El virtuosismo de la guitarra de Jerez (II)

Eduardo Ternero - domingo, 18 de diciembre de 2022

Ya conocimos a uno de los padres de la guitarra de Jerez, al maestro Javier Molina. Uno de sus discípulos fue  Pedro del Valle Pichardo, más conocido en el mundo artístico de la guitarra por Perico el del Lunar, nacido en  Jerez de la Frontera (Cádiz) el día 15 de mayo de 1894.  Pedro, que aprendió los primeros acordes de su padre.  Empezó tocando en Jerez y, en 1920, se trasladaría  a Madrid, donde trabajó como primer guitarrista del café-colmao Villa Rosa, acompañando a muchos y grandes artistas de su época, especialmente a Chacón, con quien grabó en 1928.  A partir de los años treinta, Pedro, fue considerado como el director artístico del local, encargándose de la contratación de artistas, de la organización de funciones, el trato y la preparación del espectáculo...

Considerado un seguidor de Javier Molina, sin embargo él tenía un concepto distinto y se especializó en estar supeditado exclusivamente para el acompañamiento.  Además, fue un gran estudioso de los cantes, incluso mucho más que muchos cantaores de su época; sobre todo, captaba la personalidad de cada cantaor y se adaptaba de tal manera a él que hacía su cante más sublime, ponderaba con  mayor emoción la ejecución del cantaor.

Perico el del Lunar

El 1954 sería contratado en  el tablao “Zambra”,  del que Perico el del Lunar sería uno de sus artistas fundadores, junto con Rosa Durán, aquella niña que fuera adoptada por Isabelita de Jerez y el Tordo y que, con el tiempo, se convertiría en una gran bailaora y compartiría con Perico la dirección del Zambra. Por aquel tablao pasaron infinidad de artistas, como Pepe el Culata, Pericón, Pepe  de la Matrona, Juan Varea, Rafael Romero el Gallina, el Chaqueta, Bernardo de los Lobitos, Antonio Pérez Niño de Jerez, Paco Laberinto… Puede decirse que este tablao se convirtió desde su inauguración hasta su retirada de los escenarios en el hogar artístico de Perico el del Lunar. Por aquellas fechas, el “Zambra” era el tablao de más prestigio de Madrid y lo sería hasta la muerte de su promotor y dueño Fernán Casares en 1975. En el “Zambra”  se iba a oír flamenco casi con devoción; era, por aquellas fechas un lugar de culto para el flamenco, uno de los pocos lugares donde se  inició la “recuperación de lo  jondo” tras la Ópera Flamenca. Perico el del Lunar aportó su sabiduría artística no solo como guitarrista, sino como director de los espectáculos, como promotor y difusor... 

Roger Wild

Por esas fechas, 1954 o tal vez algo antes se conocieron en el Villa Rosa Perico y Roger Wild un suizo de madre española, que vivió de pequeño con su abuelo en Madrid, que regentaba un pequeño negocio de flamenco. En su juventud compartió con Picasso, Modigliani… su amor por la pintura en el bohemio barrio parisino de  Montmartre, y se aficionó a la música, al circo y a los toros. Se nacionalizó francés, se hizo director  publicista de la Thomson y quiso continuar con la labor de Falla de recuperar el purismo del flamenco. En 1952 produjo un pequeño microsurco de flamenco y ante el éxito obtenido en Francia, decide irse a Madrid donde ira conociendo artistas y promotores. En el 1954,   junto a otros productores de una empresa francesa lograron que  se  editara  la primera "Antología del Cante Flamenco", realizada en 1954 por HISPAVOX. En ella actuaron  los cantaores que hemos dicho y que asiduamente actuaban en el “Zambra” bajo la dirección de Perico, que además sería el único tocaor que grabó junto a todos los cantaores.

Muchos flamencólogos, sobre todo los más acérrimos detractores de la "Ópera Flamenca", asienten en que la grabación de la Antología,  en aquellos momentos, supuso una obra clave para la recuperación del flamenco. La verdad es que la irrupción de la Antología  tuvo un gran éxito y un gran impacto mundial; pues se vendieron muchísimas copias y en Francia le dieron el premio de la Academia del Disco.

 Rafael del Águila

Qué duda cabe que Perico fue el mayor artífice y el protagonista principal de la Antología del Cante Flamenco, por sus competencias, por su labor en recopilar y asignar los cantes, y por la manera de dirigir la obra. Él conocía el gusto de los clientes, sabía y conocía los cantes y el repertorio de aquellos  cantaores que estaban comprometidos para la grabación, tanto es así que el impondría su criterio y asignaría a cada uno de los artistas que grabaron el cante que debían hacer. Perico, con esta obra y a lo largo de su vida demostró una gran profesionalidad, un gran rigor con el flamenco, cuidando las formas, sin apartarse de los cánones establecidos y por ello hay que valorarle,  independientemente de su valor como artista y  guitarrista jerezano que llevaba en su cabeza y en sus manos. 

Según las palabras vertidas por los propios cantaores, Perico era un tocaor muy original, y sensible, con mucho conocimiento de los cantes – los cuales conocía mejor que muchos de los cantaores a los que acompañaba– y con una rigurosidad extrema. Perico, sin duda alguna es heredero del toque antiguo que dejara Javier Molina, Antonio Sol y por ende de los maestros Patiño y Paco Lucena, sin embargo, el impuso un toque muy personal que no ha dejado escuela salvo en su vástago Perico del Valle Castro “Perico del Lunar Hijo”. Incluso, sería el tocaor elegido para actuar por D. Antonio Chacón durante  el tiempo en que estuvo tirante con Ramón Montoya. 

Diez años más tarde de publicarse la Antología, moría en Madrid, Pedro del Valle Pichardo “Perico el del Lunar, a los 70 años de edad.

Otro de los insignes guitarristas jerezanos fue Rafael del Águila y Aranda, nacido en Jerez en 1900. En su juventud fue barbero y se preocupó de aprender algo de música y solfeo, cosa rara en aquellos tiempos. Sin embargo,  poco se sabe de su infancia y juventud. Más tarde aprendería  el arte de la guitarra  – tanto clásica como flamenca –, de la mano del maestro Javier Molina. Con el tiempo fue tocando en tabancos y salas mediocres hasta conseguir hacerse un lugar como profesional del toque, acompañando a cantaores como Pericón, Manolo Caracol, Vicente Pantoja, Juan Jambre o Juaniquí entre otros muchos. Pero su carrera como tocaor de escenarios fue muy corta, pues, a partir de 1930, abandona el acompañamiento y los escenarios y se dedicó exclusivamente a la enseñanza de la guitarra. 

 José Luis Balao 

A partir de entonces, su vida dio un giro total, se convirtió en un bohemio, pues entre copas y sueños pasaba casi todo el día en la cama. No recibía nunca  a sus alumnos antes del anochecer y las clases se alargaban hasta la madrugada. Su casa – el lugar donde daba las clases –, se encontraba en  el arrabal  el “Reventón de los Quintos” de Jerez; recordamos la descripción que hacen algunos de sus alumnos como Gerardo Núñez: “era una especie de antro rociado de libros, partituras y fotos, donde era casi imposible sentarse y mucho menos alumbrarse, era un centro de reunión que duraba toda la madrugá”. Sin embargo, fue allí donde Paco Cepero, Parrilla de Jerez, Antonio Jero o José Luis Balao (“el científico de la guitarra flamenca” según Paco de Lucía)  y otros muchos aprendieron sus enseñanzas. Pero Rafael no solo enseñaba a sus pupilos el arte flamenco; a muchos de ellos (los más aventajados, como ellos mismos  han comentado),  aprendieron a tocar música clásica, la música de los Albéniz, Tárrega o Granados, con el fin de adquirir más matices, lo que les valdría a la hora de componer y llegar a ser, algunos de ellos, grandes compositores y virtuosos de la guitarra.

Rafael del Águila, recibió de la Cátedra de Flamencología de Jerez el Premio Nacional de Enseñanza y maestría en 1967 y en 1975 la Peña “Los Cernícalos” le rendiría un homenaje donde acudieron muchos de sus discípulos y se colocó una placa en la covacha donde daba sus clases. Rafael murió en Jerez en 1976.

Nana - Bernardo el de los Lobitos) · Perico el del Lunar a la guitarra

Historia de Guitarra Flamenca - La Enigma de Rafael del Aguila - Maestro de Maestros