Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 27 de abril de 2025
Con la llegada del verano, Pepe disuelve la Compañía anterior, pero no descansa, sigue viajando, visita Marchena por unos días, se reúne en su inacabada finca con sus amigos y familiares y, para las galas estivales, monta otro espectáculo que titularía “Pasan las Coplas”, llevando en esta ocasión a uno de los mejores fandangueros del flamenco, Juan García Alcaide “Juanito Maravillas” cordobés de Villaviciosa. Le acompañaban dos grandes: Rafael Farina y su hermano Calderas de Salamanca, ambos salmantinos, también incluye al omnipresente Pepe Azuaga, a Luis de Marchena y la Niña de Castro de nuevo, amén de la perpetua guitarra de Benito de Mérida, que esta vez estaba apoyado por Pascual Moya, un guitarrista madrileño que moriría muy joven en un accidente de tráfico. Iniciaron la gira en Junio, recorriendo casi toda España, (Madrid, Barcelona, Valencia y Extremadura…) y estando en cartel hasta bien entrado 1956.
Rosa Parks, activista pro derechos civiles
Aquel verano parecía que se terminaban casi todas las instalaciones de su finca: la sinuosa piscina, los vestuarios, el pozo, el depósito…, todo repujado de azulejos. También, se adecentaba la casa del guarda y mantenedor de todo aquello (naranjos y olivos que se entremezclan en el terreno); para ello, siempre estuvo omnipresente Miguel Morilla, al cual solía llamar Pepe o lo visitaba en la Puebla de Cazalla, en el Café Central, un bar que en 1951 abría sus puertas José Guerrero y que más tarde, su hijo Fernando, haría de él un templo de cultura flamenca. Allí concurrían Pepe Marchena, Antonio Mairena, Juan Talega, Diego del Gastor, Fernanda y Bernarda de Utrera, Terremoto de Jerez… Más tarde sería el centro de operaciones de Francisco Moreno Galván, pintor y letrista flamenco con los cantaores José Menese y Diego Clavel. En esas fechas, de vez en cuando, asistían también a su casa de campo, para pasar una jornada de cante y un arroz, regado con vino, los amigos de Marchena, sin dejar de invitar a conocidos de todos los pueblos de los alrededores y sin descartar la presencia de algún cantaor que llevase en su Compañía. Eran habituales en estas fechas Manolo Montes, Bricio, Pepe Bayón, Eusebio Suárez, Pepe Palanca, Lele de Osuna, otras veces y como hemos comentado llegaban de Sevilla, invitados como Juan Valderrama, el Pali… Isabelita, en cambio, aún pisa poco la finca, ella sigue instalada en la Plaza del Padre Alvarado, con su hijo Piqui, ocupando el primer piso en alquiler. Pepe tiene con Isabel una especie de pacto, aún no están casados y actúan con toda la libertad, debido a las giras que él hace, sus irremediables ausencias…, mientras ella está volcada en su hijo, pero, además, debe atender a Rita, la madre de Pepe, que se encuentra muy delicada y necesita ayuda.
Mientras, durante ese año, en el mundo están sucediendo unos hechos que van a cambiar en cierta forma la vida de las personas como lo sucedido en EE.UU. con la afroamericana Rosa Parks, arrestada por no ceder su asiento a un blanco en el autobús, iniciándose así el movimiento revolucionario pro derechos civiles y convirtiéndose, Rosa, en “la primera dama” de dicha reivindicación. En enero, en un hipódromo de Panamá sería asesinado su presidente, José Antonio Remón Cantera. En Buenos Aires (Argentina) sufrirían un atentado con el fin de derrocar a Perón y transmitir el terror a la población; aviones de la armada bombardearían la Plaza de Mayo dejando cientos de muertos y más de mil heridos. Por suerte, una buena noticia para la salud sorprendería al mundo; en 1955, en los EE. UU. se imponía la vacuna contra la poliomielitis. En España, la incidencia de la polio en los niños era, cada año, de unos 200 muertos y unos 2000 afectados hasta que se implantó, de forma generalizada, la vacunación en 1963.
Construcción del Oleoducto
En octubre de 1955, se había empezado a hacer el oleoducto que atravesaría España desde la base militar de Rota hasta Zaragoza, con 800 kms. de recorrido, haciendo unos ramales hacia Morón y San Pablo en Sevilla. Los trabajos se concluirían en diciembre de 1956. Se haría una zanja de 90 cms. de profundidad (pudiéndose labrar hasta los 60 cms), que la maquinaría americana hiciera en poco más de un año, haciendo una demostración de sus avances no solo en ingeniería, versatilidad, eficacia… (aún sigue funcionando con sus respectivos bombeos y la vigilancia periódica americana) En esa misma fecha, en España, continuábamos, poco más o menos, en la Edad Media, labrando con yuntas de mulos y arados romanos, viviendo en chozos diseminados por zonas rurales y la mayoría vistiendo harapos y remiendos. En muchos de los pueblos no se disponía de agua corriente, las calles eran un lodazal, no había cuartos de aseo… y la leche en polvo y otras necesidades perentorias nos seguían llegando desde el extranjero. Al paso de aquella ingente maquinaria americana por Marchena (a 300 metros del Centro), nos recuerdan los mayores: “… la gente iba a recoger la chatarra que los americanos tiraban (restos de electrodos de soldaduras, tubos, chapas sobrantes, cubiertas de ruedas para los zapatos...), incluso muchos apuraban los residuos de los botes de penicilina, que utilizaban los operarios; pues, en las heridas y postillas infestadas de nuestros paisanos, hacía un efecto de sanación instantáneo”.
Desde 1954, Pepe, sigue aumentando su popularidad con el programa radiofónico “Cabalgata Fin de Semana” que dirigía Bobby Deglané. En cambio, los ortodoxos, los más clasistas seguían en su lucha contra el efectismo de Pepe Marchena. Después de casi 40 años en la cumbre del éxito, no había forma de derribarle. Pepe, era infatigable, inventor, creador… y cada vez que le atacaban por un flanco, surgía con otra iniciativa que le conducía a la admiración de la gente, como en sus mejores años…, Marchena, parecía tener el don de la eterna juventud; pero, esa cualidad tenía fecha de caducidad. Muchos, aquellos que supuraban el flamenco más clásico – los puristas –, se frotaban las manos y apuntaban a cantar aquel fandango de Antonio El Sevillano “No hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista” como una forma de resignación.
Moreno Galván con Menese
Efectivamente, la Ópera Flamenca tenía sus días contados, la época dorada del fandanguismo, de los cantes de ida y vuelta, del virtuosismo… llevaba visos de terminar pronto e irremediablemente, Pepe, no podía ser eterno, su fuerza y por ende su fama estaban en un proceso de no retorno. Por el horizonte se vislumbraba la emergencia de otro genio del flamenco, Antonio Mairena, que traía la renovación, la restauración del flamenco más puro; Mairena era un cantaor del que, el propio Marchena, ya vaticinara su valor en lo ‘jondo’. Pues, aunque parecieran antagónicos, en realidad nunca estuvieron muy distantes. Marchena, sería un clásico durante sus primeros años; mas, después, cambiaría el sentir flamenco, enarbolando la bandera del preciosismo, poniendo en vanguardia este arte tan sublime que estaba denostado, elevándolo de categoría, alejándolo del oscurantismo y la subyugación. En esos años, Mairena, no tuvo más remedio que estar subido en ese carro, lo exigía el público, aunque a veces se rebelara. Así, ocurrió que, en un festival en el que se peleaba Antonio con una sentida seguiriya y Pepe Marchena, escucharía una mala crítica, hacia el genio de Mairena, que aireaban unos aficionados; al instante, el marchenero, saldría al quite contradiciéndoles: “… Pues, ese que dicen ustedes que tiene la voz como un becerro, acabará echándonos a muchos del cante”. Y efectivamente, a partir de la segunda mitad de los 50, tras dejar la Compañía del bailaor Antonio Ruiz, con el que había estado durante 10 años, se aliaría con el poeta y flamencólogo Ricardo Molina y darían varios giros de tuerca al flamenco durante las décadas siguientes.
Empero, a Pepe, le quedaba aún mucho fuelle; todavía tenía mucho que dar al flamenco y sobre todo mientras tuviera aquel ánimo vitalista, derrochando su personalidad, haciendo feliz a muchos. Pepe convertía en alegría todo cuanto tocaba, a pesar de vivir varias etapas de las más tristes y penosas que ha tenido nuestra historia, siempre estuvo dentro del positivismo, sintiendo la vida como un don divino, viendo el vaso lleno, buscando siempre gozar y reír. Su secreto para ser de esa manera tan optimista fue su desinterés económico, el poco valor que le diera al dinero, hablar sin acritud, amar la vida dulcemente, esperándolo todo, queriendo a los demás… Era algo que siempre transmitía, una sensación de bienestar en quienes le rodeaban. No se trataba de una hilaridad explosiva, pasajera, sino un placebo de tranquilidad continuo, sin aspavientos.
Pepe con Piqui y unos amigos
Pepe tiene, también, en mente a su hijo y, cada vez que es entrevistado, suele hacer comentarios acerca de la valía de Piqui, el cual tiene casi trece años y es hora de ir promocionándolo. Su madre, Isabelita Domínguez, quiere igualmente que se dedique al mundo del espectáculo (canción, cine…). Pepe, conoce a mucha gente famosa y la radio era el medio más importante, durante los 50, para promocionar a un novel. Seguro que, los periodistas Rafael Santisteban y José Luis Pecket, sus amigos y conductores del programa “Cabalgata Fin de Semana” y otros locutores radiofónicos estarían dispuestos a atender la llamada de Pepe Marchena, en la que el cantaor marchenero pusiese en alza el valor artístico de su hijo. También muchos de los diarios podrían echarle una mano, en principio entrevistando al propio Marchena que hablaría de las virtudes de Piqui. La prensa incluso recogió que el chaval haría su primera película como protagonista sobre la biografía de su padre... Sin embargo, conforme iba pasando el tiempo se fue viendo que el joven José Manuel Tejada Domínguez (Piqui), no tenía cualidades para el cante ni para el mundo del celuloide. Pensamos que Pepe no desistiría, que lo intentaría en más de una ocasión; pero, igualmente, creemos que nuestro protagonista jamás abdicaría en nadie, creemos que ni en su propio hijo. Pepe Marchena era único y lo sería hasta que dejara este mundo; su narcisismo, aquella forma de ser tan ególatra le acompañarían durante toda su vida.
Sigue el marchenero con sus galas por España, estamos a finales de 1955 y ya lleva su Compañía más de 6 meses representando “Pasan las coplas”, aún les quedan varías ciudades que visitar, hasta casi la primavera del siguiente año.