1896 - El Estado Judío: plan sionista de Herzl

Teodoro (Biniamín Zeev) Herzl (1860-1904)

Fuentes

Recientemente se ha publicado Herzl: Theodor Herzl and the Foundation of the Jewish State (Shlomo Avineri, 2013), biografía de Herzl atípica, concentrada (comentario al libro). El libro que me ha dado una mejor visión de Herzl, de su creación, su entorno y sus implicaciones, es The Jewish State: The Struggle for Israel's Soul (Yoram Hazony, 1999); algunas de sus ideas básicas condensadas pueden hallarse en Launch of the Herzl Institute — Machon Herzl (Yoram Hazony, 2013). The Rise Of Israel--Herzl's Political Activity, 1897-1904 (Isaiah Friedman, New York: Garland Pub., 1987).

Breve apunte biográfico

Theodore (Binyamin Ze'ev) Herzl (1860-1904) nace en Budapest y muere a los 44 años de neumonía y una debilidad cardíaca. En 1878 su familia se traslada a Viena, y en 1884 Herzl se doctora en Leyes en la Universidad de Viena. Se convierte en escritor, dramaturgo y periodista; fue corresponsal en París del influyente periódico liberal vienés Neue Freie Presse. En 1949 los restos mortales de Herzl fueron trasladados a Israel e inhumados en el Monte Herzl, en Jerusalén. 

Si bien en su momento nadie lo hubiera imaginado, salvo él mismo que así lo expresó, el sionismo condujo, en tan sólo cincuenta años, al establecimiento del soberano Estado de Israel. En 1897, tras el I Congreso Sionista, Herzl escribe en su diario:

"Acaso algún historiador de mente justa encuentre que, después de todo, algo ocurrió cuando un periodista judío sin dinero, en medio de la más profunda degradación del pueblo judío y en un tiempo del más repugnante antisemitismo, hizo de un trapo una bandera y convirtió un miserable populacho en un pueblo agrupado alrededor de esa bandera".

Su logro principal fue el reconocimiento mundial, por judíos y no judíos, de la necesidad y viabilidad de un nacionalismo judío político. Lo más característico de Herzl es que logra colocar la causa sionista en el panorama político mundial, presionando a los líderes internacionales, con poco éxito en el momento, para que favorecieran la creación de un estado judío soberano en territorio propio, al tiempo que presionaba a los líderes otomanos, sultán incluido, para que levantaran las restricciones impuestas a los judíos para emigrar y comprar tierras en Palestina.

El camino sionista de Herzl emerge del nacionalismo europeo del siglo XIX, con la Biblia al fondo; a menudo como revuelta contra la autoridad de los rabinos, como explica Shlomo Avineri, uno de los auténticos sabios judíos israelíes de ahora, y  Colin Schindler resume. Avineri rechaza que la evolución de Herzl se debiera a una revelación repentina provocada por el caso Dreyfus, como muchos dicen, y sostiene que fue un proceso gradual de años durante los que el antisemitismo rampaba por la Europa de fin de siglo (por el multicultural Imperio Austrohúngaro, la Alemania imperial y la Francia republicana). 

Bastante antes del caso Dreyfus, su paso por la universidad (1882-1884) le inquietó, al tropezarse con el antisemitismo. A Herzl le inquietaban, sobre todo, el comportamiento y las maneras reaccionarias de Wilhelm Marr y Eugen Dühring y, aún más, los discursos apologéticos de respuesta de algunos judíos, como Alfred Naquet. No fue el caso Dreyfus lo que lleva a Herzl a escribir El Estado Judío. El detonante fue la elección del antisemita Karl Lüeger como Alcalde de Viena en mayo de 1895, hecho al que Herzl etiquetó como la 'nueva noche de San Bartolomé', en referencia al asesinato masivo de protestantes hugonotes por masas de católicos en Francia en 1572. 

El juicio al capitán judío francés Alfred Dreyfus por cargos amañados de espiar para los alemanes (en realidad no el juicio mismo, sino la masa aglomerada a las puertas del tribunal gritando "Muerte a los judíos") sí le confirmó que ni siquiera en la ilustrada Francia había refugio frente al antisemitismo, que no había posibilidad de que los judíos se asimilaran en sus países de acogida, y que la única solución era que contaran con un estado soberano propio, lo único que les ofrecería seguridad.

Durante su estancia en París como periodista, cuando aún consideraba el problema judío como una cuestión de carácter social, Herzl escribe El Gueto (1894), drama en el que la asimilación y la conversión se descartan como soluciones al antisemitismo. Herzl esperaba que la obra provocara polémica y condujera a una solución basada en una tolerancia mutua entre cristianos y judíos.

En 1896, publica Der Judenstaat (El Estado Judío - The Jewish State, en inglés) donde proclama la madurez del Sionismo y, tras contemplar otras alternativas, ofrece un programa de acción política inmediata con un plan para la creación del Estado Judío. Cuando lo hace, desconoce en gran medida la pobreza y miseria de las masas judías en Europa del Este o la inmigración rusa en Palestina, con la recuperación del idioma hebreo como idioma nacional inclusive, que estaba produciéndose desde hacía unos años; como desconocía el Daniel Deronda de Evans (1876), el Roma y Jerusalén de Hess (1862) y el Autoemancipación de Pinsker (1882), aunque llega a una conclusión similar a ellos.

Algunos intelectuales antisionistas han querido ver en el título un juego de palabras irónico, sosteniendo que literalmente debiera traducirse como El Estado de los Judíos, en lugar de El Estado Judío, pero Yoram Hazony desacredita tal interpretación: al traducirse durante su vida al francés, inglés y yidish, idiomas que Herzl hablaba, en todos se titula El Estado Judío; y en su traducción al hebreo, titulado Medinat HaYehudim (El Estado de los Judíos), tal título se usa como sinónimo y de forma intercambiable con Medinah Yehudí (Estado Judío) que usa a lo largo del texto. 

Herzl llega a la conclusión de que el antisemitismo era un factor estable e inmutable en la sociedad humana, que la asimilación no solucionaría. Observa que el rápido auge del antisionismo en Francia, Alemania, Austria y Rusia conducía a una catastrófica persecución de los judíos. 

Meditó sobre la idea de una soberanía judía y, a pesar del ridículo al que lo someterían los líderes judíos, publica Der Judenstaat. Herzl arguyó que la esencia del problema judío no era individual sino nacional. Declaró que los judíos podrían ser aceptados en el mundo solamente si dejaban de ser una anomalía nacional.

Herzl no cree en la posible la asimilación de los judíos en sus respectivos estados de procedencia y, ante la persistencia del antisemitismo que constata, propone la creación de un estado judío como solución al problema, tanto para los judíos como para los no judíos. La salvación de vidas judías era uno de los motivos esenciales de sus esfuerzos por establecer un territorio bajo control legal y militar de los judíos que pudiera servir como refugio y eventualmente convertirse en un estado judío. Herzl no concreta el lugar de emplazamiento del nuevo Estado.

Los judíos son un pueblo, escribe Herzl, y su situación puede ser transformada en una fuerza positiva por medio del establecimiento de un estado judío con el consentimiento de las grandes potencias. Herzl ve la cuestión judía como un problema de política internacional, que debía ser tratado en la arena de la política internacional. Según un artículo de 1937 del profesor Bentzión Netanyahu, historiador de los judíos en España (y recuerda su padre, el varias veces primer ministro de Israel Benyamín Netanyahu), para Herzl, el sionismo se basa en dos pilares: 

Herzl propuso un programa práctico para la recolección de fondos de los judíos de todo el mundo por medio de una compañía que sería propiedad de los accionistas y que trabajaría hacia la realización práctica de esta meta (cuando se creó, esta organización se llamó la Organización Sionista). Consideraba el futuro estado como un estado modelo desde el punto de vista social, basando sus ideas en el modelo europeo de la época, una sociedad ilustrada moderna. Debería ser neutral y a favor de la paz, y de naturaleza secular.

Herzl considera que el objetivo fundamental del movimiento sionista era el reconocimiento internacional de una entidad nacional judía en la Tierra de Israel (inicialmente dudó entre Argentina y Palestina), más que su lento desarrollo por medio de asentamientos, como habían comenzado a hacer los de Jibat Tzión, movimiento presionista que comenzó en la década de 1880 y bregaba por el renacimiento de la vida judía en la Tierra de Israel fundando asentamientos agrícolas en Palestina y trabajando por el desarrollo físico del país.

En 1897, Herzl convoca y preside el Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza, del 29 al 31 de agosto, primera reunión internacional de judíos sobre una base nacional. Los delegados adoptan el Programa de Basilea, programa del movimiento sionista, declarando que 

"el sionismo pretende establecer en Palestina un hogar para el pueblo judío que sea garantizado por la ley pública". 

En el Congreso se funda la Organización Sionista Mundial, como brazo político del pueblo judío, y Herzl fue elegido su primer presidente; entre 1907-1909 sería dirigida por Nahum Sokolow. El movimiento se reunió anualmente en sucesivos Congresos Sionistas Internacionales; en 1936 el centro del Movimiento Sionista se traslada a Jerusalén.

El mismo año 1897 Herzl funda el semanario sionista Die Welt e inicia las actividades para obtener el reconocimiento para un asentamiento judío en el país.

Herzl comprendió la necesidad de una aprobación de las grandes potencias para los objetivos del pueblo judío en la Tierra de Israel. 

En 1898 se reúne con el Kaiser Guillermo II de Alemania.

En 1901, el explorador de origen judío Aminius Vámbéry, unos de los 'descubridores del Islam' en la Europa de entre siglos, propicia la reunión de Herzl con el sultán otomano Abdülhamid IIen.

Cuando esos esfuerzos se demostraron estériles, regresa a Gran Bretaña y se reúne con Joseph Chamberlain, ministro de colonias británico, y con otros. La única oferta concreta que recibió por parte de los británicos fue la propuesta de una región autónoma judía en el Africa Oriental, en Uganda.

En 1902 publica en Leipzig (Alemania) Altneuland [traducida al hebreo como Tel Aviv (traducción de Nahum Sokolow), al inglés como Old New Land, y al español como Vieja Tierra Nueva], novela utópica sobre el estado judío, describiendo un estado judío moderno - que ahora sí ubica ya en la Tierra de Israel -, y que termina (y también aparece así en la misma portada) con su famosa exaltación, que se convertiría en lema del movimiento sionista:

"Si lo quieres no será leyenda" [Im tirtzu, en hebreo; "Wenn ihr wollt, ist es kein Märchen" en el original alemán].

En el libro, Herzl presenta el futuro estado judío con ideas detalladas respecto a la estructura política del futuro estado, la inmigración, la recaudación de fondos, relaciones diplomáticas, leyes sociales y las relaciones entre religión y estado. Presenta una sociedad pluralista y avanzada, una "luz para las naciones".

El libro tiene un gran impacto entre los judíos de la época y se convierte en símbolo de la visión sionista en la Tierra de Israel.

En 1903, tras el pogrom de Kishinev en 1903 y presenciar la difícil situación de la judería rusa durante una visita a Rusia, que le causó una fuerte impresión, presentó al Sexto Congreso Sionista la propuesta británica de Uganda como refugio temporal para los judíos de Rusia que se encontraban en peligro inmediato. Si bien Herzl deja claro que esa propuesta no afectaría a la meta final del sionismo, una entidad judía en la Tierra de Israel, despierta una tormenta en el Congreso y casi provoca un cisma en el movimiento sionista. El Programa de Uganda fue rechazado finalmente por el movimiento sionista en el Séptimo Congreso Sionista en 1905. 

Herzl es hoy recordado principalmente por su 'sionismo político' (concepto creado con ánimo burlón). Pero, como recuerda Hazony, la crítica de la condición de los judíos de Herzl era mucho más profunda de lo que puede extraerse de su activismo político. Herzl creía que incluso los judíos que vivían en tierras que les amparaban físicamente vivían en una posición intolerable, porque habían renunciado a su dignidad y honor al abandonar la identidad y las tradiciones de sus padres. Herzl sostenía que los judíos debían buscar la fuente de la fortaleza interna que guió a los judíos de la Edad Media, como publicó en un artículo poco antes de que apareciera su libro El Estado Judío:

Las atrocidades de la edad Media no tenían precedentes, y el pueblo que aguantó esas torturas debía tener una gran fuerza, una unidad interior que nosotros hemos perdido. La generación que ha crecido separada del judaísmo carece de tal unidad. Ni puede apoyarse en nuestro pasado ni mirar hacia nuestro futuro. Esa es la razón por la que debemos una vez más retirarnos en el judaísmo y nunca más permitir que nos saquen de esta fortaleza.

Herzl creía que adoptando un 'ideal' judío específico los judíos podrían volver a lograr el auto respeto y la integridad personales que habían perdido y, haciéndolo, desarrollar algo único que podría ser una bendición para la humanidad, como escribió en Judaísmo (1896):

Nada humano nos es ajeno. Nosotros, también, queremos trabajar por la mejora de las condiciones en el mundo. Pero queremos hacerlo como judíos, no como personas de identidad indefinida... Cuando tengamos un ideal, como otras naciones tienen el suyo, la gente aprenderá a respetarnos... Solo con avanzar por este camino nos volveremos personas diferentes. Así volveremos a tener nuestra integridad interior perdida y con ella un poco de carácter — nuestro propio carácter. No un carácter tipo marrano, no verdadero, sino el nuestro propio... Y solo entonces rivalizaremos en justicia, caridad y altura de miras con todos los demás pueblos justos. Solo entonces seremos activos en todos los campos honrosos e intentaremos avanzar en las artes y las ciencias... Así es como yo entiendo el judaísmo.

Así, para Herzl el sionsimo era cuestión fundamentalmente de restaurar la unidad interior del alma judía. La creación de un hogar nacional judío era, claro está, esencial. Pero debía ser una manifestación exterior de un cambio más profundo que debía tener lugar en las circunstancias del judío. El auténtico objetivo debía ser el establecimiento de una firme conciencia judía, un 'carácter' y una perspectiva de las cosas judíos, únicos, que los judíos pudieran defender como propios, y que les permitirían volver a jugar un papel especial entre las naciones.

En El Estado Judío Herzl anticipa algunas de las alegaciones que tanto los no judíos como las propias comunidades judías opondrían al sionismo, hasta hoy mismo. Fundamentalmente, Herzl se dirige a, y piensa en, los judíos de Europa central y del este, no en los sefarditas. 

Sus principales opositores serían los judíos emancipacionistas, mayoritaria pero no solamente alemanes, que abogaban por la integración en sus países de origen con igualdad de derechos, y los denominados Sionistas Culturales, encabezados por Ahad Ha'am, que criticaban la debilidad del programa herzeliano en el desarrollo e importancia de la cultura judía (alguno de sus discípulos, fundamentalmente Martin Buber y con él su discípulo el americano Magnes, presidente de la Universidad Hebrea en Palestina hasta 1948, darían luego nacimiento al movimiento judío antisionista que ellos llamarían 'verdadero sionismo', que ferozmente se opuso, fundamentalmente mediante sus organizaciones Ihud y Asociación por la Paz, a la creación del estado judío en Israel y defendieron, y sus herederos aún defienden, la creación de un estado binacional en Palestina, de mayoría árabe, e incluso la integración de los judíos en una Federación de Países de Oriente Medio más amplia).

La frase que nunca dijo ("Una Tierra sin Pueblo para un Pueblo sin Tierra") y otra bella frase inventada ("La novia es bellísima, pero está casada con otro")

Los antisionistas suelen atribuir a Herzl una frase que nunca dijo: "Una Tierra sin Pueblo para un Pueblo sin Tierra", en referencia a Palestina, por supuesto. Diana Muir Applebaum refuta definitivamente tal atribución en un artículo de 2008: "A Land without a People for a People without a Land"

En esa línea, los antisionistas también atribuyen falsamente a los primeros sionistas una historia y una frase, por otro lado muy bonita. Al parecer rabinos vieneses mandan unos ojeadores a la Palestina otómana para ver sus posibilidades. A su vuelta, los ojeadores informan: 

"La novia es bellísima, pero está casada con otro"

Shai Afsai refuta la veracidad del relato en "The bride is beautiful, but she is married to another man": Historical Fabrication and an Anti-Zionist Myth (2012), como confirma Martin Kramer.

Der Judenstaat - El Estado Judío (1896)

En 1896, Herzl publica su obra Der Judenstaat (The Jewish State, El Estado Judío) donde proclama la madurez del Sionismo y, tras contemplar otras alternativas, ofrece un programa de acción política inmediata con un plan para la creación del Estado Judío. Es el primer programa práctico del Sionismo.

The Jewish State (English, online)

Altneuland - Vieja Tierra Nueva (1902)

En 1902 se publica Altneuland (Tel Aviv, en hebreo, Vieja Tierra Nueva, en español), la novela de Herzl sobre la 'utopía' sionista que deseaba crear en la Tierra de Israel. Describe un estado judío moderno, socialdemócrata y plural en el que árabes y judíos tienen los mismos derechos y donde las puyas racistas son impopulares.

Altneuland (English, online)