Niño Ricardo, genio y maestro (II)

Eduardo Ternero - domingo, 13 de noviembre de 2022

Estamos en los años cuarenta y Niño Ricardo ya se ha consolidado como uno de los grandes guitarristas de la historia. Manuel Serrapí es un revolucionario de la sonanta, había creado una ‘jondura’, una forma de sentir la guitarra totalmente novedosa en musicalidad y expresividad. Sus falsetas, su forma de tocar, su manera de expresar la música y lo  que aportó a cada palo, superaba  toda la técnica que se conocía hasta entonces. Serán muchos coetáneos los que seguirán su modelo, y las generaciones siguientes, como el mismísimo Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Serranito, Enrique de Melchor… los trianeros, Rafael Riqueni y Ricardo Miño, aprenderían y aprovecharían sus conocimientos. Basándose en aquella técnica lograrían, más tarde, el poder desarrollar sus propios estilos.  Niño Ricardo no fue por tanto solo  un gran  músico, sino que creó una escuela para la posteridad: el  “Ricardismo”.

Niño Ricardo, joven  

Ni que decir tiene que,  a partir de los 40  grabaría con los más grandes artistas de la época, pues, durante muchos años fue el guitarrista más solicitado por  los grandes cantaores, amoldándose a todos los gustos y formas : Torre,  Pastora y Tomás Pavón, Pepe Marchena, Pepe Pinto, Vallejo, Mazaco, Chacón, los Mairena, Caracol, Porrinas, Fernanda y Bernarda, Talega… serían aquellos a los que más veces acompañó  y a compañeros como Melchor, o Sabicas en México (1949), con quienes siempre tuvo un buen compañerismo y consideración. Debemos recordar que, en estas fechas, Montoya, Niño Ricardo, Melchor, Sabicas, Borrul,  Habichuela y pocos más, eran los divos de la guitarra, esta minoría tuvo la sensación de que difícilmente iban a poder encontrar otro que entendiera mejor que ellos lo que lo querían cantar y qué acompañamiento deseaban; ellos tuvieron la intuición para lograr ese ideal  de compenetración. 

Niño Ricardo siempre reconocería que sus grandes maestros fueron Javier Molina del que aprendería la forma de acompañar. Molina fue una insigne tocaor que influyó no solo en Niño Ricardo sino en muchos otros como  Diego el de El Gastor, los hermanos Morao…  Era tan estudioso de la guitarra que en los conciertos alternaba la guitarra flamenca y la clásica. Dicen que era de destacar los sofisticados arreglos en la mano izquierda, y el uso de las cuerdas al aire. De las enseñanzas de  Ramón Montoya, Niño Ricardo, pudo coger sus arpegios, sus armonías, su dulzura y de Manolo de Huelva su ritmo, la gracia y el aire, sobre todo su forma de hacer la bulería. 

 Paco Mazaco

Es justo decir que estos genios de la guitarra como Niño Ricardo – así lo reconoció en más de una ocasión –,  también aprendieron y recibieron el influjo de aquellos cantaores, compañeros de escenario, que conocían los cantes, que estudiaron las formas de cada lugar, léase artistas como Marchena, Chacón, Pepe Pinto,  Pastora, Manuel Torre, Vallejo, Mairena… a la par que ellos mismos iban formando un poso y anotando en el tiempo sus conocimientos.  Estos aprendizajes, estas formas de acompañar los retomarían aquellos que vendrían después y que han constituido quizás el mayor desarrollo de la guitarra flamenca, pudiendo considerarse como la Edad de Oro de la sonanta. Hablamos de Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Enrique de Melchor, Rafael Riqueni, Diego del Gastor, Serranito, Ricardo Miño, Vicente Amigo… artistas que han reconocido que, su valor y su aprendizaje, es gracias a la herencia que han dejado aquellos como Niño Ricardo; tanto es así que entre ellos, cuando se referían a D. Manuel Serrapí le apodaban  “El Padrino”

Porrinas de Badajoz

Muchos han entendido a Niño Ricardo por su valor como concertista y es cierto que a veces parece sonar como guitarra clásica, pero basta escucharle incitar al cante a los grandes del flamenco como en la seguiriya con Tomás Pavón, escucharle en las bulerías con su hermana Pastora “Niña de los Peines” o con Marchena en la milonga que hace de la versión de la Hija de Juan Simón, para darnos cuenta de la flamencura que derrocha.  Tampoco nos deja indiferentes cuando hace, con  Melchor de Marchena, un par de bulerías que son fundamento del mejor toque para aprender el toque de la sonanta. Y ¿Qué decir de los acompañamientos con Caracol, El Carbonerillo, Palanca, Vallejo, los Mairena, Pericón, Porrina, Chocolate… la lista es interminable, pues incluso grabó con los mejores intérpretes de la copla como con Marifé de Triana. También aquellos jóvenes que empezaban y que luego llegaron a ser grandes figuras del cante como Lebrijano, Morente..., se iniciaron con él, pues, Niño Ricardo, entiéndase, estuvo grabando y en los escenarios más de cinco décadas, desde los años  20 hasta los 70 del siglo pasado y ni que decir tiene que los mejores cantaores le buscaban para que fuese quien  les acompañase en sus grabaciones. 

También,  Manuel,  fue llamado para participar en películas como en “Puente de Coplas” , compuso grandes éxitos para artistas consagrados de la Ópera Flamenca como “El Emigrante” o “El rey de la carretera”, que impulsaron a Juanito Valderrama, o “La Madrugá” que cantara Antonio Molina.

Víctor Monje, Serranito 

Empero, además de ser un genio de la guitarra, de ser un adelantado de su época y un compositor excelente, Niño Ricardo, y eso lo corroboran quienes le conocieron, fue un hombre de grandes rasgos humanos, con un sentido de la educación y de la cortesía desmedida. Era un hombre con una fuerte personalidad que  vislumbraba, que sabía mucho más de lo que en aquellos momentos transmitía. Sin embargo, jamás echaría mano de la petulancia ni de la arrogancia, a pesar de estar en la cumbre del Olimpo guitarrístico. 

Es cierto que  a partir de 1945, año en que se sometió a una operación de garganta y quedaría con una voz ronca, se convirtió en una persona más apocada; pero, su mirada, su forma de actuar era de una autoridad superlativa, entendida como el respeto que ejercía sobre los demás. El siempre admitió haber aprendido y copiado las formas de tocar de Ramón Montoya, de Javier Molina de Manolo de Huelva, al igual que reconocía y afirmaba que siempre siguió estudiando y separándose de la antigua escuela, para crear nuevos sonidos, nuevas formas de la música flamenca a través de la guitarra.

Monumento a Niño Ricardo

En una entrevista allá por los años 60, descubriría muchas cosas de su personalidad, como que no había sido muy amante de los reservados sino más bien de grandes escenarios. Como ocurre entre generaciones, él pensaba que la generación que le sucedía debería crear más, debería imponer su impronta,  su sello personal, que los jóvenes no  se limitaran a copiar e imitar. Todos creemos que le hicieron caso pues la guitarra en los últimos tiempos ha tomado un auge descomunal. El pensaba que la guitarra y el cante se tienen que sostener, que ni el cante debe acallar la guitarra ni esta al cante; en conclusión diría: “No me parece muy claro el porvenir del cante. Estamos llegando al momento en que una guitarra pueda interesar más que un cantaor. Que si la culpa la tiene o no Pepe Marchena no seré yo quien lo juzgue. Yo entiendo que cada uno ocupa el lugar que merece. No hacen falta recomendaciones para triunfar... ni para fracasar.”

Manuel Serrapí Sánchez “Niño Ricardo", murió de cirrosis hepática en 1967 a los 67 años. Está enterrado en el cementerio San Fernando de Sevilla bajo un monumento que representa un ángel levantando una guitarra hacia el cielo, monumento que se financió con la venta de un disco que grabaron varios artistas como Paco de Lucía, Sabicas y el hijo del propio Niño Ricardo entre otros.