Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 26 de octubre de 2025
Acababa 1969 recibiendo Pepe, en el mes de noviembre otro premio, esta vez el “Premio a la Cordialidad”, que otorgaba Radio Sevilla de la Cadena Ser, bajo el patrocinio de unos grandes almacenes sevillanos, Galerías Preciados y que por votación popular recibiría el genio de Marchena. Mientras, en España, cuando aún estaba amaneciendo 1970, se empezaba a hablar de la avalancha de turistas que vendrían y Julio Iglesias representaba a España en Eurovisión quedando en un honroso 4º lugar. La Iglesia Católica seguía anclada en el pasado y debatía con la sociedad ante la moda europea que preconizaba las experiencias prematrimoniales, mientras, Urtain, a base de golpes ganaba el campeonato de Europa de los pesados.
Urtaín, boxeador español
En Marchena, en el Pleno del Ayuntamiento con fecha de 20 de enero de 1970, se trataban los siguientes tema: la pronta supresión del antiguo ferrocarril, “El Marchenilla”, que conectaba Sevilla con Córdoba pasando por Écija, la llamada línea Marchena-Valchillón. Esta vía férrea de vía única funcionó desde 1885 hasta su clausura por baja rentabilidad a finales de 1970. Hoy en día, el antiguo trazado de esta línea ha sido reconvertido y acondicionado como una ruta para paseantes y ciclistas, la cual se conoce como la Vía Verde de la Campiña, partiendo de nuestro pueblo y pasando por Fuentes de Andalucía, La Luisiana, Écija…
Se tratarían otros asuntos de interés como la vivienda; pues en Marchena aún convivían muchas familias hacinadas en casas de vecinos y se estipulaba que hacían falta construir unas 500 viviendas. Al igual se hablaría de la necesidad de construir un Hospital y un Asilo y la obligatoriedad de pavimentar unas 15 calles de la localidad, reformar el alumbrado público… Por último, se habló, entre otras cosas, de la transformación del Instituto Técnico Laboral en Instituto de Enseñanzas Medias y la finalización de las obras de la Guardería Infantil.
Hablando de flamenco, iniciamos 1970 con unas declaraciones que, con fecha 28 de marzo, hiciera Rafael Farina en la prensa española y más concretamente en el diario “El Alcázar”; lo que nos llama la atención es que a estas alturas del siglo XX muchos de los cantaores y aficionados aún tuvieran en la cabeza a Pepe Marchena como uno de los grandes del flamenco, cuando Pepe va camino de los 67 años: “En España no quedan más que tres cantores, Manolo Caracol, Pepe Marchena y Yo. En el caso de guerra salvaría, si estuviese en mi mano, a la humanidad entera y de los libros salvaría la Biblia. Mis hobbys son boxear, tocar la guitarra y hacer quinielas”. Diría Farina, y afirmaba también: “Si yo no hubiese sido cantaor, me hubiera gustado ser torero y medir 10 centímetros más, aunque mido 1’69 y peso 70 kilos” Nosotros le hubiésemos comentado: “¡Hombre Rafael, meterte en el mismo saco que aquellos dos monstruos nos parece excesivo; pero, todo lo demás, nos parece razonable!”
Pedro Peña, maestro, guitarrista-cantaor
.También entendemos que Pepe ya no es el mismo, los años no perdonan y desde finales de los 60 y ya metidos en los 70, se deja ver mucho más por el pueblo de Marchena. Es cierto que a lo largo de toda su vida, de su dilatada carrera, las apariciones por su pueblo fueron esporádicas; aparecía generalmente en Navidades para ver a su madre, hacía la cual tenía un cariño desmedido; también lo vimos mucho por su tierra natal cuando estuvo construyendo su finca “Piqui” y, algunas veces, cuando tenía actuaciones por los pueblos de los alrededores; entonces, sí solía llegarse, pasar unos días en Marchena, reunirse con sus amigos y visitar los casinos y salas de juegos de la comarca. Sí estaría más asentado cuando se vino a vivir a la que hoy se conoce como la Plaza del “Pololo”, donde ocupó la parte alta de la casa, con su madre, Rita, en la que era la casa Monasterio el taxista. Para anunciar su llegada al pueblo solía ponerse en contacto telefónico con su entrañable amigo Eusebio Suárez. Eusebio llamaba a todos los demás y cuando Pepe aparecía ya estaban todos dispuestos a compartir el tiempo que estuviese por el pueblo: dejaban aparcados sus respectivos trabajos, desatendían sus negocios y preparaban la manera de estar con él compartiendo un guiso, unos vinos, cante, charlas… Podemos citar algunos, a sabiendas de que podemos olvidar a muchos, por la debilidad de la memoria; citaremos al propio Eusebio Suárez (confitero), Pepe Jiménez (terrazos), Manuel Ponce (mercero), Joaquín Burgos (panadero), Pepe Vaquero (distribuidor de bebidas), Alberto Bellido (constructor), José y Sotero Vázquez (Leñadores), Bricio García (obrero agrícola), José Mª Martín “Chía” (constructor), Narváez “El Pelao” (hostelero), Andrés Rueda (agricultor), Pepe Bayón (barbero)…, algunos de sus sobrinos, hijos de su primo José Díaz y un largo etcétera de aficionados, amigos, admiradores del ‘maestro’, al que idolatraban. A ellos se sumaban otros muchos, agradecidos, a los que Pepe, según cuentan sus mismos paisanos y familiares, ayudó económicamente en los años difíciles de la postguerra y que siempre le estuvieron muy agradecidos.
Algunos de estos serán los que en 1970 decidirán crear en Marchena un club de fans, un lugar donde reunirse, donde tener fotos y recuerdos del maestro…, en definitiva, un club que llevase el nombre del genio marchenero. Ya tocaba, pues, desde hacía bastantes años existían clubes, peñas, tertulias…, que llevaban el nombre de Pepe Marchena o Niño de Marchena, repartidos por toda España (Barcelona, Sevilla, Torreblanca...).
Miguel Acal, periodista y crítico de flamenco
Estamos en los 70 y Pepe ya no ganaba lo mismo que antes, ni tenía la fuerza de antaño. También el neoclasicismo flamenco le había restado popularidad, los festivales raramente llevaban en sus carteles a cantaores que se definieron o estuvieron ligados a aquella etapa de la Ópera Flamenca. En cambio, el Club Pepe Marchena, compensaría en aquellos años la decadencia del cantaor marchenero, con aportaciones económicas, montando festivales, etc. Como todos sabemos, José Tejada, fue un derrochador, “dinero que ganaba, dinero que gastaba” y con toda seguridad fue el artista de su época que más dinero ganó (ya se lo vaticinó a Vallejo el gran cantaor jerezano D. Antonio Chacón). Mas, Pepe, jamás tuvo una bolsa de repuesto, un dinero ahorrado para responder a circunstancias especiales. Hasta entonces, cuando tenía necesidades, hacía varios conciertos seguidos o recurría a préstamos de amigos que por supuesto devolvía incluso con creces, pero no tenía como decimos un “colchón” en el banco… Ahora, a estas alturas de su vida, como en el cuento de la cigarra, para Pepe había llegado el invierno, ya no le llamaban tanto; sus ingresos dependían de sus actuaciones y esas eran muy distanciadas en el tiempo.
Aun así, la gente se acordaba de él; la “Tertulia Flamenca de Pepe Marchena” de Sevilla de la que formaban parte entre otros: José María del Nido, Miguel Morilla, Pedro Vázquez Benjumea (teniente de alcalde del ayuntamiento sevillano) y muchos otros, montaría un espectáculo el 26 de junio de 1970 que lo titularon I Festival Nacional de Cante Flamenco (como si no hubiese habido en España cantidad de festivales con esa denominación a lo largo de los casi dos siglos de flamenco conocido). Pero bueno, era cuestión de darle un nombre rimbombante.
El espectáculo se desarrollaría en una especie de auditorio o carpa portátil que se instalaría en el Prado de San Sebastián (en los terrenos donde se montaba la Feria de Abril sevillana hasta 1973). La verdad es que el cuadro de cantaores era importante, pues, además de Pepe que encabezaba el cartel, la mayoría estaban en un momento dulce de su carrera como Chocolate, Naranjito, Lebrijano, Bernarda y Fernanda de Utrera, El Funi, Gabriela, Carmen Mora… amen de las buenas guitarras que le acompañaban como Benito de Mérida, Pedro Peña. Manolo Brenes, Manuel de los Santos… El espectáculo lo difundiría la Tertulia Flamenca de Radio Sevilla y los beneficios serían para ATUREM (una Asociación creada en 1961 para atender a personas con discapacidad intelectual en la provincia de Sevilla).
Pepe Marchena con Diego Romero en Málaga
La actuación de Marchena fue apoteósica, la gente se deshacía en aplausos y vítores hacia el marchenero. Terminado el Festival, cuentan quienes se encontraba entre el público como Miguel, Acal, Gonzalo Rojo (ambos periodistas y flamencólogos), que en la barra del bar se encontraba Antonio Mairena, que por aquellas fechas era el adalid del flamenco, el precursor del renacimiento flamenco más ortodoxo y contrario a la deriva a que llevaba Marchena. Sin embargo, tras la actuación, Antonio, entusiasmado, se dirigió a Pepe, le dio un fuerte abrazo de felicitación y (según Eugenio Cobo) le dijo: “Hoy sí que me has convencido plenamente. Eres el mejor…, no de España, sino del mundo”. Ya dijimos que una cuestión era la rivalidad en la forma de entender el flamenco, de expresarlo, en su condición paya o gitana y otra era el respeto que, como personas y artistas mantuvieron ambos líderes durante su coexistencia por los escenarios. Desde estas líneas no debemos dejar de reconocer el mérito y la honradez como persona que demostró Antonio Mairena, un artista universal, que a pesar de las diferencias, no dejaba de reconocer el valor de aquel genio que era Pepe Marchena.
Como vemos, Pepe, a pesar de las dificultades que personalmente estaba pasando, a pesar de la edad y otros compromisos, seguía asistiendo a cuantos eventos le proponían cuando se trataba de ayudar a necesitados. No podemos dejar de olvidar que desde que arribó a Madrid por los años 20, desde que era muy joven, sería pionero en ayudar a los niños de la inclusa, a los más pobres, a los desfavorecidos y a todos los cantaores que se encontraban en dificultades económicas. Recordamos los espectáculos que montara para sufragar a la familia de Manuel Centeno, cuando este falleció en el escenario, al igual que ayudaría a la estirpe y sepelio de Manuel Torre o ante la enfermedad de Pepe Palanca…, no solo comprometiendo a otros artistas, sino de su propio bolsillo. Marchena comentaría más de una vez que no quería que ningún niño tuviese la desgracia, como él la tuvo, de pasar necesidades, de no tener juguetes durante la infancia.
Aquel espectáculo que había montado Saavedra y bajo la dirección artística de Pepe Marchena tuvo un gran éxito y se creyó conveniente llevarlo por los pueblos de Sevilla y Huelva… Sin embargo, cuando el 2 de julio se decide presentarlo en Madrid, en el Teatro Calderón, Pepe se retira y deja en su lugar a la “Paquera de Jerez”. Cansado de tanto ajetreo decidió marchar a Málaga para pasar unos días junto con sus numerosos amigos y aficionados malagueños; no sin antes parar en Marchena y salir para la Costa del Sol acompañado de Diego Romero, en su Sinca 1000. Diego fue muy amigo de la familia de Pepe Marchena (al cual agradecemos sus aportaciones).