Judeidad

Judeidad

Por ahora, aquí dejo al margen la cuestión de quién es judío, y las implicaciones que ello tiene en relación con la Ley de Retorno y la demografía israelí.

Como Yoram Hazony expone en 2014:

"hoy muchos judíos [y no judíos, añado yo] están legítimamente preocupados por la viabilidad de la tradición judía enfrentada a los retos de la ciencia, la filosofía y las ideas políticas modernas. Los enclaves ortodoxos se han probado muy resistentes siguiendo una estrategia que en gran medida ignora estos temas. Pero ¿qué puede decirse a los jóvenes judíos que no quieren o no pueden ignorar las ideas modernas? A los judíos que desean seguir estudios científicos o filosóficos al más alto nivel — y quieren saber cómo, a la luz de ellos, el judaísmo puede seguirles siendo significativo. Y ¿qué decir a los no judíos que quieren creer que los judíos siguen teniendo algo importante que decirle al mundo?"

En la última década del siglo XIX, Herzl llamó a los judíos a "volver al judaísmo", esto es, a seguir orgullosamente una vida de carácter judío, en la que las contribuciones judías a la humanidad se hagan no mediante la asimilación a ideas y modos de las naciones sino mediante la independencia judía tanto política como en el mundo espiritual." Y, reconoce Hazony, y con él otros pocos, si bien la visión política de Herzl se alcanzó con el establecimiento del estado de Israel, en el campo de las ideas y el espíritu la independencia y la autodeterminación judías siguen pendientes en no poca medida. Concluye Hazony:

"Hemos entrado en un momento de la historia en el que el status del judaísmo ya no puede tenerse por hecho. Como muchas otras cosas en la civilización de Occidente, ahora está en juego el lugar de los judíos y del judaísmo. Junto a fuerzas que se han vuelto más hostiles, hay otras que compensan aquéllas. Podemos ver en muchos lugares cómo se desvanecen influencias que durante mucho tiempo impidieron que los textos e ideas judíos fueran tratados con respeto y, con ello, una nueva abertura y voluntad de aprender. Hoy hay muchos judíos, cristianos y también otros deseosos de oír que el judaísmo tiene algo importante que decir. Pero ¿sabemos qué es lo que queremos decirles?

Uso el término Judeidad (Jewishness) antes de leer que el grandísimo historiador del Oriente Medio Bernard Lewis, judío británico, también lo prefiere a Judaísmo (Judaism) y aprovecho para citarlo reproduciendo la anécdota que cuenta en el divertidísimo y brillante libro Notes on a Century: Reflections of A Middle East Historian (Bernard Lewis y Buntzie E. Churchill, 2012), que escribe en su 'última y mejor etapa de la vida', cuando se acerca a la centena:

"Judeidad (prefiero esta palabra a Judaísmo, que suena bastante teológico) es memoria y experiencia vital compartidas. Es una cultura de muchas facetas - distinta pero compatible y combinable con otras culturas. Es una identidad, no una identidad completa y exclusiva, sino una parte importante de las múltiples identidades que todas las personas civilizadas llevan en sí. Por fin, es una herencia, preservada durante milenios mediante coraje, logros y lealtad, y, por todo ello, fuente de orgullo legítimo a querer y pasar a quienes bien detrás de nosotros.

(...) Durante la Segunda Guerra Mundial, un primo mío que servía en el regimiento... fue un día llamado por su coronel que le reprendió por no haberle visto en el desfile de la iglesia y quería saber por qué. Mi primo le explicó que era judío y que por ello sería inadecuado que él fuera a un desfile de la iglesia anglicana. El coronel le dijo que eso no era razón suficiente pues había distintos desfiles para diferentes grupos. Él debía ir al desfile de la iglesia judía. Mi primo le explicó que era el único judío del batallón y que no podía hacer un desfile él solo. 'Si. Entiendo su posición. Puede irse'. Mi primo pensó que ahí quedaría todo, pero se equivocaba. Una semana después fue llamado otra vez por el coronel que le dijo que a treinta millas había un regimiento londinense con muchos judíos y servicios religiosos regulares. El coronel lo había arreglado para que un coche con chófer llevara a mi primo a participar en el desfile de la iglesia judía. Así, mientras mi primo estuvo destinado allí fue llevado semanalmente a participar en el culto judío, algo que nunca antes había hecho ni volvería luego a hacer fuera de ese intervalo de su vida."

Crítica de Randi Rashkover (2012) al libro The Invention of Jewish Identity: Bible, Philosophy, and the Art of Translation, de Aaron W. Hughes (2010)

Judaísmo en Israel: visión de Ben Gurión

Una visión del tema: Ben-Gurion's view of the place of Judaism in Israel (Nir Kedar, 2013)

El Estado Judío

Recuerda Yoram Hazony en 2015:

La expresión “Estado Judío” fue acuñada por el mismo Theodor Herzl como referencia a la independencia nacional judía y acabó convirtiéndose en 1896 en el título del tratado en el que buscaba establecer la teoría política que sustentaría tal estado. En las propuestas que somete al gobierno británico, Herzl continuaría pidiendo la ayuda del imperio para establecer un territorio “que fuera de carácter judío,” “fundado en leyes y reglamentos adoptados para el bienestar del pueblo judío,” con un nombre judío y una bandera judía.

De ahí, el concepto de un Estado Judío se desarrolla en innumerables y exigentes debates entre los sionistas y sus detractores judíos; en documentos diplomáticos británicos tales como el informe de la Comisión Peel de 1937, que llamaba al establecimiento de un “Estado Judío”; en el Plan de Partición de 1947 de NNUU que apoyaba el establecimiento de un  “Estado Judío”; y en la Declaración de Independencia de Israel que explícitamente se refiere a la teoría del Estado Judío de Herzl y usa el término repetidamente. Mucha legislación israelí, incluida la Ley de Retorno que ofrece automáticamente la ciudadanía israelí a los judíos de todas las tierras, se basa en la visión de Herzl sobre el propósito de Israel, que fue acogida junto al compromiso firme de igualdad de los ciudadanos no judíos. Y esta tradición ha sido sostenida y confirmada por los fallos del Tribunal Supremo de Israel durante décadas.

Asimismo, el fundamento de Israel como el estado nación del pueblo judío se apoya en un amplio cuerpo de teoría política, que reconoce el principio de autodeterminación de los pueblos como el mejor principio organizador del sistema internacional. En Europa se han conocido movimientos de autodeterminación nacional desde la independencia holandesa de España en 1581... En Sobre el Gobierno Representativo (1861), John Stuart Mill urgía la autodeterminación nacional como el mejor principio organizador del orden internacional, argumentando que solo los estados con un alto grado de homogeneidad lingüística y cultural comparten suficientes intereses comunes para convertirse en democracias... Woodrow Wilson colocó este principio en el centro de sus propuestas de reconstrucción tras la Primera Guerra Mundial.

Esto no quiere decir, claro está, que necesariamente todos los pueblos quieran o necesiten independencia política... Pero cuando un pueblo ha sido durante siglos repetidamente perseguido y masacrado por sus tradiciones y lealtades distintivas, la independencia política es a menudo la mejor opción...

El propio Hazony señala que la misma Declaración de Independencia apunta desde el comienzo a la sustantividad del Tanaj como identificador del carácter judío del Estado de Israel (video 11'); más en profundidad en su libro The Philosophy of the Hebrew Bible (2012). En Religion and Constitutionalism (págs. 29-59, 2015) el húngaro Gábor Halmai aborda algunos de estos aspectos en Israel, si bien, una vez más, enfrentando posiciones de 'izquierda' y 'derecha'.

Por su parte, Joshua Teitelbaum repasa los otros hitos políticos y diplomáticos internacionales recientes en que se funda el Estado Judío, en Israel as the Nation-State of the Jewish People: From the San Remo Conference (1920) to the Netanyahu-Abbas Talks (2010).

Pero como el propio Hazony recuerda también (recomiendo mucho su artículo), las teorías políticas dominantes tras la Segunda Guerra Mundial y aún ahora en 2015 se apartan de Montesquieu (y con él de Hume, Ferguson, Hegel, Constant y Burke y, por lo que aquí más nos concierne, de los antes citados Herzl, Mill y Wilson), que propugnaba que la constitución de cada estado nación debía adaptarse a sus peculiaridades y necesidades, y se aproximan más a las ideas del Contrato Social de Rousseau (y con él a las ideas de Kant y de la Ilustración Alemana, entre otros), que propugna un modelo político universal, un único tipo de constitución para todos los pueblos y todos los estados, lo que algunos, como la sociedad israelí en general, llaman el estado de los ciudadanos, en el que quienes viven en el territorio del estado renuncian a sus otras lealtades y compromisos personales e históricos (tribales, religiosos, populares, etc.) y se comprometen con el estado como ciudadanos en régimen de igualdad.

Explícitamente, tanto en El Estado Judío como en otros escritos, Herzl rechaza el contrato social de Rousseau alineándose con Montesquieu.

Y la inactividad de Estado Unidos y otros países occidentales, y la oposición activa de Gran Bretaña a la emigración de judíos europeos a Palestina cuando estos estaban amenazados y sufrían por el Holocausto, es lo que convenció e inclinó definitivamente a la mayoría de los judíos del mundo a inclinarse por las teorías de Montesquieu y Herzl, frente a las de Rousseau, apoyando la autodeterminación del pueblo judío en un estado nación de carácter judío: es indudable que un estado de carácter judío, que esencialmente tuviera como misión la protección de los judíos, habría actuado de manera muy diferente a Gran Bretaña y los demás países frente a la amenaza del Holocausto, y muchos judíos que acabaron pereciendo podrían haberse salvado.

Estado Judío vs Estado judío y democrático

Tendencias

Judeidad y Democracia: ¿términos antitéticos?

Para algunos judeidad y democracia son términos antitéticos: un estado no puede definirse como democrático y judío (o islámico o cristiano, etc.) al mismo tiempo. Estos rechazan, claro está, los nuevos intentos legislativos por definir, o ratificar y confirmar, Israel como estado judío y democrático.

Entre quienes así piensan hay dos tendencias claramente diferentes (en sus causas, no en sus consecuencias):

Gil Troy contesta a Lapid ('Sí, Ministro Lapid, Israel pude ser tanto judío como democrático' (Nov 5, 2013), distinguiendo entre :

En The Jewish Nation-State Bill: Is There a Contradiction between Judaism and Democracy? (2015) Joel Fishman analiza la potencial contradicción entre Judaísmo y Democracia.

No obstante, tras las elecciones de marzo de 2015, cuando incluso algunos acérrimos defensores del carácter judío de Israel, como Caroline Glick, consideran que, aunque la apoya, aprobar una ley sobre el carácter judío del estado de Israel (ver más abajo) podría no ser una prioridad y podría dejarse para un momento más políticamente propicio, tanto interna como internacionalmente, digo, en este momento, en Considerations on the Current Crisis in Israel ’s Constitution Yoram Hazony reitera rotundamente que el carácter judío de Israel lo hace más, y no menos, democrático y sugiere que tal ley básica sobre el Estado Judío de Israel podría ser ahora más importante que nunca:

La constitución política de Israel ha estado en crisis desde los años 1990s — crisis que la propuesta “Ley del Estado Judío” en sus diversas versiones pretende resolver. En lo que sigue examino algunos asuntos clave en general y de teoría política sionista necesarios para entender la actual crisis de la constitución de Israel. Voy a sugerir que a la luz de esas consideraciones, una ley básica que reafirme el carácter de Israel como estado judío es de hecho muy necesaria en este momento  — no solo para estabilizar la constitución israelí, sino también como base para abordar el más amplio problema de la legitimidad del estado que en años recientes ha lisiado el sistema estatal en Oriente Medio.

En Israel's Jewish Nation-State Proposal Still Looms (2015), Peter Berkowitz sostiene que el resurgimiento en 2011-2015 del debate sobre las diversas propuestas o versiones de ley básica destinadas a incrustar el carácter judío del estado de Israel en la 'constitución israelí' tiene más que ver con asuntos internos israelíes que con el proceso de paz (que fue la guía que hizo surgir la propuesta en 2011). Ahora el debate gira más sobre la estabilidad interna israelí y sus compromisos más profundos: el reto, tan antiguo como el estado israelí mismo, de armonizar el carácter judío, democrático y liberal de Israel, sobre el que gira el informe de Gavison al que antes me referí.

El himno, Hatikvah

Algunos consideran que el himno, donde se canta la añoranza judía por Sión, bimilenaria, es un elemento antitético con el carácter democrático del estado de Israel, pues los ciudadanos no judíos no pueden sentirse vinculados.

Daniel Gordis aborda brevemente el tema (2015):

"Entonces, ¿cómo debería Israel -- como estado tanto judío como democrático -- hacer sitio a los legítimos sentimientos de los árabes que no quieren cantar un himno a 2000 años de añoranza judía? Los israelíes están bastante divididos. Dado que “Hatikvah” ha sido el himno del movimiento sionista durante más de un siglo, sin embargo, es poco probable que Israel lo abandone. Algunas personalidades judías bien conocidas, desde el cantante popular Neshamah Carlebach al académico y columnista israelí Hillel Halkin (escribiendo bajo su pseudónimo Philologos), han alentado cambios menores, como substituir "alma judía" por "alma israelí" y "Sión" por "nuestro país".

Otros han sugerido que Israel sigue el camino de Canadá, que tiene versiones de su himno en inglés y francés que contienen ligeras -- e intencionales -- variaciones para satisfacer a ambos grupos étnicos. ¿No podría Israel adoptar una versión árabe de su himno que, con la misma melodía, pudiera ser cantado a la par de la hebrea, bastante cómodamente, si no de manera indistinguible?

De hecho, esta es idea interesante, que veremos si el Presidente Rivlin apoya. Tener dos himnos cantados a la par -- más o menos armónicamente pero aún así diferentes de manera notable -- sería un destacado y útil recordatorio a los israelíes de que el experimento llamado Israel nunca será sencillo.

El “Hatikvah” es una manifestación del reto esencial que nuestra nación encara: sostener Israel como estado tanto judío como democrático. Si Israel no es esencialmente judío, no tiene razón de ser. Si no es democrático, no merecer ser [un estado]."

2003 - El Pacto Gavison-Medan

En 2003, la profesora Ruth Gavison escribe The Jews’ Right To Statehood: A Defense sobre la judeidad del Estado de Israel democrático, donde aborda jurídicamente la existencia de Israel como estado judío y democrático. Otras iniciativas de Gavison relacionadas con judeidad y democracia del Estado de Israel:

Antes del establecimiento de Israel y en los primeros años tras su independencia, el statu quo sirvió como marco consensuado de relaciones entre judíos religiosos y no religiosos en el país. Complejos procesos en la sociedad israelí, cambiantes relaciones entre Israel y la Diáspora y cambios en la sociedad occidental en general han minado ese marco común, ampliado la fisura interna y debilitado significativamente los mecanismos aceptados para la resolución de disputas. El pacto propuesto deriva del creciente sentimiento de mucha gente, de todos los sectores de la vida israelí, de que se requiere un nuevo acuerdo marco entre judíos observantes y no observantes en Israel. Subyace al pacto el reconocimiento de que es crucial la creación de una base de acuerdo entre los diversos sectores de la sociedad judía, hallando un camino común desde el que trabajar y asentándolo en su legislación.

2009 - Gordis y la Judeidad del Estado de Israel

En 2009, sobre el mismo tema planteado por Gavison, Daniel Gordis, ofrece una culta, apasionada e inteligente, además de realista, defensa de la judeidad democrática del estado de Israel en su libro Saving Israel: How the Jewish People Can Win a War That May Never End, donde se pregunta primero por qué es necesario Israel y luego argumenta lo que debe hacer para sobrevivir a sus enemigos siendo un estado judío.

Leyes y Proposiciones legislativas israelíes sobre la Judeidad del Estado de Israel

1948-1950 - Declaración de Independencia y Ley del Retorno

Como ya dije antes, la propia Declaración de Independencia de Israel de 1948 explícitamente se refiere a la teoría del Estado Judío de Herzl y usa el término repetidamente, como la básica Ley de Retorno de 1950 que ofrece automáticamente la ciudadanía israelí a los judíos de todas las tierras.

1985 - La Ley impide ser candidato a la Knéset a quien niegue la naturaleza judía y democrática del Estado de Israel y retira la inmunidad al parlamentario que lo haga

El 7 de agosto de 1985 se publica la 9ª Enmienda a la Ley Básica de la Knéset que añade a ésta su artículo 7.A que impide ser elegible para la Knésset a quien de palabra u obra niegue la naturaleza democrática y judía del Estado de Israel. Dice la enmienda:

7A. Una lista de candidatos no podrá participar en las elecciones a la Knéset si sus objetivos o acciones, expresamente o por implicación, incluye algo de los siguiente:

(1) negación de la existencia del Estado de Israel como el estado del pueblo judío;

(2) negación del carácter democrático del Estado;

(3) incitación al racismo.

El artículo 17 de dicha ley básica establece la inmunidad de los parlamentarios de la knéset y remite a una ley ordinaria la regulación de tal inmunidad. Por ello, al tiempo de la 9ª Enmienda ante dicha se aprobó otra norma que retira la inmunidad de los parlamentarios de la Knésset por declaraciones o actos que nieguen tal democrática y judía del Estado de Israel. Pero, de hecho, cuando se han intentado aplicar tales normas el Tribunal Supremo de Israel y la Comisión Electoral Central han sido tan exigentes y restrictivos que las normas han devenido inaplicadas al respecto.

1992 - Judeidad y Democracia en otras dos leyes básicas: Dignidad Humana y Libertad y Libertad de Ocupación

El 25 de marzo de 1992, la knéset aprueba la Ley Básica sobre la Dignidad Humana y Libertad, cuyo artículo 1.a (tras la reforma de 1994; en su redacción original era el artículo 1) dice:

“1.a. El propósito de esta Ley Básica es proteger la dignidad humana y la libertad, con el fin de establecer en una Ley Básica los valores del Estado de Israel como estado judío y democrático.”

Y se aprueba también la Ley Básica sobre Libertad de Ocupación [ocupación en el sentido de trabajo] que, al igual que la anterior, establece en su artículo 2º:

"2. El propósito de esta Ley Básica es proteger la libertad de ocupación, con el fin de establecer en una Ley Básica los valores del Estado de Israel como estado judío y democrático."

El 18 de mayo de 1992, poco después de aprobarse esas leyes básicas, el entonces Presidente del Tribunal Supremo de Israel, Aharon Barak, publica A Constitutional Revolution: Israel's Basic Laws, relativo a estas dos leyes de 1992, donde siembra la semilla del "activismo" político del Tribunal Supremo a lo largo de los siguientes años para vaciarlas de sentido, incluso para desvirtuar su sentido o, al menos, para atribuirse en exclusiva no ya su interpretación sino su dotación de contenido. El artículo, muy breve, es absolutamente esencial para entender mucho de lo que hoy ocurre con este asunto en Israel, incluidas las acusaciones de activismo político de los magistrados del Tribunal Supremo. Comienza así:

"No todo el mundo lo sabe, pero recientemente ha habido una revolución en Israel. hablo de una revolución constitucional, en la que la Knéset, como rama constituyente, aprobó la Ley Básica sobre la Dignidad Humana y Libertad y la Ley Básica sobre Libertad de Ocupación."

Y, un poco más adelante, sigue:

"Por virtud de esta legislación básica, los derechos humanos en Israel se han vuelto normas legales con status constitucional preferente, de manera muy semejante a lo que ocurre en Estados Unidos, Canadá y muchos otros estados.

(...)

Como toda legislación constitucional, las dos Leyes Básicas contienen generalidades. Utilizan 'generalidades mayestáticas'. Contienen conflictos inherentes entre derechos individuales y necesidades públicas... El principal órgano del estado que ha de verter contenido en esa generalidades mayestáticas y debe resolver los conflictos inherentes es el judicial - principalmente el Tribunal Supremo.

La sociedad israelí nos ha impuesto, a los Magistrados del Tribunal Supremo, la tarea de dar contenido a los moldes de los derechos humanos [, de manera] que se ajusten a nuestros valores como estado judío democrático."

Un poco antes, en alusión alegórica (o irónica, quien sabe,) a la Biblia y, por tanto, aludiendo a su carácter sagrado y, por ello, inalterable, había escrito:

"No se trata tanto de una revolución de contenidos sino de fuerza. Con la aprobación de [estas] leyes básicas, estos derechos fundamentales han 'quedado inscritos en el libro'. ... A partir de ahora obligan incluso a la Knéset.  Por encima de la Knéset en su condición de rama legislativa está la Knéset como rama constituyente, y por encima de las leyes ordinarias de la Knéset están las dos Leyes Básicas. El pueblo es soberano, y las Leyes Básicas son supremas. [En adelante] una ley de la Knéset no podrá infringir los derechos básicos mencionados, a menos que sea aprobada con un propósito que lo merezca, e incluso en ese caso solo en la medida necesaria y en lo que encaje con los valores del estado de Israel como estado judío y democrático."

El 10 de marzo de 1994 se publica una Enmienda a esas dos leyes básicas de 1992 de manera que, tras la Enmienda, el artículo 1 de ambas dice lo mismo, pasando los antes citados a convertirse en los ya dichos artículos 1.a y 2 de sus respectivas leyes; así, el nuevo artículo 1 dice:

"1. Los derechos fundamentales en Israel se fundan en el reconocimiento del valor del ser humano, la santidad de la vida humana y el principio de que todas las personas son libres; estos derechos deben sostenerse en el espíritu de los principios establecidos en la Declaración del establecimiento del Estado de Israel."

Pero por ahora los textos legales israelíes no han concretado claramente lo que esos calificativos de judeidad y democracia que contienen esas leyes básicas significan al ser aplicados a la naturaleza del estado de Israel; ni siquiera esas dos leyes básicas lo hacen. El asunto, consecuentemente, ha quedado en manos del Tribunal Supremo, como inmediatamente había anticipado el Presidente de este. Dice Yoram Hazony, en 2015, respecto a las leyes básicas de 1992:

"Aunque ambas leyes declaran, en sus preámbulos, que su objeto es “establecer … los valores del Estado de Israel como estado judío y democrático”, el hecho es que los derechos que enumeran conciernen exclusivamente con la protección de valores derivados de la supuesta constitución universal [rousseauniana] — valores como la libertad de expresión, la intimidad y así.  Lo cual significa que ninguna de las leyes aborda la posibilidad de que el estado judío pueda tener el derecho o la obligación de legislar activamente disposiciones especiales no universales en algunas de estas áreas que difieran de las leyes de otras naciones. Por ejemplo, la ley israelí restringe la libertad de expresión y de religión al restringir las actividades misioneras dirigidas a la conversión de judíos a otras fes; y, de manera semejante, restringe la libertad de ocupación al regular la venta de ciertas productos alimenticios durante Pésaj, y al limitar el funcionamiento de lugares de entretenimiento durante el Día Conmemorativo del Holocausto. Al solo enumerar derechos universales explícitamente, guardando silencio absoluto sobre el Estado Judío como expresión del derecho de autodeterminación del pueblo judío, las nuevas leyes básicas hacen difícil que incluso un equilibrado Tribunal Supremo pueda proteger la identidad y propósito históricos de Israel.

Cuando se aprobaron, se dio poca relevancia a estas leyes, como refleja el hecho de que fueran aprobadas con el absurdamente escaso número de parlamentarios que siquiera se tomaron la molestia de votarlas: se aprobaron por 32-21 y 23-0, respectivamente; la Knéset tiene 120 parlamentarios. Pero sus consecuencias se dejaron sentir inmediatamente en el constitucionalismo de Israel, que desde entonces se ha visto arrojado a un estado de confusión del que no se ha recobrado..."

2000 - El activismo judicial contra la judeidad del estado culmina con Aharon Barak y la sentencia del Tribunal Supremo Israelí en el caso Ka'adan

El hueco que abren, inintencionadamente, las leyes básicas de 1992 — con su ya expuesto silencio sobre los derechos típicamente judíos, divergentes de los universales, esto es, sobre lo que en en realidad significa eso del "Estado Judío y Democrático" —, es rápidamente aprovechado por los juristas, tanto académicos como magistrados del Tribunal Supremo, que acuden raudos a llenar esas lagunas ofreciendo sus interpretaciones propias. Algunos acusan al Tribunal Supremo de Israel de activismo político [de izquierdas, claro está; otros, desde más a la izquierda y más modernamente, lo acusan de justificar la 'ocupación blanda' y cosas así].

Como dice Yoram Hazony, el resultado de esas lagunas legislativas ha sido:

"la proliferación de teorías contrapuestas, superficiales y ad hoc, ninguna de las cuales virtualmente hace referencia a la teoría política ni a la historia intelectual relevantes sobre el concepto de Estado Judío. En ese contexto, el entonces Presidente del Tribunal Supremo de Israel, Aharon Barak, avergonzó la tradición política sionista e israelí al declarar (Aharon Barak, Iyunei Mishpat 24 (September 2000), p. 11) que el carácter judío del país se hallaba "en tensión" con la democracia, y embarcarse en una serie de resoluciones dirigidas a erosionar gradualmente el estado legal de Israel como Estado Judío. El proceso alcanza su clímax en la sentencia del [8 de marzo de] 2000 sobre el asunto Ka’adan, en la que el Tribunal Supremo declara que “el propósito general de cualquier norma legislativa es asegurar la igualdad entre seres humanos sin discriminarlos por su religión o nacionalidad" y afirma que las políticas del gobierno de Israel y de la Agencia Judía son ilegales de plano si no respetan ese principio de igualdad.

Como las leyes básicas de 1992 que tan imprudentemente dejaron al margen el concepto de Israel como Estado Judío, la importancia de la sentencia Ka’adan parece haber sido subestimada, incluso hoy. Un fallo del Tribunal Supremo que dice expresamente que la igualdad (sin mencionar también la seguridad, la libertad, el bienestar del pueblo judío y otros valores) es el objeto general de la ley israelí, y que expresamente invoca antecedentes jurisprudenciales de EEUU, como el caso Brown vs. Board of Education, para fallar que la desigualdad es ilegal en Israel, es el anuncio de un nuevo orden constitucional. Por ejemplo, en EEUU, [la sentencia del caso] Brown vs. Board of Education ilegaliza las instituciones estatales “separadas pero iguales”, y en la misma línea la sentencia Ka’adan falla que las instituciones “separadas pero iguales” no son permisibles en Israel. Claro está, no debiera haber un legítimo paralelismo entre el caso americano, que versaba sobre segregación basada en la raza (esto es, por el color de piel de uno), y las condiciones que encontramos en Israel, donde judíos y árabes no son en absoluto razas diferentes, sino antiquísimas civilizaciones con tradiciones nacionales, lingüísticas y religiosas muy desarrolladas que quieren conservar y pasar a sus hijos. Desafortunadamente, el Tribunal sí hizo tal paralelismo, insertándolo en la norma constitucional israelí. Tomado en serio, significará que el actual sistema educativo de Israel — en el que la mayoría de judíos y árabes manda a sus hijos a sistemas escolares diferentes — es inconstitucional. Y que también lo es la Ley de Retorno, que automáticamente ofrece la ciudadanía a los judíos que quieren inmigrar. Y también las políticas de seguridad dirigidas a la protección de los judíos por el mundo. Y lo mismo puede decirse también de otras políticas y normas israelíes.

El hecho de que no todas las implicaciones de la constitución universal ínsitas en la sentencia Ka’adan se hayan desplegado aún es irrelevante. Mientras se mantenga y no sea aclarada por una nueva norma constitucional, esa sentencia es una bomba de relojería cuyos frutos aún están por llegar.

La desaparición del derecho de autodeterminación nacional judío de la lista de objetivos de la política israelí que el Tribunal considera legítima es lo que subyace a la actual [lo escribe en 2015] crisis constitucional de Israel. Es lo que está detrás de la necesidad de una nueva ley básica que reafirme que Israel es el estado nación del pueblo judío — ley cuyo propósito es restablecer el statu quo anterior, conforme a las tradiciones políticas herzlianas sobre las que se fundó el estado de Israel y de las que, hasta recientemente, se entendió que este obtenía su legitimidad."

2011 - Borrador de Ley Básica: Israel - El Estado Nación del Pueblo Judío

Borrador de la Basic Law: Israel - The Nation-State of the Jewish People (יסוד: ישראל - מדינת הלאום של העם היהודיהצעת חוק ) propuesta el 3 de agosto de 2011 en la 18ª Knéset por Avraham Dichter, del partido Kadima dirigido por Tzipi Livni, y otros 39 parlamentarios. No obstante, más adelante sería la propia Livni quien se opondría a dicho proyecto de ley, a pesar de ser apoyado por la mayoría de los parlamentarios de su partido y del partido laborista, y acabó con el proyecto de ley antes de que fuera aprobado.

En principio, uno de los objetivos de los proponentes del centro-izquierda israelí con este proyecto de ley era apoyar el proceso de paz israelo-palestino al hacer 'innecesario' que Abás reconociera públicamente que Israel es el estado del pueblo judío: si reconocía Israel, e Israel contaba con esta ley, estaba implícitamente aceptando tal carácter sin tenerlo que reconocer expresa y públicamente. Pero este voluntarismo no tuvo ocasión de ser probado en la realidad: el proyecto de ley fue abandonado, las conversaciones de paz se rompieron y Abás siguió negándose a reconocer Israel como el estado-nación del pueblo judío y agarrándose públicamente al derecho de retorno de los palestinos.

Al hilo de la proposición:

El debate sobre esta ley, en otras versiones, resurge en los años siguientes.

2011 - Borradores de Ley Básica: Israel como Estado-Nación del Pueblo Judío

Habait haYehudi acordó con el Likud ejecutar la proposición de Dichter de 2011, pero al tiempo Ruth Calderon (Iesh Atid), también miembro de la coalición gubernamental de la 19ª Knéset junto a los anteriores, intenta sacar adelante su propia proposición de ley, basada en los principios de la Declaración de Independencia de Israel, lo que llevó a Habait haYehudí y Iesh Atid a conversar sobre la posibilidad de presentar una propuesta conjunta, comprometiéndose Habait, al parecer, a no forzar la inclusión de algunos de los artículos más controvertidos de la proposición de Dichter, los relativos a la subordinación de la democracia a la judeidad y la eliminación del árabe como uno de los idiomas oficiales de Israel.

Unas semanas después, Yariv Levin (Likud y presidente de la coalición gubernamental) presentó otro proyecto para dicha ley básca israelí con la denominación Ley Básica: Israel como Estado-Nación del Pueblo Judío, modificando tanto la propuesta de Dichter como la de Calderon inspirada en la Declaración de Independencia, y conforme a la cual se obligaría a los tribunales a dar prioridad a la identidad judía del estado cuando aborden cuestiones relativas a religión y estado. Esta propsición afirmaba que "la Tierra de Israel es el hogar nacional histórico del pueblo judío, y el lugar de nacimiento del estado de Israel."

En 2011, diversos autores bordan varios asuntos relacionados con el tema en Israel’s Rights as a Nation-State in International Diplomacy (JCPA).

En 2012, el historiador, exembajador y actual MK Michael Oren aborda judeidad y democracia en Israel en su artículo Israel's Resilient Democracy.

2013 - Borrador para definir constitucionalmente el significado de "estado judío y democrático"

El 19 de agosto de 2013, la Ministra de Justicia Tzipi Livni encarga a Ruth Gavison la elaboración de un informe sobre una potencial ley básica (constitucional) que defina con precisión lo que para el Estado de Israel significa ser un estado judío y democrático. Esto inmediatamente provocó acerbas criticas tanto de la izquierda como de la derecha israelíes contra Gavison, como se expone en este artículo.

El informe de Gavison, "Constitutional Anchoring of Israel's Vision: Recommendations Submitted to the Minister of Justice" (עיגון חוקתי של חזון המדינה :המלצות לשרת המשפטים), de noviembre de 2014.

Gavison observa que entre la mayoría judía israelí hay consenso sobre la necesidad de que el país sea judío, liberal y democrático, si bien hay profundo disenso sobre el significado de cada uno de esos conceptos y las implicaciones prácticas de los mismos. La autora mantiene que convertirlos en ley forzaría al Tribunal Supremo israelí a asumir la responsabilidad de tomar difíciles decisiones sobre asuntos que sería mejor tratar en el lioso toma y daca de la política.

Gavison sostiene que aunque el objetivo de la derecha israelí con esta propuesta de ley es atar corto al Tribunal Supremo (al que acusan de activismo izquierdista) lo que en realidad lograría es ampliar la jurisdicción del Tribunal al darle competencias para decidir sobre lo que significa eso del carácter judío del estado y su vinculación y/o dependencia o preeminencia sobre el carácter democrático del estado.

En 2013, escribí La Tribu Judía e Israel y, tras releerlo, creo que sigo pensando lo mismo.

2014 - 2015 - Resurgen el debate y las propuestas de Ley Básica: Israel - El Estado Nación del Pueblo Judío

En An idiot’s guide to the nation-state controversy: A bird’s-eye view of the facts, arguments and motivations behind the proposed legislation that is roiling Israeli politics (Haviv, Rettig Gur, December 1, 2014)  se señala:

"Actualmente, por indicación del Primer Ministro Benyamín Netanyahu y bajo la supervisión del Fiscal General Yehudah Weinstein, se está redactando una propuesta de ley auspiciada por el gobierno. Contra lo que dicen las noticias de prensa tanto en Israel como en el extranjero, desde un editorial del New York Times a las principales agencias de noticias, el gobierno no aprobó una propuesta de ley hace dos semanas. 

Lo que hizo fue aprobar una decisión de 13 páginas que comprometía al gobierno a apoyar dos versiones de la derecha [una de ellas, la de Yakov Litzman parlamentario israelí del partido Judaísmo de la Torá Unido] de proposiciones de ley sobre el estado-nación en su votación preliminar en la Knéset, “pero solo si,” dice la decisión gubernamental “sus proponentes convienen en que sus proposiciones de ley se unan a [subsuman en] una proposición de ley auspiciada por el gobierno que sobre la materia será propuesta por el primer ministro, la cual será redactada con base en los principios contenidos en el apéndice de esta decisión, y se adapten a ella [la proposición de ley del gobierno].”

En ese artículo de Gur puede leerse una traducción al inglés de los 14 principios a que se refiere esa decisión, según la última versión de ellos conocida, aprobada por el consejo de ministros del gobierno israelí el 19 de noviembre de 2014, como punto de partida para la versión Netanyahu-Weinstein de la proposición a redactar.

A pesar de que miembros del Likud y de su coaligado Habait HaYehudí votaron preliminarmente a favor de las proposiciones de la derecha, el Primer Ministro y líder del Likud, Benyamín Netanyahu, logra que luego no sean aprobadas por la pertinente Comisión de la Knésset.

La convocatoria de Elecciones para marzo de 2015 acaba, al menos temporalmente, con todas estas proposiciones.

En 2014, varios autores abordan el tema en The Israeli Nation-State: Political, Constitutional, and Cultural Challenges (editado por Fania Oz-Salzberger y Yedidia Z. Stern)

En 2014, Chaim Gans (Jewish/Palestinian Self-Determination and Citizenship in Israel/Palestine):

Los palestinos y la judeidad de Israel: el reconocimiento palestino al carácter judío del estado de Israel es otra manera de renunciar a su derecho de retorno sin hacerlo explícitamente

Why Israel can't be a 'Jewish State': The Israeli demand to be recognised as a "Jewish state" by the Palestinians is an inherently problematic concept (Sari Nusseibeh, Sep 30, 2011) contiene una exposición clara de las principales pegas que los palestinos ponen al reconocimiento de Israel como Estado Judío; Martin Kramer, de quien tomo noticia de este artículo, lo apostilla así (Oct 2, 2011):

"La reputación como moderado de Sari Nusseibeh es excesiva, y ahora estoy seguro de ello. Toma la petición de reconocimiento palestino de Israel como "estado judío" y la vuelve algo demoníaco y genocida. Yo no creo que Israel necesite que Nusseibeh o los mercenarios de Ramala validen su carácter. Pero debe exigir como condición para que obtengan su estado que acaben con todas las reclamaciones [contra Israel]. No al derecho de retorno [de los palestinos a Israel]. Firmar en la línea de puntos."

En abril de 2014, David Pollock (vídeo, minuto 45:40; y Dennis Ross y Robert Satloff desde el minuto 1:22:00) reconoce que esa es precisamente la razón por la que los líderes palestinos, que no el público palestino, mucho más inclinado a aceptarlo que la élite, se niegan a reconocer Israel como estado judío: porque sería equivalente a renunciar al 'derecho de retorno', como a primeros de abril de 2014 Sabri Sadam, uno de los principales portavoces de Fatah expresamente reconoce, en la tv de Dubai, al responder a una pregunta directa que Pollack personalmente le hace.

Muchos, palestinos y no palestinos, entre estos últimamente, por ejemplo, el judío americano y periodista del NYT, Tom Friedman (What to Do With Lemons, June 18, 2011), no han entendido que cuando Israel requiere a los palestinos que reconozcan a Israel como estado judío no lo hacen porque Israel lo necesite, que no lo necesita y en todo caso es cosa que compete a los israelíes exclusivamente decidir, sino para darles una salida, para facilitarles que renuncien al imposible 'retorno de los refugiados' sin tener que hacerlo con tales palabras, como en dos líneas nos recuerda Martin Kramer (June 19, 2011), al contestar a Friedman:

Querido Tom: Israel no necesita que nadie lo reconozca como estado judío. La propuesta israelí de que los palestinos reconozcan Israel como judío fue una concesión israelí a los palestinos - una escalera por la que bajarse del 'derecho de retorno' sin explícitamente renunciar a ello. Pero, como no bajan la escalera, Israel debiera simplificar las cosas y simplemente insistir en que renuncien al 'derecho de retorno'. ¿Es Israel judío? Eso es algo que han de decidir los israelíes — a solas.

"Israel, estado judío" en el Proceso de Paz Israelo-Palestino

Arafat and the Jewish State: Setting the Record Straight (Amb. Alan Baker, March 17, 2014) y su secuela, menos técnica, The straw that broke the camel’s back (or Kerry’s latest blunder) (Alan Baker, March 30, 2014)

Israel, el Estado judío (Marcelo Wio, 28 de Marzo de 2014)

Sobre el futuro de Israel

The Jewish Furture (70 comentarios publicados en Commentary, 2015)