Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 22 de septiembre de 2024
El horizonte que se vislumbraba en España a inicios de 1935 era caótico. Por un lado, ya lo dijimos, la II República no había podido resolver los problemas económicos, agrícolas, industriales, mineros…, que padecía el país; en parte porque no tuvo tiempo real y en parte porque la derecha, la iglesia y los poderes (banca, prensa, empresarios…) pondrían piedras a lo largo de su camino. También habría que achacar gran parte de culpa a las posturas de izquierda que, en sus disquisiciones, no fueron capaces de aglutinarse, de unir fuerzas y posturas comunes, lo que les llevaría a desengañar a sus propios afiliados, a militantes y a una gran mayoría de pobres, obreros, campesinos, mineros, etc. que esperaban ansiosos cambios que les condujeran a una vida cuasi digna.
Cartel "Paloma de mis amores"
Estamos en la primavera de 1935, el “Niño de Marchena” estaba representando el espectáculo “Alma andaluza” por los escenarios andaluces (Cádiz, Sevilla, Málaga, Granada…) Sin embargo, Pepe, persistía en su idea de hacer cine. Ya tenía en sus manos un par de guiones, para hacer dos películas. Una, que no llegó a filmarse, sobre el Rocío, por la condición que el marchenero puso sobre el tapete, solicitaba la participación de los hermanos Álvarez Quintero para que apoyaran, con sus ideas costumbristas y sus conocimientos, la dirección de la misma. La otra propuesta sí se consolidaría a inicios de verano. Por fin, aquel “Niño de Marchena”, vería cumplido su deseo de ser una estrella de cine. Él vaticinaba que el séptimo arte, que ya se había convertido en sonoro, sería uno de los espectáculos que más público atraería. Marchena hacía cábalas con la popularidad que iban adquiriendo actores y actrices de cine, adivinaba su efecto global, predecía el futuro universal del cine y, él, ansiaba pertenecer a aquel mundo. Desde que conociera en Badajoz la escena, el valor y la popularidad que daba el teatro, sobre todo la comedia de los Quintero y su asistencia a los cines mudos sevillanos…, no había cejado un ápice su interés por la interpretación.
Aquella primera película, titulada “Paloma de mis amores” estaría dirigida por Fernando Roldán un cineasta con experiencias en rodajes, con una carrera consolidada en Francia y Alemania. Roldán venía de dirigir películas españolas como “Fermín Galán” (1931), “El sabor de la Gloria” (1932), “Sobre el cieno” (1933), “Yo canto para ti” (1934)…; incluso durante la Guerra Civil (1936-1939), rodaría “Luis Candelas” y documentales como “Así venceremos”. Las producciones y direcciones que realizara Roldán fueron muy controvertidas por el corte republicano que esgrimían. Por ello, durante la dictadura de Franco, el reconocido actor y director, sería “depurado” y en España se convertiría en un director casi perverso, desprestigiado y olvidado.
Fernando Roldán, director de cine
A inicios de junio de 1935 se inicia en Vigo el rodaje de “Paloma de mis amores”. Actuaban, junto a Marchena, Ramón Montoya que colaboraría en la música de la película, la bailarina Ana María Custodio y actores y actrices como, Carmen Sebastián, Luis Heredia, Alfredo Hurtado, Rufino Inglés, Carmen Viance, entre otros. El rodaje de la cinta se extendería a lo largo de todo el verano. Se estrenaría a principios de la primavera de 1936 (30 marzo), tal vez el año más polémico y reseñable del siglo XX, por motivos que todos conocemos. La película, filmada en blanco y negro, con un metraje de 80 minutos, es una especie de comedia-drama-musical, amenizada como es natural por los cantes de Marchena. Cuenta la historia de Dolores una joven que da a luz a mellizos siendo soltera y pide a un tío suyo que se ocupe de los niños. Contrae matrimonio y se marcha a vivir a México, donde hace fortuna. Cuando queda viuda, decide regresar a España para recuperar a sus hijos. Ya han pasado 20 años y los mellizos Paloma y Lince se ganan la vida por las calles de Madrid vendiendo y trapicheando cigarrillos y periódicos. Paloma inicia un romance con un cantante “El Niño”, papel que hace Marchena. Al final, todos embarcan rumbo a América; incluso "El Niño" que, dada su popularidad, ha aceptado un contrato para actuar en América y seguir a Paloma.
Terminada aquella primera incursión en el cine del “Niño de Marchena”, no se quedaría al margen y fue llamado por el director francés Marcel Gras para cantar una copla – que se haría muy popular – en la película “María del Carmen”, que se desarrollaba en la huerta murciana. El verano lo finaliza viniendo a Andalucía a cantar, precisamente a la feria de su pueblo, Marchena, es decir, a principios del mes de septiembre. En aquella ocasión, Pepe, actuaría junto a Canalejas de Puerto Real, el cual seguía sintiendo cierto resquemor hacía el marchenero, por los celos propios de la profesión y los hechos ocurridos en fechas anteriores. Pepe, con su sutileza y con aquel ingenio avispado que le caracterizaba, le concedió el galardón de cerrar el espectáculo a Canalejas, el cual, con su habitual arrogancia, se vanaglorió y se sintió petulante (generalmente, la estrella cerraba las galas, para que la gente aguantara hasta el final del espectáculo). El “Niño de Marchena”, salió antes al escenario y estaría cantando durante una hora, haciendo todo su repertorio y con un público enloquecido que no paraba de aplaudir y de piropearle. Cuando llegó la hora de cantar Canalejas, el público estaba frío y se fue marchando…, Marchena lo puso en su lugar; Canalejas era un gran cantaor, que dominaba muchos cantes, que gustaba a los públicos, pero al lado del “Niño”, como dijeran las crónicas: “solo podía ser su telonero”.
Ana María Custodio, actriz
. Parece que, Pepe, le había cogido gusto a la representación, era uno de sus anhelos, ser actor, comediante, actuar en el escenario a la vez que cantaba. Por ello, tras la película “Paloma de mis amores” le llegaría una nueva oferta con la comedia “Consuelo la Trianera”. Esta obra, del “Pastor Poeta” Julián Sánchez Prieto, estaba expresamente hecha para el “Niño de Marchena”, su amigo. Pepe, se volcaría en ella a sabiendas de que el público quería comprobar si aquel “Niño”, aquel genio actuaba y era tan buen cómico como cantante. La obra gustó mucho en todas las salas que se representó, sobre todo en Andalucía. En ella trabajaban con él como actriz principal Adela Calderón y en el cuadro flamenco Ramón Montoya, Pepita Caballero, el Niño de Almadén y un niño guitarrista llamado Andrés Heredia Santiago, quien a la larga le tocaría a todos los grandes: Caracol, Niña de los Peines, Cepero…
La obra de corte andaluz trata la historia de “Rafaelillo”, un soldado (Marchena) que además es un cantaor que está teniendo mucho éxito y una prostituta, anteriormente gran bailaora, venida a menos. El encuentro entre “Consuelo” (Adela Calderón) y Rafaelillo son la trama de toda la comedia que se desarrolla en escenarios de un cuartel de Écija, en la Semana Santa sevillana…, todo de corte popular, con una insignificante calidad literaria, pero, cuyo único interés era ver como el “Niño de Marchena” se desenvolvía en la escena y en el cante.
El estreno fue el 21 de septiembre en el Teatro Cervantes de Granada, también el 22 y a partir de aquí en todas las capitales andaluzas con un enorme éxito en todas las salas que se representaba. El diario de Málaga “El Popular”, en su crónica cultural del 6 de octubre de 1935 reflejaría en sus páginas: “… encontramos al “Niño de Marchena hecho un actor con sobriedad de ademán y justeza de entonación y cantando como pocas veces le hemos oído”. En aquellos momentos era tal la celebridad del “Niño de Marchena”, tal la calidad de admiradores que le seguían; lo mismo podían ser gente famosa: políticos, catedráticos, toreros, artistas…, que multitud de aficionados desconocidos que reflejaban su ilusión de estar cerca de él, al lado de su ídolo. Su carisma, su educación, su forma de saber estar y sus modos y vestimenta, jamás pasaban desapercibidos, era algo que la gente quería ver con sus propios ojos.
Carmen Viance, actriz
Después de la campaña por andaluza, en noviembre, se trasladaron a Madrid, contratando como actriz principal a María Fernanda Gascón. Fue tanto el reconocimiento del público, al “Niño de Marchena”, que recibiría una cena-homenaje por el éxito conseguido. El Heraldo de Madrid, en sus páginas decía: “El Niño de Marchena, héroe de la feliz jornada, que rompió el fuego de los aplausos en su primera escena y se debió de resentir del oído de escuchar las ovaciones, tan justas como clamorosas en su doble personalidad de actor y cantante”.
La gira se alargó hasta mediados de diciembre, actuando en lugares de Madrid, y provincia, siempre rodeados de un gran clamor y la aprobación de los públicos y la prensa por donde pasaban. Sin embargo, Pepe, quería más, aprovecha los comentarios que las crónicas de los periódicos hacían de él, como actor, y con ese resorte declaraba al Heraldo de Madrid: “Quiero presentar al público un género de obras que está lo más lejos posible de la que llaman comedias flamencas”. Estamos en una de las etapas más provocadoras del “Niño de Marchena”. Los ortodoxos, los más puristas defensores del flamenco más clásico seguían cargando contra la Ópera Flamenca, augurándole un final dramático, debido a la liviana teatralidad con que se estaba tratando el flamenco. Sin embargo, estaban cometiendo el error de cargar contra Marchena, al que la gente admiraba, no por su flamenco (que también), sino por su desfachatez mediática, su personalidad, su divismo. Pepe había hecho de esa polémica su mejor reclamo publicitario y la ortodoxia se hundía más cuanto más intentaba poner al marchenero en la picota.