El divino Palanca I

Eduardo Ternero - sábado, 11 de diciembre de 2021

Hoy traemos un cantaor marchenero, José Lebrón López, cuyo nombre no reconocerán muchos. Pero si decimos que para la historia  del cante flamenco llevaría el nombre artístico de José Palanca, eso es otra cosa. Hablar del “divino” Pepe Palanca, como todos sabemos, es hablar del fandango; pues ese cante suyo tan característico es el que le haría famoso.

    José nació en Marchena  el 22 de Diciembre de 1903, en la calle el Cid numero 48, siendo bautizado y  registrado, tres días después, en la Iglesia de San Sebastián por el presbítero D. Casimiro Pellejero y Torre. Sin embargo, en el juzgado de Marchena consta que nació el 1 de Enero de 1904 (tenía pues mes y medio menos que Pepe Marchena).

Pepe Palanca 

Por esas fechas el jefe de gobierno de España era D. Antonio Maura, había muerto la reina Isabel II en Francia, el país acusaba la perdida moral de Filipinas, Cuba... Por entonces empiezan las huelgas obreras en Santander y Bilbao. En 1908 explota en Barcelona la Semana Trágica, durante seis/siete días las luchas en la capital de Cataluña acarrean casi 100 muertos entre anarquistas, la Guardia Civil y el ejército  en un intento de derrocar a Maura y destituir la monarquía de Alfonso XIII. 

Marchena a inicios del XX tenía casi 14000 habitantes; era  un pueblo agrícola y ganadero, un pueblo de ‘mayeterío’ y de terratenientes, con una fábrica eléctrica y otra de harina además de un número incontable de fábricas de aguardiente. El Ayuntamiento lo componía el alcalde  D. José María Ternero Ibarra más  diecinueve concejales. En Marchena,  como en casi todos los pueblos  de la Campiña andaluza, convivían una ingente cantidad de campesinos harapientos, que sobrevivían de trabajos temporales, del furtivismo y de la caridad. La mayoría de la población, gente paupérrima, acuciados por el hambre, vivían hacinados en casas de vecinos desvencijadas o en chozas diseminadas por el campo. Además en el pueblo trabajaban varios  abogados, un registrador  de la propiedad, un notario, seis maestros y algún que otro médico y farmacéutico. 

Pepe pertenecía a una familia dedicada a la agricultura, siendo su padre Andrés Lebrón Sevillano y su madre Rosario López García. Fue el segundo de 5 hermanos y desde pequeño se vería trabajando en el campo con su padre y sus hermanos, pero pronto lo iría alternando con el cante.  Argumentaba una sobrina que el apodo “Palanca” le fue impuesto a la familia por un amigo de su padre, Pepe Chirivias, con quien se reunía a diario en el Casino de Marchena y Andrés, seguramente, cansado de trabajar la tierra, no quería levantarse de donde estaba sentado y Chirivias decía que había que moverlo con una palanca. Otros apuntan que era por la forma de andar que tenía Andrés, el padre del cantaor Pepe Palanca. 

El Carbonerillo 

Nuestro protagonista, Pepito, cuando aún era un imberbe, cantaría entre sus paisanos por los bares,  fiestas, reuniones…, cuando volvía de trabajar del campo con su padre y su hermano Manolo. Pepe se fue acercando a los pueblos de los alrededores, dándose a conocer y cantando en bares de Fuentes de Andalucía, Écija, la Puebla de Cazalla, Paradas, Arahal… Pronto alcanzaría fama en toda Andalucía por el eco de su fandango. Tanto fue así que, Pepe Marchena,  se lo llevaría para hacer una gira por toda la región.

Nos encontramos, durante estos años veinte, en un difícil momento para el flamenco; los grandes artífices de aquel arte puro y jondo del XIX eran todos muy ancianos, hablamos de Antonio Chacón, Manuel Torre, Joaquín el de la Paula, Faico, el Estampío… poco se proyectaban ya Tomás Pavón, el Mochuelo, Fernando el de Triana, Fosforito el Viejo (que se encontraban entre dos aguas), mientras que Vallejo, Marchena, Angelillo, el Carbonero…  y muchos otros daban un giro al flamenco dando lugar a la llamada Ópera Flamenca. La mismísima Pastora Pavón, “Niña de los Peines”, se apuntaría al carro pues el público demandaba fandangos y otros ‘cantes más livianos’;  esos eran sus gustos.

Pepe Palanca, en esos momentos ocupaba un espacio entre el flamenco antiguo y la nueva Ópera Flamenca.  Pero pronto se haría famoso con sus fandangos personales, valientes… Más tarde, ya a mediados de los años 20 se juntaría con el Niño de la Huerta, Carbonerillo, Pepe Pinto o su paisano, el marchenero Manuel Carrillo (1909-1936), que actuaría con Pepe Marchena y Palanca, cantando por todos los pueblos de Sevilla, Córdoba, Cádiz... En 1924, Palanca,  es reclutado y  llamado a filas, destinado al Regimiento de Extremadura, al que se incorporó en Enero de 1925. 

Cartel donde aparece Pepe Palanca 

En 1929 tuvo en Coria del Rio un mano a mano con el Carbonerillo en el llamado Corral de Teatro, donde ambos cantaores fueron muy aplaudidos. Dicen las crónicas que el Carbonerillo hizo que al público le dolieran la manos de aplaudir pero con Palanca se subieron a las sillas y le vitorearon hasta la extenuación. Debemos decir que el marchenero tenía un estilo que muchos otros fueron copiando,  por lo que fue uno de los pioneros de un nuevo modelo de hacer flamenco que se iba alejando de los cantes y estilos de Silverio, Torre, Chacón…, en definitiva de los clásicos del XIX y al final se involucró en lo que se llamaría la Ópera Flamenca. 

Pepe siguió creciendo en el cante y teniendo en todo el territorio cada vez más adeptos,  siendo admirado por escritores de la época entre ellos algunos  de la talla del flamencólogo Anselmo González Climent y poetas tan grandes como Federico García Lorca,  que diría de él: “Palanca es el mejor fandanguero de todas las épocas”. 

En ese mismo año, 1929, se presenta en el Teatro Circo Price de Madrid, en el que las crónicas de los diarios lo daban  a conocer con el siguiente anuncio: “Presentación del as moderno o el divino Palanca”. El marchenero empezó a tener éxito y a recorrer todos los pueblos, teatros, salas de fiestas. Sería a partir del 1931, el mismo año que se proclama en España la Segunda República, y hasta el 1933 cuando  grabará varios discos, sobre todo de fandangos, con las guitarras de Miguel Borrull y Manolo de Badajoz. 

Continua gustando mucho su forma de cantar,  sobre todo por  la fama que fue cogiendo como fandanguero  y  sería contratado por el Gran Teatro Metropolitano. 

De allí se lanza y  realiza, durante ese año, dos giras por la geografía española, contratado por  la Compañía de Angelillo, donde se le anuncia como “El gran renovador del fandanguillo” y donde se codeará con las grandes figuras del momento: El Carbonerillo, Pepe Marchena, Angelillo, Vallejo o Carmen Vargas entre otros muchos artistas. En 1934 actúa  de nuevo en el Price junto a Pepe Marchena, que es el cabeza de cartel, Jacinto Almadén, Pepita Caballero, Lola Triana, el Chato de las Ventas… y un joven Juanito Valderrama. Así, seguiría de gira por toda España hasta 1936 en que comenzaría la Guerra Civil española. (CONTINUARÁ) 

JOSÉ PALANCA CON MANOLO DE BADAJOZ Y MIGUELITO BORRULL 1929, 1930, 1931 Y 1933 20 CANTES