Tío Luis el de la Juliana: ¿Leyenda?

Eduardo Ternero - 16 de abril de 2020

Hoy no traemos la historia de un cantaor, de una saga, o de un cante del que tengamos claras  referencias; hoy vamos a tratar de una leyenda, de la que solo tenemos algunas certezas, muchas de ellas no confirmadas y que tienen mucho que ver con la memoria de la gente. Generación tras generación nos ha llegado sin que podamos aseverar todo lo que se dice. Hablamos hoy del Tío Luis el de la Juliana, un gitano aguador que andaba por los caminos entre Cádiz, Jerez y Triana.

Aguador(siglo XVIII)

La tradición oral nos dice que llevaba y traía sus cantes durante su reparto, pero, a veces la tradición, lo sitúa cantando en las ventas, pero todo son especulaciones por la carencia de datos que se tienen. Escritores, estudiosos del flamenco  como Demófilo o Bernard Leblon: “Gypsies and Flamenco”, afirman que el Tío Luis el de la Juliana se llamaba, supuestamente,  Luis Montoya Garcés,  nacido en Jerez de la Frontera a mediados  del XVIII, que era aguador y gitano y que tal vez se convirtiera en el primer cantaor que recibiera alguna moneda o regalos (comida y bebida) por divertir y entretener al personal en las posadas, tugurios  o en los tajos; pero no podemos decir que fuera un profesional del cante, ni si haría un flamenco tal como lo conocemos o una amalgama de cantes que sonaran bien al oído de los espectadores.  Nosotros hemos dicho que los primeros  escritos  acerca de cantaores los tenemos desde finales del XVIII, sin embargo no nos hablan de ningún cantaor con ese nombre. El único que lo nombra a inicios del XIX es Juanelo de Jerez,  aquel precursor de la toná, que fue capaz de recopilar algunos de los primeros cantes flamencos por entonces conocidos.

Sería Antonio Machado (Demófilo), padre de los poetas Antonio y Manuel Machado,  a quien Juanelo le hablara de Tío Luis “El de la Juliana”, al que consideraba su maestro, al igual que otros que se pierden en el XVIII; y gracias a sus escritos y su obra, “Colección de cantes flamencos” (1881), en los que desarrolla cantidad de registros sobre el flamenco y sus intérpretes, nos han llegado hasta hoy sus referencias.

Bernard Leblon

Estaremos de acuerdo con muchos eruditos que afirman que  Tío Luis “El de la Juliana” debió ser un gran cantaor y un gran difusor pues no tendría sentido su popularidad y no hubiese trascendido su nombre en boca del pueblo. Ahora, de ahí a considerarle un profesional o un maestro, lo dejamos en el aire; pues seguramente por su oficio, fuese el que más se moviese por ventas, tabernas o mesones de toda la Baja Andalucía, así como por sus fiestas y ferias. Demófilo nos habla de que en esas fiestas había discípulos cantaores  de él que lo nombraban,  como Los Hermanos Perico, Los Cantoral…

Como sabemos,  los cantes se  fueron desarrollando, apoyando sus cimientos en los romances castellanos, en las jarchas, en los cantos moriscos, en los salmos judíos…todo adobado por los gitanos del triángulo mágico andaluz y aireados por los pobres andaluces en los tajos,  en los caminos, en las fiestas…y como  sabemos,  los  primeros pasos  del flamenco seguramente fueron las tonás, las deblas, las carceleras… creemos por deducción que fueron estos palos los que cantó y divulgó con maestría Tío Luis el de la Juliana por los caminos y las ciudades mientras repartía agua con su borriquillo.

“Cantes Flamencos” de Demófilo

Que seguramente aquellas tonás del Cristo,  la toná la liviana  y la toná  de los Pajaritos fueran creaciones suyas pues según las crónicas, se escuchaban allá por el 1770; y por qué no, seguro que cantaría  la toná grande, quizás la misma  que  ha perdurado gracias a Juanelo y después con  Chacón.

Arbitramos pues,  que sus primeros sones fueron a través de los senderos, por  los espacios jerezanos. Puestos en esta tesitura, sabiendo que las tonás son las madres de martinetes,  deblas, carceleras, saeta…, podríamos decir que Tío Luis, apuntaría lo primigenio de las seguiriyas, tal vez solea, caña…  no en vano sus seguidores,  la siguiente generación echaría las flores de aquellos tallos; es decir detrás vendrían cantaores como  “El Planeta”, “El Fillo”, “la Andonda” y todo lo que ya conocemos. Pero insistimos en que todo son especulaciones.

 Demófilo, en sus indagando sobre los flamencos de la época, como investigador,  apunta en sus escritos que Tío Luis tuvo un hijo dedicado a los cantes, solo sabemos  que le llamaban Hijo de la Juliana. Machado dice  que siguió los pasos de su padre pero tampoco se puede afirmar con rotundidad  su existencia. Al igual que la muerte de Tío Luis que se cree fue alrededor de 1830 en Jerez. Como homenaje a aquel mítico y legendario cantaor cada año se celebra en el Colegio Mayor Isabel de España, en Madrid y desde 1998,  un Festival Flamenco en honor al Tío Luis “El de la Juliana”.

Muchos queremos pensar que el flamenco no es de ayer, de inicios del XIX, muchos pensamos que el flamenco se fue forjando desde el XVI, poco a poco, pero entendemos que se mantenía escondido, en la casa de los pobres, en la memoria de unos pocos, sobre todo del pueblo gitano, que como su lengua y sus bailes sigue conservando sin  escritura alguna, solo con su herencia oral y su memoria colectiva.