Palos con aires del norte de España (II)

Eduardo Ternero - domingo, 18 de junio de 2023

Hablamos la semana pasada de esos palos del flamenco, que al parecer provienen del norte de España, pero que no se han podido confirmar sus orígenes. Muchos andaluces tenemos la creencia que el flamenco solo se ubica en Andalucía y pocos lugares más; cuando en realidad hay infinidad de Peñas,  Asociaciones, Casas de Provincias, incluso en muchos otros países, donde el flamenco ha estado y sigue muy vivo. Por ejemplo (aunque algunos ya han cambiado), los tablaos flamencos en París (Caves de Grenade, El Patio y La Guitarra); en Londres (Antonio's Restaurant, The Acapulco y Trobadour); en Tokio/Japón/ (T. Flamenco); en Nueva York (Zambra y Chateau de Madrid), En Los Angeles (El Cid, Zorongo) y en San Francisco está el Tablao “Casa de Madrid”. Además, repartidos por todo el mundo, existen academias de baile, que mantienen muchos españoles fuera de nuestras fronteras. 

A Asturias llegaría a florecer el flamenco hacia 1880 y en su capital,  Oviedo, durante la etapa de los cafés cantantes,  se crearían el Café Madrid, el Café Alfonsos, el Oviedo, El Teatro Circo y muchos más. Durante este periodo, serían muchos los artistas, andaluces, que se desplazaban a aquella región para exhibir sus cantes.

Hipolito Rossy y Paul 

Bueno pues como ya hablamos de la Farruca, ahora vamos a intentar entresacar los orígenes del Garrotín. La mayoría de los estudiosos apuntan que es un palo que tiene muchos fundamentos en los tangos, que posiblemente, como otros tantos, pudo ser traído de vuelta de América, es decir, que sea un cante de importación y que con seguridad pudiera ser un cante llevado por la masiva migración de muchísimos asturianos hacia las colonias americanas españolas. Con el paso del tiempo, fueron configurándose y cogiendo los aires del nuevo continente y las corrientes sonoras de mulatos, criollos, mestizos, zambos… y que volvería a España casi como lo conocemos. Recordemos aquí los sones de los tangos del Piyayo, que supuestamente trajera de Cuba, cuando por mor de la Guerra – durante la independencia de las colonias de ultramar –, estuvo desplazado como soldado. 

Sin embargo hay otros que piensan que el Garrotín pudo ser una amalgama surgida de las antiguas trashumancias,  aquellas que los andaluces solíamos hacer cada año para llevar el ganado a otros pastos, en un periplo de atravesar la Península en los tiempos estivales. Posiblemente, tenga su origen en los cantes de trilla de nuestra región, que, eran llevados por los ganaderos trashumantes a las zonas verdes asturianas durante varios meses cada año. Aquella odisea, en la búsqueda de pastos frescos, no solo alimentaría al ganado, sino que engordaría de alguna manera los cantes. Aquella migración interior pudo favorecer cambios en los ‘soníos’ flamencos para dar mayor diversidad a nuestro arte. 

Amalia Molina, bailaora 

Sin descartar las dos versiones anteriores: una, que fuese un intercambio musical a través de la trashumancia, algo que se viene haciendo en España desde tiempos inmemoriales (ya en la baja Edad Media era algo habitual y por ello nuestro país diseñó una red de vías pecuarias de cañadas, veredas, cordeles, coladas… reposaderos, descansaderos, etc. que aún se identifican). La segunda versión, aquella que pondría el origen del Garrotín,  en los cantes de ida y vuelta, como el de otros muchos cantes que llevan ritmos de tangos, que fueron llevados y traídos de España a América y de América a España por marinos, esclavos, buscavidas, galeotes… y otros propios o nacidos en tierras del Nuevo Mundo (vidalitas, guajiras, milongas, habaneras...) Empero, nosotros vamos a apuntar una tercera opción que pudo ser el origen del garrotín y otros cantes con sonidos del norte y levante español que están en una nebulosa y que traería consigo una riqueza añadida y una mayor universalización del flamenco. Recordemos que, tras la Gran Redada en 1749 promulgada por el Marqués de la Ensenada. En aquellas fechas, una ingente cantidad de gitanos, donde estaban ocultos antiguos judíos, moriscos, negros… (Estaríamos hablando de unos 15000), sobre todo andaluces, fueron llevados deportados,  como esclavos, a los astilleros del Ferrol, a los Puertos Asturianos, a Cartagena, a Cádiz… Esos andaluces que estuvieron condenados durante casi veinte años, seguramente llevaron consigo sus cantes, sus costumbres y, a lo largo del tiempo, con los aires del folclor de las respectivas regiones, se fueron conformando en la cartagenera, la farruca, el garrotín… que luego, cuando fueron liberados, volvieron a nuestra tierra, pero ya envueltos en otros aires y musicalidades.

El flamencólogo Hipolito Rossy, aquel que escribiera: “El Niño de Marchena ha salvado del olvido al fandanguillo de Osuna. Su melodía no es gran cosa, por más que el citado artista la colme de adornos, pero sus letras tienen una ingenuidad y una ternura que lo hacen merecedor de ser recordado.” También apuntaría que, tal vez, por el encaje musical que tiene el Garrotín, pudo ser creado por gitanos de Lérida o Tarragona, y nos dice que un gitano de apelativo El “Parrano”, pudo ser uno de los principales creadores de este palo. El maestro Concerbia piensa que Amalia  Molina, junto a los hermanos Sebas y los Mingorance, además de un tal Orfeo, serían quienes lo aflamencarían en Madrid, allá por 1904 y que fue la Niña de los Peines la que lo puso en los escenarios.  Sabemos que ella lo recogió del Niño Medina y de Amalia Molina, cuando solo era un palo para bailar y ella lo convirtió en un cante para escuchar.

El bailaor “Faico”

El Garrotín, como la Farruca, utilizan el compás binario, como tangos, tanguillos, rumbitas…, sin alardes melismáticos, al igual que la Farruca y comparte, igualmente, coplas de 4 versos octosílabos, con temas de carácter lúdico, irónicos, de humor…, con un estribillo que es muy reconocible: … al garrotín, al garrotán a la vera, vera, vera,  de San Juan.

En cuanto al baile del Garrotín, tiene como protagonista a Faico, Francisco Mendoza Ríos, quien, al igual que con la Farruca y tal como dijera el maestro Otero, tendría mucho éxito en Madrid, Barcelona, París, con sus bailes diferenciados y cuasi creados por él, asomándose a los balcones del XX. Otros autores sevillanos, estudiosos de los bailes y danzas flamencas y protoflamencas, piensan que quien más aportó a la conformación del baile del Garrotín fue el maestro sevillano Caetano. Más tarde este baile, el Garrotín y otros muchos bailes, como fue la seguiriya, serían refinados por el bailaor Mario Escudero, que llevarían al teatro cómico-grotesco las bailaoras Gabriela Clavijo (Gabrielita Garrotín) y la Rubia de Jerez.  Cierto es también que la inolvidable Carmen Amaya fue la que más lo divulgaría, con sus giras, a nivel mundial. Así que,  el Garrotín, como otros muchos bailes y cantes se han nutrido, han sufrido y lo siguen haciendo una serie de avatares y cambios con la aportación y la impronta de cada uno de sus intérpretes. 

Manuel Tejuela

Pero, existen otros cantes de dudosa procedencia, como son la asturiana, la praviana, la montañesa, la vaqueirada…, que son de un origen más certero, es decir, pertenecientes al folclor norteño, pues en su ejecución podemos observar sonidos mucho más cercanos a zonas asturianas que los que solemos oír con aires del sur. La tonada asturiana nos conduce a una profundidad bucólica, más autóctona, más folclorista, aunque los estudiosos de la música vean vínculos arábigos andaluces. La única diferencia que encuentran algunos entre los cantes cuando se aflamencan es la introversión y la soledad que se plasma en ellos, mientras que los folcloristas siguen siendo más alegres y extrovertidos. 

Otra versión que hemos encontrado para dar luz a estos cantes es  que pueden ser cantes provenientes de un asentamiento que realizó un batallón  de asturianos al mando del General Ballesteros en Ronda, durante la Guerra de la Independencia (entre l804 y 1814). Esa convivencia entre andaluces y asturianos pudo dar lugar a que cantes provenientes de Asturias se aflamencaran; ¡Averigua!

También tenemos referencia de las Bulerías de Mieres, que grabara primigeniamente el “Chato de Valencia” y del que conocemos muy poco de su vida, ya que se exiliaría como otros tantos con la llegada de la  Guerra Civil. El Chato las grabó a inicios del XX y tanto él como la Niña de los Peines  las cantaban en sus actuaciones. Pastora lo grabaría más tarde, hacia 1920. Este cante nos traslada a las minas de Asturias, y quién sabe si no pudieron emerger de aquellos cantes que hicieran los andaluces que se desplazaron y  trabajaban en las minas del norte, de mezclar las incipientes bulerías gaditanas y los cantes del folclor asturiano.

Hoy día estos cantes que hemos comentado (asturiana, praviana, montañesa…) no se graban y no lo llevan en su repertorio los artistas.  Desde finales del XIX, inicios del XX que los grabara el Mochuelo y el loco Macandé sacara su “Pregón de los caramelos” (muy parecido a estos cantes), algunos artistas siguieron su estela: el Niño de la Rosa Fina, el Cojo Luque, el Niño de la Isla, María la Talegona, el Niño de las Marianas, Sebastián el Pena… y como no, Pepe Marchena (que fue el que más estudió todos los cantes provenientes del folclor).  Más tarde algunos han continuado, pero en menor medida, como la Tía Chata (que cantaba las bulerías de Mieres en asturiano), Jesús Heredia y sobre todo Manuel Tejuela

MIGUEL VARGAS -  "EL GARROTÍN, JUNTO A LAS GUITARRAS DE MANOLO FRANCO Y JOSÉ LUIS POSTIGO.

Bulerías a la Tía Chata. Rafael Jiménez Falo (Cantes de la Tía Chata, gitana de Asturias y tía-abuela de Falo, que aportó al flamenco innumerables estilos por bulería basándose en formas tradicionales del folklore asturiano, especialmente las de los vaqueiros de alzada.)

Praviana · Cante. Manuel Tejuela · Guitarra. Pepe Habichuela

Bulerías de Mieres - Niña de los Peines - Guitarra - Currito de la Jeroma