Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 6 de abril de 2025
Continúan construyéndose las seis bases aéreas en nuestro territorio tras aquel acuerdo que se llamó Tratado de Cooperación y que se llevaría a cabo el 26 de septiembre de 1953 entre España y Estados Unidos. Dichas bases son: la naval de Rota y las aéreas de Morón de la Frontera, San Pablo de Sevilla, Torrejón de Ardoz en Madrid, Sanjurjo y Valenzuela de Zaragoza. Además de los dos arsenales y depósitos de combustibles en los puertos de El Ferrol y Cartagena.
Pero, para mover todo el armamento americano de aviación (helicópteros, aviones, camiones, grúas…), las bases necesitarían abastecerse de petróleo y otros derivados. Para ello, se construiría en breve un oleoducto que partiría desde la base de Rota, donde descargarían los buques cisterna estadounidenses, atravesando toda España, hasta Zaragoza. Esta conducción de combustible tendría cuatro parques de almacenamiento y bombeo instalados en Rota, El Arahal, Loeches y Zaragoza. Todo para que la capacidad militar de EE.UU. se ampliara por todo el área del Mediterráneo y dominase una amplia zona (Norte de África, Oriente Medio, Sur de Europa…) .
Reja de una de las ventanas de la finca
Pepe Marchena, mientras tanto, continúa con la construcción, el adecentamiento y, sobre, todo el embellecimiento de su finca rural; a Pepe, le gustan las filigranas, los azulejos de variopintos colores, adornos de estilo árabe, la piscina de curvas sinuosas, arcos góticos… sus caprichos llegan hasta personalizar las rejas. Al hilo de lo que estamos diciendo, contaba Miguel Morilla: “Como la finca estaba entre Puebla de Cazalla y Marchena, Pepe, quiso comprar las tejas para su casa en un tejar del vecino pueblo morisco, cuyo dueño era un señor, “El Moronero”, del que Pepe conocía su buen hacer y me pidió que le consiguiera varios millares de tejas morunas. Cuando fui, “El Moronero”, me dijo que las tenía todas vendidas y con el dinero adelantado. Volví a Pepe, se lo conté y respondió que le ofreciera el doble. De nuevo fui al tejero y, creyendo que podía ser un buen aficionado, le comuniqué que eran para Pepe Marchena. Pero, “El Moronero” que ni era aficionado ni conocía a Pepe contestó ‘ni pa Pepe ni pa nadie’. De nuevo a la finca y se lo cuento a Pepe. Este se engalana con su mejor traje, sus joyas… y le pregunté ¿Tiene usted una actuación? Efectivamente, me dijo, voy a actuar. Llegamos al tejar, se presentó al Moronero, le dio la mano, un abrazo…, se llenó de barro, y le aduló: ‘Tengo los albañiles parados, pero, en mi casa no se ponen otras tejas que no sean las suyas, son una joya de la artesanía, es usted un artista, el que hace las tejas más famosas de España’. Yo viendo la cara del “Moronero” pensé: este se lleva las tejas y el torno de fabricarlas, como efectivamente ocurrió”.
España se encuentra en unos momentos difíciles y no puede más que ceder ante una potencia como Estados Unidos que, se suponía, nos iba a ayudar con 1500 millones de dólares en la década de 1953 a 1963. Todo ello, con las consabidas contrapartidas que hemos comentado y a sabiendas de que, parte de ese importe, vendría en materias primas, maquinaria y sobre todo en algodón excedente de los agricultores americanos que resolvían su situación. Nada que ver con la ayuda tan generosa que recibió Francia, Alemania, Gran Bretaña. Italia… De alguna manera, aquel Pacto, serviría para obligar al gobierno español a introducir medidas liberalizadoras en la economía española. Sin embargo, los intereses de grandes terratenientes, empresarios, banqueros… no estaban en esa línea, no estaban dispuestos a asumir aquella apertura y preferían el modelo autárquico que tantos dividendos les había dado, desde la confrontación de la Guerra Civil.
Imagen de la película de Berlanga
Entretanto, la población engañada, esperanzada, seguía en su pobreza, en la inopia. Algunos como el director de cine Luis García Berlanga con la ayuda de Juan Antonio Bardem, se atrevió y estrenó el 4 de abril de 1953, en el madrileño Cine Callao, su película “Bienvenido Míster Marshall”, una parodia de lo que estaba ocurriendo, una obra cómico-folclórica ambientada en Andalucía y protagonizada por la tonadillera Lolita Sevilla. Aquello era una sátira de la España del momento. La Junta de Clasificación y Censura realizó algunas advertencias; pero, se pudo estrenar porque, en aquellos momentos, el argumento y la puesta en escena estaban en sintonía con el antiamericanismo que el franquismo prodigaba. Muchos, todavía, no habían digerido la derrota de Hitler en la II Guerra Mundial y veían con malos ojos a los estadounidenses. De haberse retrasado el estreno, es probable que la película de Berlanga no hubiese llegado a las salas, pues, tan solo unos meses después de proyectar en las pantallas aquel Míster Marshall ficticio, se firmaba el convenio con Estados Unidos, que autorizaba la presencia de bases y tropas en territorio español y se aconsejaba no buscar las cosquillas al nuevo amigo americano.
Pepe, ajeno a todo lo que oliera a política, seguía haciendo sus galas por todo el territorio español. Ahora se alejaba menos de Andalucía y frecuentaba muchos más Marchena. A veces estaba un par de semanas con los amigos de siempre, los invitaba a su finca (casi terminada) y durante las noches seguía saliendo, con el taxi de Pepe Morilla, por toda la comarca. En Fuentes de Andalucía, donde le han venerado siempre, nos contaría, en su día, el cantaor José Navarro Carrero “Zacarías de Fuentes” (1915-1996), que conoció a Pepe en la taberna que su padre tenía, “El Postigo”, que disponía de un gramófono (máquina cantaora), donde se escuchaban los discos del “maestro” marchenero, al que Zacarías admiró, del que aprendería mucho a lo largo de toda su vida y le llevó por los tablaos de toda España. Veinte años más tarde, muchos pudimos ver el afecto y el cariño que se dispensaban ambos, cuando Zacarías vino a formar parte del jurado de un Concurso de Saetas que tuvo a bien celebrar el llamado “Club Juvenil” de Marchena (1973) y en el que conseguimos que, Pepe, aprovechando que se encontraba en nuestro pueblo, accediese para ejercer como presidente de aquel jurado, (eso lo contaremos más adelante).
Zacarías con Tomatito
Por suerte, muchas de las anécdotas de Pepe, en estos años cincuenta, las hemos conocido gracias al morisco Miguel Morilla y al taxista marchenero Pepe Morilla, los cuales, no tienen parentesco alguno. Contaba Miguel que muchos de los artistas que venían a la finca de Pepe Marchena, para ser contratados o pasaban por la carretera, se les escuchaba decir que aquel lugar era Castengandolfo. Como sabrán, ese es el pueblo italiano donde veranea el Papa; a Pepe, los demás artistas le tenían considerado como el Papa del cante. Así lo comentaba el guitarrista Pepe Martínez: “En la comitiva, primero van los monaguillos (cantaores mediocres), después sacristanes (otros de mayor relevancia), a continuación los párrocos (e iba elevando la categoría de los artistas), les siguen obispos y arzobispos (y hacía una lista de cantaores de renombre), en penúltimo lugar salen los cardenales (donde metía a Valderrama, Farina, Vallejo, Canalejas, el Pinto… y muchos más) y por último aparece el Papa, que es Marchena”. Nos resulta exagerado, entendemos que, cada uno en su estilo y en su contexto, ha habido grandes Papas en la historia del flamenco: cómo vamos a olvidarnos de Chacón, Torre, Tomás, Pastora, Caracol, Mairena y otros que, por desgracia, no llegamos a escuchar como Silverio, el Nitri, el Mellizo, la Serneta…
El curso de la España de 1953 finaliza concediéndosele a EE. UU. las bases militares, lo que implicaba, dos gravísimos peligros para nuestro país. El primero, el riesgo de un accidente derivado de las armas nucleares que los norteamericanos transportaron e instalaron en España, como ocurrió, con el accidente de Palomares en Almería. El segundo, igualmente funesto, pues, para la URSS, España se convirtió en un objetivo militar. En el caso de que hubiera estallado un conflicto entre las dos superpotencias, como estuvo a punto de suceder, España habría sufrido unas gravísimas consecuencias, ante el tremendo peligro en el caso de una guerra nuclear, por la presencia de bases norteamericanas; peligros del que aún no estamos exentos.
Pepe con su amigo Vázquez
Finaliza 1953 con mucho trabajo y éxito para el cantaor marchenero. El cumplir diez lustros le han sentado bien, tiene muchos contratos, ha conseguido casi acabar las obras de su finca “Piki”, donde pasa los días de descanso y recreo que tanto ansiaba. Además, tendría en sus manos un libreto para rodar una nueva película en 1954 – la 5ª y última en la que actuaría el genio de Marchena –. Mas, también, tiene muchas cosas que le preocupan, como es la salud de su madre, a la que a veces cuida Isabelita. Otra cuestión es su carrera; Pepe sigue en lo más alto del pedestal, pero sabe que Valderrama, las folclóricas, Caracol y sobre todo Mairena le han comido mucho terreno, al igual que un chaval que también marcará una etapa muy brillante del flamenco, nacido en Puente Genil y se llama Antonio Díaz “Fosforito”. Creemos que es un momento en el que Pepe, pensaría que la vida de un cantaor es limitada y se preguntaría ¿hasta cuándo aguantaría aquel ritmo y su garganta? También tiene otra preocupación el cantaor marchenero y que comparte con Isabel: ambos quieren hacer de su hijo “Piqui” un artista (del cine, o del flamenco, ya se verá), e intentan inculcarle los misterios del cante y, aunque el niño solo tiene diez años, el “maestro” recordaría: “Yo, con esa edad, ya andaba por los bares de Marchena ganándome la vida con mi voz”.
1953 sería un año crucial para la historia de España y del mundo, Estados Unidos y la Unión Soviética siguen probando bombas atómicas cada vez más potentes, “El hombre se ha vuelto loco” piensan muchos, el miedo hace que las naciones se rearmen, el gen cainista se desarrolla con ímpetu a mediados del XX. Mientras, los escaladores Edmund Percival y el cherpa Tenzing Norgay logran llegar por primera vez a la cumbre del Everest. En México pueden por fin votar las mujeres y a Pepe le vemos pasear por Marchena, acompañado de sus amigos Eusebio Suárez, José Vázquez, Pepe Bayón… caminan por los Cuatro Cantillos hacía el bar Central.