Los sonios negros

 de Manuel Torre

Eduardo Ternero - 4 de enero de 2020

 Manuel de Soto Loreto, hijo de Juan de Soto Montero, matarife de Algeciras, y su madre la jerezana Tomasa Loreto Vargas,  nació un 5 de diciembre de 1878  en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera. En aquella época el flamenco se localizaba en tres espacios bien diferenciados: las fiestas de la aristocracia jerezana, los cafés cantantes y las reuniones familiares. Siendo un niño escuchaba, aprendía y superaba cantando,  su timidez de siempre. Poco a poco, la fama de aquel pequeño gitano que se colaba en los tabancos  de Jerez se fue extendiendo.

Probó en cafés cantantes “La Vera-Cruz” y “La Primera”,  en un cuadro flamenco que actuaba en Lebrija y Utrera. Entonces actuaba con el nombre artístico de “El niño de Jerez”, pero los gitanos  le conocían por el apodo de su familia El Torre, debido a su elevada estatura.

En octubre de 1902 actuó en el Salón Filarmónico de Sevilla y en el Teatro Novedades. En Madrid lo haría en 1909 en el café del Gato y  después de una serie de giras por Málaga, regresó a Sevilla para cantar en el Teatro O´Donnell en 1918. Manuel  hechizaba al auditorio con su sentimiento, con el  quejío roto de su  voz tanto que comenzó a ser conocido como “El rey del cante gitano”.

 Se casó y fue a vivir a una casa de vecinos   de la Alameda de Hércules. Se ganaba la vida  en los cafés o en las fiestas que organizaba la clase alta sevillana de comienzos del siglo XX. Vivía con sencillez, rodeado de galgos, relojes de bolsillo y gallos de pelea. Apadrinado por Antonio Chacón, Manuel Torre entró en contacto con los poetas de la Generación del 27, conoció a los principales intelectuales andaluces de comienzos del siglo XX: Falla, Alberti,  García Lorca, etc. Conocería el flamenco humilde de la Sevilla de final del XIX e inicios del XX; viviría  la evolución  del café-cantante y la taberna a los teatros y las compañías, entusiasmando tanto al jornalero como al más rico o intelectual.  Manuel Torre fue artista invitado al  Concurso de Cante Jondo de Granada en 1922.

Dejó grabado seguiriyas, saetas, soleares, malagueñas, fandangos, bulerías, bulerías por soleá, cantiñas y coplas de campanilleros, siendo el primero que los aflamencó. Se tiene constancia de su buen dominio de las tonás, los romances y las carceleras, a pesar de no haber sido grabados. Su madurez artística coincidió con su plenitud de  facultades  entre  1909 y 1931 y los acompañantes al toque más habituales fueron: Manolo de Huelva (preferido), Juan Gandullo Habichuela, Salvador Ballesteros, Manuel Barrull hijo y Javier Molina.

No perteneció a ninguna escuela pero si se vio  influenciado por Enrique “el Mellizo”, el Viejo de la Isla, Loco Mateo o Paco la Luz, etc.  Cantaba de forma anárquica, como vivía, se puede considerar a Manuel  conocedor de todos los cantaores destacados de Jerez y de Cádiz de la segunda mitad del siglo XIX. Imprimía a su cante una enorme potencia armónica, aunque recurría a acortar los cantes. Su gran poder le hizo ser una gran intérprete de seguiriyas, precursor de tientos y su transición hacia el tango, a los que acompasó con quejío y desgarro. Su cante lleno de dolor y de altibajos no pasaba indiferente a los aficionados que le seguían en masa. Serán sus seguidores Manolo Caracol, Antonio Mairena, Agujetas, Chocolate, Terremoto, Moneo, los Sordera, José Mercé y un largo etcétera. 

Fue  un excepcional intérprete de la cartagenera de Chacón, tarantas  del Rojo. La malagueña de “La flor que amaba”. También creó escuela en el fandango y la petenera. La labor de Manuel Torre en el cante por seguiriyas es una de las cumbres de la historia de la música.

Torre se casó dos veces, por el rito gitano; con la bailaora Antonia Torre Vargas "La Gamba", con quien tuvo tres hijos: Tomás, Juan y Juana Soto Vargas. De su segundo matrimonio con María Loreto Reyes, "La Feonga", tuvo a Tomasa, que se casó con “Perrate de Utrera”,  María, Amparo, Consuelo, esposa "Manolo Brenes" y Gabriela Soto Loreto.

  Dejando un legado de nietos en el mundo musical como “Los Fernández Soto”, “Los Perrate”… un día,  mientras cantaba sufrió un vómito de sangre. Su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías, lo puso en manos de médicos que le diagnosticaron tuberculosis. Manuel de Soto Loreto,  murió en Sevilla  el 21 de julio de 1933 rodeado por el entorno humilde y andaluz en el que siempre vivió.

Lorca diría: “A pesar de su analfabetismo y su escaso repertorio, es la persona con mas cultura en la sangre que he conocido”. Cuando estaba fino Manuel sufrió como nadie la servidumbre del duende, no tiene explicación los estragos que causaba en el alma de los oyentes  cuando cantaba. Otros días, como Curro Romero,  decían que estaba “pa matarlo”. Alberti llego a decir que, cuando subía al escenario, parecía “un animal bronco herido, un terrible pozo se angustias” pero lo más impresionante era verle  sacar versos asombrosos, llenos de dolor y dulzura.

Fernando de Triana, quien puntualiza sobre el arte del genial jerezano: “Tal vez Chacón fuese mejor cantaor, más regular… pero el que más gañafones le tiraba al alma era Manuel Torre”. Gitano por los cuatro costados, vivía en la superstición y si no le llegaban  los sonidos negros, se quedaba sin ángel y sin duende; se veía desamparado,  sin inspiración... Ahora bien, cuando encontraba el duende...

IMÁGENES (Manuel Torre en su juventud, en una tertulia de amigos, su última foto)