Juan “El Caeno” II

Eduardo Ternero - domingo,  29 de mayo de 2022

La semana pasada hablamos del infortunio y adversidades que marcaron la vida de  Juan Pliego “El Caeno” durante su niñez, al igual que le ocurrió a la mayoría de los pobres  que nacieron antes, durante y  en la postguerra española; además de los castigos y represalias que sufrieron los vencidos.  Fueron millones de españoles los que soportaron durante varias décadas el hambre, la miseria, la falta de escuela, de sanidad… y se vieron relegados a vivir de forma primitiva y de carencias  para poder subsistir y  sacar sus familias hacia delante.

Con respecto al flamenco, Juan, durante su juventud, se recorrió las incipientes  peñas que a partir de los años 50 empezaron a emerger por la geografía andaluza, acompañado siempre por un grupo de amigos, paisanos que entendían su valor como artista y le llevaban para que el mundo del flamenco le conociese. El nacimiento de las Peñas Flamencas, a mediados del XX, fomentó el flamenco, lo popularizó y por ende favoreció el florecimiento de buenos aficionados, muchos de los cuales llegaron a ser cantaores afamados. De este recorrido por muchas de  las peñas de nuestra provincia y las colindantes, Juan no solo se trajo muchos premios y el reconocimiento de los públicos  sino,  sobre todo, el cariño de muchos aficionados.

Con Enrique de Melchor 

Pero la vida durante los años 50 y  60 siguió siendo  muy dura para el pueblo andaluz y Juan, como la mayoría sufriría la falta de trabajo, la escasez de medios y recursos, de vivienda, de libertades…  Por estas fechas, “El Caeno”,  se casaría con una marchenera de nombre Desamparados Sánchez Romero, del matrimonio nacieron siete hijos, de  los cuales tres  son varones (Juan, Ángel, Antonio  y cuatro hembras Desamparados, Mercedes, Pastora y Susana). Ninguno de sus hijos ha seguido la estela de su padre, es decir que ninguno de ellos esté ligado al flamenco de forma cuasi profesional, aunque  todos se han criado, conocen y gustan  del mundo del cante, el baile y el toque, no  solo por su padre sino por sus  familiares, sus allegados y convecinos  flamencos de Marchena. 

Tanta familia también le hizo a Juan ver la vida de otra manera, había mucha prole que alimentar  y aunque seguía asistiendo a eventos flamencos por la provincia  de Sevilla y las aledañas,  actuando en los  festivales y ferias como  Mairena del Alcor, Alcalá de Guadaira, Puebla de Cazalla, Arahal, Paradas, barrios de Sevilla como el Cerro del Águila, Parque Alcosa…,  sus salidas ya no se proliferaban tanto. Juan sabía que su cante no se adecuaba a eventos en los que querían contratarle como ferias, celebraciones festivas… Su cante era mucho más profundo, donde el público escucha al cantaor con exquisito silencio, no en el jolgorio de casetas y ambientes  de bullicio. 

Cada vez se fue apartando más de juergas en las que iba contratado, no quería sentirse manipulado ni supeditado a los caprichos de cuatro duros. Él prefería su orgullo y su pobreza, cantar para sus amistades cuando estaba a gusto con los suyos o en agradable compañía;  por ello decidió salir lo menos posible fuera de su entorno.  No era un acomodo, era una forma de ver la vida, eso que decimos mucho por aquí: “era muy suyo, muy marchenero”. Los que le conocimos, sabemos que  tuvo grandes oportunidades, que cantaores como Mairena, Menese y otros muchos que pasaron por la Fiesta de la Guitarra, que compartieron escenario con él,  que le escucharon y reconocieron su valía y su personalidad cantaora,  quisieron llevarlo en su compañía, para recorrer toda la geografía flamenca entre los años 70 y los 90, cuando el apogeo de los festivales estaba en su mejor momento. Recordamos la crónica de ABC de la VIII Fiesta de la Guitarra. Corría el año  1981, Juan actuaria con Miguel Vargas, Calixto Sánchez, Diego Clavel, Enrique de Melchor entre otros artistas y la crítica alabaría su forma de hacer los cantes sobre todo aquella noche que  estuvo soberbio en la soleá del Mellizo y en los fandangos de Palanca. Decía el crítico del afamado periódico: “Lástima que este gran cantaor no salga y se prodigue más fuera de su tierra”. 

Con Tomatito 

Pero Juan siempre se negó, estar cerca de los suyos,  cantar en “su” Fiesta de la Guitarra,  a las cofradías de su pueblo y sobre todo a su Virgen de la Soledad. En los últimos tiempos, lo más que se retiraba era por los alrededores de la comarca Carmona, Fuentes, Sevilla, Utrera, Puebla, Morón… y  generalmente aceptando compromisos y continuas llamadas  para que colaborar con alguna asociación, en festivales benéficos, por cuestiones humanitarias y por ayudar a los demás.

Solía estar acompañado, en las Fiestas de la Guitarra – en la que era cantaor fijo – por tocaores como Tomatito, Enrique de Melchor, Paco Cepero, José Luis Postigo y sobre todo por su amigo Manolo Cobano,  entre otros. Muchas veces lo recordamos,  acoplándose en el bar Cobano acompañado por este a la guitarra;  seguramente ambos estaban preparando una actuación en algún lugar de la comarca o en el propio festival marchenero. A lo largo de sus actuaciones en la Fiesta de la Guitarra de Marchena, en las que se sentía muy dichoso, tuvo la suerte de compartir escenario con muchos de los más grandes cantaores del último tercio del siglo XX  como Camarón de la Isla, Chiquetete, José Menese, El Lebrijano, José Mercé, El Cabrero, Aurora Vargas, Calixto,  Carmen Linares, con los Mairena …, porque Juan actuó en casi todas las ediciones de la Fiesta de la Guitarra, mientras estuvo con nosotros. 

Durante los primeros años de democracia española, Juan, aportó su conocimiento colaborando con el Ayuntamiento para el fomento del flamenco y de la saeta en Marchena. Fue,   junto con la Concejalía de Festejos y otros compañeros amantes del flamenco un factor activo en redactar  las bases para los concursos de Saetas, de Cante por Colombianas en Conmemoración de Pepe Marchena, y darle más énfasis a la Fiesta de la Guitarra. Sin duda alguna Juan Pliego tiró de sus saberes y ayudó en gran manera en aquellos inicios, de igual manera siempre se comprometió con las cuestiones sociales. 

Con Manolo Cobano 

Juan fue un gran cantaor, que no quiso ser artista si para ello tenía que perder la esencia, retirarse de su pueblo… Disfrutaba cantando entre amigos, con sus paisanos, con sus gitanos de toda la vida;  pero “…se le hacía un cerro” salir de Marchena, cantar en festivales, ausentarse… Juan fue toda su vida un trabajador agrícola desde pequeño y  en sus últimos años, gustaba de dar sus paseos por los caminos, por los alrededores de Marchena, con su perrita y su vara. Allí se sentía a gusto, cantando para él mismo, echando sus sentimientos al aire. 

Juna Pliego Fernández “El Caeno”, murió en Marchena el 10 de julio  1998 de un infarto de miocardio. La familia se perpetúa, ya que además de sus 7 hijos son ya 14 nietos y 9 biznietos, de los cuales parece ser que Coraima que en 2013 participó en la VOZ KID como cantante, apunta muy buenas formas para llegar a ser una gran artista. ¡Ojalá tenga suerte y consiga el éxito que se merecieron su abuelo Juan y su tatarabuela la Rubela.

Juan, en  vida, recibió muchos premios y trofeos. Pero también en su memoria (estaba reciente su fallecimiento) se le daría un homenaje en el verano del 1998 cuando se cumplían 25 años de la Fiesta de la Guitarra. La Peña Flamenca de Marchena le hizo dos homenajes: uno  en el V Concurso Nacional de Saetas y otro por su aportación al flamenco. Este último se llevaría a cabo  durante dos veladas, la del 23 en la que actuaron exclusivamente flamencos de la localidad como Rafael Cano de los Reyes, con Melchor Chico a la guitarra y  Juan Antonio Suárez en la percusión. En la noche del 24 actuaría Pedro El Granaino acompañado a la guitarra por Antonio Carrión.