Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 22 de diciembre de 2024
El cantaor marchenero, ya está en Argentina, corre el otoño de 1945. Desde finales del mes de septiembre que arribara al país hermano el barco que le transportaba, el “Monte Ayala”, Pepe, ha transitado ocioso, paseando por las calles de la capital bonaerense; ha visitado casinos, salas de fiestas, teatros…, lugares donde tendrá que actuar. Ha compartido charlas y ratos de diversión con numerosos artistas de la capital del Plata, poco a poco va conociendo la idiosincrasia de la ciudad porteña. Pero no estará exento de las revueltas que en aquellos momentos Argentina está padeciendo. Las revoluciones obreras impulsadas por el “peronismo”, un movimiento socialista y sindicalista, una lucha que el propio Juan Domingo Perón en su calidad de Vicepresidente, Secretario de Trabajo y Previsión y ministro de Guerra, iniciaría en contra de la Dictadura establecida. Perón lleva reivindicando desde hace años, una masiva promoción de los derechos de los trabajadores, que se verán consolidados durante el otoño-invierno de ese año y que conducirá a la constitución de la clase obrera argentina.
J. D. Perón, presidente argentino
Pero, el 1 de octubre había que trabajar, esa es la fecha en la que empezará la gira Pepe, debutando en un 'colmao' llamado "Tronío". Y sus comienzos no pudieron ser mejores; pues, según las crónicas de los periódicos argentinos, en su debut tendría un clamoroso éxito. El “HOY” sacaba entre sus páginas: “El Niño de Marchena, es un valor auténtico del cante jondo, no mistificado como otros tantos artistas del género con tendencia a la tonadilla. Es verdadera expresión de ese estilo flamenco que tantos aficionados tiene y que le ovacionaron sin reparos”. Pepe había analizado los gustos del público bonaerense, y cantó explicando sus cantes, derrochando cordialidad, elogiando a los presentes. Sabe estar, lleva tantos años sobre las “tablas” que sabe lo que gusta a españoles y argentinos que asisten al espectáculo, que le vitorean sin parar. Marchena es distinto, no es el cantaor al uso que hace unos cantes y se marcha del escenario. Él dialoga con el respetable, explica los cantes, aduciendo que los ha vivido, que los ha recogido del pueblo (aunque, a la par y de vez en cuando, suelte una parrafada inventada, que los entendidos le admiten). El “Noticias Gráficas” lo elogiaba en sus páginas de esta manera: “La impresión que produjo el Niño de Marchena no pudo ser más favorable, pues a su figura elegante une su comunicativa simpatía y a sus sobresalientes dotes de cantaor se agrega una desenvoltura muy agradable de actor”.
Conociendo a nuestro protagonista, intuyendo sus dotes de “maestro” y su inteligencia innata para el márquetin y la publicidad, entendemos que su estancia en Argentina no se iba a limitar a actuar y cantar, pasearse por los teatros y colmaos americanos y punto. No, él siempre se “salía del plato” fuese en el ámbito que fuese, buscaba ser distinto, ser algo más. Por ello, se dirigió al público porteño en varias sesiones, a través de Radio Belgrano, haciendo unos programas en directo en los que cantaba y explicaba cada uno de los palos que hacía y que componían el árbol del flamenco. Esto le llevaría casi un mes. Así, durante los jueves y domingos de octubre, muchos argentinos pudieron escuchar y aprender, a través de las ondas de radio, del maestro de Marchena, los intríngulis del flamenco.
Pepita Lucientes, actriz argentina
Esto le daría una enorme popularidad. Los ciudadanos de Buenos Aires y las ciudades donde llegaba la onda de Radio Belgrano se rindieron ante la personalidad y la dulzura de aquel cantaor de Marchena. En aquellos momentos muchos, musicólogos, la prensa, el grueso de los aficionados argentinos le ponen a nivel de su ídolo, del rey del tango, del inimitable Carlos Gardel, cada uno en su estilo musical; lo que nos da idea de la notoriedad, popularidad y acogida que acaparó el marchenero. Empero, Pepe, en su calidad de hombre de mundo, sabe llegar al corazón de la gente del país del Plata, no escatima halagos hacia el tango argentino, y es cierto que lo diría en muchas ocasiones: “Me enamoré del tango argentino; no ahora que estoy en el país de su cuna, sino desde que conocí y escuché cantarlo a Gardel” Y en una entrevista en la revista “Antena” añadiría: “Yo, que vivo soñando con dar al cante jondo la expresión más pura, que lo sufro en el alma como un desgarro, he comprendido el dolor del tango, ha prendido en mí su espíritu…” Y continuaba con halagos a la ciudad, hacia sus ciudadanos; pues, para eso era un verdadero maestro: “Por eso me siento tan bien en esta ciudad, que por momentos parece un pedazo de mi España vestida de cosmopolitismo…”. Palabras escogidas, vertidas a los medios; pero, pensamos que parte de esas parrafadas las diría él a su manera y las transcribirían sus secretarios-representantes o los propios periodistas. Y, aunque, en ningún momento dudamos de su inteligencia innata, emocional…, de su listeza, sin embargo, a Pepe, no le concedemos ese vocabulario académico, ilustrado, a pesar de que siempre cuidara de tener un lenguaje refinado, educado, cortés, adulador..., hacia todo tipo de personas y en las entrevistas realizadas en los medios de comunicación.
Mientras, Pepe, actuaba en los teatros bonaerenses, aquel 17 de octubre de 1945, el coronel J. Domingo Perón, que se encontraba destituido de sus cargos y metido en prisión desde el 8 de ese mes, en la isla Martín García, era liberado. Perón había sido encarcelado y despojado de todo por ir contra las imposiciones dictatoriales del general de división y presidente de la República Argentina Edelmiro J. Farrell. Aquel día, las clases obreras de los barrios periféricos de Buenos Aires, lograron su libertad y obligaron al presidente a convocar elecciones. Aquello quedaría para el pueblo argentino como el “Día de la Lealtad” que se celebra cada 17 de octubre. Cinco días más tardeo, el 22 de octubre, Perón se casaría civilmente con la actriz Eva Duarte, una mujer que llegaría a ser la primera dama más conocida mundialmente y a la que el pueblo argentino la aclamaría como “Jefa Espiritual de la Nación”.
Paco Laberinto, bailaor
Concluido el mes de octubre, Pepe debutaría el 20 de noviembre en el Teatro Avenida, sito en la Avenida de Mayo número 1222, con capacidad para más de 1200 espectadores. En aquellos momentos llevaba como actriz principal a la actriz argentina Pepita Lucientes y compartirían escenario con la célebre bailaora Carmen Amaya, que iba acompañada por su marido Juan Antonio Agüero y de su troupe. En esta ocasión Pepe puso en escena la comedia musical Feria de Sevilla. También antes de Navidad representaría otras como “Colores Andaluces” y “Sacromonte de Granada”, en el que participaron igualmente Terremoto y el bailaor Francisco Ruiz Gómez “Paco Laberinto”. Así lo comentaría, Pepe, en una entrevista que le hizo ABC muchos años más tarde (1972): “En mi gira por América en la que recorrí casi todo el continente desde 1945 a 1946, estando en Buenos Aires, hice con Paco Laberinto y con Terremoto el mayor espectáculo, llamado “Feria de Sevilla”, que fue el primer programa completo de un teatro que se retransmitía en directo por la radio”. Como vemos, Pepe, evalúa su gira como si hubiese recorrido América desde Punta Barrow en Alaska al Cabo de Hornos chileno, y es cierto que seguía siendo pionero, en cualquier medio, pero igualmente no evitaba ser el mejor publicista de él mismo, no eludía aquel narcisismo que le acompañó a lo largo de su vida.
Durante el tiempo que estuvieron juntos ambos artistas, Pepe Marchena y Carmen Amaya, entablarían una gran amistad, era mucho el respeto que se tenían. Ella, por entonces, era considerada la mejor bailaora de flamenco de todos los tiempos, ya se había consagrado con grandes éxitos en Estados Unidos y sería admirada por todos los públicos, por las grandes estrellas de Hollywood, y por el mismísimo presidente Roosevelt, que la invitaría a bailar en la Casa Blanca. Pepe, detallista como siempre, conoció que aquellos días Carmen cumplía 32 años (nació el 2 de noviembre de 1913) y cuenta Eugenio Cobo, que el “maestro” en una fiesta que se le hizo a la catalana del Somorrostro, le regaló un sinfonier de caoba con los cajones llenos de bombones y billetes de lotería.
Pepe, en el camerino del Teatro Avenida
Mientras tanto, España, tras la caída de las fuerzas del Eje (Alemania, Italia, Japón…) y concluida la II Guerra Mundial, se proclama neutral. Franco declara que nuestra patria “había sido la tumba del peligro comunista, y se había convertido en el Faro de Occidente”. Con ello conseguiría no ser represaliada por los aliados en su ajuste de cuentas, pero a la vez sería castigada con no recibir ayudas para su reconstrucción y dejada fuera de la ONU, perjudicada con un duro boicot internacional. Ahora la autarquía nos la imponían las estructuras internacionales, condenando a la población – tras el sufrimiento de tres años de guerra civil –, a una hambruna jamás conocida y a la destrucción del tejido productivo… Se necesitaba la ayuda exterior, traer productos de otros países para poder salir de aquella miseria que se había instalado en el país y que tenía pocos visos de mejorar. Aquel sistema económico que había instalado el Régimen franquista, aquel nacional sindicalismo, corporativo, cerrado al exterior nos condenaba, solos no podíamos sobrevivir.
Estamos culminando 1945 y se van despejando dudas: Pepe Marchena seguirá con su gira por Argentina, pero ya tiene fijadas unas cuantas actuaciones en Uruguay y posiblemente en la ciudad brasileña de Río de Janeiro. La temporada para Carmen Amaya culmina y vuelve con su troupe al Teatro de los Campos Elíseos parisino, Londres, una gira por Holanda, otra vez México, Nueva York… En el País del Plata, Juan Domingo Perón y su popularísima esposa Eva Duarte se ponen al frente del Partido Laborista hasta las elecciones de junio de 1946 donde resultará ganador y se proclamará presidente de la nación Argentina. Pepe, suponemos que con mucha añoranza, en su calidad de embajador español, pasará aquellas navidades triste, nostálgico, alejado de su tierra, de España.