Bernardo el de los lobitos

Eduardo Ternero - domingo, 20 de noviembre de 2022

Pedro José Bernardo Álvarez Pérez, fue un cantaor nacido en Alcalá de Guadaira, en 1887, en el seno de una familia de panaderos, los “Curraga”. En 1902, por necesidades económicas o para mejorar su negocio, se trasladarían  a vivir a Sevilla, contaba entonces Bernardo 5 años. Desde muy temprana edad empezaría a cantar por las tabernas y locales sevillanos, con una voz muy dulce  y melodiosa. En aquellos momentos sería conocido por los públicos como el “Niño de Alcalá”.

Siendo muy joven aún, se colocó en una fábrica de seda, de las muchas que por entonces existían en Sevilla, pero a inicios del XX las mujeres reemplazarían a los hombres en la manufacturación de la seda y se quedó sin trabajo. Pero, a él, le importaría poco; el cante le tiraba más que nada en la vida y, como gustaba tanto al público, le llegó pronto la oportunidad de cantar en el café Novedades de Sevilla, donde tendría mucho éxito y estaría actuando durante más de diez meses.

Bernardo, en Madrid

Allí se dio a conocer e hizo amistad con algunos de los grandes de la época, lo que le valió para marchar e instalarse en Madrid, desfilando por algunos cafés cantantes hasta que fue contratado en el tablao Magdalena donde estaría actuando durante seis años. En aquel local se le empezaría a llamar Bernardo el de los Lobitos porque solía cantar en cada actuación una  bulería con una letra que había aprendido de un montañés. “Anoche soñaba yo, que los lobitos me comían y eran tus ojitos negros que me miraban y me decían, por dios no me desampares, que yo he perdido el calor de mi Pare y de mi Mare”. Recordemos que durante las dos primeras décadas del XX la bulería empezaba a tomar cada vez más auge en la voz de Pastora, Vallejo, Niño Medina y algunos artistas más, como Bernardo, que se subieron al carro y la fueron imponiendo en los finales de fiestas de los cafés de la época. 

Bernardo también se apuntó a la recién estrenada Ópera Flamenca, haciendo giras por toda España en las Compañías de Chacón, La Niña de los Peines,  Vallejo, Cepero, Angelillo... y sobre todo en la de Pepe Marchena, que quizás haya sido el cantaor-empresario que sacara y promocionara a más artistas, pues lo estuvo haciéndolo a lo largo de los más de sesenta años  que estuvo en activo.

Durante la Guerra Civil, Bernardo estuvo perdido o escondido para evitar represalias,  pues, se sabe poco de esta etapa de su vida, como ocurriría con casi todos los flamencos.  En la posguerra, como escuela preparatoria o de confirmación para casi todos los artistas que se preciasen, estaría actuando en el salón madrileño Villa Rosa, donde dejaría huella por su impronta y la manera tan particular de hacer los cantes. 

Bernardo con amigos en Alcalá

En 1954 ocurre un hecho inédito: el guitarrista Perico el del Lunar, ante la avalancha y apogeo de la Ópera Flamenca, encabezada por Pepe Marchena, decidió, por encargo de Hispavox, grabar una Antología de Cante Flamenco. Para ello se rodeó del elenco de cantaores que acudían al famoso tablao madrileño Zambra como El Niño de Almadén, Rafael Romero “el Gallina”, Roque Montoya, Pericón, Pepe de la Matrona, El Chaqueta… El fin era recuperar y dejar testimonio de los cantes clásicos de la época dorada del flamenco que según los puristas estaban por entonces eclipsados. Aquello supuso un revulsivo, una vuelta a la pureza, que muchos de flamencólogos calificaron como un enorme acierto y una gran  revalorización del flamenco. Bernardo, en esta Antología tendría un gran protagonismo puesto que interpretó verdiales, nanas, marianas, cantes de trilla y sevillanas, Demostrando su saber, con un talento musical y una experiencia que ha sido utilizada como una especie de unidad  didáctica para las generaciones posteriores.

Igual ocurriría con otra Antología que grabó en Méjico en el que concurrieron entre otros: Manolo Caracol, Pepe el Culata, el Canario de Madrid, Rafael Romero el Gallina, el Flecha de Cádiz, el Niño del Brillante, María Heredia… y donde Bernardo haría hasta siete cantes: la granaína y la media, tangos de Cádiz, farruca, fandangos de Lucena, garrotín y dos cantes que cuasi manejaba en exclusiva: las marianas y los cantes de  trilla. 

Su guitarrista, Luis Maravilla

Cuando cierra Villa Rosa (1963) seguiría por el resto de cafés madrileños, dando recitales y en algunas ocasiones contratado en el Zambra. En 1965 ganaría el Concurso Nacional de Cante por cartageneras, un cante que le iba muy bien a su forma de cantar, a sus modulaciones, a su media voz, a su técnica y sobre todo a la forma de expresarlo, que puede oírse con la ternura y la delicadeza y el sentimiento  que imprime a la hora de expresar  su cante. Asimismo, lograría alzarse con premios en el Festival Nacional de la Unión durante los años 1965, 66 y 67. 

El escritor y flamencólogo Manuel Ríos Ruiz, gran admirador de Bernardo, diría de él: “Era la ternura del cante, el Azorín de la copla flamenca. Cantaba con la delicadeza de un pájaro y con el sentimiento de un alma en pena.” Pero además Bernardo el de los Lobitos fue un cantaor larguísimo, con un archivo muy amplio de cantes y estilos, al que admiraba el mismísimo Chacón (en gran medida su maestro),  reconocía en él una inquietud enorme por aprender, de estar en la vanguardia, sobre todo por aquellos  cantes que eran  menos conocidos por los públicos de la época como podían ser los cantes de ida y vuelta, los de levante o muchos de los cantes locales derivados del folclor. En sus grabaciones emerge una templanza y una paz en el cante, muy pocas veces escuchada. Bernardo hacía a la perfección los cantes de algunos compañeros, pero no era un imitador, imprimía un sello y un carisma muy personal en sus actuaciones. Además de todo eso, era una persona entrañable, que muchos artistas lo llamaban para estar momentos con él, incluso lo metían en sus discos de palmero o jaleador.

Bernardo, ya de mayor

Blas Vega, uno de los más grandes e ilustres del flamenco, lo admiraba: “… el enciclopedismo derrochado por Bernardo era brutal. Su conocimiento estaba por encima del de muchos artistas coetáneos, sobre todo en los cantes de compás, los cantes libres, los populares, haciéndolos con una perfección y una calidad  suprema.” Sería por mor de Blas Vega por lo que el Ministerio de Cultura editó, en 1986, una biografía de él, que se presentaría en los Festivales denominados Cumbre Flamenca. También Enrique Morente, decía: su cante tenía sabor a pan de Alcalá de Guadaira y reconocería que su cante  estuvo muy influenciado por la forma de cantar Bernardo, en sus matices, en algunos cantes, sobre todo en sus nanas, al igual que le ocurriera a Menese con su mariana.

En 1967 después de rodar por toda España, de haberse asentado en Madrid, volvería a cantar en Alcalá de Guadaira, su tierra natal, y fue para participar en el homenaje que se le rindió a Joaquín el de la Paula; en el intervendrían, José Menese, José Perrate, Antonio Mairena, Juan Talega, María Vargas, Antonio el Platero… entre otros. Seguramente, Bernardo, deleitaría al público asistente con uno de los cantes que le servían como tarjeta de visita y en los que destacaba: los cantes de trilla, un cante derivado del folclor, aflamencado, que se acompaña solo con los sonidos propios de los arreos y cascabeles de las caballerías que tiran de carros, trillos… en las faenas agrícolas. 

Después de aquel evento, volvería de nuevo a Madrid donde José Bernardo Álvarez Pérez, Bernardo el de los Lobitos, murió el 30 de Noviembre de  1969. Estos días, se van a cumplir 53 años de su muerte.

BERNARDO EL DE LOS LOBITOS - YO VENGO DE HUNGRÍA; LA MARIANA - Guitarra - Perico el del Lunar

Magna Antología del Cante Flamenco (Vol6/10) - Tientos, Alegrías y Cantiñas.

De la Antología del Cante Flamenco: BERNARDO EL DE LOS LOBITOS. Vol. IV. Cara B.

1. Cantes de Trilla. 2. Nanas. Cantaor: Bernardo el de los Lobitos. Guitarra: Perico el del Lunar.

Audio vinilo, EP Hispavox edición de 1958. 

Qué tienes con San Antonio (Cartageneras)