Punto y seguido a la 2ª etapa del flamenco

Eduardo Ternero - domingo, 25 de junio de 2023

Hasta aquí hemos llegado en este segundo acercamiento al flamenco. Durante más de año y medio, semana tras semana (desde el 8 de octubre de 2021 hasta el día de hoy 25 de junio de 2023), hemos intentado ampliar nuestros conocimientos mediante el estudio del cante, el baile y la música que acompaña a este arte tan singular. Durante todo este periodo, hemos indagado en la vida de sus mejores intérpretes, de los artistas, de los genios… y hemos buscado el origen y la conformación de los distintos  palos. Nos hemos ocupado y preocupado en acercarles  la historia; es decir, situarles en el contexto histórico, dándoles a conocer  las costumbres, las vivencias, los avatares y  lugares donde se desarrollaron cada uno de los pasajes que acompañaban a los ‘soníos’ de nuestro enigmático arte. A la par,  hemos procurado hacer una literatura inteligible, adecuada a la lectura de todos, sin aspavientos, sin complejos; sabiendo las dificultades que conlleva el adaptar la comprensión de un determinado texto a los distintos niveles del conocimiento, más cuando se trata de un tema tan enmarañado como es el mundo del flamenco,  donde intentar ser apodíctico se hace extremadamente difícil.

Félix Grande, flamencólogo

Iniciamos nuestro periplo, en esta segunda etapa, dándole continuidad a aquellos primeros paseos por el flamenco, cuando estudiamos sus orígenes y sus primeros intérpretes, al igual que el nacimiento de los primeros palos  y estilos flamencos; todo ello (D.m.), se conformará en un libro al que  llamamos las “Primeras luces del flamenco”.  En esta segunda etapa,  hemos querido hacer una prolongación temporal, navegando en una especie de odisea para hallar el camino idóneo; pero,  ha sido ardua la tarea y dificultosa. Nos estamos refiriendo a que muchas veces nos hemos encontrado perdidos, buscando el poder enlazar etapas, artistas, cantes, estilos…, algo que no podíamos hacer al alimón, pues había que contrastar y eso, con el poco soporte que existe, se nos antojaba embarazoso. En lo escrito sobre flamenco, hay muchas versiones de fechas, nombres, lugares..., que no suelen coincidir, porque ya sabemos que, prácticamente, hasta mediados del XIX, salvo algunas referencias a fiestas,  reuniones…, la mayoría son elucubraciones y supuestos,  excepto algunas certezas aportadas por Cadalso, Estébanez Calderón, Don Preciso, Demófilo, Fernando el de Triana y pocos más; pues, debemos reconocer que fueron quienes nos alumbraron con los primeros candiles. Por tanto, hemos tenido que indagar en literaturas pretéritas anexas, bandearnos con ciertas fantasías, ficciones…, intentando dar sentido a las aportaciones de escritores de dudoso conocimiento, de foráneos indocumentados;  aguantando el socaire de contradicciones,  para poder llevarles lo que creemos fueron los orígenes  de los cantes y de la existencia vital de muchos de los grandes intérpretes que ha tenido el flamenco.

Pastora Pavón “Niña de los Peines” 

En el periodo anterior partimos del protoflamenco, de aquel flamenco primitivo, y empezamos a alumbrarnos al descubrir  las oscuras referencias que nos contaban: cómo la escena protagonizada por el Tío Gregorio, que organizaba una velada  de gitanos, de cantos y vino, de palmas y viandas, para regocijo de los señores a mediados del XVIII. Después tuvimos  aquellas primeras noticias que nos daba Estébanez Calderón, de la actuación de la fiesta en Triana del Fillo y el Planeta y unas gitanas que bailaron la caña, malagueña, rondeñas, el polo…  Hablamos de las pragmáticas contra los gitanos, de la expulsión de moriscos y judíos, de los asentamientos en distintos lugares de la península y de los posibles orígenes de muchos de los palos. Repasamos  la lectura de muchos románticos foráneos que arribaron buscando ese falso  “exotismo” andaluz, sin conocer la erudición de siglos que nos amparaban, en la creencia que éramos una parte de Europa sin cultivar culturalmente, olvidando nuestro pasado fenicio, griego, romano, árabe, judío… y el aporte gitano, que configuraron nuestro horizonte universal, ese bagaje cultural y de conocimientos que desplegaba nuestra tierra; lo que nos daba ese prurito universalista  y nos conformaba un amplio panorama amparado en las colonias de nuestra aventura descubridora. 

Ramón Montoya

Les hemos hecho llegar los conocimientos que están implícitos en libros que están a nuestro alcance, en recónditos documentos de hemerotecas, registros sonoros primigenios; intentando  indagar  en aquellos hombres y mujeres,  pioneros todos, que iniciaron los cambios desde un vasto folclor a este sublime arte, tan nuestro, de expresar los sentimientos. Nos empeñamos en atestiguar como se cocinaba aquel flamenco primitivo, aquel flamenco incipiente que provenía de la oscuridad de tiempos pasados, de folclores atávicos, de esa mezcolanza andaluza de siglos y que, como un manantial, surgió a finales del XVIII. 

Pero, a pesar de  toda esa riqueza cultural, nuestro flamenco carecía de un gran  soporte literario y, como otros muchos, decidimos salir a investigar, a orear y airear todo aquello que concerniera al flamenco en su etapa oscura, de ese periodo oculto, encerrado, desconocido.  De su nacimiento sabemos poco, solo conocemos algo de su infancia (finales del XVIII hasta mediados del XIX) y aun así, siendo fieles a la historia, al paso de los tiempos  se lo hemos ido comunicando, semana tras semana. Poco más podemos saber a ciencia cierta.

Recurrir a la lectura de poetas como  Bécquer. Rodríguez Marín, Villalón, Hipólito Rossy, los  Machado, Lorca, amén de la gran mayoría de la Generación del 27 y sobre todo los estudios e investigaciones de Félix Grande, Ricardo Molina, González Climent, Blas Vega, Suárez Ávila, Juan de la Plata, M. Ríos Ruiz, Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Alfredo Arrebola y muchos más nos ha ayudado descubrir un mundo flamenco enigmático.  La lectura de muchos renglones sueltos en libros costumbristas, de páginas taurinas (muy enlazadas con el flamenco), de un anecdotario popular y otros acercamientos a hemerotecas, han ido conformando nuestro criterio y nos han ayudado a sacar nuestras conclusiones. También debemos decir que ha sido esa literatura anexa,  la novelada, la que contaba pasajes de la Guerra contra el francés, los románticos del XIX, los avatares sucesorios que propulsaron las guerras civiles durante casi un siglo, la pérdida de las colonias… y un largo etcétera, lo que nos ha logrado sacar de esa profunda oscuridad y evitar caer en un marasmo continuo.

El Estampío, bailaor

Todo ello propició que nuestra manera de entender el flamenco se fuese haciendo cada vez más diáfano, sobre todo a partir de mediados del XIX y principios del XX. Se nos fue encendiendo la luz; que se fue culminando cuando ya los rodillos de cera y muchos defensores del arte andaluz fueron descubriendo y poniendo en valor el flamenco, aquel arte sublime que se cocía en Andalucía. Todo fue un conjunto, desde la lucha contra los díscolos y detractores de la generación del 98, la coincidente entrada en escena de Manuel Torre, Chacón, Pastora… y los cimientos que habían puesto El Planeta, el Fillo,  Silverio Franconetti, Tomás el Nitri…, más todas las sagas de Jerez, Los Puertos, Triana y Ronda que nos harían entrar en el siglo XX colocando al flamenco en su edad de Oro.

Cuando comenzamos este segundo periodo creímos conveniente iniciarlo donde lo dejamos aparcado. Quisimos poner una fecha referente, que partiese de finales del XIX, haciéndola coincidir con la aparición de la cantaora más grande, más extensa que ha dado la historia del flamenco, Pastora Pavón, “La Niña de los Peines”. A partir de ahí nos fuimos envolviendo con los palos y los intérpretes del cante, el baile y músicos (guitarras, y otros instrumentos) que, aunque habían nacido a finales del XIX – incluso alguno a principios del XX –, a nosotros nos interesaba conocer su etapa de desarrollo.  Hablamos de un flamenco floreciente, en plena juventud. Estábamos inmersos en una etapa flamenca dulce, en la que nuestro arte estaba en pleno apogeo y los públicos gustaban de conocerlo. Eran momentos de gloria dentro de la desgracia: se abrían cafés cantantes en toda la geografía, no solo andaluza, sino por toda la península, había interés por entenderlo, era de las pocas diversiones, junto con el toreo, de las que disfrutaba el pueblo español, asolado por un periodo interminable de conflictos bélicos, de miseria y hambre. 

Entendemos que hemos cumplido una etapa; y, para nosotros, a quienes nos gusta el flamenco, ha sido un camino vivificante. Al menos hemos intentado saber algo más  de este hermoso arte de nuestra tierra y darlo a conocer a quienes estuviesen interesados. Entendemos que nos queda aún mucho camino por recorrer, mucho que indagar y en ello vamos a seguir incidiendo. Pero, por ahora, tomaremos un descanso pues, este periodo, está prácticamente concluido, aunque queden flecos para otro momento.

Termino dando las gracias al amigo y socio de la Peña, Manolo Benítez, por la gran ayuda que, a lo largo de todo el recorrido, nos ha prestado en la composición de cada artículo. 

 ¡Feliz verano flamenco!