Yihad - Jihad - Dyihad

Dyihad Yihad [ÿihâd] Chihad Chihed Gihad Jihad ג'יהאד جهاد

Solo Cansinos Assens, autor en los '50 de la más peculiar traducción directa al español de El Korán (él lo escribe con k), literal más que literaria, según su propia expresión, translitera como Chihad el término árabe (جهاد), aunque Chihed aparece ya en textos aljamiados españoles de 1462 (Içe de Gebir, alfaquí mayor y muftí de la aljama de Segovia, en Suma de los principales mandamientos y devedamientos de la ley y çunnna, citado por Darío Fernández-Morera en The Myth of the Andalusian Paradise).

Soha Abboud-Haggar escribe Gihad, en Al-Gihad según el manuscrito aljamiado de al-Tafri de Ibn Gallab; así lo escribe también, en francés, Alfred Morabia, autor del tratado más acabado sobre la yihad, Le gihâd dans l'Islam médiéval.

En español, la mayoría suele escribir Yihad. La traducción del Oh, Jerusalén de Lapierre y Collins usa, no sé si siguiendo el original, Djihad, anteponiendo una D muy bien traída fonéticamente, aunque la j es poco afortunada en español. En inglés, Jihad.

En español suele utilizarse en masculino, el yihad, como en árabe y como el esfuerzo; yo lo prefiero con la D inicial y en femenino, la Dyihad, como la lucha y la guerra.

Hoy, que no en los primeros siglos del Islam, se habla de Gran Yihad y Pequeña Yihad, Yihad Mayor y Yihad Menor, Yihad Ofensiva y Yihad Defensiva, Yihad Guerrera y Yihad Espiritual, e incluso de Yihad Económica. También de Yihad Sigilosa o Furtiva. Y, como veremos, la Yihad puede ser un deber colectivo o personal.

Se habla de la Yihad de una u otra manera según la audiencia, apreciándose a menudo expresiones taimadas o taquiyistas para encubrir su objetivo.

Yihad deriva de la raíz árabe 'yhd', que significa 'esfuerzo' en general, pero especialmente en el sentido guerrero y bélico: esforzarse, luchar. En el glosario de la webislam coinciden con la raíz, pero difuminan sus implicaciones guerreras:

"De la raíz Ÿ-H-D (esforzarse, aplicarse, insistir, trabajar con celo y asiduidad, empujar, fatiga, lucha)."

Como irónicamente señala Fernández-Morera, ya citado antes:

"Desde luego es posible que, durante siglos, los académicos musulmanes medievales que interpretaron los textos sagrados del islam y los líderes militares musulmanes (incluido acaso también el propio Muhammad cuando dirigía sus ejércitos a la batalla contra los infieles que no querían someterse) comprendieran mal (a diferencia de los expertos en estudios islámicos de hoy) el primordial significado pacífico y 'defensivo' de la 'jihad', y que, como resultado de ese error, ejércitos musulmanes erróneamente fueran y, siempre defensivamente, conquistaran la mitad del mundo conocido. O acaso, de alguna manera, esos ejércitos musulmanes conquistadores se estuvieran meramente esforzando 'por resistir la tentación y triunfar sobre el mal'".

Sin embargo, lo indudablemente cierto es que hoy el concepto se difunde y nos llega precisamente por su vinculación con el terrorismo islamista, esto es, con el combate, con la lucha armada, con la guerra santa por someter a los infieles en nombre de Alá.

Ya el primer califa tras la muerte de Mahoma (632 dC), Abu Bakr, antes de que la muerte acabara con su breve reinado, declaró la guerra santa, yihad, con que empezó la época de conquistas musulmanas. El segundo califa, Omar, ya une a su título de califa el de amir al-muminin, Comandante de los Fieles, como seguirían haciendo muchos de sus sucesores.

Para el significado reformista religioso, imán Muhammad Abdu (1849-1905), discípulo de Yamal al-Din al-Afgani: "procede de yuhd, el esfuerzo para vencer una dificultad, y no específicamente de «combate»."

Los sufíes de Musulmanes Andaluces dicen que yihad viene: "... del verbo Yahada que significa: él se esforzó; en el sentido jurídico significa esforzarse al máximo de la capacidad propia por la causa de Allah."

En su tratado sobre la yihad, el historiador persa al-Tabari (839-923 dC) solo habla de la yihad como guerra santa colectiva. Como lo hacen los escritos de Abu Ishaq al-Fazari, también del siglo IX dC.

En esas primeras etapas, los sabios musulmanes desarrollaron una teoría relativa a la yihad adecuada para permitir y justificar la rápida expansión militarista del islam (en poco tiempo llegan desde Arabia hasta la India, por el este, y, conquistando todo el norte africano del Imperio Bizantino, hasta España, por el oeste). Como nos cuenta Eric H. Cline, según el profesor Karen Amstrong los juristas musulmanes de la época enseñaron que, como hay un solo Dios, debe haber un solo estado en el mundo, el cual ha de someterse a la religión verdadera:

"Era deber del estado musulmán (la Casa del Islam) conquistar el resto del mundo no musulmán (la Casa de la Guerra) de manera que el mundo pudiera reflejar la unidad divina. Todos los musulmanes deben participar en esta yihad y la Casa del Islam jamás ha de pactar con la Casa de la Guerra... Así, hasta que el dominio final del mundo se lograse, los musulmanes estaban en permanente estado de guerra."

Al-Sulami, jurista musulmán de Damasco (inspirador del Saladino que en 1187 dC reconquista Jerusalén de manos de los cristianos), publica en 1105 dC su obra El Libro de la Yihad (Kitab al-Yihad), en la que, apoyándose en aquellos primeros juristas musulmanes, pone al día el concepto de yihad, resucitando su significado de guerra santa, que había estado en suspenso desde que a mediados del siglo VIII dC terminara el primer esfuerzo concertado por expandir el islam por el mundo conocido:

"Los primeros juristas [del islam] destacaron la Yihad ofensiva o la Yihad contra enemigos en otros países cercanos o remotos. Sin embargo, si un enemigo ataca a los musulmanes, como este enemigo ha hecho [se refiere a los Cruzados], entonces perseguirle en tierras que él nos conquistó es una guerra justa cuyo objetivo es proteger vidas, niños y familias y preservar las partes que aún están bajo nuestro control".

Los argumentos de al-Sulami coinciden con los de su contemporáneo, el gran teólogo musulmán persa, al-Ghazzali (luego muy aludido por los yihadistas de los siglos XX y XXI):

"Si una comunidad musulmana fronteriza o enfrentada con el enemigo es lo suficientemente fuerte para repeler al enemigo, entonces la yihad es una obligación colectiva que obliga a todos los miembros de la comunidad... Pero, si esa comunidad en concreto es demasiado débil para repeler la maldad del enemigo, entonces compete y obliga a las comunidades musulmanas vecinas ayudar a la [comunidad] asediada."

En la anterior cita aparece una noción, 'obligación colectiva', que permite distinguir el 'nuevo' yihadismo de los siglos XX y XXI del antiguo, según exponen Shadi Hamid y Rashid Dar:

"La guía del yihadismo es la idea de que la yihad (guerra religiosamente aprobada) es una obligación individual (fard ‘ayn) que compete a todos los musulmanes, más que una obligación colectiva llevada a cabo por los legítimos representantes de la comunidad musulmana (fard kifaya), como se entendía tradicionalmente en la era premoderna. Pueden argumentar así al sostener que hoy los líderes musulmanes no tienen legitimidad y carecen de la autoridad para ordenar la violencia justificada. Ante la ausencia de dicha autoridad, sostienen, cada musulmán capaz debe coger la bandera de la yihad."

Darío Fernández-Morera, en la obra citada al comienzo, citando a Felipe Maíllo Salgado, recuerda que en los textos legales musulmanes de la escuela maliquí, dominante en el islam de la España medieval, la yihad no se refiere a ninguna lucha interior o personal sino exclusivamente a la guerra contra los infieles; y a esa misma conclusión llega él mismo al examinar los textos musulmanes originales, entre ellos el fundacional tratado de ley islámica al-Muwatta (Camino trillado, o fácil), siglo VIII dC, el Kitab al-Tafri o el Risala, ambos manuales de uso común y frecuente durante el siglo X dC en la España musulmana, o el manual Leyes de Moros y el tratado Bidayat, del siglo XII, también escritos en la España musulmana... etc., etc., etc. (sus citas son mucho más numerosas). Y, hasta entrado el siglo XII siempre en el sentido de guerra santa agresiva o de conquista; solo en ese siglo XII, cuando ya poca conquista tienen delante, pues la Reconquista está muy avanzada y los musulmanes bastante tien con intentar defender algunas taifas, aparece una voz, la de Ibn Houdhayd, que por primera vez habla de yihad defensiva en su tratado Tuhfat al-Anfus wa Shiar Sukkan a-Andalus.

El historiador tunecino Ibn Jaldún, siglo XIV dC, coloca como deber religioso del califa el "hacer la Guerra Santa él mismo y con sus ejércitos al menos una vez al año". Y la propia Muwatta, antes citada, y que habla de yihad somo como guerra santa, la califica de deber religioso primario, no secundario. La esesncial colección de ahadiz de al-Bujari lo ubica solo después del deber de creer en Alá y Su Profeta, y antes del hajj 'mubrur, la peregrinación a la Meca sin ánimo ostentoso y de buena fe.

Samir Jalil Samir, egipcio, jesuita y profesor de cultura árabe y estudios islámicos en Beirut, recuerda, en la entrevista en forma de libro que le hacen los periodistas Giorgio Paolucci, italiano, y Camille Eid, libanés, publicada en español como Cien preguntas sobre el islam (ver otra entrevista con el autor en Madrid, 2003), que:

"el contexto en el que Yihad se emplea reiteradamente en el Corán es el de la Yihad fi sabil Al.lah, lucha por el camino de Dios, entendido por los exégetas musulmanes como sinónimo de guerra santa."

Aunque luego veremos detalladamente las citas coránicas y la visión que de este concepto tienen muchos autores, contemporáneos y fallecidos, creo que es Daniel Pipes quien clava el significado actual, y original (desde la hégira), de la yihad

"... es 'guerra santa'. O, más precisamente: significa el esfuerzo legal, obligatorio y comunal para expandir los territorios regidos por musulmanes a costa de los territorios regidos por no musulmanes."

"El propósito de la yihad, en otras palabras, no es directamente  la difusión de la fe islámica sino extender el poder soberano musulmán (la fe a menudo sigue a la bandera, claro está). Así, la yihad es descaradamente ofensiva por naturaleza, con el objetivo de lograr el dominio musulmán de todo el globo en algún momento."

Quiero señalar lo acertado del segundo párrafo citado ya que, aun siendo evidente, no suele destacarse: bajo el islam tanto la gente del libro (cristianos, judíos, zoroastrianos y mandeanos) como los paganos pueden vivir en paz (que no en igualdad con los fieles) siempre que se sometan a una autoridad musulmana, lo que evidencia que el objetivo último no es la conversión religiosa sino el dominio político, como acertadamente destaca Pipes, por más que genialmente se utilice una religión como impulsora de la acción política.

De alguna manera esta visión choca con la idea de la Yihad Sigilosa o Yihad Furtiva, que es como Robert Spencer califica a la dawa, o proselitismo del Islam:

 

'yihad silenciosa', el avance del plan de la sharía por medios distintos a la violencia y mediante agentes distintos de los terroristas. Entre ellos, la extorsión, cultivo de simpatizantes en la universidad y los medios, explotación de nuestro sistema legal y nuestra tradición de libertad religiosa, infiltración de nuestro sistema político y captación de dinero. Esta es la razón por la que Yusuf Qaradawi, líder espiritual de la Hermandad de Musulmanes y el clérigo islámico más influyente del mundo, tajantemente promete que el islam 'conquistará América' [quiere decir EEUU] y 'conquistará Europa' mediante dawa."

En cualquier caso, insisto, la Yihad es la lengua franca de, al menos, un sector del mundo islámico hoy, importantísimo porque es el que simpatiza o ejecuta el terror.

Según documentan los historiadores Barry Rubin y Wolfgang G. Schwanitz en su libro Nazis, Islamists, and the Making of the Modern Middle East (2014), la yihad bélica moderna probablemente deba su primer relanzamiento a los trabajos del alemán von Oppenheim, comenzados en la década de 1880, durante la época y con el apoyo entusiasta del kaiser Guillermo II, primero, y de los nazis, después, para promover la alianza de Alemania (y, brevemente, de los comunistas soviéticos - Conferencia de Baku de 1920 - con Ahmad as-Sanusi, colaborador de Oppenheim, como uno de sus personajes clave) con turcos, persas, indios, árabes y musulmanes, desde Marruecos a la India, incitando a estos a lanzar una yihad contra los cristianos (fundamentalmente franceses y británicos) que sirviera a los esfuerzos bélicos alemanes durante la Gran Guerra y luego durante la Segunda Guerra Mundial. Entre los colaboradores de Oppenheim encontramos a:

El objetivo coercitivo de la yihad global es someter a las gentes (y las tierras) al islam, al dominio de los islamistas. Los yihadistas usan la yihad para ir logrando el dominio del islam sobre pueblos y tierras, como nos recuerda Caroline Glick en Why Iran must win (11 ago 2006):

 

"El camino de la yihad es el camino del terror. Los yihadistas creen que usando el terror pueden destruir la confianza de los ciudadanos de las sociedades libres y así coaccionarlos para que se plieguen a su voluntad."

"En su carta al Presidente de EEUU, George Bush, del pasado mayo, el Presidente iraní, Mahmoud Ahmadineyad, enunció este objetivo coactivo de la yihad cuando amenazó a los EEUU con la guerra a menos que Bush se convierta al islam. Irán, que hoy lidera la yihad global, ha logrado convertir el lenguaje de la yihad en la lengua franca del mundo musulmán."

Como apuntamos arriba, el concepto Yihad ha tenido (o se le quiere dar) a lo largo del tiempo dos significados, a partir de cierto momento coexistentes: uno el original expuesto por Pipes, con más o menos matices según el intérprete; otro, más propio de los místicos, esencialmente los sufíes y de los progres de hoy, que quiere identificarlo con la lucha interior y espiritual por ser mejor musulmán (por más que los místicos sufíes también se han involucrado en la Guerra Santa); este segundo significado, lucha espiritual e interior, también suele usarse taimadamente para esconder el primero, guerra santa, cuando es conveniente.

Pero la yihad es, ante todo, un deber religioso. Así, al referirse al significado de yihad, Bernard Lewis, el más eminente historiador del Islam y del Oriente Próximo de la segunda mitad del siglo XX (y lo que va del XXI), parte de esta posición básica (Faith and Power, 2010):

"El Corán habla tanto de paz como de guerra. Los cientos de miles de tradiciones y dichos atribuidos con más o menos fundamento al Profeta, interpretados de diversas maneras por los ulema, ofrecen guías para todos los gustos. La interpretación militante y violenta es una entre muchas. Los habituales tratados jurídicos sobre la sharía suelen contener un capítulo sobre la yihad, entendida en su sentido militar como la guerra ordinaria contra los infieles y apóstatas. Pero estos tratados prescriben comportamientos correctos y respeto a las reglas de la guerra en aspectos como el inicio y el fin de las hostilidades, el trato a los no combatientes y a los prisioneros, por no hablar de los enviados diplomáticos... De ninguna manera los textos básicos del Islam hacen suyo el terrorismo ni el asesinato. En manera alguna se plantean siquiera el asesinato aleatorio de paseantes."

Pero, claro, si los occidentales hoy hablamos tanto de yihad es precisamente por esa interpretación extrema de la yihad, como anuncia la Declaración del Frente Islámico Mundial para incitar a la Yihad contra Judíos y Cruzados (1998), que la impone con carácter personal y no solo colectivo:

"Los ulema a lo largo de la historia Islámica han convenido unánimemente que la yihad es una obligación personal cuando el enemigo irrumpe en las tierras de los Musulmanes. Así lo relató el Imán bin Qudama in al-Mughni; el Imán al-Kisa'i en al-Bada'i; al-Qurtubi en su comentario; y el Jeque del Islam [Ibn Taymiya] en sus crónicas, donde dice:

'En cuanto a la guerra defensiva, es el mejor camino para defender la santidad y la religión. Es una obligación convenida por consenso [de los ulema]. Tras la fe, no hay nada más sagrado que repeler al enemigo que ataca la religión y la vida.'"

Bernard Lewis nos aclara su significado, y nos permite aclarar el juego de obligación colectiva vs obligación personal

"En el lenguaje técnico de los ulema, los deberes religiosos pueden ser colectivos, los cuales han de ser cumplidos por la comunidad en conjunto, o personales, que incumben a cada musulmán individualmente. En la guerra ofensiva, el deber religioso de hacer yihad es colectivo y puede ser cumplido con voluntarios y profesionales. Sin embargo, cuando la comunidad musulmana se defiende a sí misma la yihad se convierte en un deber individual."

En el glosario del islam de John L. Esposito, nada sospechoso de animadversión ante lo musulmán, se resume el concepto de yihad:

Otros intentan esconder la beligerancia del término. Así, Seyyed Hossein Nasr, director del departamento de Estudios islámicos de la Universidad George Washington, sufista iraní, historiador, físico y matemático, que se explaya en una entrevista destacada en El Mundo del 12 de enero de 2008:

"Sí [el Corán bendice la yihad], pero... yihad significa esforzarse por seguir las enseñanzas de Alá, y también se utiliza para referirse a la lucha por defender las propiedades y los derechos de una persona o por ayudar a los pobres.

[¿Y qué dice el Corán respecto a la yihad como guerra santa?] El Corán establece unos límites muy precisos; por ejemplo, está estrictamente prohibido matar mujeres y niños, lo que significa que lanzar bombas sobre una ciudad y matar a civiles es algo absolutamente prohibido por la ley islámica.

Pero... yihad tiene un significado mucho más amplio que el de guerra santa. De hecho, en árabe la palabra que designa la guerra no es yihad, es otra.

Y, además, yihad siempre se utiliza en el sentido positivo de tratar de cumplir la voluntad de Alá, de exhortar a alguien a trascender sus propios intereses y ayudar a los demás."

Aunque tal rotundidad, que la realidad niega clamorosamente día a día, descalifique su opinión, no se ha de olvidar la posición que quien la emite ocupa en el sistema educativo norteamericano (por más que su universidad no sea de las de la élite, también entre éstas abundan posiciones semejantes).

En la misma línea se manifiesta, falsariamente (ver arriba lo dicho sobre los textos legales maliquíes, incluido el Risala aquí citado) Jesús Riosalido, poeta, embajador español y doctor en derecho islámico (y, por cierto, gran crítico de la Alianza de civilizaciones, que considera una gran ofensa para los musulmanes) en Libertad Digital (14 enero 2008): 

"El Yihad auténtico es una superación personal y colectiva de la comunidad musulmana para lograr la aplicación correcta de la enseñanza del Islam."

"En caso extremo, se convertía en una movilización que se solía hacer en las fortalezas y ciudades fronterizas musulmanas con otros países no musulmanes para defenderse de los ataques que dichos países no musulmanes pudieran dirigir contra la tierra del Islam."(...)

"Así se señala... tanto en Muslim como en Bukhari, en Tirmidi y Abu Daoud, pero especialmente en la Risala de Ibn Abi Zayd Al-Qayrawani, de rito malikí" (...), 

"las disposiciones menores que describen a una determinada actividad como Yihad son:

"'esfuerzo, lucha' en el camino del islam; puede incluir la defensa de la fe, la lucha armada y la guerra santa."

Maher Al-Charif, palestino, investigador y profesor de Historia Moderna y Contemporánea del Mundo y del Pensamiento Árabes en el Institut français du Proche Orient (Damasco) desde 1993, expone en La evolución del concepto de yihad en el pensamiento islámico (conferencia que pronuncia el 26 marzo 2008 en la Casa Árabe) lo que entiende que sobre la yihad pensaron dos exponentes del pensamiento islámico moderno: un reformista religioso, el imán Muhammad Abdu (1849-1905), y un pensador islamista, el jeque Abdallah Azzam (1941-1989).

Al-Charif parte de que el islam político, que apareció, dice, con la fundación del primer núcleo del movimiento de los Hermanos Musulmanes en 1928, supuso una ruptura con el reformismo religioso, y que esa ruptura fue facilitada por el cambio radical que experimentó el pensamiento del imán Muhammad Rashid Reda (1865-1935) en la segunda fase de su vida, renegando de las ideas de sus maestros Yamal al-Din al-Afgani (1839-1897), precursor de la reforma religiosa, y su discípulo, Muhammad Abdu.

Así, dice que Muhammad Abdu define el yihad tal y como aparece en la azora de La Vaca:

«Quienes creyeron y quienes dejaron sus hogares, combatiendo esforzadamente por Dios, pueden esperar la misericordia de Dios. Dios es indulgente, misericordioso» (2:218), donde yihad procede de yuhd, el esfuerzo para vencer una dificultad, y no específicamente de «combate».

Es decir, los creyentes «que emigraron con el profeta, o que se unieron a él después, para defender la verdad y se esforzaron para resistir a los infieles, merecen la misericordia y benevolencia de Dios».

De esta forma, Abdu considera que Dios autorizó a los musulmanes el yihad, tanto con el alma —es decir, combatir— como con los bienes, exclusivamente «en el caso de defender la verdad y la difusión del llamamiento al islam». Esto rebate, en su opinión, «los desvaríos que repiten los enemigos del islam, o incluso algunos musulmanes, de que el islam se difundió por la espada». (...)

Abdu afirma que el yihad, con el significado de combate, es fard kifaya —un deber obligatorio sólo para una parte de la comunidad musulmana cuyo cumplimiento exime a los demás de llevarlo a cabo—, considerando que el yihad al que se hace referencia en la azora de La familia de Imran «O ¿creéis que vais a entrar en el Paraíso sin que Dios haya sabido quiénes de vosotros han combatido y quiénes se han abstenido?» (3:142) indica que en el paraíso caben también los que dejaron de combatir, ya que el yihad en El Corán y las tradiciones del profeta se usa con su sentido etimológico que es «realizar un gran esfuerzo para vencer las dificultades».

Entre los tipos del yihad, se incluyen «el yihad con el alma», denominado por los clásicos «el gran yihad» (al-yihad al-akbar), que se refiere a la lucha contra los malos deseos, sobre todo en la juventud; y «el yihad con los bienes» y todo aquello que sufre el creyente en la lucha contra lo falso y en apoyo de la verdad», lo cual es un yihad «que puede ser superior al yihad contra los enemigos en la guerra».

El imán egipcio se detiene en otra cuestión relacionada con el yihad en el islam, se trata de  la shahada. En este sentido, hace referencia al significado de la shahada en la azora La familia de Imran «Dios toma testigos de entre vosotros» (3:140) que fue revelada al profeta con motivo del revés sufrido por los musulmanes en la batalla de Uhud.

Para la palabra shahada, en esta aleya, caben dos interpretaciones. La primera es «morir en combate», cuando el creyente muere por defender la verdad; y la otra es «atestiguar» o «ser testigo», coincidiendo con el significado de la palabra en la azora de La vaca «Hemos hecho así de vosotros una comunidad moderada, para que seáis testigos de los hombres» (2:143).

El imán opina que la primera acepción, la de mártir, es siempre la primera que le viene a uno a la cabeza. De todas formas, puede que los mártires se denominen shuhada porque al sacrificarse por la fe «se vuelven testigos del reino de los cielos y su bendición, a diferencia de los demás; porque se convierten en testigos de los hombres en el día del Juicio Final, según el sentido indicado anteriormente; o bien, porque su entrada en el Paraíso será atestiguada por los ángeles».

En cuanto a la segunda acepción, la de dar testimonio, se refiere, según el imán, a la gente justa «que apoya la verdad dando su testimonio a favor de los creyentes y contra los infieles. Su grado en el reino del cielo sigue al de los más íntegros» (al-siddiqin).

En este sentido, la interpretación que Abdu da a la aleya 157 de la azora La familia de Imran «Y si sois muertos por Dios, el perdón y misericordia de Dios son mejores que lo que los demás amasan» (3:157) es que «la misericordia y el perdón que encuentran los que mueren en aras de la fe son superiores a todo lo que habían disfrutado en el mundo perecedero». Asimismo, asegura que la muerte por Dios no se limita a luchar contra los enemigos, sino que incluye «todas las buenas obras que realiza el hombre por Dios o por el bien común», es decir, «la senda de la devoción y del bien a la que Dios ha guiado al hombre»."

Al hablar del pensamiento de Abdallah Azzam, Al-Charif comienza recordando su idea fuerza, que "el yihad contra los infieles es la obligación más importante de todos los creyentes (fard ‘ayn)" (esto es, obligación personal de cada musulmán y no solo obligación comunal), y que el jeque "no se limitó a escribir sobre el yihad, sino que lo puso en práctica en Afganistán, donde fue asesinado en 1989 en misteriosas circunstancias."

Según al-Charif, para Azzam:

"el yihad permitido tiene como objetivo «establecer la religión de Dios en la tierra y construir las bases de un Estado islámico». El líder religioso considera que la fe islámica es la única forma de salvar la humanidad y liberar a los hombres de su sufrimiento; sobre todo, después de que la civilización occidental haya fracasado simplemente en ofrecer al hombre la «felicidad» y en «proporcionar tranquilidad y seguridad a los corazones y almas»."

También nos recuerda que "Azzam considera que la fe islámica es la única forma de salvar la humanidad y liberar a los hombres de su sufrimiento; sobre todo, después de que la civilización occidental haya fracasado simplemente en ofrecer al hombre la «felicidad» y en «proporcionar tranquilidad y seguridad a los corazones y almas»." y que "reconoce que su formación ideológica y religiosa, al igual que la de todos los líderes del movimiento islamista en Afganistán, se basa en las obras de Ibn Taymiyya, Abu al-A‘la al-Maududi y Sayyed Qutb."

Esto da pié a Al-Charif para, antes de exponer el pensamiento de Azzam, resumir el pensamiento de los inspiradores de Azzam sobre la yihad: 

"El imán Taqqi al-Din Ahmad Ibn Abdelhalim Ibn Taymiyya (1263-1328) es uno de los que más han contribuido a la formación de la doctrina del yihad islámico. Fue testigo de la invasión de los tártaros en Oriente, su ocupación de Bagdad y su avance hacia Siria y Egipto. Participó en las guerras contra ellos y también tomó parte en las luchas contra algunas sectas shiíes e ismailíes. Emitió una fatua en la que decía que era un deber religioso luchar contra toda secta «que se abstuviera de cumplir cualquiera de los pilares básicos del islam, como la oración, el ayuno o el pago de la limosna».

En su libro La política legal para la reforma del gobernante y de los gobernados, manifestó, al abordar las fases del yihad, que Dios no permitió la guerra a los musulmanes sino después de la emigración del profeta Muhammad de La Meca a Medina. Luego, impuso a los musulmanes la obligación de luchar contra todos los que se enteraron del llamamiento de Muhammad al islam y no se convirtieron, «con el fin de evitar que hubiera persecuciones y para que el culto fuera a Dios».

Basándose en algunos pasajes de El Corán, Ibn Taymiyya reiteró que el yihad es una de las obligaciones más importantes en el islam y que sus virtudes, mencionadas en El Corán y las tradiciones del profeta, son innumerables. Según Ibn Taymiyya, el yihad «tiene más valía que hacer la peregrinación mayor y la menor (‘umra), la oración y el ayuno» y quien lo lleva a cabo se encontrará siempre «con una de las dos recompensas: la victoria y el triunfo, o el martirio y el paraíso», y «el martirio es la mejor de las muertes».

Abu al-A‘la al-Maududi (1903-1979), fundador de Yamaat-e-Islami en Lahore (Pakistán), es uno de los guías espirituales más destacados de lo que se ha dado a conocer como la tendencia «yihadí radical» en el seno de los movimientos islamistas.

En su libro dedicado a este tema y publicado con el título El yihad por Dios [curiosamente no aparece aquí, donde tienen muchos de sus libros gratuitos y online en inglés], al-Maududi «refuta» lo que considera una interpretación errónea difundida en occidente del significado de este término. Los occidentales, «que llevan siglos y generaciones matándose y aniquilándose por satisfacer sus bajos instintos», interpretaron erróneamente el término del yihad islámico como «guerra santa». Algunos de ellos llegaron a considerarlo «expresión clara de la brutalidad, barbarie y derramamiento de sangre».

Al-Maududi explica que la causa de esta equívoca interpretación, a su parecer, era el fracaso de los occidentales en entender que el islam no es como las demás religiones, y que los musulmanes no son una comunidad como las demás.

La necesidad del yihad procede de la realidad de que el islam «no consiste en un conjunto de doctrina teológica, ritos y cultos» sino que es «un sistema integral y global» que pretende acabar con «los demás sistemas falsos existentes en el mundo». Dado que este llamamiento va dirigido a toda la humanidad, cualquier persona que crea en el mismo se convierte en miembro del «partido islámico» o del «partido de Dios».

Este partido lucha por acabar con los sistemas de gobierno fundados sobre bases no islámicas, con el fin de «establecer un nuevo sistema de civilización y sociedad basado en una ley justa y moderada, denominada por el Corán «la palabra de Dios». Según él, el islam considera «no creyente» a todo aquel que no atiende el llamamiento del yihad.

Al-Maududi rechaza la división clásica común del yihad entre ofensivo y defensivo. Considera que dicha división cabe sólo en las guerras nacionalistas; sin embargo, el yihad islámico, según él, es ofensivo y defensivo a la vez.

Ofensivo, porque el «partido islámico» «se opone a todos los demás regímenes basados sobre principios contrarios al islam y pretende derrocarlos »; y defensivo, porque «se ve obligado a proteger y consolidar la estructura del Estado islámico y actuar según los principios de su propio proyecto».

En este Estado, los pertenecientes a las demás religiones reveladas, dispondrán de la libertad de practicar su culto, pero no podrán hacerse con los resortes del poder». Tampoco se les permitirá establecer contratos y tratos «conforme a sus corruptas tradiciones que puedan perjudicar la sociedad».

Sayyed Qutb (1906-1966), sin duda alguna, fue quien dejó la huella más profunda en la ideología de los pertenecientes a la corriente islamista yihadí que practica, actualmente, la violencia armada. Durante los diez años que pasó en prisión bajo el régimen de Gamal Abdel Naser, y que terminó con su ejecución en agosto de 1966, había dejado una obra de ideología islámica radical en la que el yihad era uno de sus principales pilares.

En su libro La paz mundial y el islam, Sayyed Qutb definió el yihad como «el deber que exige a los musulmanes luchar contra los gobiernos de los tiranos» y contra el «despotismo y la injusticia donde quiera que estén».

Según él, la comunidad islámica debe cumplir con esta obligación «no con el fin de dominar la tierra y humillar a los hombres, sino para cumplir desinteresadamente la palabra de Dios en la Tierra e imponer la ley de Dios».

Qutb rechazó, en su libro Señales en el camino [(1965); su introducción online], la interpretación del yihad islámico basada en su concepto defensivo, es decir, el que se llevaba a cabo sólo «para defenderse de las agresiones de las fuerzas vecinas contra la comunidad islámica».

Según él, dicha interpretación «refleja un escaso conocimiento de la naturaleza del islam y del papel al que está destinado en la tierra, y constituye une visión derrotista ante la presión de la realidad actual y los feroces ataques de los orientalistas contra el yihad islámico».

La protección de dar al-islam (tierra del islam) no supone, según él, el objetivo final, sino un medio «para establecer el reino de Dios e imponer su ley en todo el universo y sobre todo el género humano».

En su interpretación de la azora 8 (El Botín), Sayyed Qutb expuso más claramente su concepto del yihad islámico. Comenta que Dios explicó a los fieles en las aleyas donde les permitió la guerra que «lo permanente y arraigado en esta vida es que los hombres luchen entre ellos para proteger el mundo de la corrupción». Eso hace que el yihad de los musulmanes «contra los que violan la autoridad de la ley divina en la tierra», sea un «estado permanente» hasta que la fe verdadera se imponga en todo el mundo.

También reivindicó el derecho del islam a tomar la ofensiva para «derrocar los regímenes que encadenan la voluntad del hombre». En este contexto, Qutb ataca a los que califica de islamólogos «derrotados por la presión de la realidad actual y la ofensiva orientalista», que no se atreven a reconocer esta verdad «y olvidan la naturaleza y el papel que desempeña el islam».

En su interpretación de la azora 9 (El Arrepentimiento), Qutb afirma que el islam se distingue de las demás religiones por su dinamismo esencial, de modo que sólo pueden entender su sentido «quienes son movidos por él y se esfuerzan por imponer su autoridad y garantizar su preponderancia mediante la acción dinámica».

Los que no se integran en este movimiento, no entienden la religión musulmana «aunque se dediquen a estudiarla fríamente en los libros, porque el entendimiento del islam sólo se consigue a la luz de su carácter dinámico y no a través de aquellos eruditos inactivos dentro de un mundo que no deja de evolucionar».

El pensador considera definitivas las leyes de la guerra citadas en la azora El Arrepentimiento, ya que se trata de una de las últimas azoras reveladas de El Corán, por lo que quedan anuladas las leyes temporales de la guerra precedentes.

Hay que tener en cuenta que la orden de luchar contra los infieles, mencionada en las aleyas de esta azora, no pone como condición que esos infieles «hayan agredido a los musulmanes o sus territorios». De esta forma, «la finalidad de difundir el islam es la que da origen al principio del yihad, que no se limitará a la defensa, como en las fases iniciales del establecimiento del Estado islámico en Medina».

Para Qutb, el yihad es el negocio más rentable que puedan llevar a cabo los fieles. Se trata de un negocio entre Dios y el creyente en el que Dios es el comprador y el creyente el vendedor. Este trato consiste en que el creyente se venda a Dios, en alma y bienes, a cambio de un precio conocido y establecido que es el Paraíso.

La recompensa de los que se sacrifican por Dios queda clara en las aleyas de El Corán,

A diferencia de Muhammad Abdu, Qutb afirma que la palabra shahid no tiene más que una sola acepción, la de mártir que se sacrifica por la causa de Dios, son quienes pueden considerarse auténticamente «vivos» y los únicos que «están sustentados junto a su Señor»."

Tras resumir el pensamiento de los maestros, al-Charif nos da la visión de Azzam, conocido como el padrino de la yihad

"Azzam manifiesta, en su libro Hábitos y prescripciones del yihad, que se ha visto obligado a tratar este tema después de que el yihad «haya caído en el olvido» y de que «la guerra se haya vuelto un fenómeno raro en la vida de los musulmanes».

Al definir el concepto de yihad, indica que etimológicamente significa «realizar el máximo esfuerzo posible para conseguir lo deseado o defenderse del perjuicio».

Mientras que, en la jurisprudencia islámica, el yihad significa, sólo, «participar en la guerra». Asimismo, la frase «por la causa de Dios», también se refiere al yihad.

En su obra La defensa de las tierras de los musulmanes sostiene que es la obligación individual más importante. Azzam retoma el mismo tema, afirmando que la sabiduría de Dios requiere que «se realice la salvación de la tierra basándose en la ley al-daf‘, es decir, la «lucha entre la verdad y la mentira».

Según él, esta ley, que aplicaban los píos antepasados musulmanes y gracias a la cual «dominaron el mundo y fueron los maestros de la humanidad», fue ignorada por sus sucesores «que se olvidaron de Dios y Dios se olvidó de ellos».

En este contexto, comenta que la tradición atribuida al profeta que dice: «Hemos vuelto del yihad menor —el combate— al yihad mayor —el del espíritu», es «falsa e infundada», afirmando que el yihad, con el sentido del combate, «era un habito para los píos antepasados» y que el mismo profeta era el «Señor de los muyahidin y el Jefe de los mejores jinetes».

A diferencia del imán Muhammad Abdu y otros precursores del reformismo religioso que afirmaron que «no cabe coacción en la religión», Azzam considera que el yihad fue autorizado con el fin de difundir el llamamiento del islam, de salvar a la humanidad de la incredulidad y de trasladar a los hombres «de la oscuridad de esta vida a la luz de esta vida y de la otra».

En este sentido, el yihad tiene como objetivo «destruir las barreras que impiden la difusión de esta religión en el mundo entero».

Se trata de una necesidad «irrevocable», como si fuera «un llamamiento general dirigido a toda la humanidad».

El yihad ha acompañado al islam en todas sus fases, incluso en la etapa de la predicación del mensaje.

Puesto que la naturaleza de la yahiliyya (Edad de la Ignorancia, estado actual de ignorancia parecido al que precedió a la Edad de la Luz, a la aparición del islam) levantará en el camino del islam grandes obstáculos que no podrá superar «maniatado», limitándose a transmitir teóricamente su mensaje, dejando a los regímenes corruptos actuales combatirlo con todas las armas disponibles. Por esta misma razón, se mueva o no la yahiliyya, el islam debe «lanzarse con sus propios mecanismos imprescindibles para la aplicación de la ley de la lucha entre el bien y el mal», en la que se basa la «verdadera interpretación islámica de la historia y los hechos».

Según Azzam, las normas del yihad establecen que se comunique el llamamiento del islam a las otras comunidades antes de iniciar la guerra contra ellas, para evitar el «uso innecesario de la fuerza».

No obstante, después de comunicar el mensaje, la guerra contra todos aquellos que apoyan a los infieles se convertiría en un deber.

También sería legítimo realizar cualquier acción que pueda beneficiar a los musulmanes y perjudicar a los infieles. El yihad se volvería prioritario y el llevarlo a cabo quedaría sometido al juicio del caudillo militar en el campo de batalla.

Azzam destaca, en primer lugar, las diferencias entre los juristas musulmanes en torno a la definición de la shahada. Algunos consideran que el mártir es el merecedor del Paraíso conforme al testimonio de Dios y su profeta, o es aquel que permanece vivo junto a su Señor. Otros ven que el mártir es quien da testimonio de su fe y buen final, o aquel cuya sangre es testigo de su muerte por la fe.

Las condiciones de la shahada para el musulmán consisten en morir exclusivamente por la causa de Dios, aceptar la muerte, ser paciente y no apropiarse del botín antes de su reparto.

Azzam afirma el consenso unánime de no lavar el cadáver del mártir ni rezar por él antes de su entierro, dado que se encuentra vivo y no se debe hacer la oración de difuntos por los vivos.

Azzam destacó que el yihad, con el alma y los bienes, en Afganistán, Palestina o «en cualquier tierra musulmana que ha sido ocupada por infieles », se considera un deber obligatorio para cualquier musulmán.

... el yihad, en este caso, no necesita ninguna autorización, según lo citado en Las grandes fetuas de Ibn Taimiyya: «si el enemigo ataca, no cabrán discrepancias, ya que defender la religión, el espíritu y el honor es un deber común» que no necesita «autorización del príncipe de los creyentes si estuviera presente».

... el yihad, en tal caso, seguirá siendo una obligación de todos los musulmanes hasta que recuperen todas las tierras perdidas «en Palestina, Afganistán y al-Ándalus» y otros países.

Azzam considera que la obligatoriedad del yihad es una de las más importantes, al igual que la oración y el ayuno, e incluso, «es el principal deber», después de la profesión de la unicidad de Dios y la fe.

... la prohibición del llamamiento al yihad equivale a «la infidelidad y desviación de la religión», ... establecer la justicia y salvar a los oprimidos es el «objetivo más importante» del yihad.

Al mismo tiempo, constata que los ciudadanos sufren injusticias en muchos países islámicos, que han sido privados de «sus derechos más básicos», «sus territorios fueron entregados a los enemigos y se les privó de defender sus santuarios ultrajados». Por ejemplo, «la mezquita de al-Aqsa cayó en manos de los enemigos sin que cayeran en su defensa ni siquiera diez mártires».

Ante tal situación, no les quedó más remedio, a los verdaderos creyentes de la comunidad árabe e islámica, que abandonar sus tierras donde no podían practicar el yihad, rechazando morir «humillados bajo los pies de los invasores». Así que decidieron trasladarse a Afganistán con el fin de «cumplir con el precepto» que no pudieron llevar a cabo en otro lugar y «convirtieron la lucha de un pueblo contra los rusos en un yihad islámico universal».

No obstante, Azzam relacionó el yihad en Afganistán con el de Palestina, afirmando que Palestina seguirá siendo el «corazón palpitante» y «está antes que Afganistán en nuestras mentes, corazones, sentimientos y creencias ».

Pero la imposibilidad de llevar a cabo el yihad en Palestina, debido a los controles de sus fronteras, les ha obligado, a sus compañeros y a él, a trasladarse provisionalmente a Afganistán, esperando las circunstancias convenientes que les permitan regresar y reanudar el yihad en Palestina.

Azzam señaló que su presencia en Afganistán hizo que los judíos sufrieran un ataque de pánico, afirmando que hay un único camino entre Kabul y Jerusalén y que el yihad es una tarea continua. Asimismo, sus compañeros y él están decididos a volver a Palestina «por muy largo que sea el camino a recorrer» y que los muyahidin en Afganistán, que «eligieron la muerte como camino de vida», están convencidos de que el islam, destinado «a salvar a toda la humanidad», triunfará por fin; y, para ello, el islam debe emprender la marcha sobre «una tierra firme» para expandirse a todos los rincones del mundo."

Raymond Ibrahim recopila textos esenciales de Al Qaida, teológicos y propagandísticos, escritos por sus líderes Osama bin Laden y el Dr. Ayman al-Zawahiri, en su magnífico libro The Al Qaeda reader (2007). Esos textos, algunos de cuyos ideólogos de referencia son precisamente los que hemos venido citando, ponen encima de la mesa con claridad la posición de Al-Qaida, esto es, del islamismo hoy dominante, sobre la yihad defensiva y la yihad ofensiva. En su breve glosario, Ibrahim define sumariamente, coinciendo con otros muchos, el concepto de yihad:

"Esforzarse o Luchar. En el Corán y los hadices, yihad significa ante todo guerra al servicio del islam, o 'guerra santa'. Un significado secundario, seguido sobre todo por los sufíes, mantiene que la 'gran' yihad es la lucha interna entre la persona y sus vicios".

Aunque solemos ser duros de oído, especialmente cuando nos disgusta el mensaje, para entender al otro es imprescindible escucharle, y, así, para aprehender la Yihad hay que leer el Al-Qaeda Reader.

Al presentar los textos de Al-Qaida, Ibrahim es llano:

"Ausentes en gran medida del hemisferio Occidental están, sin embargo, los tratados teológicos de al-Qaeda, que entro del marco islámico  justifican y glorifican la violencia y el odio a Occidente. Escritos para audiencias musulmanas, apenas son traducidos al inglés [menos aún al español] ni diseminados entre el público no musulmán.

Lo cual es desafortunado pues revelan mucho más sobre la ideología de al-Qaeda' que los más famosos discursos políticos.

En los tratados teológicos, al-Qaeda da a los musulmanes razones para odiar y luchar contra Occidente que difieren de las que dan en sus discursos políticos.

En éstos, bin Laden y Zawahiri insisten en que ejercen una 'Yihad Defensiva' contra el Occidente opresor.

Sin embargo, al exponer los principios del islam les dicen a los musulmanes que los musulmanes debería batallar contra Occidente porque es el infiel o el 'Graán Satán.'"

Cuando escribe sobre el primer documento incluido en el libro, 'Moderate Islam is a Prostration to the West' (ensayo fundadamente atribuido a bin Laden y tenido por uno de los documentos más importantes de al-Qaida) señala cómo:

"en él, los musulmanes moderados son condenados por intentar coexistir pacíficamente o incluso por dialogar con no musulmanes. Defienden la 'Yihad Ofensiva' -que se pensaba relegada a la papelera de la historia- no solo como legítima sino obligatoria.

Se exhorta a los musulmanes a siempre odiar, discriminar, humillar y rebajar a los no musulmanes.

Este ensayo contradice el mensaje de 'reciprocidad' que al-Qaeda usa en la propaganda que dirige al consumo de Occidente, implicando que la guerra de bin Laden es una guerra total no susceptible a ramas de olivo ni negociación con el enemigo". 

Cuando presenta el primero de los tratados teológicos que incluye, 'Loyalty and Enmity' (escrito por Zawahiri), no puede ser más conciso:

"urge a los musulmanes a ser leales al islam y entre sí siempre y a siempre ser hostiles y odiar a los no musulmanes... Cuando los musulmanes son fuertes y capaces, se les instruye a lanzar la Yihad Ofensiva para llevar la luz del islam a los infieles; pero cuando son débiles e incapaces, han de disimular ante los infieles y actuar como sus amigos mientras en sus corazones los desprecian".

Como ocurre a menudo, vemos cómo Yihad y Taquiya trabajan unidas. Y sigue Ibrahim: 

"El mismo Corán es bastante claro en cuanto a tal enemistad:

El tercer tratado teológico es un cultísimo, muy fundado juridicamente y esencial documento, titulado "Yihad, martirio y la matanza de inocentes", que, como expone Ibrahim, "establece que la yihad al servicio de la imposición de la palabra de Al.lá como voz suprema es un pilar fundamental del islam", junto a los cinco clásicos que luego vemos.

Para Zawahiri los mártires (los terroristas suicidas con bombas) son los mejores guerreros santos (mujahidin). El tratado aborda y legitima incluso la controvertida (en el Islam) cuestión de la matanza de aquellos inocentes -mujeres, niños, musulmanes y dhimmis- cuya sangre no puede ser derramada con ocasión de un acto de yihad.

Es esencial insistir, como bien recuerda Ibrahim, que

"En la mayor parte de sus escritos, al-Qaida juega menos con la rabia contra Occidente por agravios concretos que con los sentimientos religiosos inherentes a la doctrina islámica".

Así, entramos en los textos de Al-Qaida, sin intermediarios.

En la denominada Declaración del Frente Islámico Mundial para incitar a la Yihad contra Judios y Cruzados, del 23 de febrero de 1998, también conocida como Declaración de Guerra contra los Americanos(así la llama Ibrahim en su libro) o Fetua de Al-Qaida o Fetua de Osama Bin Laden (aquí el texto original en árabe), se dice, textualmente:

"Alabado sea Al.lá, que hizo descender el Libro, controla las nubes, derrota la disidencia y dice en Su Libro: 'Cuando terminen los meses sagrados, matad a los sinteístas donde los encontréis. ¡Apresadlos! ¡Sitiadlos! ¡Acechadles en cada recodo!' [9:5]

Que las oraciones y la paz sean con nuestro Profeta, Mahoma bin Abdullah, que dijo: 'He sido enviado con la espada entre las manos para asegurar que nadie salvo Al.lá sea adorado - Al.lá que puso mi vida bajo la sombra de mi lanza e inflinge humillación y desprecio a quienes desobedecen mis mandamientos.' (...)

Los ulema a lo largo de la historia Islámica han convenido unánimemente que la yihad es una obligación personal cuando el enemigo irrumpe en las tierras de los Musulmanes.

Así lo relató el Imán bin Qudama in al-Mughni; el Imán al-Kisa'i en al-Bada'i; al-Qurtubi en su comentario; y el Jeque del Islam [Ibn Taymiya] en sus crónicas, donde dice: 'En cuanto a la guerra defensiva, es el mejor camino para defender la santidad y la religión. Es una obligación convenida por consenso [de los ulema]. Trás la fe, no hay nada más sagrado que repeler al enemigo que ataca la religión y la vida.' (...)

La orden de matar a los americanos y sus aliados -civiles y militares- es una obligación personal que incumbe a cada Musulmán que pueda hacerlo y en cualquier país - y esto hasta que la Mezquita de Aqsa [Jerusalén] y la Mezquita Sagrada [Meca] sean liberadas de su tenaza, y hasta que sus ejércitos se retiren de las tierras del Islam, derrotados, hechos polvo e incapaces de amenazar a ningún Musulmán.

Esto está de acuerdo con la Palabra del Más Alto -'[C]ombatid a los sinteístas sin cuartel al igual que ellos os combaten sin cuartel'[9:36] y la Palabra del Más Alto, 'Combatidlos hasta que dejen de induciros a apostatar y no haya más opresión y [toda] la religión pertenezca a Al.lá.'[8:39]. (...)

Con permiso de Al.lá llamamos a cada Musulmán que crea en Al.lá y desee ser recompensado para que cumpla con el mandato de Al.lá de matar a los americanos e incautar su dinero donde y cuando los encuentren.

También llamamos a los ulema Musulmanes, dirigentes, jóvenes y soldados a lanzar el ataque contra el ejercito del Demonio - los americanos - y contra quinquiera que se alíe con ellos, que apoyan a Satán, y a derrotar completamente a quienes están trás ellos para que aprendan [una lección].

Al.lá el Más Elevado dijo: '¡Creyentes! Apresuraos a responder a Al.lá y al Enviado siempre que Éste os llame a lo que os vivifica. Y sabed que Al.lá va entre el hombre y su corazón [deseos terrenales], y que es Él a cuyo alrededor seréis reunidos' [8:24].'"

Según los estatutos de Jamás, originalmente la rama palestina de la esencialísima Hermandad de Musulmanes:

"Alá es su meta [de Jamás], el Profeta su modelo, el Corán su constitución, la Yihad su camino, y la muerte por Alá su más alto anhelo." (art. 8) y

Cuando el enemigo conquista tierra Musulmana, la yihad se vuelve obligación personal de cada Musulmán." (art. 15). 

En su apoyo recuerdan (en ese mismo artículo 15):

"En nombre de Quien sostiene en Su mano el alma de Mahoma, querría lanzar un ataque en nombre de Al.lá, y ser muerto, y volver a atacar y ser muerto, y volver a atacar y ser muerto.' (narrado en las colecciones de hadices de al-Bukhari y Muslim)."

Al margen de la importancia que vemos que para cualquier fundamentalista tiene el camino, lo mismo para La Obra que paraLa Hermandad, sin ir más lejos, Jamás nos recuerda, con acierto (art. 30) que:

"La Yihad no es solo portar armas y enfrentarse al enemigo cara a cara, pues la palabra elocuente, el escrito persuasivo, los libros efiectivos, el apoyo y la ayuda – cuando se llevan a cabo con la sincera intención de que la bandera de Al.lá reine suprema –, todo ello constituyen Yihad por Al.lá. 

[Como dijo el Profeta:] 'Quinequiera que pertreche a un combatiente por Al.lá es [él mismo] un combatiente, y quien apoya a la familia de un combatiente, es un combatiente.” (narrado en las colecciones de hadices de al-Bukhari y Muslim, Abu-Da'ud y al-Tirmidhi)"

Marc Sageman (una biografía suya), psiquiatra y sociólogo de formación, ex miembro de la CIA, hombre de mentalidad científica, se convirtió en una autoridad sobre terrorismo internacional con sus anteriores libros, Understanding Terror Networks, sobre todo, y Unmasking Terror.En 2008 presenta Leaderless Jihad, que ha levantado no poca controversia, como exponen Elaine Scilino y Eric Schmitt, en su artículo A Not Very Private Feud Over Terrorism (NYTimes 8 jun 2008):

"En un lado [de la discrepancia, que ellos llaman batalla] está Bruce Hoffman, un historiador de la Universidad de Georgetown de 53 años y autor en 1998 de un libro muy respetado “Inside Terrorism.” Sostiene que Al Qaeda está viva, bien, resurgente y más peligrosa de lo que lo ha estado en los últimos años. En su esquina, dice, hay un batallón de académicos y un Informe de la National Intelligence publicado el verano pasado advirtiendo de que Al Qaeda se ha reconstituido en Pakistán.

En el otro lado está Marc Sageman, un iconoclasta de 55 años nacido en Polonia, psiquiatra, sociólogo, ex agente de la CIA y académico contratado por la Policía de Nueva York. Su nuevo libro, “Leaderless Jihad,” sostiene que la amenaza principal ya no viene de la organización llamada Al Qaeda, sino desde las bases —de individuos radicalizados y grupos que se reúnen y conspiran en sus barrios y en Internet. En su campo, dice, hay agentes y analistas en cargos con una alta clasificación de seguridad en la CIA y el FBI".

El citado Bruce Hoffman dice en su artículo The Myth of Grass-Roots Terrorism - Why Osama bin Laden Still Matters (Foreign affairs, May/June 2008):

"Aunque esos grupos terroristas locales informales son ciertamente una parte crítica del entramado terrorista global, la debilidad más destacada de Leaderless Jihad' es su insistencia en que tal dimensión constituye la única amenaza a la que se enfrenta hoy EEUU.

Por otro lado, el propio autor resume la tesis de su libro en The Homegrown Young Radicals Of Next-Gen Jihad (WashingtonPost.com, 8 June 2008). La controversia me llegó a través del artículo La jihad descabezada de Florentino Portero (LD, 25 sep 2008). Este autor, considerando muy importante el libro de Sageman, también destaca sus debilidades:

"Así, en los dos últimos capítulos, en los que analiza la situación de Al Qaeda y del islamismo en su conjunto desde la perspectiva de la política y la seguridad internacionales, sus carencias metodológicas son enormes, y sus análisis, muy pobres... cree que la capacidad operativa de Al Qaeda es mínima, que la nueva Al Qaeda descentralizada tiene serias dificultades para pervivir, que no supone una amenaza vital para Estados Unidos y que la estrategia que ha de seguirse debe ser de limitada contención."

Mi desacuerdo con él es total, al tiempo que comparto puntos de vista con Hoffman...

Lo que Sageman no parece entender es que el eje del problema es la existencia de distintas interpretaciones del Islam, la guerra civil que lleva años padeciendo el mundo musulmán, y que se prolongará durante mucho más tiempo. Estados Unidos, Occidente, los cruzados y los judíos desempeñan un papel más instrumental que central.

El enemigo del islamismo y de Al Qaeda es el otro Islam."

Gustavo de Arístegui [cito extensa y principalmente de su libro La Yihad en España. La obsesión por reconquistar Al-Ándalus (2005), pero también, de El islamismo contra el Islam (2004)] coincide con Esposito en que yihad significa literalmente "'lucha' o 'esfuerzo', la lucha por la causa de Alá y el esfuerzo por propagar el islam en uno mismo, en la sociedad o en el mundo por cualquier medio", pero también "'guerra legal', 'guerra santa' contra los infieles prescrita por la sharía". Y destaca que la acepción de guerra santa es la más común entre los islamistas yihadistas.

Como otros autores, Arístegui expone que la yihad constituye para cualquier musulmán la obligación más importante después del cumplimiento de los 5 pilares del islam (la shahada o declaración de fe y del propósito de seguir su camino, la azalá, el azaque, el ayuno durante el Ramadán y la peregrinación mayor a la Meca o hajj); y que algunos ulema incluso la consideran el 6º pilar (aunque esto es muy criticado por muchos).

En la web de Musulmanes Andaluces (conversos sufíes mayoritariamente), al comentar hadices sobre la yihad, dicen: 

"La palabra Yihad viene del verbo Yahada que significa: él se esforzó; en el sentido jurídico significa esforzarse al máximo de la capacidad propia por la causa de Allah.

Entonces Yihad en Islam no es un acto de violencia dirigido contra los que no son musulmanes sino que es el gran lucha que todo musulmán debe realizar contra el mal dentro de si mismo y fuera de si, en cualquier forma que se manifieste.

La lucha por la causa de Allah es uno de los aspectos del Yihad y esta lucha no es mera brutalidad sino que tiene sus reglas y su función de preservar el orden moral en el mundo."

En su acepción espiritual, dice Arístegui (op.cit.), yihad significa 'el esfuerzo que todo creyente debe realizar para ser mejor musulmán, mejor padre, mejor esposo o persona'.

La yihad mayor o gran yihad (jihad akbar) es el esfuerzo de cada creyente contra su propia debilidad, la tentación, el camino fácil y la laxitud; es tanto un camino interior como un esfuerzo por mejorar la sociedad para erradicar de ella los problemas y lastres que la aquejan; y según el derecho islámico constituye una sagrada obligación para todo musulmán.

En su estudio son importantes los autores sufíes, como Abu Talib al-Maki y más aún el gran teólogo persa Abu Hamid al-Ghazali (entrada en wikipedia y web dedicada a su estudio y algunos de sus textos gratis online).

No obstante, Samir Khalil Samir, en la obra antes citada discrepa en algo esencial sobre esa visión: 

"La tesis, muy difundida además en Occidente, según la cuál es preciso distinguir entre el 'pequeño yihad', la guerra santa [jihad asghar], y el 'gran yihad', el esfuerzo ético-espiritual contra el mal, no tiene confirmación ni en la tradición islámica clásica ni en la elaboración teórica de los grupos islámicos que se vinculan al yihad, mientras que es una característica de las corrientes místicas."

Khalil se explica algo más:

 

"Los grupos islamistas que adoptan la palabra jihad en nombre del islam no lo entienden, ciertamente, en su significado místico, sino en su acepción violenta, y las decenas d elibros publicados en estos últimos años sobre el jihad se refieren todos a la guerra santa.

Por consiguiente, tanto en el plano histórico, desde el Corán en adelante, como en el sociológico, el significado actual de jihad es unívoco y designa la guerra islámica hecha en nombre de Dios para defender el islam."

En el glosario del Inconformista digital, sin embargo, la definen como: 

"el esfuerzo que ha de hacer todo buen musulman para vencer las pasiones interiores y las tentaciones del mundo, y obtener la salvación (gran yihad).

En Occidente, el término se suele aplicar en su acepción bélica, como sinónimo de guerra santa (pequeña yihad), fenómeno vinculado a la expansión del islam y a la época de las cruzadas."

Vemos cómo, frente a Khalil, y frente a la realidad, niega el significado bélico actual de yihad en "Oriente". No resulta sorpredente, pues tal postura es muy frecuente en "Occidente", como dicen en El Inconformista, pero no deja de ser curioso.

Omar Nasiri (identidad falsa), marroquí criado en Bélgica, usado y tirado por los servicios de inteligencia occidentales como infiltrado en Al Qaida, autor vengativo de Inside the jihad : my life with Al Qaeda : a spy's story, 2006 (Mi vida en Al Qaeda, ed. El Andén), dice en una entrevista en El Mundo (15-6-2007, papel):

Este defecto puede explicarse en gran medida por el brusco rechazo de Sageman hacia mucha de literatura académica sobre terrorismo existente en general y sobre las redes terroristas en particular."

"El primer tipo de yihad es el esfuerzo espiritual y personal que cada uno realiza para ser mejor: es un yihad permanente. El segundo es el yihad ofensivo, que puede interpretarse como guerra santa o reconquista; es la lucha por conquistar a los no musulmanes, que es solo una propuesta no obligatoria. El tercero es el yihad defensivo, el que hoy se está aplicando en todo el mundo musulmán. Alá es quién da la orden de defender el honor de los musulmanes, no Bin laden." Lo más relevante de esta reflexión es que explica el auténtico mecanismo de enganche de los musulmanes a la violencia yihadista: se trata de defender el honor. Y lleva en sí mismo incorporada su justificación (para occidentales): es puramente defensiva.

Coincidiendo con aquella observación de Khalil, en el glosario de la webislam (sufíes andalusíes heterodoxos, esto es, místicos a su estilo) se dice: 

"literalmente, y en su sentido fundamental, Yihad significa “esfuerzo para lograr el salâm”. De la raíz Ÿ-H-D (esforzarse, aplicarse, insistir, trabajar con celo y asiduidad, empujar, fatiga, lucha).

El ÿihâd espiritual o ÿihâd mayor (al-ÿihâd al-akbar) se hace hacia dentro (hacia uno mismo). El muÿâhid ha aceptado el devenir, el cambio, como su forma de vida, como su norma, como su paz. Para lograrla hay que combatir con vigor todo aquello que la obstaculice."

Siendo el salâm la "paz a que te invita el Islâm (ambos de la misma raíz). Es una paz que conlleva la salud y la seguridad.

“Salâm” es el saludo habitual entre musulmanes; se desea la paz al prójimo. También cuando un enemigo o alguien nos increpa con malas intenciones o incluso insultos, el Corán nos enseña a decir “salâm”.

El salâm del Islam va más allá del significado simple de “paz”. Se refiere a una paz absoluta, infinita, horizonte último de la aspiración de cualquier musulmana o musulmán.

Todo acto y esfuerzo de este mundo, tiene como objetivo máximo lograr esa Paz. Uno de los nombres del Paraíso es Dâr as-Salâm (lugar del Salâm), y uno de los llamados “Más Bellos Nombres de Al-lâh” es As-Salâm."

No obstante también Khalil contradice, o al menos precisa, a los de la webislam, al señalar que:

"las palabras islam y salam derivan, efectivamente, de la misma raíz, pero no tienen una relación directa.... la raíz s-l-m en árabe, como la raíz sh-l-m en hebreo y en todas las lenguas semíticas, significa 'estar sano', 'estar en paz' y existe un vínculo semántico entre paz, salvación, salud, etc.

Salam, en árabe, significa paz, salama significa salud, islam significa sumisión. la palabra islam deriva del verbo aslama, que significa 'someterse' o 'abandonarse a'; el islam consiste, por tanto, en el acto de abandonarse o de someterse, se sobrentiende a Dios, pero no significa 'alcanzar un estado de paz', aunque alguien pueda añadir, por motivaciones espirituales, esta falsa etimología."

Para Arístegui, como para tantos otros, la acepción bélica de la yihad ha sido históricamente más empleada por teólogos y líderes religiosos y es la fundamental para los yihadistas; y, además, lo es no en su sentido clásico, pues no se trata de cumplir las reglas de la yihad, sino de manipularlas y adaptarlas a sus estrategias criminales; según él, de los diversos significados de yihad los más usados durante los últimos 14 siglos han sido los más agresivos.

En esta acepción bélica, yihad significa, citando a David Cook (Understanding Jihad, 2005), 'acción bélica con un significado religioso'; y lo mismo vienen a recoger la mayor parte de las enciclopedias: la yihad es una acción bélica para extender el islam y, llegado el caso, para defenderlo. Pero ya dije arriba que coincido con Pipes cuando identifica el dominio de las tierras por gobernantes musulmanes como el auténtico objetivo de la yihad, aunque ésta instrumentalice la religión para lograrlo. Otras definiciones no contradictorias con lo anterior consideran la Yihad el combate contra los infieles y apóstatas en nombre de Dios. La Yihad como concepto bélico ha sido empleada también para legitimar conquistas y dominación de nuevos territorios y también para justificar el esfuerzo guerrero, para recuperar tierra islámica usurpada ilegal e ilegítimamente, según ellos, por 'cruzados y colonialistas', esto es por Occidente (Al-Ándalus a la cabeza), dice Arístegui. Y dentro de este marco doctrinal, recuerda Gustavo Arístegui, serán lícitos los procedimientos más brutales e indiscrimados que puedan imaginarse, por sanguinarios y desproporcionados que puedan parecer a los demás.

Para César Vidal la yihad en su acepción bélica es esencial en el islam predicado por Mahoma:

"aunque con posterioridad se ha desarrollado en algunos sectores islámicos una tendencia a considerar esa guerra en términos espirituales y a relegar la guerra literal a un significado menor..."

Y en su sostén cita a Bernard Lewis (The crisis of Islam, 2003) conforme al cuál en los primeros siglos 'la palabra yihad era utilizada en un sentido fundamentalmente militar."

Tras señalar que de hecho la primera yihad fue la emprendida por Mahoma contra los gobernantes de La Meca, Vidal sigue citando a Lewis:

"la aplastante mayoría de las primeras autoridades, que citan los pasajes relevantes del Corán, los comentarios y las tradiciones del profeta discuten la yihad en términos militares... Durante la mayor parte de los catorce siglos de historia musulmana registrada, la yihad fue comúnmente interpretada para significar lucha armada para la defensa o el avance del poder musulmán."

El asesinado (2005) beirutí Samir Kassir, en su libro De la desgracia de ser árabe, nada amigo de Lewis ('el denigrador más autorizado del arabismo actual, aunque no el menos perverso'), reflexiona así:

"El nacionalismo islámico y el yihadismo no son lo mismo. Mientras que el primero es de naturaleza defensiva, el segundo se considera a sí mismo como una nueva vanguardia llamada a conquistar el mundo.

Con todo, la diferencia es difusa y nadie duda de que el nacionalismo islámico prepara el terreno al yihadismo, ya que si, al contrario que éste, aquél no niega la desgracia, sí dispone en cambio a aquellos que la sufren a complacerse en ella hasta el punto de no querer perderla más que a cambio de lo que más se parece a ella, es decir esa cultura de la muerte en la que la unión entre nacionalismo árabe fosilizado e islam político querrían resumir la resistencia".

La Yihad en El Corán mismo

164 Jihad Verses in the Koran (Yoel Natan) ofrece lo que anuncia: 164 aleyas que afirma están seleccionadas por lo clara y directamente que se refieren a la yihad; y aclara que no incluye otras relacionadas, como las relativas a la yihad económica, 9:81-96, por ejemplo. Así, las 164 aleyas que cita son:

La versión en inglés (esto es, para occidentales) de la web de islamcity, obviando cualquier referencia al significado de guerra contra el infiel, ofrece las siguientes referencias coránicas para la "j.h.d (root of jihad meaning striving, struggling, endeavoring)": 

En el índice de materias y glosario de El Korán, Cansinos refiere el concepto Yihad (Chihad) al de Guerra Santa, como hacen Vernet y Cortés en sus alcoranes, y lo encuentra ubicado en las azoras 2186-187,212 y 215, 476, 936,38,40 y 52, 475 y 37 y 4824; wikipedia añade la 2256, la 815-16 y la 939. Vernet anota las mismas azoras que Cansinos pero señala algunas otras aleyas: 4739-40 y 4825. Raúl González, que no habla de guerra santa sino directamente de yihad en su reciente traducción directa del Corán, no incluye la azora 48 pero añade otras muchas (su numeración de aleyas es distinta a las otras lecturas): 2190,194,216,218 y 244, 313,121,128,139,147,195 y 200, 466,71,84,89,91,94,97,99 y 104, 535 y 54, 85, 19,39,52,57,60,64,72 y 75, 95,38,59,111 y 123, 16110, 2239 y 78, 2552, 296 y 69, 3312 y 27, 474 y 7, 4915, 6111 y 669.Julio Cortés, en el índice analítico de su traducción del Corán, refiere la Guerra Santa a las azoras 2190-195, 216-218 y 243-252, 3142, 471-78 y 94-96, 511, 839,59-66 y 72-75, 95-16, 29, 38-52, 81-96 y 120-121, 16110, 2239-41, 296, 474-11, 20-21 y 35-38, 4815-17, 4915, 591-17, 6110-13 y 6936-37; este autor es el único que cita la azora 69 relacionada con la yihad.

César Vidal, como Cortés, también cita como yihadista la 2246, que enseña, según él, cómo la colaboración en la guerra santa es inexcusable, aunque solo sea económicamente; no obstante, y aunque pegada a la 2245 que sí habla de la yihad ('Y combatid en la senda de Alá y sabed que ciertamente Alá es oidor, sabio.'), no veo cómo esa aleya 2246 resulta con el sentido que se le atribuye, aunque efectivamente sí se refiere a los préstamos a Alá.

Como sabemos, la numeración de las azoras no se corresponde con su orden cronológico de aparición o revelación, o 'descenso' como creen los creyentes.

Así, todas las azoras antes citadas en relación con la yihad son del llamado periodo medinés, cuarto y último, que comprende las que aparecen desde que Mahoma abandona La Meca (hégira) hasta su fallecimiento, salvo las 16, 25, 29 y 69 (la 25 solo mencionada por Raúl González, la 69 solo por Cortés, y las otras dos solo por ambos) que corresponden a periodos mecanos.

Según Vidal y Cortés, pertenecen al primer período mecano la azora 6936-37, la más antigua de las citadas y una de las más antiguas en general; al segundo, la 2552; y al tercero las 16110, y 296 y 69 (la aleya 69 solo mencionada por González).

González coloca la 69 entre la 16 y la 29, lo que correspondería al tercer período mecano en lugar del primero (pero él no distingue entre períodos mecanos).

Según César Vidal, las azoras yihadistas mediníes, todas las demás, se revelan en el orden siguiente: 2, 8, 47, 3, 61, 4, 33, 22, 48, 66, 49, 9 y 5, siendo la 2 la primera del periodo y la 5 la última y, claro, última también de todas las que forman el Corán. Para Raúl González, el orden, partiendo del momento en que la azora empieza a revelarse, aunque se complete años más tarde, es 2, 8, 3, 33, 4, 47, 22, 49, 66, 61, 5 y 9, siendo estas dos últimas las últimas de El Corán; la 48, que él no cita, iría según su orden inmediatamente antes de la 5 e inmdiatamente detrás de la 61.

Es muy relevante que sean mediníes todas las azoras yihadistas, salvo las cuatro excepciones citadas, pues es a partir de la hégira y el establecimiento de Mahoma en Medina cuando, según César Vidal (España frente al Islam, 2004) :

"Mahoma dejó de ser el profeta no-violento de los años anteriores y se convirtió en un hombre de Estado, decidido a fraguar un nuevo orden espiritual, social y político aunque para ello tuviera que recurrir a la violencia. (...)

la sura 2 resulta un auténtico ejemplo de cómo iba a ser la trayectoria del islam en los años siguientes.

En primer lugar, el islam dejaba de ser una religión vinculada a las demás incluso por lazos meramente afectivos y, según ellas, imaginarios. Desde ese momento la oración diaria se pronunciaría no en dirección a Jerusalén, sino a La Meca. [azora 2136-139) (...)

Por si fuera poco, la nueva fe recurriría al uso de la guerra para asegurar su supervivencia y su ulterior expansión. Los tiempos del pacifismo habían pasado definitivamente y ya nunca regresarían."

Así lo sostiene también Sohail H. Hashmi, en la Encyclopedia of Politics and Religion, ed. Robert Wuthnow (1998):

"Durante el período de revelación coránica, mientras Mahoma estaba en La Meca (610-622), yihad significaba esencialmente el esfuerzo no violento por extender el el islam.

Tras su paso de Meca a Medina en 622, y el establecimiento de un estado islámico, el Corán (2239) permite la lucha en defensa propia.

El Corán comienza a referirse incrementalmente a la qital (lucha o guerra) como una forma de yihad. Dos de los últimos versos sobre el tema (95,29) sugieren una guerra de conquista o conversión contra todos los infieles."

Salvo cuando indico otra cosa, las citas coránicas en español están tomadas de la traducción de Cansinos, y siguen la numeración que utiliza su lectura.

En la Azora 2, La Vaca (Al-Bakra), la más larga del libro y en la que se exponen los fundamentos del derecho musulmán, y de ahí la especial importancia que tiene, datada en su mayor parte en el año 2 de la hégira, antes de la batalla del Bedr (624), se refieren a la yihad las siguientes aleyas:

La entrada sobre la yihad de wikipedia cita otra traducción de la aleya 215 (218 en la numeración canónica usada por González), que érroneamente identifica como aleya 256:

Estas aleyas (que son las numeradas como 190 y 191, y 216 y 218, en la versión canónica) se leen así en árabe y en diversas versiones en inglés, tomadas de El Corán online de la Comunidad Ahmadiyya Muslim (esta comunidad dice rechazar la guerra santa violenta y el terrorismo, y al efecto dice: 

"Según el Corán, la Guerra Santa, llamada Yihad, es en realidad una campaña santa que se ayuda del Corán para traer una revolución espiritual al mundo".

En este enlace puede verse con más detalle su posición sobre la yihad y el terrorismo, al menos lo que sobre ello publican. En la página original del Corán online antes enlazado, cada aleya está muy comentada, por supuesto huyendo de cualquier interpretación agresiva, de su significado de guerra santa y del taqfir):

Como recuerda Samir Khalil (op. cit.), en Egipto está muy extendida la opinión de que la aleya 187 (191), "Matadlos donde los encontréis", conocida como la aleya de la espada (ayat al-sayf), ha abrogado "más de cien aleyas", todas de inclinación 'pacífica' hacia la tolerancia religiosa.

Conforme a ello, la aleya abrogante, claramente belicosa frente a los incrédulos, como también lo son las azoras 929, 551, 3106, 3136, 839, ha acabado con la vigencia de esas más de cien aleyas más tolerantes. No obstante, afirma Khalil: 

"Los musulmanes nunca han admitido que algún versículo del Corán haya perdido su vigencia hoy. (...)

en esto ha consistido y sigue consistiendo la ambigüedad del islam, desde su nacimiento hasta nuestros días: en que la violencia forma parte del mismo, aunque también sea lícito optar por la tolerancia; en que la tolerancia forma parte del mismo, aunque también sea lícito optar por la violencia."

En esa aleya 187, el 'escándalo', al-fitna, Montet lo traduce como sédition y Henning como Verfuerung; ambas son traducciones clásicas de prestigio. Vernet y Raúl González lo traducen como idolatría, aunque este último aclara que es un término con múltiples significados: truco, prueba, examen, pecado, escándalo e idolatría; él opta en este caso por idolatría por ser así, dice, como se recoge de Imam Muhammad al-Baqir (cf. Tabarsi) y de Muyahid, Qutadah y Dahhaq (cf. Tabari).

¿Cabe apostasía? Esto me preguntaba yo hasta que he tenido en mis manos la traducción de Julio Cortés en la que, por un lado, lo traduce como tentar, mezclando así el truco, la prueba y el examen, e incluso el pecado, de los que hablaba González, y citando la azora 491, donde se dice 'tentar a los creyentes para que apostaten es peor que matar a los infieles'; y, luego, en la aleya 193, ya directamente dice apostatar, que refiere al 'hasta que no haya tentación' que utiliza en la azora 839

Jason Burke lo define, en el glosario de su Al-Quaeda, como: "strife, sedition, literally 'ordeal'; infighting among political factions with ideological differences, such as in the time after the death of the Prophet."

Arístegui, en su La Yihad en España, como: "Guerra civil, desorden, enfrentamiento interno en la comunidad musulmana que rompe la unidad entre los creyentes."

Napoleoni, en su Yihad, nos da un ejemplo reciente de esto:

"Esa competencia [entre facciones y grupos islámicos] no se reducía a la esfera puramente económica; también conllevó el empleo estratégico de la violencia.

La actitud conciliadora de la Autoridad Palestina hacia Israel fue interpretada por muchos palestinos como una traición a la causa.

Hamás capitalizó ese sentimiento y transformó la Intifada en Fitna, su versión violenta. Una parte de la Fitna estaba constituida por 'comités de choque' palestinos y por escuadrones de la muerte, que se dedicaban a interrogar y finalmente asesinar a todos los presuntos 'colaboradores' que se hallaran dentro de los territorios ocupados..."

Aqa Mahdi Puya, en su comentario al Corán publicado online por la Ahlul Bayt Digital Islamic Library Project, de la Comunidad Ahmadiyya Muslim (Punjab, India), dice: "Fitna quiere decir actividades subversivas para destruir la paz y la Ley." Los traductores al inglés de ese mismo Corán online dicen persecution(Shakir y Picktkal) y tumult (Yusufali).

En la entrada de wikipedia, y tras sostener que "La guerra es obligación del creyente. Rehuir la batalla contra los no creyentes es un gravísimo pecado para un musulmán: quienes lo hagan arderán en el infierno", se vincula la yihad con otras aleyas de la Azora 8:

En el texto de Cansinos esas aleyas se leen así:

En El Corán online de la Comunidad Ahmadiyya Muslim dicen así:

يَا أَيُّهَا الَّذِينَ آمَنُواْ إِذَا لَقِيتُمُ الَّذِينَ كَفَرُواْ زَحْفاً فَلاَ تُوَلُّوهُمُ الأَدْبَارَ {15

وَمَن يُوَلِّهِمْ يَوْمَئِذٍ دُبُرَهُ إِلاَّ مُتَحَرِّفاً لِّقِتَالٍ أَوْ مُتَحَيِّزاً إِلَى فِئَةٍ فَقَدْ بَاء بِغَضَبٍ مِّنَ اللّهِ وَمَأْوَاهُ جَهَنَّمُ وَبِئْسَ الْمَصِيرُ {16

En la Azora 47, Mohammed, compuesta en Medina a raíz de la victoriosa batalla de Bedr (624) y cuyo motivo esencial, al menos el de la mayoría de sus aleyas, parece haber sido el reparto del botín obtenido precisamente tras esa batalla, Cansinos vincula las siguientes aleyas a la yihad:

En la traducción de Raúl González esas aleyas dicen así:

La versión de esas aleyas en El Corán de Vernet es muy interesante (aunque la edición de debolsillo a la que os linco, es muy mala, hay otras ediciones infinitamente mejores):

En la Azora 4, Las Mujeres (An-Nisá), de datación controvertida pero que la mayoría sitúa después de la derrota de Ohod (año 3 de la héjira), que dejó muchas viudas, y antes del final del año 5 de la héjira,Cansinos relaciona la aleya 76 con la yihad :

En la Azora 48, La Victoria (Al-Fath), posterior a la paz de Judaibiyah (627, 6 de la héjira) y parece que escrita antes del regreso de Mahoma a Medina, Cansinos cita la aleya 24, que data, junto a los versículos 18-29, de la época en que se sometieron los judíos de Jaibar y comarcas vecinas (comienzos del 628), la yihad aparece vinculada a la aleya 24:

En la Azora 9, La Contrición (At-Tauba), única que no comienza por la invocación habitual En el nombre de Alá... (unos dicen que por haber formado parte inicialmente de la azora 8, otros que por error del copista) y una de las más modernas (la última de El Corán según González, la penúltima según Vidal), de interés especial en referencia al califato, pues los adversarios de éste parecen ver en ella un argumento a su favor, Cansinos se refiere a las aleyas 36, 38, 40, y 52; y yo creo fundamental referirnos también a las aleyas 14 y 15:

La aleya 14 y parte central de la anterior aleya 52 se leen así en González y en Vernet, así como en un texto traducido de Saif Al-Din Al-Ansari que luego vemos:

El comienzo de la aleya 15, continuando la 14, resulta esencial para entender cómo y por qué se extiende hoy con tanta rapidez el favor de los musulmanes hacia los yihadistas.

Y quizás se comprenda mejor observando las tres traducciones que de esas aleya hemos dado, entre las que la de Vernet aparece como la más ilustradora, o menos hermética: curará el resentimiento de los pechos de las gentes creyentes, expulsará la cólera de sus corazones...

Va con nuestro tiempo y explica cómo una doctrina tan encorsetadora, la sharía islámica interpretada por los yihadistas salafistas, puede hacerse con el favor de la gente.

Es fácil percatarse de cómo esa doctrina no solo no reprime la lucha sino que la justifica como medio de curar el resentimiento y, así, alcanzar el bienestar expulsando la cólera de uno.

Y resentimiento tiene que haber, y en abundancia, entre los pueblos islámicos, que ven en la televisión como el bienestar les pasa de largo una y otra vez.

Una manera fácil de encauzarlo [el resentimeinto ante ello] hacia otros (pues mirarse a sí mismo exige luego un esfuerzo no tan fácil) es lo que ofrece esta doctrina coránica, como ahora vemos con claridad en el texto de un yihadista moderno.

Por otro lado, algunos han querido ver en la aleya 52 un vía de escape a la imposición de la práctica de la yihad por cada creyente o, al menos la posibilidad de que provoque una cierta relajación entre los creyentes dada la alternativa que parece ofrecer a los fieles: no hace falta que el creyente emplee sus propias manos en la tortura del infiel pues ya Al.lá se va a encargar de hacerlo con sus propias manos.

Para evitar esta corriente de flaqueza, los yihadistas vienen expondiendo interpretaciones adecuadas. Una de ellas, sobre la importancia de la Yihad como medio para destruir a los 'Paises Infieles', atribuida al citadoSaif Al-Din Al-Ansari, identidad creada ad hoc, que publica un artículo Yi'adhibuhoum Allah Bi-'aydikum en el No. 16, de 24 de agosto de 2002, pp. 4-9, de la revista de internet Al-Ansar, afiliada o cuasi portavoz oficial de Al-Qaida (antes podía leerse en http://www.jehad.net/, pero ya no, como es frecuente en este tipo de publicaciones yihadistas; un comentario traducido al español puede leerse en el siguiente enlace del Middle East Internet Media Research Institute; no estoy seguro).

Recomiendo seguir el enlace al link del MEMRI, pero cito aquí un extracto:

"Los Musulmanes no Deben Permanecer Pasivos Esperando que Se Haga Realidad el Decreto Divino… Quisiera señalar el peligro de este análisis, porque éste podría convertir a los musulmanes en individuos pasivos que no luchan para practicar los mandamientos de la religión o para erradicar la falsedad, sino que viven en una atmósfera de espera pasiva, bajo la excusa de que ¡ellos confían en la habilidad de Alá!

Cuando Alá nos dijo que los infieles serían aniquilados no lo hizo utilizando conceptos ambiguos. Dijo claramente que esto se lograría solo mediante una de estas dos formas: por medio de un acto directo de Alá… o por medio del pueblo musulmán, el cual , de acuerdo con el mandamiento islámico, serviría como un instrumento para llevar a cabo el decreto divino, pues, como está escrito: 'Alá torturará a los infieles con sus propias manos o con las nuestras (Corán 9:52)'

Sí, quizás está predestinado que el país infiel será aniquilado. Pero si los creyentes no actúan, esta clase de aniquilación nunca será a favor del estado islámico. El país infiel será aniquilado en favor de otro país infiel igual o peor que él…

Por lo tanto, la creencia en el 'aniquilamiento del país de la herejía sólo nos abre una ventana de esperanza y nos impone una meta que está en el reino de lo posible - pero que no aniquila al país infiel por nosotros, ni siquiera lo afecta!!

Esto es solo una creencia que, si no estuviera acompañada por las palabras 'por medio de tus manos' que aparecen en el verso coránico [9:14, 'Lucha contra ellos y Alá los torturará por medio de tus manos'] - se quedaría en el reino maravilloso de ideas que flotan en el universo teórico, y que sería como un sueño maravilloso que despertaría profundas emociones - sin embargo, cuando despertemos, encontraremos que el país infiel todavía existe, que la falsedad no se ha destruido a sí misma en favor de la verdad, hasta que los poseedores de la verdad entren en acción…

La importancia del esfuerzo humano para aniquilar a los infieles… es lo que Alá intentó enseñarles a los musulmanes en la Batalla de Uhud [625]. En aquel entonces, había musulmanes que pensaban que porque ellos tenían la razón vencerían al enemigo. Los musulmanes pagaron un precio muy alto por ésto…

Ahora, la pregunta en cuestión es, ¿como llevar a cabo la tortura que Alá quiere que realicemos?... Esta tortura no se llevará a cabo de ninguna manera solamente por medio de la palabra [Da'wa], porque predicar es una actividad para exponer la verdad de manera que sea facilmente aceptable. Predicar no tiene nada que ver con torturar, Yihad es la forma de torturar a los infieles por medio de nuestras manos.

Por medio del Yihad, Alá los tortura con la muerte; por medio del Yihad, Alá los tortura con heridas; por medio del Yihad, Alá los tortura con la pérdida de sus propiedades; por medio del Yihad, Alá los tortura con la pérdida de su gobierno. Alá los tortura por medio del Yihad, o sea, con la Guerra en el frente militar…"

Ese mismo ideólogo yihadista, Saif Al-Din Al-Ansari, había publicado otro artículo, Wa-Yimhaq Al-kafirin, en el número anterior de la misma revista (Al-Ansar, vol. 15, 10 de agosto de 2002, pp. 4-8), en el que invocaba la aleya 142 de la azora 3, para ofrecer una interpretación más amplia acerca del mandato coránico de matar a los infieles, de exterminar a los enemigos del islam, que según él es un mandato absoluto y permanente de la ley islámica, tan relevante hoy como lo fue en el pasado, e independiente de las circunstancias políticas, la venganza o el deseo de liberar la umma del dominio de los infieles.

Así cita el autor esa aleya, en una versión inglesa de su artículo: "And that He may purge those who believe and deprive the unbelievers of blessings" (Al-Imran, 141 [en el original dice 142, por error]). Esa aleya se lee así en Cansinos y Vernet (135 en lugar de 141) y González, en español, y, en inglés y árabe, en El Corán online de la web islamista de la Comunidad Ahmadiyya Muslim (Punjab, India):

وَلِيُمَحِّصَ اللّهُالَّذِينَ آمَنُواْ وَيَمْحَقَ الْكَافِرِينَ {141

Como vemos, en los textos de influencia islamista más reciente y pura, difundidos desde centros 'occidentales' (para gente que vive en occidente) que dicen buscar la concordia, el concepto de aniquilación o exterminio se convierte en privación (deprive) o deterioro, frustración, perjuicio (blight). Desde luego, la taquiya (la técnica del disimulo) aconseja actuar así.

No es de olvidar que esta azora 3 es anterior a las otras citadas. Cansinos la data en el 607, sin seguridad, y afirma que su redacción es un tanto incoherente, lo que induce a pensar que se trata de una recopilación de fragmentos medinenses, anteriores a la héjira.

Enrique de Diego en un artículo, El totalitarismo islámico en el Corán, que publica en el nº 11 de la Ilustración Liberal, y apoyándose bastante en la Introducción a El Corán de Juan Vernet (Plaza y Janés), afirma que Mahoma, crecientemente providencialista, y tras sufrir la derrota de Ohod, contra otro ejército superior en número, interpreta ésta como una prueba de Dios, que premia a los constantes, en términos de triunfo y aniquilación.

En apoyo de esta tesis cita las aleyas 134 (solo el final) y 135 de la azora 3, que son las oraciones inmediatamente anteriores a las antes citadas, y que en la versión de Vernet se leen así:

Estos días los hacemos suceder entre los hombres, a fin de que Dios sepa quiénes creen y escoja, entre vosotros, testigos -¡Dios no ama a los injustos!-, con el fin de probar a Dios a quienes creen y aniquilar a los infieles”.

Según al-Ansari, así trata Alá a los infieles, cuyo sino histórico es el exterminio mediante diversos tipos de muerte, como les ocurrió a los pueblos de Noé, Hod, Salih, Lot, Madian, y Faraón:

"Así como la ley de exterminio se aplicaba a las fuerzas infieles de las naciones en otra época sin que nadie pudiera escaparse, así se aplicará a las fuerzas infieles de nuestros días y nadie escapará.

En concreto, de manera semejante al destino de los pueblos Thamoud y 'Ad [dos pueblos paganos árabes que, según la tradición islámica, fueron exterminados por rechazar las palabras del Profesta], el estado Americano, el estado Judío y los demás países infieles serán ciertamente destruidos."

La Yihad en los hadices

Además del Corán, son relevantes numerosos hadices sobre la Guerra Santa, su aliento y recompensa. César Vidal identifica varios:

- (1,300,10.5.505) "Narró Abdullah. Pregunté al Profeta: '¿Qué acción es la más querida a Alá? (...)

En mi post la yihad en los hadices encontraréis los resultados (descargado el 9 de febrero de 2007) que ofrece la web de Yanabi, al buscar el término yihad entre las 8 colecciones de hadices que contiene. El primero de ellos me resulta muy interesante. Dice así:

Abu Hurairah, may Allah be pleased with him, reported: The Messenger of Allah (may peace be upon him) was asked: What deed could be an equivalent to Jihad in the way of Allah, the Almighty and Exalted? He answered: You do not have the strength to do that deed. They repeated the question twice or thrice. Every time he answered: You do not have the strength to do it. When the question was asked for the third time, he said: One who goes out for Jihad is like a person who keeps Fast, stands in the Prayer (constantly), (obeying) Allah's (behests contained in) the verses (of the Qur'an), and does not exhibit any lassitude in Fasting and the Prayer until the Mujahid returns from Jihad in the way of Allah, the Exalted. (De la colección de Bukhari and Muslim - Al-Bukhari compiled it in Book on Al-Jihad and Marching Hadith No. 2577; Muslim,in Book on Emirate Hadith No. 3490; Al-Tirmizi, in Book on The Merits of Jihad Hadith No. 1544; Al-Nisa`i, in Book on Al-Jihad [Holy fighting] Hadith No. 3077; y Ahmed b. Hanbal, in Part 2 Page 344, 424, 438, 459, 465).

Lo que me llama la atención es cómo la yihad se presenta, claramente, como un reto y como un premio, solo al alcance de los más fuertes, de los mejores: You do not have the strength to do it, reta el profeta, y se hace de rogar antes de ofrecer una respuesta. Así la presentan hoy también, sin duda, sus promotores más belicosos. 

Otro de esos interesantes hadices nos trae la yihad de la palabra, tan importante entonces como hoy, claro está. Dicen que las palabras no matan, pero pocos aforismos hay más desatinados; como dice el autor que ahora comentamos "la yihad de la palabra es como descargar una lluvia de flechas".

Así, el Imam Abi 'Eesaa Muhammad bin 'Eesah bin Sorah At-Tirmidhi R.A.(209-279 A.H.) narra, en uno de las colecciones de hadices más clásicas, el siguiente, que expone la palabra del Profeta sobre la poesía (ver el hadiz 5 en este enlace):

"Anas radiyallahu anhu reports that Rasoolullah sallallahu alaihe wasallam went to Makkah for Umratul Qada. Abdullah ibne Rawahah radiyallahu anhu (throwing his sword over his shoulder and holding the reins of the camel of Sayyidina Rasoolullah sallallahu alaihe wasallam) was walking ahead of him reciting these couplets: ‘O’ non-believers clear his path (and leave today. Do not prohibit Sayyidina Rasoolullah sallallahu alaihe wasallam from entering Makkah as you had done last year) for today we shall smite you. We will take such action against you that we will separate the brain from its body. And will make a friend forget a friend.’ Umar radiyallahu anhu stopped him and said, O’ Ibne Rawahah, in the presence of Rasoolullah sallallahu alaihe wasallam and the Haram of Allah you are reciting poetry? Rasoolullah sallallahu alaihe wasallam said, Leave him O’ Umar, these couplets are more forceful than showering arrows onto them."

Y, tras esa narración, Shaykhul-Hadith Maulana Muhammad Zakariyya Muhajir Madni (R.A) ofrece su comentario, también un clásico (al hadiz 5 en este enlace): 

"... It is related in a hadith that Sayyidina Ka’b radiyallahu anhu inquired from Sayyidina Rasoolullah sallallahu alaihe wasallam if Allah Ta’ala has despised poetry in the Qur’an. Sayyidina Rasoolullah sallallahu alaihe wasallam replied, A Mu’min makes Jihad with a sword and also with the tongue. This Jihad of the tongue is also like showering arrows. It is concluded from these ahadith that poetry is also a form of Jihad. In the manner that there are laws and conditions that govern Jihad, there are laws that apply to poetry too." 

Gustavo de Arístegui cita un hadiz de Abdallah ben al-Mubarak (teólogo y guerrero del s. VIII que además de predicador y jurista participó en la Yihad contra el imperio bizantino) recogido en el Libro de la Guerra (Al Kitab al-Yihad): 

"Un grupo de beduinos combatientes se aproximó al Profeta y este les dijo: 'Habéis hecho bien viniendo a la Yihad mayor desde la Yihad menor.' Y estos le preguntaron: '¿Qué es la Yihad mayor?' A lo que contestó el Profeta: 'Que el siervo de Dios combata sus pasiones.'"

Desde una perspectiva más cultural y política, más comprometida con lo árabe de hoy, bueno, de ayer, que a finales de 2005 lo mataron, el beirutí Samir Kassir hace intersantes reflexiones (voy a citarle muy en extenso, pero recomiendo mucho la lectura de su libro, breve, conciso y de precio muy muy asequible):

"... los islamistas yihadistas que, llevados por su celo mesiánico, no ven en la desgracia árabe más que un mal trago inevitable - y no tan malo al fin y al cabo, puesto que puede servir para ganar el paraíso con sus cuarenta huríes, a la espera de ese curioso Gran Atardecer que no está pensado como un salto hacia el futuro, al contrario del original marxista, sino como unavuelta a la pureza original, aunque hubiera que buscarala en la noche de los tiempos."

"Como pensamiento estructurado, el islamismo yihadista está lejos de ser la ideología dominante que se imagina uno ante los medios de comunicación occidentales, aunque no por ello deja de poseer una poderosa capacidad de convocatoria, sin duda por ser la única corriente que ofrece hoy una vía de escape al estatuto de víctimas que los árabes se complacen en alimentar, pero que el islamismo, yihadista o no, no deja de alentar."

" La victimización va más allá... está formada por otros elementos, en particular el sentimiento de impotencia, así como una cierta visión policial de la historia."

"Más que el resultado de una relación de fuerzas, la victimización es el precio de la derrota de lo universal. Y la aparición de ese culto, que celebran los medios de comunicación árabes - empezando por la tan alabada Al-Yazira - solo ha sido posible porque la ideología del momento acarrea el rechazo de lo universal. En honor a la verdad, 'ideología' es una palabra excesiva. De hecho, se trata del matrimonio entre los restos fosilizados del nacionalismo árabe que, precisamente por estar fosilizados, se han desligado de sus inspiraciones universalistas iniciales, y un 'nacionalismo' islámico que, por su parte, pretende explícitamente desmarcarse de lo universal, incluso suplirlo. Tal nacionalismo no es inédito..."

"El nacionalismo islámico y el yihadismo no son lo mismo. Mientras que el primero es de naturaleza defensiva, el segundo se considera a sí mismo como una nueva vanguardia llamada a conquistar el mundo. Con todo, la diferencia es difusa y nadie duda de que el nacionalismo islámico prepara el terreno al yihadismo, ya que, si al contrario que éste, aquél no niega la desgracia, sí dispone en cambio a aquellos que la sufren a complacerse en ella hasta el punto de no querer perderla más que a cambio de lo que más se parece a ella, es decir, esa cultura de la muerte en la que la unión entre nacionalismo árabe fosilizado e islam político querrían resumir la resistencia."

"Hay algo en la cultura de la muerte que sin duda la explica. No se trata de un elemento invariable del islam ni de un sustrato de la arabidad, sino del espectáculo de la sangre que no cesa ser derramada. De tener que haber sangre por sangre, al menos que ésta consuele, a falta de vencer. la sangre de los demás, claro está, pero tambien la de los nuestros."

"Si es incierto que haya en ello un invariante del islam, no lo es que así prevalece una visión religiosa del mundo, incluso una visión de la religión como sistema de crueldad, como diría Nietszche. Entendámonos, no es la idea de sacrificio la que está en tela de juicio. Está en la base de todas las luchas humanas desde los albores d ela historia. Los árabes no son una excepción, y ése es el verdadero sentido de la yihad entendida como guerra - porque también existen formas pacíficas de la yihad -. En el siglo XX, los combatientes palestinos se hacían llamar fedayines ('los que pagan con su vida') y antes que ellos, los nacionalistas egipcios que combatían a los británicos en el Canal de Suez. No es cuestión de eso en el nuevo yihadismo, para el que la muerte no es ya el precio posible o incluso probable, sino el medio deseado para alcanzar el fin ansiado, cuando no un fin en sí mismo."

"Esta visión de la yihad querrera que se encarna en la figura del istichadi ('el que pide martirio') - o, dicho de otro modo, el kamikaze - no tiene más antecedente real en la cultura árabe musulmana que el de la secta (no árabe) de los Asesinos. En la época comtemporánea habrá que esperar la revolución iraní para verla entrar en acción. Es en primer lugar shií y se deja ver en los frentes de la guerra entre Irán e Irak, donde las oleadas humanas de voluntarios detienen el avance de las divisiones blindadas iraquíes antes de lanzarse, tras el giro de 1982, al asalto de las líneas defensivas enemigas. Se deja ver de nuevo en el Líbano, aunque de manera más individualizada, en forma de coches suicidas dirigidos contra intereses occidentales o en la lucha contra la ocupación israelí. Además hay que destacar que si ese método radical fue eficaz contra los nortamericanos, la guerrilla clásica, con emboscadas, voladuras, etc., es mucho más decisiva contra la ocupación israelí, lo cual no impide que el modelo produzca sus émulos, incluso en los partidos laicos, aunque, una vez convertida en la única fuerza de resistencia, Hezbolá renuncie a él, sin por ello abandonar la simbología de la sangre derramada y el tótem del istichadi. Una simbología reforzada por los rituales de la Achora, nacidos en el shiismo iraní y trasladados alLíbano para reaparecer ahora en Irak, y en los cuales se deja ver una exaltación del dolor cercana a algunas celebraciones sanguinolentas del Viernes Santo, en España o en Filipinas."

"Entre los shiíes y los yihadistas suníes existe, en principio, un obstáculo insalvable. El islamismo suní radical... tiene a los shiíes por herejes y rafidas, gente que rechaza la fe auténtica. Sin duda, también el literalismo coránico suní encuentra sus orígenes intelectuales en el islam del sur de Asia, y más concretamente en el pensamiento del paquistaní Maududi que, con la mediación de Sayyid Quttb, impregnó la corriente takfiri o apóstata. Eso no quita que sea en los medios shiíes donde se manifiesten en primera instancia los demandantes de martirio con, como tributo a la modernidad, el testamento del futuro chahid grabado en video. De hecho, uno de los dos movimientos palestinos que trasladaron la técnica de la explosión suicida, la Yihad Islámica, tiene fama de ser proiraní, mientras que el otro, Hamás, auqnue surgido de los Hermanos Musulmanes, mantiene excelentes relaciones con el Hezbolá libanés."

"La islamización de la lucha contra Israel no basta para explicar la amplitud que ha tomado la cultura de la muerte, ni la equiparación entre shiíes y suníes. Para ello es necesario analizar, además de la realidad sobre el terreno, la imagen que transmiten de ésta los medios de comunicación y, una vez más, sobre todo Al-Yazira, adornándola con su discurso del mayor denominador común, a saber una mezcla de nacionalismo árabe y nacionalismo islámico. Clara muestra de que, tanto por medio d ela apología de los medios como por la justificación del fin, y con la mediación de la victimización, la opinión pública árabe ha sido preparada para aceptar la temática de la guerra entre civilizaciones."

Sin embargo, a Loretta Napoleoni no le gusta aquella traducción habitual de Guerra Santa que hace Cansinos, y otros muchos, pues dice [en su glosario al final de su Yihad: cómo se financia el terrorismo en la nueva economía], que tal concepto, acuñado en la Europa del siglo XI para las cruzadas, no tiene equivalencia en el islam. Ella prefiere interpretar la Yihad como 'esfuerzo por la causa de Dios', y señala sus dos vertientes: la yihad mayor, que es la lucha por superar los deseos carnales y las inclinaciones perversas, y la yihad menor, que es la defensa armada del islam frente a los agresores, y ha sido utilizada por diversos grupos armados en su confrontación violenta con Occidente; por ejemplo, dice, Osama Ben Laden (en wikipedia) llamó a la yihad, entendida como 'guerra justa' contra el opresor, en su fatua contra los estadounidenses. Esta autora habla de Yihad moderna diciendo que instrumentaliza el concepto en el contexto de la lucha contra Occidente convirtiéndolo en elemento integrante de la violencia política islamista. Es de observar los distintos tiempos y formaciones que tienen Cansinos y Napoleoni.

Curiosamente, Napoeloni también hace un apartado en su glosario para referirse a la yihad antisoviética diciendo que es una definción común para la guerra afgana de 1979-1989 que concluyó con la derrota del ejército rojo soviético. Y digo curiosamente porque también hace esa referencia Jason Burke, en el glosario de su Al-Quaeda. The true story of radical islam, cuando dice que frecuentemente Yihad hace referencia a la guerra contra los soviéticos en Afganistán. Este autor también resume el significado de Yihad como esfuerzo, lucha guerra legítima, señalando que es un término de controvertido, con diversos significados según las épocas. No obstante, sí señala, como hace Gustavo de Arístegui, que aunque no forma parte de los 5 pilares del islam sí es vista como una obligación de cada individuo si la umma se ve amenazada. Como a Napoleoni y con su mismo argumento, y en unos términos que no comparto, al glosario de la Universidad del Sur de California no le gusta llamarla Guerra Santa, y glosa así la Yihad:

"... root... is Jahada, which means to strive for a better way of life. The nouns are Juhd, Mujahid, Jihad, and Ijtihad. The other meanings are: endeavor, strain, exertion, effort, diligence, fighting to defend one's life, land, and religion.

Jihad should not be confused with Holy War; the latter does not exist in Islam nor will Islam allow its followers to be involved in a Holy War. The latter refers to the Holy War of the Crusaders.

Jihad is not a war to force the faith on others... It should never be interpreted as a way of compulsion of the belief on others, since there is an explicit verse in the Qur'an that says: 'There is no compulsion in religion' (Al-Qur'an: Al-Baqarah, 2:256).

Jihad is not a defensive war only, but a war against any unjust regime. If such a regime exists, a war is to be waged against the leaders, but not against the people of that country. People should be freed from the unjust regimes and influences so that they can freely choose to believe in Allah.

Not only in peace but also in war Islam prohibits terrorism, kidnapping, and hijacking, when carried against civilians. Whoever commits such violations is considered a murderer in Islam, and is to be punished by the Islamic state. during wars, Islam prohibits Muslim soldiers from harming civilians, women, children, elderly, and the religious men like priests and rabies. It also prohibits cutting down trees and destroying civilian constructions."

Otras referencias

Ver mi comentario sobre Dr. Abdullah Yusuf Azzam (1941-1989), conocido como el Padtino de la Yihad Abdullah Al-Zam, tomado de un artículo de Trevor Stanley publicado en PWHCE, descargado el 4 de enero de 2007.

El concepto Yihad en el Islam clásico y sus etapas de aplicación, de Diego Melo, Universidad Adolfo Ibáñez, Chile - quiere quitarle la guerra a la Yihad. Resumen sedicente: El presente artículo tiene como objetivo presentar y definir el Yihad islámico en el marco conceptual del Islam clásico (siglos VII al XIII). De tal manera, se establecerán las dimensiones, límites y el sentido del sacrificio de dicho concepto, según la teoría clásica. Finalmente, se proyectan las etapas de aplicación del mismo en tales sentidos.

Sohail H. Hashmi expone su idea de la yihad en la Encyclopedia of Politics and Religion, ed. Robert Wuthnow. 2 vols. (Washington, D.C.: Congressional Quarterly, Inc., 1998), 425-426, que se reproduce en la web de CQ Press. De lo que en el artículo se dice, destaco lo que señala, coincidiendo con C. Vidal, sobre la evolución del concepto de yihad tras el viaje de Mahoma a Medina:

"During the period of Qur'anic revelation while Muhammad was in Mecca (610-622), jihad meant essentially a nonviolent struggle to spread Islam. Following his move from Mecca to Medina in 622, and the establishment of an Islamic state, fighting in self-defense was sanctioned by the Qur'an (22:39). The Qur'an began referring increasingly to qital (fighting or warfare) as one form of jihad. Two of the last verses on this topic (9:5, 29) suggest a war of conquest or conversion against all unbelievers."

Un panfleto de Robert Spencer (2007), publicado por el David Horovitz Freedom Center bajo el título What Americans need to know about Jihad, coloca la amenaza de la ideología yihadista en perspectiva histórica. Según Spencer, los imperativos religiosos de la yihad exigen sojuzgar o matar a los infieles, y esto conforma la envenenada lógica de la expansiva guerra de los islamistas contra Occidente.

Aquí podéis ver diversos links y artículos sobre la visión amable del concepto de yihad tal y como la presenta la Ahmadiyya Muslim Community (esta comunidad que regía primera mezquita en Alemania, es apartada de la misma por las fuerzas y los colaboradores musulmanes de los alemanes y nazis, que pasan a dominarla), del Punjab, India (dicen estar presentes en más de 178 países y ser la comunidad islámica más dinámica de la historia moderna).

Página de Alan Godlas, profesor de Islamic Studies, Islam, Arabic, and Religion de la University of Georgia sobre Jihad, War, Terrorism, and Peace in Islam

Otras fuentes

Jihadology - Una gran fuente de manifestaciones originales de los yihadistas