La “Serneta”,  reina de la soleá

Eduardo Ternero - 22 de noviembre de 2020

Mercedes Fernández Vargas, la “Serneta”, nació en Jerez en 1837 o 1840. Estaba emparentada, por parte de padre, con la familia utrerana de los “Perrate”. Tía-abuela de Borrico de Jerez y entroncada en la familia de “Paco la Luz”. Hay quien da fe que, Mercedes, a los 23 años, se fue a vivir a Utrera porque conoció y compartió una relación sentimental con el padre de los hermanos  Álvarez Quintero, Joaquín Álvarez Hazaña (a la postre alcalde de la ciudad), al que conoció cuando actuaba en el café del Burrero de Sevilla. Otros apuntan que vivió en Jerez hasta la muerte de su padre, es decir hasta los cuarenta,  pero solía visitar la ciudad del mostachón a menudo para estar con su hermana, casada con un utrerano. 

La joven “Serneta” 

Los cronistas de la época coinciden en decir que era una mujer de extraordinaria belleza natural y de una arrolladora personalidad. El apodo de “serneta” o “sarneta”, le vino dado por su madre que al verla tan risueña, cantarina y tan delgada la llamó desde pequeña  como a un pajarillo que tiene esa denominación.

Mercedes echó los dientes escuchando cante en la fragua que tenía su padre en Jerez, donde se daban cita muchos y buenos artistas. Allí se aficionó y aprendió Mercedes escuchando a los grandes intérpretes que pasaban por la herrería; los cuales, al final de la faena, tomaban unos chatos y se entonaban a los sones de  aquel incipiente arte. No debería ser torpe la niña pues, desde un principio,  formaría un revuelo entre los aficionados, por su forma de expresar los cantes, por su belleza, su impronta y descaro ante grandes cantaores. Además Mercedes ya se había hecho dueña del toque de la sonanta y cantaba,  a los acordes de la ‘bajañí’,  como una verdadera maestra. 

Adquirió mucha fama por su alta personalidad, formación musical y su manera de hacer los cantes. Compartiría escenario con los grandes de la época en los Cafés Cantantes de Jerez, luego se instalaría en el barrio trianero y actuaría   en los de Sevilla (del Burrero y Silverio). Seguramente, en Triana, se impregnó con los sones y el desenfreno canto de la despechada Andonda, de su ímpetu y su manera de expresar. Fernando el de Triana diría de la “Serneta”: “… gitana de sin par belleza, donde volcó la divina Naturaleza el tarro de la salsa y el grado máximo del faraónico estilo del cante por soleá: su voz era de una dulzura incomparable entre los escalofríos que producían los duendes de sus cantes…” 

Al aire de la sonanta 

Más tarde se  desplazó a Madrid para impartir clases de guitarra a la aristocracia de la capital. En estas fechas, llegó  a ganar mucho en el flamenco pero, como casi todos los artistas de la época, volvería a la ruina. Según la prensa del momento,   tuvo que malvender sus trajes para poder vivir. 

Sirva decir aquí que  Pastora, la “Niña de los Peines” y su hermano Tomás, pasaban largas jornadas en casa de la “Serneta”, al igual que en Marchena (en casa de la “Gilica”), en Alcalá con los Paulas… Los Pavones, sabían dónde estaba el arte, dónde había que mamar y construyeron parte de su flamenco escuchando a los mejores y a las mejores de su tiempo. De la “Serneta” se conservan cinco o seis estilos del cante por soleá, de los cuales aún echan mano muchos de los grandes divos del flamenco para recurrir a explicitar lo que es saber y cantar flamenco. Muchos han querido ver aires de la “Serneta” en los cantes  de Triana, de Jerez, de Utrera…  Ella endulzó los cantes de la bravía Andonda, pausó los aires de Cádiz que hacía Juan Breva, creó un estilo de soleá para recrearse en el cante, para decir con ternura una melancolía inédita que tomaría Torre y otros muchos. 

Igual haría con otros cantes, pero no nos han llegado con la misma solvencia que la soleá, aunque ella  cantara como una maestra el polo, martinetes, seguiriyas... y  que después  grabaría y pondría en los escenarios otro maestro: D. Antonio Chacón. Demófilo la incluye entre las mejores y más famosas de la historia del flamenco. Dicen que fue una mujer temperamental, sensual, que cantaba con una emoción desaforada. 

la “Serneta” en su vejez 

Aclarar que su llegada a Utrera pudo ser en 1863, aunque  en el padrón de Jerez, de 1881, aparece como soltera y con 40 años. José Manuel Martin Barbadillo quiere apostar porque la “Serneta” fue creadora de sus cantes estando en Jerez. Redunda en decir que viviría en Jerez y se desplazaría de vez en cuando a Utrera con una hermana que estaba allí casada y que se mudaría definitivamente a la ciudad del mostachón a la muerte de su padre sobre 1882. Un cronista de la época la entrevistó ya muy desmejorada, apenada y en la miseria. Al final de sus años,  Antonio Chacón, sería quien le daría la oportunidad de volver a los escenarios, en  el Liceo Rius de Madrid,  en 1906. 

Hay contradicciones,  unos dicen que murió en Utrera a los 72 años,  en 1910 y otros en 1912;  lo cierto es que la “Serneta” fue una de las mejores creadoras del flamenco cuyo influjo nos llega hasta hoy de la mano de los más grandes: Torre, Chacón,  los Pavones, Fernanda y Bernarda de Utrera, Camarón, Morente, Menese, Carmen Linares… y cualquier cantaor que se precie de dominar los aires de la soleá.