9. Babilonia conquista Judea y destruye el Primer Templo (586 aC)

Resumen

Fuente: Ministerio de AAEE de Israel

Más de cien años después de la conquista de Israel por los asirios en el 720 aC, en el año 586 aC la Babilonia de los caldeos conquista el reino de Judá, exilia a la mayoría de sus habitantes y destruye Jerusalén y el Templo (Bet haMiqdash, el Primer Templo o Templo de Salomón). 

El hecho se rememora anualmente el 9 de av (Tisha be'Av).

La conquista babilonia llevada a cabo por Nabucodonosor II puso término al Período del Primer Templo y dió comienzo al Primer Exilio (586-538 aC) de los israelitas, pero no cortó la relación del pueblo con la Tierra de Israel. Asentados junto a los ríos de Babilonia, los judíos prometieron recordar siempre su patria.

En 1955, el estudio de 2500 tabletas con escritura cuneiforme que yacían olvidadas en el Museo Británico de Londres, reveló la captura del rey Joaquín y la entronización de Sedecías por Nabucodonosor II.

Al traducir la tableta B.M. 21946, el arqueólogo D.J. Wiseman encontró en sus líneas 11, 12 y 13 el siguiente informe de la cancillería del rey babilonio:

En el séptimo año, en el mes de Kislev, el rey ordenó... su ejército se dirigió al país de Chatti (Siria). Estableció su campamento frente a la ciudad de los judeos y conquisto la ciudad el 2 del mes de Adar (16 de marzo del año 597). Hizo prisionero al rey (Joaquín) y encomendó la ciudad a un rey que él puso en su lugar (Sedecías). Tomó sus tesoros y los hizo traer a Babilonia.

El informe relata la primera conquista de la ciudad de los judeos (Jerusalén) por Nabucodonosor II, que concuerda con el relato que la Biblia hace en el capitulo 24 del segundo libro de los Reyes.

En el libro 2 de Reyes, 25: 1-6, se lee: 

1 El año noveno de su reinado, el mes décimo (el día diez), Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con todo su ejército contra Jerusalén. Acampó frente a ella y la cercaron con una empalizada. 2 La ciudad quedó sitiada hasta el año once de Sedecías. 3 El mes cuarto, el nueve del mes, arreciaba el hambre en la ciudad y no quedaba pan para la gente del pueblo; 4 se abrió entonces un boquete en la (muralla de la) ciudad y,...6 Capturaron al rey, lo llevaron ante el rey de Babilonia, a Riblá, y lo sometieron a juicio.

Así, si Sedecías subió al trono por orden de Nabucodonosor II en su año séptimo, o sea en el 597 aC y, ante su rebelión, Nabucodonosor tomó la ciudad por segunda vez en el año once del reinado de aquél, como hemos leído en 2 Reyes, y corrobora Jeremías, 39: 1 y 2, la destrucción de Jerusalén y del Primer Templo ocurrió en el año 586 aC.

Así los setenta años de la desolación de Jerusalén comenzaron en el año 586 aC, con la destrucción del Templo, y duraron hasta el 516 aC, cuando se reconstruye en el Segundo Templo, luego objeto de grandes reformas por Herodes en el siglo I aC.

Dibujo: Reconstrucción del Templo de Salomón, el Primer Templo.

Los profetas

Pensadores religiosos carismáticos a quienes se tenía por dotados de un don divino de revelación predicaron en el período de la monarquía hasta un siglo después de la destrucción de Jerusalén (586 AEC). 

Ya fuera como asesores de los reyes en asuntos relacionados con religión, ética y política, o como sus críticos, bajo la primacía de la relación entre el individuo y Dios, los profetas eran guiados por la firme convicción de la necesidad de justicia, y emitieron enérgicas censuras respecto a la moralidad de la vida nacional judía. 

Sus experiencias reveladoras fueron registradas en libros de inspirada prosa y poesía, muchos de los cuales fueron incorporados a la Biblia.

La llamada universal y permanente de los profetas deriva de su apelación a una consideración fundamental de valores, guiando a la humanidad en su búsqueda de justicia social:

Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 

(Isaías, 1:17)

La Bendición sacerdotal (s. VII aC)

Diminuto rollo de plata del siglo VII aC encontrado en Jerusalén, que contiene la bendición sacerdotal:

Dios te bendiga y te guarde.

Haga resplandecer Dios su rostro sobre ti y haya de ti misericordia; 

Dios alce a ti su rostro y ponga paz en ti.

(Números 6, 24-27)