Pepe “el de la matrona”

Eduardo Ternero - domingo, 23 de octubre de 2022

José Núñez Meléndez, conocido como Pepe “el de la Matrona”, nació en el barrio sevillano de Triana, el 4 de julio de 1887. El remoquete le vendría impuesto por la profesión de su madre y que en un principio los amigos y compañeros dijeran “el niño de la matrona”. Pepe se inició desde muy pequeño a cantar por los bares y reuniones festivas en locales de Triana; la necesidad obligaba y ya, con tan solo 12 años, es decir, en 1899, se atrevería a cantar de forma más artística en una taberna de Burguillos.

 Pepe de la Matrona, joven

Después, ya en 1901, se marcharía a la feria de Villamartín donde actuaría en varias ocasiones. Por entonces, le ficharía la compañía de Juan Breva para que hiciera una gira por el oriente andaluz, Almería y algunos pueblos de Granada. Vuelve a Sevilla y actúa en varios locales, donde conocerá a D. Antonio Chacón. Ya en 1906 es contratado durante seis meses en un local de Córdoba y da el salto a Madrid. En la capital, se hace residente y coincide con la inauguración del café cantante el Gato, pasando a los Naranjeros y luego más tarde al de Fornos. Es una etapa de aprendizaje en la que Pepe va sentando las bases de su flamenco y comparte muchas fiestas de cabales.

Entre los años 1914 y 1919 viaja por Cuba y México, actuando en locales de las grandes ciudades hasta que la Revolución mexicana le hace volver a España. Durante este periodo reparte sus actuaciones entre Barcelona y Madrid, cogiendo tanta fama que le llevaría a ser contratado para actuar en la película la Hermana San Sulpicio y a formar parte de los jurados de concursos flamencos como el Certamen Nacional de Cante Flamenco del Circo Price y otros.

 La bailaora Lilián Solá, “María Márquez”

 El bailaor Vicente Escudero

La Guerra Civil la pasó entre Sevilla, Madrid y Barcelona. Desde que finaliza la Guerra (1939) hasta 1955 estaría distribuyendo sus actuaciones entre el café Villa Rosa y eventos culturales. En 1956 graba para la Antología que hiciera Perico el del Lunar. En  estas fechas también viaja por casi toda Europa, con parte del elenco de Artistas que había grabado con Perico para Hispavox (seguramente para promocionar el disco), actuando en París y muchas ciudades europeas. Más tarde se traslada con María Márquez y Vicente Escudero a América del Norte, donde recorre varios estados de los EE. UU. y ciudades de Canadá. Vuelve a Europa y sigue actuando por el norte de África a la par que en las televisiones de España y Francia.

Pepe continuará actuando en festivales, televisiones, homenajes y certámenes de flamenco a lo largo de los años 60. Será en esas fechas cuando grabaría su “Antología del Flamenco Antiguo”, donde pondría de relieve su buen hacer en el mundo del cante y que sería premiado con el Premio Nacional del Disco por la Cátedra de Flamencología en 1970. Ese mismo año estaría durante tres días actuando en el Theatre de la Cite Internationale de París. A partir de entonces, su nombre aparece ligado a todos los eventos de Flamenco que se reparten por la geografía española, desde los Concursos como el de Córdoba, la Unión…, al igual que sigue recibiendo homenajes de las Peñas flamencas de toda Andalucía; tengamos en cuenta que, “el de la Matrona”, es ya octogenario, pero, aun así, mantiene la chispa y las ganas de seguir impartiendo su saber sobre el flamenco por allí donde se le solicite.

Corría el año 1971, cuando el mundo del flamenco tuvo a bien hacerle un merecido homenaje sorpresa, que por aquellas fechas cumplía 84 años y tenía graves dolores de gota. Uno de los que acudió, aunque ya estaba muy enfermo, fue Melchor de Marchena. 

Pero, sería a inicios de los 80 cuando artistas, escritores y todos los relacionados con el mundo del flamenco se volcaron en reconocer la trayectoria de Pepe, “el de la Matrona”, primero por su labor de recopilación y segundo porque era ya un hombre longevo, que había alcanzado los noventa años, cosa rara en esas fechas, y se encontraba muy lúcido.  Para todos, Pepe, era una enciclopedia de flamenco que traía los sones del XIX en vivo. Así pasaría los últimos cuatro años de su vida, siendo homenajeado por los mejores artistas flamencos y no flamencos del momento: Desde Menese al actor José Sacristán, de Enrique de Melchor a escritores como Félix Grande, Quiñones, Molina… por sus homenajes pasaron Morente, Carmen Linares, Sordera… Ningún artista de la época, ninguna entidad o Peña flamenca, ninguna Cátedra, Certamen o Concurso dejó de sumarse para homenajear a José Núñez Meléndez, “Pepe de la Matrona”, porque era una historia viva del flamenco del XIX, era el último bastión que quedaba de la edad de Oro del Flamenco.

 Pepe el de la Matrona, mayor

Blas Vega, tal vez uno de los hombres que más ha hecho para el flamenco durante el siglo XX, amigo íntimo de Pepe, “el de la Matrona”, no vacila en elogiar su trayectoria, su valía y sobre todo su conocimiento de los cantes. Vega, afirma y rubrica: “Pepe es un portento flamenco, sin pertenecer a saga alguna, sin tener unas raíces flamencas como pueden ser la casa de los Pavones, la saga de Caracol o la de los Talegas, sin embargo, “el de la Matrona” ha sido capaz de ir conformándose y convirtiendo a lo largo de su dilatada vida en un erudito, en un conocedor e intérprete de casi todos los cantes.” Matrona no era un cantaor de los llamados largo, iba mucho más allá, no sólo sabía los cantes y los interpretaba bien, sino que conocía su origen, databa el cante, recurre a sus orígenes, su basamento… Ese gesto de sabiduría fue el que le llevó a ser respetado y venerado por todos aquellos que se interesaban por el flamenco. Pepe era una fuente, una fuente que manaba luz para muchas incógnitas que sobrevolaban y aún sobrevuelan en el flamenco. 

Pero Pepe, es mucho más, D. José Núñez, es para el flamenco el compendio de todo lo que hasta ese momento ha ocurrido en la historia flamenca, es la pura y viva historia del flamenco que permanece en la cabeza y en la garganta de este cantaor que nos retrotrae con su cante y sus palabras hacia los inicios del XIX, que nos conduce por la senda que marcaron Silverio, el Nitri, Torre y Chacón, que nos envuelve con el embrujo de los Pavones, nos acondiciona para entender lo que fue la Ópera Flamenca y nos va introduciendo en el mundo de la renovación purista de Mairena.

Claude Couffón diría de él lleno de admiración: “el de la Matrona interpreta casi a sus 80 años la soleá y la seguiriya de forma admirable y de una solemnidad casi religiosa, siendo como es el último superviviente de la Edad de Oro del Flamenco”. Mauricio Ohana, se desgañitaría en elogios hacia Pepe, tras su paso por el Aula Magna de la Universidad Parisina de la Sorbona, donde todos pudieron admirar y apreciar el conocimiento y el desarrollo del arte del mundo del flamenco, en un momento, dice, que el mundo del cante andaluz se sentía amenazado. 

Pepe, “el de la Matrona”, era capaz de discernir muchos estilos de seguiriyas (de Silverio, de Curro Dulce, del Nitri, de los Puertos, del Loco Mateo… así hasta quince o veinte); al igual que le ocurría con la soleá, tarantas, las tonás… o cualquier palo venido de las Américas. Y con esa sabiduría se fue, porque, José Núñez Meléndez, Pepe, “el de la matrona”, moriría en Madrid, donde vivía con su hija, el 8 de agosto de 1980, cuando acababa de cumplir los 93 años.

LIBRO: El gran libro del flamenco de Manuel Ríos Ruíz

PEPE DE LA MATRONA - EN LA HABANA HICE UNA MUERTE; LA SOLEÁ PETENERA

Pepe de la Matrona  - Rito y Geografïa del cante (RTVE)