Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 9 de marzo de 2025
Acabamos 1951 con la distinción que el Casino de Marchena la hace a Pepe, el 7 de noviembre, nombrándole Socio de Honor de la Sociedad. Igualmente, en Sesión de la Comisión del Pleno del Ayuntamiento, con fecha 6 de diciembre, se aprobaba la petición que hacía un Comité de emprendimiento popular para que a José Tejada “Niño de Marchena” se le hiciese el homenaje que se merecía, por ser el mejor artista que había tenido el pueblo hasta entonces y llevar el nombre de su pueblo por todo el mundo. En dicho homenaje se le nombraba Hijo Predilecto de Marchena e incluía la rotulación de una de las calles de la villa con su apelativo. Por ello, a inicios de 1952, se organizaron una serie de actos, lúdicos y festeros para celebrar de forma paralela dicho acontecimiento.
Pepe con Medel y Paco Jiménez
El reconocimiento a Pepe partió del grupo de sus amigos de siempre, de aquellos aficionados, admiradores…, de aquellos que le habían seguido desde sus inicios. No estamos de acuerdo con las declaraciones que muchas de las veces había hecho la prensa y algunos biógrafos del marchenero en las que se decía que Pepe no se llevaba bien con su pueblo, que no solía visitarlo. Lo que hay que entender es que un artista, que aspiraba llegar a lo más alto, que soñaba con ser la figura que llegó a ser dentro del flamenco, no podía limitarse ni anclarse en el pequeño rincón de su tierra. En la España de aquellos momentos, (figúrense 30 años antes, es decir en los años 20), si querías tener éxito, si deseabas darte a conocer, sin los medios audiovisuales con los que contamos hoy, era muy difícil. Entonces ser protagonista de la prensa, estar en las ondas de la radio, llegar a casi todos los rincones de los pueblos y ser escuchado por los aficionados más apartados de la España profunda, significaba una tarea ardua por no decir casi imposible. Había que hacerlo en directo, de forma presencial, desplazándose a aquellos lugares, acercándose…, había que “rozarse” con la gente, con el hándicap de la inexistencia de tantas carreteras, con unos medios de transporte tan pobres, tan escasos…
Es cierto que a partir de finales de los 40, Pepe, vuelve más a Marchena, pero no porque hubiese hecho las paces con su pueblo como se ha dicho, por el mero hecho de reconocerle con aquel homenaje. Pepe vuelve más a menudo por muchas razones; algunas ya las hemos apuntado: llevaba casi cuarenta años en los escenarios, precisa descanso, necesita tener una familia, tener un domicilio donde descansar. Su madre está muy mayor y enferma; por tanto la visita más a menudo; también, los medios de transporte van cambiando y aceleran los desplazamientos; y, por supuesto, hay que reconocer que sus actuaciones eran más distanciadas, ya no estaba en la punta la pirámide, la variedad musical, el hartazgo de Ópera Flamenca ya no daban para más… Y, aunque él siguiese considerado por la prensa, por la radio…, como uno de los mejores artistas del momento, el gusto de los aficionados estaba cambiando irremediablemente.
Azulejo que rotula dicha calle
Por estas razones, Pepe, se deja ver más por Marchena, por eso acude más el Casino de Marchena y a los de Morón, Arahal, Écija, Osuna, Fuentes, Puebla…, en ellos juega, comparte mesa, copas y ratos de ocio con esa parte de la sociedad que tiene más medios. Generalmente, cuando aparece, suele venir acompañado de su representante Azuaga, de otros artistas, o de gente pudiente de otros lugares; él da caché donde llega. Pepe conserva amigos por todos los rincones donde ha pisado; pues, a lo largo de su vida ha ido derrochando arte, amistad y sobre todo dinero. Ahora, en su pueblo, en Marchena se relaciona, sin dejar de ver a los suyos, con empresarios, dueños de comercios, terratenientes, funcionarios…, – que suelen ser los mismos que rigen la vida política, social y económica del pueblo y por ende, muchos forman parte de la Junta Directiva del Casino y de la Corporación Municipal del Ayuntamiento –. Ya no obtiene solo la congratulación y el reconocimiento de sus amigos y antiguos adeptos, ahora le rondan todos aquellos que conformaban la “elite” social de la villa. Pero, Pepe, ni es rencoroso ni se detiene en analizar este tipo de cuestiones. Él “vive a tope”, ansía divertirse y hacer feliz a todo el que tiene a su lado. En aquellos años aspiraba a ser un artista en todos los sentidos y sigue cultivando la creatividad, el entusiasmo, el esnobismo…, todo aquello que dan sentido a su vida y le complace. Pero siempre mantuvo una preocupación por los infelices, a los que intentaba ayudar a salir del bache.
Entendemos que el Comité organizador, conformado por amigos y simpatizantes, no tendría fuerzas ni medios suficientes para llevar a cabo todo el proceso del homenaje. Además, no eran tiempos en los que la gente pudiera decidir con la recogida de firmas. Sería por influencia del Casino y su Junta Directiva encabezada por D. Heraclio Fernández Hernández y paralelamente por la Comisión Permanente del Ayuntamiento, que aportaría 100 pesetas para el azulejo, como se conseguiría la rotulación de la calle. Todo ese aparataje de eventos, costaba tiempo y conllevaba unos gastos que se sufragarían con los espectáculos, las comidas, las aportaciones de los ciudadanos… Fueron una serie de actos merecidísimos y creemos que demasiado tarde, como suele ocurrir en nuestro bendito pueblo.
El Padre Vicente con sus alumnos
Dentro de los festejos que se prepararían con antelación, para dar más énfasis y acompañar al acto de hacerle Hijo Predilecto de Marchena y la rotulación de la calle, serían una cena-homenaje, que se celebró en el Casino Municipal y dos espectáculos en el Cine Planelles donde actuarían Pepe y un rosario de artistas, de distintos géneros y variedades, que se sumaron al reconocimiento. Como lo prometido era deuda, con todo lo recaudado se ayudó a los necesitados de la localidad, sobre todo a la Casa de los Pobres fundada por el Padre Mercedario Vicente Guerra, que tanto había luchado por los desamparados; además, en estas fechas conseguiría que el Ayuntamiento le concediera una ayuda mensual de algo más de 300 pesetas, para su causa. Cuentan que el padre Vicente, desde muy temprano, iba pidiendo comida para sus pobres y la gente del pueblo le decía: “Padre, ¿quiere usted una copita?” De aguardiente por supuesto, y siempre solía responder: “Mejor dame el dinero”...; tenía donde emplearlo. Por las tardes, el Padre Vicente, recorría las eras, los sombrajos y, con el carro y un borriquillo de un amigo, recogía granos, alguna gallina..., comida para sus pobres.
Homenajear al “maestro”, no podía pasar desapercibido para el mundo del arte. Pepe era tan querido por el público en general que la prensa se hizo eco del acontecimiento y así lo recogía El Correo de Andalucía en sus páginas, tras una nota enviada por la Comisión Organizadora del evento y que el flamencólogo Eugenio Cobo recoge y nos sirve: “Marchena, espiritual y romántica, quiere agradecer y premiar al gran cantante la nombradía que, anteponiendo a su nombre propio el de su pueblo, ha dado a este en todo el mundo y por todos los vientos, y seguramente vivirá ese día una de sus efemérides más celebradas”
Asimismo El Correo de Andalucía, dos días antes del señalado para el descubrimiento del azulejo, comunicaba en sus páginas la cantidad de aficionados, amigos y artistas que admiraban a Pepe Marchena. Eran tantos los que deseaban estar presentes en el banquete del Casino Municipal de la Villa de Marchena y asistir a los dos espectáculos, que se ofrecerían en el Cine Planelles, que no hubo más remedio que disponer, desde la capital sevillana, de una flota de autobuses para desplazar a cuantas personas quieran asistir a dicho homenaje. La gente tampoco quería perderse el momento en el que el “maestro” descubriera el azulejo de la calle que llevaría su nombre.
Pepe, se dirige al publico encima de un coche
Así pues, se celebraría, con insuperable éxito, el banquete en el Casino Municipal, con asistencia masiva, tanto local como foránea. Del mismo modo se celebraron los dos espectáculos prometidos en el Cine Planelles, propiedad de Paco Jiménez. En dichas funciones cantaría Pepe para sus paisanos, que como siempre sería ovacionado, al igual que los artistas invitados que le acompañaron. Y, por fin llegaría el día señalado, el 20 de enero de 1952, día de San Sebastián, patrón de Marchena que, además, coincidiría en domingo, con lo cual muchos trabajadores y forasteros pudieron asistir. Aquel celebrado día, todo el pueblo se lanzaría a la calle, además de muchos medios informativos de la época e innumerable cantidad de artistas de todos los lugares. Las vías aledañas a la esquina de la antigua calle Guillermo, con la hoy rotulada como calle Santa Clara, era una marea humana, no cabía un alfiler, fueron miles de personas las que se dieron cita en el lugar y las cámaras de fotos de los periodistas recogieron el momento, dejando para la posteridad la cantidad de público que asistió. Pepe, el protagonista, una vez que se descubrió el azulejo, quiso dirigirse a los asistentes, con unas palabras de agradecimiento y, para que le vieran, subiría encima del coche "Dogge" propiedad del taxista Pepe Morilla, el cual le diría a Pepe: ¡Maestro que me va usted a boyar el coche!, a lo que Pepe contestaría: ¡No te preocupes eso tiene arreglo!
Finalizado el merecido homenaje que su pueblo le debía, la vida continúa y Pepe debe seguir trabajando. La Marchena de entonces, como la mayoría de los pueblos de Andalucía y de España, vivía aún anclada en el pasado, nada tenía que ver con la Europa de mediados de siglo XX modernizada, económica, social y culturalmente. En España, la industria, la agricultura, la ganadería…, seguían teniendo retrasos de siglos; nuestro país necesitaba ayuda para salir de aquel marasmo y la única que podía llegarle solo podría ser a través de organismos internacionales y del denominado Plan Marshall propiciado por los EE.UU. Pero, hacía falta llegar a un acuerdo y nuestra diplomacia, sobre todo la postura de Franco y sus consejeros no favorecían la apertura que necesitábamos.