La mujer  en el flamenco (IV) 

Eduardo Ternero - 9 de agosto de 2020

Las mujeres que despuntaron en el flamenco durante el XIX debieron ser grandes intérpretes, grandes artistas,  a pesar de la falta de libertad del sexo femenino en aquellos tiempos y al machismo existente en el seno de las familias, de la sociedad,  no solo flamenca sino en general. Aún así, seguimos rememorando féminas flamencas de aquella época, todas ellas anteriores a la aparición de Pastora Pavón, “La Niña de los Peines”, que pondría el punto y aparte en esto del flamenco. 

la “Juanaca” 

Recordamos a Juana Escalona Fajardo, “la Juanaca”, nacida  en 1846,  en el barrio de la Trinidad de Málaga. Desde pequeña se aficionó a escuchar los cantes por las tabernas y colmaos de su barrio y los del Perchel, por aquel entonces lugares de encuentro de muchos aficionados del incipiente arte. Su amor al flamenco estuvo presente a lo largo de toda su vida, se casó con un hermano de la “Mejorana” y tío de Pastora Imperio asegurando que su descendencia llevase el flamenco en las venas. Uno de su hijos regentaría la venta Joselito, en la Caleta de Málaga donde se daba cita lo más granado del flamenco del momento para celebrar inacabables  juergas. Fernando “el de Triana” apunta nombres de asistentes a aquellos saraos como  La Trini (antigua dueña del local),  Juan Breva, Chacón, Niña de los Peines, Manuel Torre, Cojo de Málaga, el Niño de Cabra…

La Juanaca  actuó en muchos  cafés cantantes,  sobre todo en el Café España,  de la capital de la costa del Sol, siendo una de las mejores intérpretes de alegrías y soleares, dos cantes  para bailar y que según “el de Triana”,  “…era un verdadero fenómeno de la época”. Solía acompañarla la  bailaora Fernanda Antúnez y la guitarra del Maestro Pérez. La “Niña de los Peines”  admiraba las cantiñas de la Juanaca, de cuya muerte solo sabemos que fue a inicios del primer tercio del XX. 

la “Loca Mateo” 

Otra gran cantaora, nublada por la impronta del hombre fue María de las Heras, “La Loca Mateo”, una cantaora nacida en Jerez de la Frontera.  María siempre acompañó a su hermano “El Loco Mateo” por todos los escenarios, y desde luego ejecutaba  todos los cantes que él hacía a la perfección. Ya hemos comentado en alguna ocasión que los madrileños, al verles cantar juntos, pensaron que se trataba de un matrimonio, y así lo reflejaba la prensa de aquellos días que actuaban por los cafés cantantes junto al guitarrista Paco el de Lucena, que seguramente iría acompañado de su señora la famosa “Parrala” y la gran bailaora “La Pitraca”.  El apodo seguramente le viene por ser hermana del Loco Mateo, cantaor de gran renombre a mediados del XIX. Sabemos, por Fernando “el de Triana”, que seguramente era una cantaora de cantes ‘machunos” como se solía decir a las mujeres que cantaban por solea y seguiriyas. 

Ambos hermanos pasarían a la historia del flamenco como personas raras o  introvertidas, y lo de ‘locos’ no creemos fuese  porque  adolecieran de alguna enfermedad mental propiamente dicha. Acerca de su muerte se sabe muy poco, solo que fue mucho más tarde que la de su hermano,  que acaeció en 1889. 

la “Macaca” 

Juana Antúnez 

Enriqueta Díaz, conocida por el nombre artístico de la “Macaca”, nació en Cádiz a mediados del XIX y murió en la misma ciudad a inicios del XX. Gran cantaora y bailaora, según Fernando “el de Triana”: “…cantaora de un flamenquismo exquisito, que levantaba al publico existente”. Casada con Miguel Cruz, el “Macaca”,  su carrera la desarrollaría junto a su marido en los cafés de su ciudad natal, Jerez. Ya en Sevilla, el matrimonio actuaria en los cafés de la capital hispalense, sobre todo en el de Silverio, más tarde en el Filarmónico y el Novedades,  estamos hablando ya de  inicios del XX (1900-1905). 

Mujer de gran belleza, dicen las crónicas y, según relato de Pepe el de la Matrona,  por motivos de celos – no sabemos si infundados – el marido, Miguel Cruz,  ingresó en la cárcel por matar de un tiro a un hombre que piropeó a la Macaca; otros dicen que le  apuñaló. El escritor Antonio Escribano diría: “la Macaca mancilló su honor de hombre, lo que la llevó a constantes depresiones el resto de sus días”. 

 Juana Antúnez Fernández, excelente bailaora nacida en Jerez en 1871. Con tan solo 7 años ganó un premio de baile en su ciudad natal y otro en Santander. Desde muy pequeña se ganó la vida con el baile por los tablaos de todos los cafés cantantes junto a su  hermana  Fernanda Antúnez. Fue una de las mejores bailaoras que pisó el escenario del café “El Burrero” de Sevilla acompañada en muchas ocasiones por la Carbonera y la Escribana.  A partir del 1900 actuó en el Café Novedades  y en el Filarmónica, realizando durante el primer tercio del XX giras por toda la geografía española. Su imagen sirvió para ser una de las primeras en etiquetar las botellas de vino de Jerez. Está considerada como una de las mejores bailaoras de los cantes de Cádiz de todos los tiempos. Dicen que un capitán de barco quiso raptarla,  pero no pudo consumarlo porque lo impidió su hermana Fernanda. Juana y su hermana ganaron mucho dinero en los cafés cantantes; sin embargo, al final de sus días ambas se vieron en la miseria: Fernanda vendiendo flores por Sevilla y Juana, se refugió en la bebida y, estando  interna en el Hospital de la Caridad de Jerez,  buscaría su muerte arrojándose desde  la azotea del edificio  en 1938.