Rincón Flamenco - "Reflexiones sobre el flamenco" por Eduardo Ternero Rodríguez
Eduardo Ternero - domingo, 15 de diciembre de 2024
En la primavera de 1945, Pepe, ya tiene firmado la mayor parte de los contratos de la gira que hará por Sudamérica. Su ilusión quedará en España, la de compartir su vida con Isabelita Domínguez; formar una familia, un hogar…, algo que se le hace cada vez más tentador. Sin embargo, esta vez viaja sin su compañía, allí le esperaban siete u ocho meses de ajetreo, de viajes y traslados a distintos lugares del continente americano, donde tendrá ocasión de deleitar a un público ávido de recuerdos de su tierra, españoles que no han olvidado sus raíces flamencas, que solo conocen al “Niño de Marchena” a través de los discos y el eco, cada vez más universal, de las ondas de radio que atraviesan los espacios siderales y les llega desde la Madre Patria.
Eva Duarte, esposa de J. D. Perón
Allí, en ultramar, ya se habían asentado muchos de los nuestros: artistas, escritores, políticos…, desterrados, exiliados…, tras la Guerra Civil y otros muchos españoles que probaron suerte en el nuevo continente; todos dejando con dolor, sus raíces, su gente, sus casas… Fue el caso de Miguel de Molina, el único que en la copla le hacía sombra a la Piquer en la posguerra. Miguel tenía un éxito impresionante en los teatros madrileños como el Cómico y el Pavón, en el Cómico precisamente unos falangistas lo vieron actuar y junto a varios militares lo esperaron una noche, le dieron una paliza, lo pelaron al cero y le dieron aceite de ricino…, pero, Miguel no era rojo, era mariquita y, en sus espectáculos, hacía gestos amanerados, propios de las folcloristas; pero, él era un artista, querido por los públicos, que cantaba coplas y… tuvo suerte que no lo mataran. Lo deportaron a Cáceres y el castigo impuesto fue no poder cantar durante más de un año en local alguno. Sin embargo un empresario argentino se lo llevaría contratado a Buenos Aires. En aquellas tierras Miguel alcanzó el éxito y la fama, se hizo amigo del presidente argentino Juan Domingo Perón y sobre todo de su esposa la famosa actriz Eva Duarte.
¡Qué pena de España!, un país, que consiguió ser uno de los imperios más grandes de la historia durante los siglos XVI y XVII, en la que Sevilla se erigió como capital de los negocios, del oro y la plata, del comercio… y donde florecieron las artes en todos los órdenes (literatura, pintura, arquitectura…), en nada, se vería relegada a la pobreza desde la llegada al poder de los Borbones (1700). La mala gestión de la economía, la salida de capitales al extranjero, las malversaciones de los validos y la nobleza...; todo unido a los gastos en defensa contra la independencia de las colonias, las guerra internas y un largo etcétera, hicieron que el país se sumiera en la pobreza. Ahora, tras la Guerra Civil (1936/39), el exilio de la mayoría de escritores, pintores, artistas… nos dejaría huérfanos de cultura, de intelectualidad; así aguantaríamos varias décadas de sumisión, censura, servilismo…, con un régimen militar dictatorial impropio de los vientos que corrían por Europa.
Carlos Gardel. el rey del tango
Empero, sigamos con los preparativos y con el viaje en sí del cantaor marchenero. Estamos a finales del verano de 1945 y Pepe daría por terminada la temporada en España. Ya ha disuelto su Compañía, tiene por delante su nuevo proyecto, visitar varios países del continente americano. En su mente está triunfar en Argentina, Uruguay y posiblemente debutar y triunfar también en las principales ciudades brasileñas…, tal como se lo había vaticinado Carlos Gardel. Sin embargo, Pepe, sentía en su interior una enorme incertidumbre: no sabía cuánto se alargaría su estancia en las tierras de ultramar y, sobre todo, que pasaría cuando volviera a España, ¿se habría olvidado el público de él? Tampoco estaba seguro si gustaría su forma de cantar en los lugares donde estaba contratado (¿gustaría el flamenco, la copla, las canciones aflamencadas…?), ¿aquello merecía la pena?, porque a él le apetecía poco atravesar el Atlántico, embarcar le producía inquietud, llamémosle miedo; aunque, pareciera que, el marchenero, se sentía feliz con la realización de aquella gira.
Y es que la aventura de América sería para algunos un gran éxito y para otros un rotundo fracaso. Un ejemplo de fracaso fue el de Juan Valderrama cuando hizo una gira por México, en 1949. Valderrama a pesar de su “Emigrante” se sentiría defraudado; En México se hizo una propaganda falsa de Juan, se decía que había luchado durante la Guerra Civil al lado de los nacionales, cuando fue al contrario; pero, en México había muchos refugiados políticos de la Republica que aducían que él de Torredelcampo se quedo en España porque era fiel al Régimen. Decía Juan, en broma, que aquello fue una maldición de Vallejo; así se lo contaría Luquitas de Marchena: “Aquel día, pasó un avión por el cielo y dijo Vallejo, que aborrecía a Andivia (representante de Valderrama) y al guitarrista Niño Ricardo: ahí irán esos tres; a Juan que no le pase na, pero, ¡ajolá! que se caiga el asiento donde va Andivia y de paracaídas coja a Niño Ricardo por los pies”.
Fernando Quiñones, escritor
También Fernando Quiñones, el prolífico escritor gaditano, poeta y presentador de flamenco, contaba un hecho que le ocurrió en 1965, cuando fue llamado para dar varias conferencias por Sudamérica. En aquella ocasión el lugar de la cita era en un Centro Cultural de Mendoza, ciudad Argentina muy cercana a la frontera chilena. Al término de la conferencia le estaban esperando un grupo de hombres, muy morenos, silenciosos…, ninguno se atrevió a decir nada. Quiñones se dirigió a uno y comprendió que eran miembros de una nutrida colonia gitana, emigrados y refugiados desde antes de la Guerra Española, que residían en Mendoza. Desde su llegada, hacia más de treinta años, conservaban sus raíces españolas, sus costumbres; su ortodoxia flamenca se había transmitido a sus hijos y a sus nietos. Aquellos hombres se interesaban por los cambios que hubieran ocurrido en sus lugares de procedencia de España: en sus barrios andaluces, en los cantes, en los cantaores y bailaores del momento… Aquellos hombres se sintieron sorprendidos ante el hecho de que Fernando Quiñones, el conferenciante, no fuese gitano y se atreviese a cantar y a explicar el sentido de los cantes, la historia…, del flamenco. ¿Tanto había cambiado aquello? Quiñones, lo entendió cuando le dijeron que, en Mendoza, no hacía mucho, había estado actuando Micaela “la Chunga” y que la colonia gitana de la ciudad le ofreció a la bailaora una concurrida fiesta, en la que, por no ser gitano el marido de ella, no pudo asistir; algo impensable a esas alturas de siglo en España, lo que significaba que el carácter reservado de aquellos años lo habían seguido manteniendo allí, cuando aquí, en España, se había producido ya una mayor apertura.
Efectivamente, faltaban aún más 20 años para otro tipo de apertura. El panorama que presentaba España a finales de verano de 1945 era desolador; el hambre, la miseria y la incultura recorrían campos, pueblos y ciudades. Para más inri, los líderes mundiales Truman, Churchill y Stalin se reúnen aquellos días en Potsdam (Alemania) para dilucidar, entre otras cosas, la cuestión española tras la II Guerra Mundial, y las posibles ayudas. Estas fueron algunas de sus palabras: Truman, “No siento ninguna simpatía hacia el régimen de Franco…, pienso que es una cuestión que ha de resolver la propia España”. Stalin: “El régimen de Franco fue impuesto a los españoles por Hitler y Mussolini, adoptemos una actitud negativa con respecto a ese régimen”. Churchill “El hecho de que hayan sacado a los prisioneros que han estado en prisión durante años y les hayan disparado por hechos ocurridos mucho tiempo atrás indica que España no es una democracia de acuerdo con las ideas británicas sobre este tema”.
Pepe, a bordo del Monte Ayala
En cuanto a la gira americana de Pepe todos los requisitos para el viaje están en orden. A principios de septiembre, nuestro cantaor, el “maestro” de Marchena, se embarcaría en el Monte Ayala, un buque mixto de pasajeros y mercancía, que como casi la mayoría de la flota de la compañía AZNAR partiría de Bilbao o de algún puerto del norte de España y con total seguridad haría la ruta por el Cantábrico, las Canarias, las Azores, Bermudas y Buenos Aires. Pepe se despide de Isabelita y de sus amigos españoles. Se sueltan amarras y el marchenero, con sus representantes-secretarios, más un grupo de amigos ocupan sendos camarotes y parten a la conquista del continente americano. Atrás quedaban las costas españolas, que Pepe vería alejarse, en el horizonte. Otra experiencia nueva y a pesar de sus temores, el maestro sonríe y dice adiós a España. En aquel momento, tal vez le hubiera gustado escuchar “El emigrante” al son de la música española que derrochaba la orquesta del buque y así olvidar el vaivén de las olas y la profundidad del piélago; pero, aquella canción, de su discípulo-amigo Juanito Valderrama, no se compondría hasta dos años más tarde, en 1947.
Tras varios días de viaje, el buque atracaría en Buenos Aires, el 23 de septiembre de 1945. Antes de hacer la gira contratada, Pepe tendría varias jornadas para conocer la gran urbe bonaerense. Por sus calles podría escuchar a fondo la música porteña, sentarse a la mesa ante una parrillada de matambre vacuno y deleitarse en el antiguo “Café Tortoni” , a los sones de la calidez de un tango. Podría relajarse, igualmente, tomando una taza-bombilla de mate con el regocijo de amistad y acogimiento argentino. Con total seguridad que sus representantes-secretarios Palmita y Domínguez le llevarían a deleitarse con alguno de los partidos que los famosos clubes River Plate y el Boca Junior, jugarían aquellos días en la ciudad de Nuestra Señora del Buen Aire, como la bautizara su fundador, el granadino Pedro de Mendoza en 1536.