Aquellos fatídicos años 30

Eduardo Ternero - domingo, 9 de junio de 2024

Iniciamos la década de los 30, un periodo en la historia de la humanidad que dejara suficiente huella como para hablar de ella durante muchas posteriores. Si la España 1931 nos sorprendía con la llegada de la II República, 1936 lo hizo con el golpe de Estado de Franco, provocando una horrible Guerra Civil que se alargaría hasta 1939. Mientras, el mundo entero se preparaba y se vería inmerso, a partir de 1939. en la II Guerra Mundial, amén de otros acontecimientos apocalípticos que marcarían el rumbo  hasta casi finalizar el siglo XX. Pero, sobre todo, estas dos contiendas bélicas nos caerán de lleno y vendrán acompañadas y azotadas con millones de muertos, hambrunas, destrucción y horrores que aún perduran en la retina de muchos y en  documentos gráficos y visuales.

                    Pepe, durante los 30

Tampoco para el “Niño de Marchena” sería un año colmado de éxitos, en esta década; pues, no fueron muchos los escenarios donde se movería, comparado con la década anterior y porque la guerra puso en su vida un gran paréntesis y lo alejó, como a la mayoría de artistas, de los escenarios y de la vida pública. En esos inicios de 1930, muchos de sus biógrafos apuntan que, Pepe, acumulaba agotamiento de las giras anteriores, otros a que Pepe, quiso hacer un descanso en su carrera; el caso es que parecía haberse relajado o al menos, su trayectoria, su agenda no estaba tan abultada como había terminado la década de los 20-

Es cierto que, por las razones que fueran (la Guerra, su madurez, los cambios que intentó imponer en el flamenco…), provocaron en él unas circunstancias distintas y tendría que acoplarse a ellas. También es cierto que no le llegó la misma cantidad de trabajo que en años anteriores; pero, aun así, actuaría más que la mayoría de los cantaores y artistas de su época; lo que ocurre es que, a pesar de sus comentarios (aducía que se había tomado una temporada de descanso), él nunca estaba satisfecho, siempre quería estar en la cumbre, muy en la cumbre.

La "Niña de la Alfalfa"

Como hemos dicho, desde finales de la década de los 20, las comedias aflamencadas, copaban los teatros. El flamenco se adaptaba a la obra (la cual, generalmente, no tenía interés alguno con respecto a su valor literario), pues, era exclusivamente un folletín para argumentar los cantes que se hacían) y los intérpretes entremetían cantiñas, cantes de ida y vuelta (milonga, vidalita, guajira…) pero, sobre todo, se recurría al fandango, a la copla, incluso muchos recitaban estrofas de aquel folleto.  Por entonces, aquel tipo de representación, aquella forma de utilizar el flamenco-comedia (Ópera Flamenca), empezó a ponerse de moda con “la Seguidilla Gitana”, “Los campanilleros”… y sobre todo con la obra “La copla andaluza” en la que participa en 1924 el “Niño de Marchena” y con la que le llegaría el primer gran éxito. Entendamos que era lo que gustaba al público de entonces; entendamos la influencia de músicas de otros países, el avance del cine, la radio, la sofisticación de la ópera, la zarzuela…, además de la proliferación de autores de comedias y el acceso de la población a la literatura, un carro al que muchos flamencos tuvieron que subir si querían estar con la moda de los vientos; pero, sin perder parte de su esencia. 

Desde su estreno en el Teatro Pavón de Madrid en 1928, la obra, “La copla andaluza”, recorrería toda España, cosechando un gran éxito. Eso dio pie a que empezaran a salir secuelas, imitaciones, otros dramas y comedias adaptados, que perdurarían durante toda la década como “En el valle de la pena”, que capitaneaba el “Niño de Marchena” y que sería, como ya sabemos, un rotundo fracaso. Imaginen como estaría “el patio” de comedias que, ese año, la “Niña de la Alfalfa”, actuaba en Córdoba junto a la bailarina Amparo Sánchez y luego en Sevilla, en el Teatro Duque; no iba cantando exclusivamente, sino “deleitando” a los públicos con fandangos, soleares y hasta con saetas en una divertida comedia titulada “¡Por algo será!” De José García Rufino. Así lo anunciaban, a bombo y platillo, tanto el ABC, La Voz o El Liberal durante el verano de 1930. 

El "NIño del Museo"

Como decimos, había que adaptarse a los tiempos y a los gustos del público que era quien pagaba. Y, si aquellas eran sus preferencias, si aquellos espectáculos llenaban los locales…, pues había que hacerlo. El respetable compraba su entrada para ver aquellas comedias ligadas a palos del cante o al revés, cantes con una trama teatralizada en cada uno de sus actos. Gustaría más o menos a los artistas, pero, era lo que había. Fue una etapa distinta del flamenco y había que comer, adaptarse y supeditarse a las modas; hacerlo de otro modo, querer seguir con lo clásico, entonces, era sucumbir. 

Pero, como hemos dicho, dentro de aquella “comedias-flamencas”, muchas fracasaron y otras, en cambio, como “El alma de la copla”, parece que funcionaron. En ella intervenían Manuel González “Guerrita” y José Muñoz “Pena hijo”, los cuales serían sustituidos (durante 15 días) desde el 20 de febrero de ese año (1930), por el “Niño de Marchena” y el “Niño del Museo”. Pero, el 1 de marzo, Pepe Marchena, es protagonista de nuevo en los periódicos y en las revistas flamencas como “El Cante Andaluz” porque se había negado a cantar y por alteración del orden público. Él aducía que no se encontraba bien, pero, los empresarios, echaron mano a los papeles de los contratos y le obligaron a cumplir y dar la cara ante los asistentes que le reclamaban su presencia en el escenario. Pepe, desganado, cantó mal, sin interés… y el público, que le esperaba, “a lo Curro Romero”, le increpó, le gritó y formaría un gran escándalo, por lo que el marchenero se marchó del escenario y tuvo que intervenir la autoridad para que subiese de nuevo. El público continuó con su abucheo y Pepe se fue del lugar. ¡Qué duda cabe, la noticia estaba servida! Por una cosa o por otra, Pepe, estaba siempre en el ojo del huracán, su nombre sonaba de nuevo en la prensa de toda España.

Juanito Varea

A mediados de año, Pepe ha descansado, se ha dedicado a ver espectáculos donde actúan sus compañeros, ha visitado a muchos amigos, se ha divertido y ha grabado con las guitarras de Montoya, Niño Ricardo, Yance y Borrul para las casas Odeón, Regal y Gramófono. En estos discos se acompaña con cantaores que solía llevar en su troupe como Juanito Varea, el Pescaero, Jacinto Almadén…, unas veces lo hace a duo, otras en trío… También, con referencia al año 1930, eso lo recalcaría él en la prensa, aunque no hemos encontrado reseña alguna, comentaría: “En el año 30, hice una tourné con Ramón Montoya por Francia, luego volví a Madrid y estuve una temporada sin hacer nada, porque yo siempre he sido un bohemio y me ha gustado trabajar cuando me apetecía”. Quienes conocían a Pepe, sus biógrafos…, la propia prensa, no tienen constancia de esta gira; así que pudo ser otra de sus artimañas mercantiles. Respecto a su comentario acerca de sentirse bohemio no estaremos de acuerdo nunca; es posible que no acatase las normas establecidas, pero jamás fue un artista despreocupado o desorganizado.  Sabemos que, Pepe, por su carácter, ambicionaba siempre estar en la cima del éxito, ser el primero del escalafón. ¿Sentirse un bohemio? Sería por su carácter libre y es cierto que trabajaba cuando le apetecía, pero, eso lo haría cuando disponía de dinero, que fueron las menos veces. Entresacando de sus biografías, de su ímpetu, de su carrera a lo largo de toda su vida, se puede vislumbrar que, Pepe, no fue nunca un bohemio, nada dejaría al azar, jamás se conformaría con quedar relegado a un segundo plano, nunca se sentía satisfecho y mucho menos renunciaría al aplauso y la admiración del público. A Pepe le perdía su egocentrismo, su vida estaba marcada por el éxito, la adulación y la adoración de sus seguidores. Lo que sí entendemos es que, como cualquier humano, se sentiría unas veces con más ganas que otras de emprender, de innovar, de luchar a diario, por conseguir superarse. Lo que si especulamos es que, su ying y su yang, entrarían en discordia continuamente, pues, compaginar tanto trabajo con tanta diversión se hace difícil, sobre todo por el tiempo, el descanso, el factor económico…

En agosto montaría una compañía en la que llevaba al Niño de la Flor, la Niña de Chiclana, el Niño de Quesada, Pepe Palanca, El Rojo de Salamanca, El Niño de Granada y Pepita Lláser, actuando en Córdoba, Málaga y Sevilla. Ese mismo año, en la feria de Marchena (septiembre de 1930) el “Niño” actuaría junto a Pepe Palanca, el Niño de la Flor y Manuel Carrillo; este último, un buen cantaor nacido en Marchena en 1909, que falleció en 1936 en acción de Guerra. Carrillo fue muy popular y participaría en bastantes espectáculos junto a sus paisanos Palanca y Pepe Marchena.