantaor que a pesar de no proliferarse mucho en los medios, en los escenarios; sin darse mucho a conocer, por su personalidad tan introvertida, sí supo conservar lo mejor del flamenco del XIX y transportárnoslo para que, un siglo más tarde, podamos conocer nuestras raíces, podamos comprender la formación de los cantes, pero sobre todo porque fue un cantaor muy “sui generis”, hasta el punto de que, cuando se habla de su maestría, se habla de “los cantes de Tomás Pavón.”

Tomás Pavón Cruz, nació en Sevilla en 1893, siendo el menor de una saga de artistas, los hermanos Pavón Cruz (Arturo, Pastora y Tomás), máximos representantes de un flamenco clásico, puro… en el que Tomás tuvo que sobresalir a la sombra de tal vez la mejores cantaora que ha dado la historia Pastora Pavón, “Niña de los Peines.”. Su madre,  Pastora Cruz Vargas (1858-1922), era natural de Arahal, y su padre, Francisco Pavón Cruz, el “Paiti”, había nacido en El Viso del Alcor en 1853. Sus biógrafos creen que un defecto físico, causado seguramente por una poliomielitis, le produjo a Tomás una cojera de por vida que, además por su carácter esquivo, le  hicieron tener una personalidad de raro, un gitano introvertido. Los que le conocieron afirman que cantaba cuando se sentía a gusto; que solía acudir a juergas que montaban los “señoritos” porque no tenía más remedio, había que comer todos los días; pero bastaba que alguien se lo tomara a chufla o no le gustase para que el abandonara orgulloso y sin cobrar.

Tomás, Pastora y el Pinto

Tomás, al igual que sus hermanos, estaba dotado de una sensibilidad musical extraordinaria, de una versatilidad pasmosa… el productor musical, escritor y crítico José Manuel Gamboa diría de él: “…era una persona muy preparada musicalmente, gran lector y amante de todo tipo de música, como la clásica. Además, era un buen guitarrista y tenía muy buenas condiciones interpretativas. Todo ello por influencia de su padre que les inculcó el sentido y el amor musical, algo poco corriente en aquellos tiempos (finales del XIX – inicios del XX). Tomás era poseedor de una voz flamenca, dulce, viril y con un peculiar duende en su entonación. Cultivó y se sentía a gustos con casi  todos los palos, sobre todo destacó y profundizó en los estilos de Triana, en cuyos cantes por tonás, deblas, seguiriyas, bulerías, soleares, saetas…, demostró una gran maestría. Quienes han estudiado su obra, coinciden en afirmar que ideó un ventajoso sistema que consiste en comenzar los cantes por el tercer tiempo del compás para poder ligarlos con mayor naturalidad, sin que apenas sus compañeros hayan caído en la cuenta.

Arturo Pavón

Tomás fue uno de los mejores herederos de la escuela gitano-andaluza. Poseía un estilo muy personal y sobre todo con los aires de Triana, ya que solía frecuentar mucho el barrio de su mujer, la trianera Reyes Bermúdez Camacho, hija del cantaor Antonio el “Baboso” y  de Salud, descendiente de una familia flamenca. Aunque, muchos críticos  le  calificaron como  copista de Torre, con un poco más de refinamiento; sin embargo, Tomás, era un cantaor muy personal, de un gran sentido musical y creador de un flamenco audaz, fuera de lo común y de una gran belleza que no se corresponde con el de Jerez.

El más pequeño de los Pavón, por su forma de ser, por su introversión psicológica,  por ser el hermano de la “Niña de los Peines” ha sido en ocasiones injustamente valorado, como si su cante no tuviese una enjundia memorable. Sin embargo, basta poner atención a su discografía para convencernos de que Tomás es uno de los mejores cantaores de la historia del flamenco. En sus buenos momentos – que no fueron muchos porque él no se dio a los públicos –, el personal que lo escuchaba decía que había pocos cantaores que le superaran, había pocos flamencos que cantaran como Tomás Pavón.  Tomás restauró cantes, configuró tercios y musicalmente cuadró muchos de los palos que tocó, como la toná, el martinete, la debla…, superando a los grandes que los habían precedido como las soleás del Mellizo, Mercé la Serneta, Frijones…, todos con una sensibilidad inusitada, con una musicalidad y una calidad que pocos podían alcanzar; Tomás sentía el cante, tenía un registro musical que  embriagaba, escucharlo te embelesa.

Con su mujer, Reyes

En Tomás y en sus hermanos, Arturo y Pastora, confluían una serie de circunstancias que hicieron de ellos auténticos genios de una música, en este caso elevada al flamenco,  arte del que mamaron, pero que podía haber sido cualquier otra variedad o disciplina; ya que la música presidía la vida de la familia Pavón Cruz. Habían nacido en un ámbito familiar donde el arte, el flamenco, la música se cultivaba ancestralmente. Vivían en la Alameda de Hércules de  Sevilla, que en aquellos años era un hervidero de arte, y crecieron rodeados de artistas (el propio Frijones estuvo alojado durante mucho tiempo en su casa). Pero además Tomás se formó escuchando a sus hermanos mayores; Arturo, un compositor excepcional y a su hermana Pastora, en aquellos momentos la mejor cantaora que posiblemente haya dado el flamenco. 

En Tomás todo es verdad, todo es transparencia. En él destaca su naturalidad y unas facultades increíbles para ligar los tercios. Tomás,  ya hemos comentado, fue criticado en su día como copista por algunos detractores; pero, en realidad, tuvieron que recular, pues, lo que vino a hacer fue recuperar los cantes de aquellos que grandes creadores que gracias al menor de los Pavón pudieron ser grabados y no quedar en el olvido. Pensamos que, Tomás, como la mayoría de los vivientes, pudo estar influenciado por la generación anterior, pero no se le puede ubicar en escuela o seguidor de maestro alguno. Fernando el de Triana, creemos, se equivoca cuando lo califica de copista de los cantes de Triana, de Cádiz – sobre todo del Mellizo – y los festeros de Jerez, aunque afirmaría que los hacía de maravilla, con unas facultades extraordinarias. El flamencólogo Anselmo González Climent escribiría: “…el flamenco para Tomás Pavón es la prolongación expresiva de su ser, es un cantaor agonista, que hace todos los cantes con una gran vehemencia, pero un ejemplo de sencillez y pureza, por eso no envejece su recuerdo ni su trascendencia.”

 El guitarrista Manolo de Badajoz

Tomás grabaría  cantes de Frasco el Colorao y de los Cagancho, captando la esencia de la más pura Triana del XIX. Así mismo,  grabó estilos de Manuel Molina, de Manuel Torre, de Joaquín Laserna, de la Serneta, de Juan Breva, de Chacón, de Joaquín el de la Paula… fueron discos antológicos, que tuvo la dicha de hacerlos con la compañía de Niño Ricardo y Melchor de Marchena y Manolo de Badajoz. También, a lo largo de siglo XX, se han ido recuperando discos de Tomás en los que deja su bien hacer por granaínas, por fandangos e incluso bulerías por soleá y algunas saetas.

El flamencólogo Ricardo Molina diría de él: “Tomás Pavón mantuvo con estilo personal inconfundible las más puras tradiciones flamencas. Hoy sus grabaciones constituyen la mejor escuela de cante para el buen aficionado. De hecho, son muchos los cantaores que, sin saberlo, hacen los cantes de Tomás, especialmente soleares y martinetes.” 

Tomás, en definitiva, ha sido  uno de los mejores cantaores que ha dado la historia del flamenco. Era conocedor de todos los cantes, incluso soñaría con poder crear una escuela de cante, pero se prodigó poco por los escenarios, por lo que sus seguidores no pudieron disfrutar mucho de su arte, solo las grabaciones y las reuniones de aficionados a las que raramente asistía pudieron comprender la calidad que poseía.

Sus rarezas, la falta de medios y una larga enfermedad pulmonar  le obligaría a vivir mucho tiempo a expensas de sus hermanos que le acompañaron literalmente hasta su muerte, que se produjo en la Plaza de la Mata (Alameda de Hércules), en  casa de su hermano Arturo y su esposa Eloísa Albéniz en julio de 1952.

LIBRO: “Flamencología” de Anselmo González Climent 

Tomás Pavón - Válgame Dios y no le teme (Soleá de Alcalá) - Guitarra: Melchor de Marchena