1924, año crucial para el "Niño"

Eduardo Ternero - domingo, 31 de Marzo de 2024

En el artículo anterior, dejamos a Pepe viajando por toda la geografía española. Un día estaba en Madrid, al otro en Sevilla; visitaba los pueblos de cualquier provincia, se reunía con los amigos de otra ciudad, jugaba en los casinos…; era inagotable su presencia en casi todos los escenarios; no llegamos a comprender como podía llevar aquel ajetreo constante. Entendamos que estamos en la segunda decena del siglo XX, los medios de comunicación, trenes, automóviles, autobuses…, son más bien escasos y lentos; además, Pepe, no puede dejar de atender a su público, es decir que debe cantar casi todos los días, ensayar, aprenderse de memoria las letras que le lee otra persona, grabar discos y además ir recogiendo de otros lugares los nuevos cantes, adaptándolos a su manera… Parece irreal, pero, tuvo que llevar en aquellos años una vida desenfrenada, tanto en lo artístico como en lo económico; pues, todo ello (desplazamientos, juegos, secretarios, ropa…) había que pagarlo.

 Niño de Marchena con Montoya

Pero, Pepe, tenía en aquellos momentos muchísima energía, una gran capacidad de trabajo e inteligencia y sobre todo una lucidez mental y una listeza tal que, con tan solo 21 años, ya estaba en la cumbre del Olimpo Flamenco.

Estamos en 1924, este sería el año de su consagración como uno de los mejores artistas del flamenco y seguramente el más mediático; pero, no solo en el mundo del cante, su vida, sus relaciones, su egocentrismo y excentricidades estaban día a día en la prensa y en boca de la ciudadanía. Tanto en sus actuaciones, como en sus grabaciones, la gente, los públicos de toda España, quieren escuchar y ver al Niño de Marchena, al “Rey del fandanguillo” y le esperan en los pueblos como un acontecimiento festivo; incluso, en algunos pequeños pueblos (eso está corroborado), su troupe, se daba una vuelta por las calles precedida por una banda de música.

A principios del 1924, junto con Ramón Montoya, su asiduo guitarrista en aquellas fechas, son llamados para que intervengan en una obra de teatro que se representaba en Madrid. Dicha obra “Málaga, ciudad bravía” no estaba teniendo el éxito que se esperaba de ella en el teatro Martín; no tenía impacto, no asistía mucho público. Los empresarios recurrieron al marchenero, para que levantase la obra con su presencia. Así, los guionistas añadieron a la representación unos momentos de fiesta flamenca en cada acto. Eran escenas en las que el Niño de Marchena y Montoya salían a la palestra, animando con su cante aquel folletín. Esto animó a los públicos, lo que supuso que el teatro se fuese llenando y tuviera la repercusión y las ganancias que los empresarios necesitaban. Así, estuvieron casi un mes y luego se fueron a hacer una gira por provincias. Esto, por supuesto, que tendría su relevancia en la prensa, daba al marchenero otra excelencia de calidad artística.

  Charles Chaplin "Charlot"

Pero, Pepe, no se acomoda ni se conforma, en aquellos intervalos teatrales, Marchena, viene también por Sevilla, actuando en varios locales; le contratan, como figura invitada, para un Concurso de Cante en Huelva, y en muchos otros lugares inverosímiles. En estas fechas, desde que se celebrara el I Concurso de Cante Jondo de Granada (1922), no dejaron de proliferar concursos y certámenes de cante por todos los lugares de nuestra geografía. Ya sabemos que si en España, algo funciona, al otro día se montan infinidad de ‘chiringuitos’ iguales o parecidos, hasta que se acaba con el invento. La prensa de aquellos días no dejaba de elogiarle con titulares como: “… la presencia y el arte de aquel Niño de Marchena”. “Llega precedido de una gran fama conquistada en Madrid”. “Cantó maravillosamente para cerrar el Concurso de tal o cual lugar”. “El Niño de Marchena nos deleitó con unas letras que llegaron al corazón del público”.

Pepe, sabe lo que canta, sabe lo que quiere el público. Estamos en un momento histórico trascendental; pues, aunque pareciera y se dijera que los años 20 fueron los “felices años veinte”, la realidad no era así. El mundo estaba convulso, los conflictos bélicos y económicos flagelaban a la mayoría de los continentes. Había terminado la Primera Gran Guerra, la revolución rusa estaba masacrando a la población, Estados Unidos, se venía resintiendo y sufriría el Crack económico del 29, Japón atacaba Corea y China, Hitler y Mussolini ya hacen de las suyas en Alemania e Italia… Pero, como el invento romano (pan y circo), el futbol vino a despejar incógnitas y se convertiría en el deporte de masas, una distracción pueril y simplona para olvidar el cainismo y el catastrofismo reinante. En tan solo 20 años proliferarían campos de futbol por toda Europa y gran parte de América. Los temas futboleros ocuparían las peñas, la prensa, las tertulias y discusiones de aficionados. Aquel deporte se convertiría en un dios en forma de balón.

Angel Sampedro "Angelillo"

También el cine mudo con Chaplin, Lauren & Hardy, Baster Keaton, Harold Lloid…,  copan las pantallas de los cines y va creando adeptos. En algunos círculos, imperan los pensamientos revolucionarios de Carlos Mark, Kafka, Unamuno, Ortega y Gasset... La moda impuesta por Coco Chanel, Valentino, Balenciaga… inunda y cambia en los años 20. Con la industrialización, los medios de transporte, la prensa…, las ciudades se construyen hacia arriba, el mundo está en un cambio continuo.  

En España, las revoluciones mineras, catalanas, las pérdidas de las colonias, el desastre de Anual, la desidia de los Borbones, la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera…, marcarán el destino del país, que sufre el hambre, la falta de asistencia médica (tifus, poliomielitis, tuberculosis…) y el deterioro de las cosechas, El cine de Buñuel, la poesía de Lorca, la pintura de Dalí, Miró y Picasso, el pensamiento de Ortega y Gasset, los descubrimientos en medicina de Ramón y Cajal, inventores como de la Cierva, copan las páginas de la prensa y la copla se va haciendo un lugar en la gente del pueblo.

 En el cante la máxima figura, en progresión, que sobresale…, es el “Niño de Marchena”.  Otros como Angelillo, Pastora, Vallejo, Cepero, el Carbonerillo, El Pinto…, también están en vanguardia. Pero, Pepe, es quien domina la situación, sabe que la gente ansía algo de alegría, los pobres se refugian en la música para aplacar las penas. Él, junto a la avidez de los empresarios, ofrece el mejor de los repertorios de vidalitas, guajiras, milongas, fandanguillos de amores y amoríos que hagan olvidar los horrores de las guerras, la miseria, la tristeza de sus almas. Incluso en el alma gitana se va olvidando un poco el sentimiento trágico de la toná, la seguiriya, el martinete, la carcelera…, se van imponiendo el tango, la bulería, las alegrías…. Los grandes mitos del XIX, Chacón, Torre, los Pena, los Medina, y un largo etcétera, tendrían que adaptarse o quedar en el olvido de los públicos, con el menosprecio empresarial que no los contrataba.

Pablo Ruiz Picasso

En cambio, para El Niño de Marchena, aquel verano de 1924, sería apoteósico; llegan sus grabaciones para la casa Gramófono La Voz de su amo: Pepe, en aquellos seis discos de pizarra dejaría para la historia granaínas, bulerías, fandangos de Huelva, tarantas de Linares, soleares y un largo etcétera de cantes, demostrando la calidad y el conocimiento tan maduro de cantaor que poseía. A pesar de su edad, ya era un cantaor de muchas tablas, de mucha experiencia, y de mucha calidad; no olvidemos que desde los 8 o 9 años estaba cantando para los públicos. Muchos han comentado y criticado los giros que experimentó Pepe Marchena a lo largo de toda su vida; pero, hay que entender que los genios no pueden estancarse, pues, dejarían de ser genios. Pepe, cuando tenía 20 años – ahí están las hemerotecas, sus primeras grabaciones, el recuerdo en quienes le vieron actuar y oyeron sus cantes –, conocía todos los cantes que pudieran hacer Chacón, Torre, Silverio, el Nitri… Pero, además, era dueño de una voz melosa que gustaba tanto a hombres como a mujeres; estaba dotado de una garganta y unos melismas extraordinarios. Capaz de cantar varios estilos de saetas, era maestro en los cantes de levante, los de ida y vuelta, los cantes de Málaga y Granada…; conocía los recovecos del cante gitano, la seguiriya, los cantes por soleá… y además, podía estar cantando fandangos diferentes durante varias horas.

A Pepe, le quedaban más de 50 años por delante de carrera artística, aún tenía que salir al extranjero, Marruecos, Francia, Sudamérica… tenía que hacer cine, cambiar los escenarios del flamenco, la indumentaria, el caché de los artistas… ¿Cómo no iba a evolucionar, a innovar y a crear a lo largo de su carrera, cómo se iba a quedar estancado a sabiendas de que podía revolucionar el flamenco? Su vida, paralela a la de grandes genios como Picasso, Mozart…, es de aprendizaje y evolución, de experimentación  y descubrimiento; sobre todo en su afán de adquirir mayor conocimiento, para sobresalir por encima del resto.