Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 31 de agosto de 2025
En la primavera de 1965 Pepe Marchena se trasladaría a Málaga para, como siempre, pasar unos días con los muchos amigos que allí tenía. Aprovechando su estancia en la capital malacitana sería invitado al homenaje que se le ofreció en el Club Taurino al alcalde Rafael Betés. Durante el ágape y las loas que se le hicieron al primer edil, Marchena, deleitó a los presentes con varios cantes, con la guitarra de Manuel Cómitre. En dicha velada también cantaría uno de los grandes seguidores e imitadores que ha tenido Pepe Marchena, el cantaor Pepe Guillena. Creemos que en estas fechas, ambos artistas, Guillena y Cómitre iban en la Compañía de Pepe. Precisamente en ese mismo Club Taurino, ahora hacía un año, el 14 de marzo de 1964, a Pepe se le había nombrado Socio de Honor en una reunión a la que asistieron personalidades y autoridades malagueñas.
Marchena acompañado por Manuel Cómitre
Manuel Cómitre, uno de los tantos y tan buenos guitarristas que tuvo Marchena a lo largo de su dilatada vida como cantaor, contaba una anécdota ocurrida en El Puerto de Santa María y que detalla el flamencólogo Gonzalo Rojo: “Aquel día teníamos dos funciones en la Plaza de Toros del Puerto, todas vendidas, con lleno hasta la bandera. Pepe estaba tan afectado de la voz que no podía ni abrir la boca; una afonía se lo impedía y por mucho empeño que ponía, era imposible. Llegó el momento y subimos al escenario. Pepe empezó a hablar, a hablar, hablar… A los 15 minutos el maestro me hizo una señal, abandoné el escenario y me fui para los camerinos. Mientras, Marchena, seguía hablando y el público exultante no paraba de aplaudir con todo lo que contaba el maestro. Al cabo de más de una hora hablando, Pepe, se fue a los camerinos, donde yo estaba, aún nervioso y preocupado por lo que podría pasar… Al verme Marchena me dijo: ¿Qué le pasa a usted Manuel?, Yo, balbuceando, le contesté que no entendía lo que estaba pasando, con la plaza llena de un público loco por escucharlo a usted, usted no ha cantado y a faltado poco para que le saquen a hombros… No lo entiendo. A lo que Marchena de forma irónica y socarrona me dijo sonriendo: maestro, en los toros difíciles es donde se prueban y se ven los buenos matadores, a los toros de carril los torea cualquiera”.
Ricardo Miño Álvarez, ese gran guitarrista sevillano nacido en Triana en 1949 y que estaría durante más de tres años en la Compañía de Pepe Marchena, contaba alabanzas como estas de Pepe. “Yo, al principio, como era tan jovencito (12 años), no le tocaba al maestro, sin embargo, me llamaba para que fuera al camerino antes de iniciar la función y me decía: Por favor, Don Ricardo, haga usted el favor de tocar por soleá (porque él siempre le hablaba a todo el mundo de usted). Entonces, Pepe cantaba una gama de soleares, otra por seguiriyas, después por tarantas… Sin embargo, cuando salía al escenario, con sus tres guitarristas, la gente le pedía que cantase “Los cuatro muleros”, “La guajira de la sandía”, unas colombianas o por vidalitas… Marchena, era un cantaor larguísimo, que cantaba y sabía de cante como nadie lo ha hecho nunca”.
Victoria de Miguel, guitarrista
En Talavera de la Reina, tras una mala actuación de Pepe Marchena, “caprichos del destino”, el público estaba tan irritado con el maestro que, Pepe, tuvo que ser acompañado al hotel por una pareja de guardias. Al día siguiente, Marchena, se dirigió al cantaor Pedro Sánchez Langa “El Canario de Madrid” para que consintiese que su mujer, Victoria de Miguel, le acompañase con la sonanta. Cuando Pepe Marchena salió al escenario, el público le gritaba: “¡Venga, Marchena, que hoy tienes buen guitarrista!”. No era cierto, Marchena llevó la noche anterior, aquella noche fatídica, como guitarrista nada menos que a Ramón Montoya. El fallo de la actuación anterior fue la poca inspiración de Marchena o que estuviera “perjudicado” por los excesos de una fiesta interminable.
Ya en el escenario, Pepe, le pidió a Victoria de Miguel que tocase un poco, que le inspirase con sus bonitas ejecuciones. Victoria, hija del torero Ciriaco de Miguel “Chicharrito”, siendo niña perdió una pierna al ser atropellada por el tranvía madrileño. Victoria de Miguel fue aprendiendo a tocar la guitarra a la par que lo combinaba con otro arte de tradición familiar (taller de modas). Era tal su maestría con la sonanta tanto en música clásica como flamenca que Ramón Montoya la escuchó tocar y supo que sería una gran artista, así se lo comunicó a su familia. Pero, no sería hasta que conoció al “Canario” con quien se casaría, cuando se dedicó al acompañamiento.
El éxito de la pareja (Marchena y Victoria), aquella noche, fue tal que permanecieron en el escenario el doble del tiempo establecido, siendo aplaudidos constantemente por el público asistente. Pepe, rumboso como era, le regaló tras la actuación una polvera de plata a Victoria de Miguel.
En otro orden de cosas, en el diario Pueblo, con fecha 2 de junio de 1965 aparece la noticia en la que Pepe es invitado a la VI Feria Internacional del Campo que se celebra en Madrid. En el pabellón de Soria de aquella Feria, Pepe, es agasajado junto a muchas personalidades del momento. El fino jerezano “La Ina” de Domecq es el protagonista junto al marchenero, la presencia del director del citado pabellón y Manolo el Malagueño que acompañaba a Pepe. Durante la fiesta actuarían la cantante andaluza Lola Carmona acompañada a la guitarra por Aquilino de la Rosa; después sería el son de varios artistas cubanos… quienes animaron la velada. Desconocemos si el Malagueño o Pepe llegaron a cantar.
Pepe con un joven Ricardo Miño
Vamos a entrar en el verano de 1965 y Pepe, junto a gran parte de los mejores artistas del flamenco del momento, asiste como artista invitado al II Concurso Nacional de Cante por Cartageneras, que se celebraría el 12 de Junio en la Plaza de toros de Cartagena. Le acompañaban en el cartel Jacinto Almaden, Manolo el Malagueño, Bernardo el de los Lobitos, Enrique Morente, Canalejas de Puerto Real, Enriqueta la Jerezana, Manuel Cepero, Niño de Fernán Nuñez y Pepe Palanca. Las guitarras estarían representadas por Piñana hijo y Manuel Fernández. La prensa se deshacía en elogios hacia todos los artistas, le faltaron adjetivos para calificarlos. Sin duda alguna era uno de los eventos del año. Mas, como siempre, en el cartel anunciador el único rostro que se dibuja en él es el de Pepe Marchena.
Igualmente, la “Hoja Oficial del Lunes”, con fecha 21 de junio de 1965, venía anunciando los espectáculos que se van a celebrar para la próxima Fiesta Nacional del 18 de Julio (como recordarán era la fecha conmemorativa del Levantamiento contra la República). La primera de estas actuaciones sería la del 8 de julio que se celebraría en el circo Price y que se mostraba con estas palabras “Concentración de Famosos del Cante en el Price”. Hasta ahora se cuenta con la presencia de artistas como La Niña de la Puebla, sus hijos Adelfa Soto y Pepe Soto, Manolo el Malagueño, Emilio el Moro, Sultana de Jerez, el animador Astigi, el ballet Albéniz… y como figura estelar Pepe Marchena.
Según el periódico, a la hora de cerrar la edición se seguían sumando artistas a este gran espectáculo que lleva por título “Así canta Andalucía”. Durante casi todo el mes, día a día, la prensa se deshacía en elogios hacia los artistas que habían actuado la noche anterior en el Price. El diario Pueblo, ponía de sobresaliente la actuación del “maestro de maestros” Pepe Marchena, el humor de Emilio el Moro y de todos los artistas que habían actuado y que seguirían en la capital de España hasta el día 25 de julio, con todo el papel vendido para ocupar las butacas del Price. Paralelamente, en TVE, aparecía de nuevo Pepe Marchena en el programa nocturno “Sábado 65”, creemos que era una actuación grabada junto a artistas de otros géneros como Alberto Cortez, Los Cinco Padres, Nené, Luis Alberto de Paraná y Los paraguayos, Tania Velia, el Ballet de Mari Rosa y el Ballet de Bonnie Parkes…
Cartel II Concurso Cante por Cartageneras
Nos sorprende un artículo a toda página en la “Hoja oficial del Lunes” con la firma del periodista Lucio del Álamo, en la sección LA SEMANA SIN LUNES, que titulaba “De Papandreu a Pepe Marchena”, no entendemos que relación o concordancia podían tener Andreas Papandreu, aquel que fuera primer ministro griego en 1981, con nuestro cantaor marchenero. En fin, el artículo habla algo del griego y sigue, casi de modo exclusivo, refiriéndose a Pepe subtitulándolo: “Los ochenta años del cantaor” y que empieza diciendo: “Hay fundadas sospechas de que Pepe Marchena nació ya con el sombrero cordobés puesto. Pepe anoche estuvo en televisión, pero antes hubo unas declaraciones suyas en Madrid en las que el artista se pone años. Pepe Marchena confiesa que tiene 80 años (en realidad tenía 62). Empezó cantando fandanguillos, malagueñas y tarantas, luego amplió su acerbo flamenco y hoy domina 76 cantes, le faltan 9 para el pleno completo porque existen ochenta y cinco cantes distintos”. No sabemos el talante de Lucio del Álamo, ni su conocimiento del flamenco, pero, creemos que no estaba del todo informado. “Pepe asegura que ha dado al cante una musicalidad nueva, ha quitado estridencia preparándolo para el oído industrializado de los 16 millones de turistas que nos visitarán este año”; (estamos hablando de 1965. Esta temporada, en 2025, 60 años después se prevén más de 100 millones de turistas).
Continuamos entresacando notas de dicho artículo: “Dice el marchenero que ha sustituido las viejas letras funerarias por otras más poéticas y lo ha demostrado cantando esta noche unos tientos que es pura poesía destilada con una letra curiosa en la que un flamenco come junto a su amada una gran tajada de sandía… y la gitana drogada de la fruta colorada se rinde…” Creemos que del Álamo confunde los tientos con una guajira que Marchena suele cantar y que tiene grabada.
Continuaba el periodista: “Pepe ya está en los libros; en la Historia del arte frívolo se le puede ver disfrazado de soldadito, junto a una guapetona y rolliza mujer vestida de Semana Santa. Es una foto de hace 35 años, cuando estaba en el Price, por entonces tenía el cantaor una áurea cabellera y esbeltez juncal, de lo que queda ya poco, cuando se ha quitado el sombrero ha aparecido un pelo demasiado abundante y un sospechoso color negro. En cambio, le queda a Pepe la voz, que es tanto como conservar lo mejor que tuvo y sus manos que aún dibujan garabatos de humo, manos que mantiene al aire, que mueve con soltura y cargadas de oro entre pulseras, esclavas, anillos…, que deben pesar lo suyo; por lo tanto, creemos que el cantaor debe tener menos años de los que dice”.