Metas del sionismo en el siglo XXI

Resumen

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Las Metas del Sionismo Hoy

Obra de Eliezer Schweid es profesor de filosofía judía en la Universidad Hebrea de Jerusalem y fue laureado con el Premio Israel. Con ocasión del Centenario del Primer Congreso Sionista (1897).

Fuente: Ministerio de AAEE de Israel

Al cumplirse el centenario del Primer Congreso Sionista (1897-1997), y en vísperas del jubileo del Estado de Israel (1948-1998), la Organización Sionista Mundial está empeñada intensivamente en revisar y actualizar sus premisas y en reestructurarse organizativamente para dar respuesta a las cambiantes realidades, tanto en Israel como en la diáspora.

Los más importantes eventos que han conducido a estos cambios son el colapso de la Unión Soviética con todo lo que implica y la inmigración masiva de la Ex Unión Soviética a Israel, donde los recién llegados se han adaptado exitosamente desde el punto de vista socio-económico. Dentro de una década más, el potencial inmigratorio de la Ex Unión Soviética probablemente se haya agotado; para entonces, Israel será el hogar de la mayoría del pueblo judío.

El proceso de paz es no menos que una corriente de agua, porque si tiene éxito, integrará al Estado de Israel en una textura de relaciones normales con sus vecinos y con el sistema político internacional.

Cambios adicionales han ocurrido y siguen ocurriendo en la estructura social y las tendencias políticas en Israel y en la judeidad de la diáspora.

Se puede decir que los cambios en la diáspora son parte de un proceso de normalización: una sensación entre esos judíos de estar en casa y la convicción de que el centro de gravedad de sus actividades e intereses se encuentra en sus países de residencia. Estoy hablando de la judeidad que vive en el mundo libre, obviamente, pero uno debe tener en mente que la diáspora ya no tiene grandes bolsones de infortunio. Si bien esta situación puede variar, hoy en día no se prevé un cambio para mal.

Efectivamente, todos los hechos que he mencionado dan la sensación de que debemos reexaminar nuestra situación y el propósito de nuestras actividades desde la perspectiva de la realización del sionismo.

Sobre el Síndrome "Post-sionista"

Comenzaré con unas breves palabras sobre el síndrome conocido como post-sionismo, que sostiene que - por cualquiera que fueren las razones - la empresa sionista ha o debería haber llegado a su término. Intentaré por lo tanto examinar algunos aspectos sobre la continuidad de la empresa sionista, tal como yo la veo.

El síndrome conocido como post-sionismo es muy complejo y de ninguna manera uniforme.

Es de destacar, sus manifestaciones ideológicas representan un pequeño círculo de adherentes. Aunque se los escucha frecuentemente en los medios publicitarios: impresos y electrónicos, reflejan las opiniones de elites que tienen poca influencia en la sociedad israelí. No obstante, el post-sionismo es también un proceso social y sociológico, y como tal es mucho más vasto y de influencia de lo que tendemos a admitir; se manifiesta en muchos aspectos de la política gubernamental y en las actitudes de algunos partidos políticos.

Por eso, debemos analizar primero este fenómeno desde una perspectiva ideológica. Existen dos tipos de ideología post-sionista. La primera, ve al sionismo en forma favorable, incluso muy favorable, pero llega a la conclusión de que éste ha logrado todas sus metas y no le queda nada más por hacer. Después de todo, la meta de normalizar al pueblo judío ha sido lograda, ya sea exactamente de acuerdo a la visión de Herzl, o no. Por lo tanto, debemos empezar ahora a luchar por las metas normales de las naciones que viven con seguridad en sus estados, como ser elevar su nivel de vida y promover el bienestar social y cultural.

El cambio en este sentido comenzó después de la Guerra de los Seis Días (1967) cuando surgió la concepción de que el Estado de Israel había demostrado haberse consolidado lo suficiente. Ya no podía ser "arrojado al mar" y era hora de adoptar las máximas medidas para lograr una normalización en las relaciones con nuestros vecinos árabes. Como sabemos, esto proporcionó el trasfondo de una controversia que se polarizó en lo que se refiere a la naturaleza de las medidas requeridas.

De acuerdo con un segmento de la nación, la guerra despejó el camino para la concreción de la meta utópica -o, si lo prefieren, la meta "mesiánica" - del Estado de Israel. Ellos esperaban ver la consolidación de un "gran Israel", con una inmigración masiva de la ex Unión Soviética, que permitiría a Israel llevar a cabo su meta de reunir a los exilios al igual que consolidar la meta de la paz, dado que sus enemigos se verían obligados a aceptar su existencia. El resto de la nación consideraba que la paz debería ser lograda inmediatamente con el fin de completar la empresa sionista, dado que Israel había conseguido logros que le permitían negociar con sus vecinos, llegar a compromisos que rectificaran la injusticia cometida con el pueblo palestino, y así llegar a la meta de la normalización. En su esencia, la paz era presentada como el objetivo que culminaría la empresa y la función del sionismo.

El post-sionismo que se definía a sí mismo de este modo argüía, de hecho, que Israel debiera avanzar hacia la paz como una culminación positiva de la empresa sionista. De acuerdo con esta concepción, el sionismo ha logrado su objetivo y ya no tiene por qué luchar.

El segundo tipo de ideología post-sionista es, en esencia, una reencarnación de la ideología antisionista previa al Holocausto y al estado.

Hasta el establecimiento del Estado, el movimiento sionista representaba sólo a una minoría del pueblo judío y tenía la oposición de diversos sectores del pueblo. Sus esfuerzos no lograron por ningún medio ningún consenso general. Recién después del Holocausto y del establecimiento del Estado tomó forma un consenso pan-judío; recién entonces el sionismo pasó a ser un asunto de concordancia que unió a todos los segmentos de la judeidad, en Israel y en la diáspora.

Este consenso se mantuvo hasta la guerra de los seis Días. Después, y especialmente después de la Guerra de Atrición (1968-1970) y de la guerra de Yom Kipur (1973), se empezó a escuchar ecos de una reevaluación respecto a la rectificación del sionismo.

El principal factor en esta reevaluación fue la sensación entre muchos jóvenes israelíes de que el sionismo exigía un precio personal demasiado alto para ser cumplido, especialmente de la juventud. En este contexto, el duro trauma de la guerra de Yom Kipur debe ser tenido en mente. Muchos jóvenes llegaron a la conclusión de que el precio era desproporcionadamente alto respecto a su provecho personal en la obtención del objetivo nacional de un estado judío, y desde ese punto de vista era necesario preguntarse si el sionismo era correcto y verdadero en sus pretensiones. En otras palabras, Era el sionismo una solución para los problemas o dificultades del pueblo judío?

Más allá de la sensación de haber sido ofendidos personalmente como individuos, estos jóvenes advirtieron que aquellos que se habían liberado del círculo del miedo eran los judíos de la diáspora, y si había judíos que afrontaban el peligro de aniquilación y Holocausto, eran los que vivían en Israel. Más aún, incluso si el Estado de Israel podía impedir un Holocausto, como de hecho lo hizo en la guerra de Yom Kipur, el precio era demasiado alto y los judíos tenían otras opciones para sobrevivir.

Esto despejó el camino para la reevaluación de los otros aspectos de la validez del sionismo; el alto precio de las guerras revivió también el síndrome de la grave culpa respecto a los palestinos, quienes habían sido heridos, aunque, en mi opinión, no por un "pecado original" sionista. El debate respecto a este asunto se reavivó, porque para esta gente era perfectamente claro que había quedado una herida abierta que no permitía que el conflicto llegara a su término.

Aparte de estos dos factores principales, el "post-modernismo" estadounidense empezó a infiltrarse en Israel después de la guerra de los Seis Días e hizo un fuerte impacto. Israel fue capaz de evitar los efectos del post-modernismo hasta la guerra de los Seis Días por medio de la aplicación de políticas sociales y económicas dictadas por la necesidad de absorber masas de inmigrantes. Estas barreras cayeron después de esa guerra, y la influencia de concepciones políticas, sociales y culturales del liberalismo estadounidense, posterior a la Segunda Guerra Mundial, penetraron con gran impulso en la sociedad israelí.

Vale la pena tener en mente en este contexto que el sionismo, como movimiento nacional democrático, se desarrolló teniendo como trasfondo el patrocinio y la influencia de la filosofía nacional democrática de la Europa Occidental. La doctrina democrática liberal estadounidense, en contraste, es no-nacional y es, en gran medida, anti nacional y extremadamente individualista. En su modelo básico, considera al estado como perteneciente a sus ciudadanos, en contraste al concepto de una nación-estado que pertenece a una nación como ente histórico. Por eso, ve al estado como responsable del bienestar y la felicidad de sus ciudadanos como individuos y no la supervivencia de la nación como una entidad autónoma.

La adopción de estos conceptos de democracia liberal, la aceptación de su carácter adjunto de individualismo y competividad, y la sensación de que el Estado de Israel había afectado a los palestinos - incluyendo a aquellos que eran ciudadanos israelíes - causó la desintegración de la concepción nacional básica a partir de la cual se había forjado originalmente la democracia israelí.

Después de la guerra de los Seis Días se empezó a oír alegatos de una contradicción sustancial entre el hecho de que Israel fuera un estado judío y su carácter democrático.

Conforme a este argumento, si Israel deseaba ser una democracia plena debía cesar de ser un estado judío. El hecho de que judíos vivan en Israel y posean la ciudadanía israelí como individuos no debería tener nada que ver con la naturaleza constitucional del estado en sí. Por lo tanto, Israel debería ser el "estado de sus ciudadanos". Esta perspectiva obviamente tiene como resultado la extinción de la esencia sionista de Israel, porque si Israel no es judío, tampoco debe practicar políticas sionistas para la absorción de inmigrantes judíos y cultivar el judaísmo como modelo de identidad cultural y nacional.

Estas, más o menos, son las tesis básicas de la ideología del post-sionismo.

La asimilación de los conceptos básicos de la democracia liberal estadounidense y, por sobre todo, la adopción de los conceptos sociales de dicha democracia, el distintivo carácter económico del mercado libre, el abandono de los parámetros socialistas en la política social que habían guiado a Israel como país que absorbía inmigrantes hasta la guerra de los Seis Días, y el precio por los aspectos de la integración social en la educación y en el ejército, todo por el bien de una ideología de desenfrenada competencia - todo lo cual convirtió al post-sionismo en una forma de comportamiento social y de política socio-económica.

En este contexto, sostengo que sólo unos pocos israelíes lo consideraron como un abandono ideológico del sionismo. Por el contrario: la mayoría consideró que el beneficio económico individual se vería correspondido con avances en el bienestar nacional, la absorción de la inmigración y la integración en las escuelas, y esto marcaría la cima de los logros sionistas.

¿Ha logrado el Estado de Israel sus objetivos?

Creo que el desafío del primer tipo de post-sionismo, aquel que evita el anti-sionismo, debe ser tomado muy en serio. La cuestión es esta: Ha logrado efectivamente el Estado de Israel sus metas, o aún tiene un importante y sustancial objetivo por conseguir?

Se sostiene que el sionismo está muy cerca de lograr por lo menos uno de sus objetivos principales. Mi opinión es que este argumento tiene suficiente base. Si se define el sionismo en términos de la doctrina política de Herzl, el Estado de Israel no logró su meta política cuando fue establecido, pero la ha conseguido, o está muy cerca de lograrlo, hoy en día.

Israel ya es el mayor centro judío en el mundo, y dentro de veinte años muy probablemente será el hogar de la mayoría de los judíos. Los siguientes factores conducirán a eso:

Es de meditar que cuando se estableció el Estado de Israel incluso la judeidad estadounidense estaba lejos de sentirse segura y en casa. Desde esta perspectiva, si queremos aceptarla, la visión sionista ha sido concretada en su sentido político.

Aquí, no obstante, está la gran ironía: cada vez que los judíos logran obtener una normalización política, afrontan un peligro totalmente diferente, un peligro que se ha mantenido en las raíces de la empresa sionista y que puede haber sido el factor decisivo en el despertar del movimiento.

A esta altura debemos examinar otras concepciones de sionismo, especialmente el sionismo espiritual de Ajam Haam. A comienzos del siglo XX, Ajad Haam diagnosticó dos grandes interrogantes para el pueblo judío. Llamó a una la "cuestión de los judíos", y a la otra la "cuestión del judaísmo". La "cuestión de los judíos" era la opresión causada por el antisemitismo. Esto no se refería sólo a los insultos y a las humillaciones que los judíos eran víctimas en Europa Central y Occidental, sino a los pogroms y el antisemitismo económico en Europa Oriental. La principal fuerza impulsora era la terrible hostilidad que empujó a multitudes de judíos a emigrar.

Las dificultades económicas llevaron al pueblo judío a un proceso de proletarización dado que se les privó de toda fuente de mantención en sus países de residencia. Esto redujo a los judíos a una total miseria. La política del gobierno ruso pretendía librar al país de los judíos, promoviendo olas masivas de emigración, la mayoría a América.

En cierta medida, el sionismo se constituyó sobre este incentivo externo. Ajad Haam, sin embargo, creía que la Tierra de Israel no podría proporcionar una respuesta a la miseria económica. Decir a judíos hambrientos que vinieran a la Tierra de Israel era como ofrecerles piedras en lugar de pan. A decir verdad, las condiciones eran duras en aquellos años y los argumentos de Ajad Haam eran justificables. Por eso, él recomendó la emigración a Estados Unidos como la única solución viable.

Sea como fuere, Ajad Haam consideraba como tarea del sionismo afrontar la "cuestión del judaísmo", no la "cuestión de los judíos" - y la "cuestión del judaísmo" era la asimilación. La asimilación se originó en el enorme poder atractivo de la nueva y moderna cultura, de la que los judíos querían ser parte. En otras palabras, la asimilación se originó por las características muy positivas del nuevo mundo. Ajad Haam asumió que si los judíos deseaban seguir existiendo como un pueblo culturalmente diferente, deberían formar una cultura nueva que mantuviera continuidad con su identidad y afinidad con sus orígenes, pero que fuera receptiva a cualquier aspecto positivo de la cultura moderna y aprovechara en su totalidad los logros científicos, tecnológicos y humanísticos. Esto, no obstante, hizo necesario la existencia de un estado en la Tierra de Israel, porque esa cultura no podía ser creada en la diáspora. Todo pueblo requiere de una patria y un marco autónomo dentro del cual poder desarrollar una cultura completa y autosuficiente que responda a las necesidades del diario vivir. Desde este núcleo Ajad Haam planteó su doctrina sionista, que abogaba por el establecimiento de un "centro espiritual" para el pueblo judío en Eretz Israel.

La pregunta que surge es, entonces, si el establecimiento y la consolidación del Estado de Israel son también el cumplimiento del ideal de Ajad Haam. ÀHa tomado forma una nueva identidad cultural? Se ha detenido la asimilación?

Parece ser suficientemente claro que la respuesta es no. El síndrome de la asimilación y la pérdida de la identidad judía en la diáspora, mencionado anteriormente, es evidente para todos nosotros. Sin embargo, creo, que la asimilación está teniendo lugar en Israel también, con gran intensidad. Consecuentemente, no es suficiente que los judíos vivan en su propio estado, independiente y soberano en el que puedan determinar sus propias vidas para que sirva de una barrera segura contra la asimilación. El país sirve de marco, de instrumentos y de potencial, pero uno debe tomar la acción, dedicarse a una empresa creativa y - antes que nada - querer crear una nueva identidad cultural.

Uno puede, por supuesto, discutir la lógica del argumento sobre asimilación en Israel. Esta, en su forma clásica es un proceso que experimenta una minoría que vive en medio de una gran y acomodada mayoría. La minoría es absorbida por la sociedad mayoritaria, consciente y voluntariamente deja de lado las características que la distinguen de la mayoría y desaparece.

Parecería que mientras vivan en su propio estado y hablen su propio idioma, los israelíes no se pueden asimilar. No obstante, la cultura post-modernista demuestra que eso es posible. El hecho de la yeridá - la emigración de los jóvenes israelíes - y el modo en que se adaptan a la cultura estadounidense ilustra este proceso. Los emigrantes israelíes preservan únicamente una limitada identidad cultural judía y se sienten como en casa en el ambiente cultural estadounidense. Ya estaban adaptados a ella, es decir que incluso en Israel sus raíces judías eran débiles y no se sentían comprometidos con la historia judía, las fuentes judías y el modo judío de vida. Incluso en Israel crearon una cultura actual adquirida a través de los medios de comunicación directamente de la cultura estadounidense. Quien así lo desee puede pasear en Israel por los paisajes de cultura extranjera y encontrar símbolos asimilatorios en una serie de valores: políticos, éticos, sociales, creativos, espirituales e incluso lingísticos.

Nuevamente, creo que la mayoría de los judíos israelíes son aún de orientación tradicional o nacional. La mayoría está firmemente arraigada en el legado de su pueblo y no desea desvincularse de él. La mayoría aún valora una vida nacional, una identidad nacional, valores nacionales y una cultura nacional. No obstante, la dinámica de la asimilación ha producido un fuerte impacto, afectando primeramente a "la calle" y luego introduciéndose en lo doméstico. Dado que el proceso ha causado un importante impacto en la vida familiar y escolar, puede afectar las bases sobre las cuales la gente es educada y sobre las cuales se preserva y desarrolla la cultura nacional y la tradicional.

El principal objetivo del sionismo hoy: construir el centro espiritual

Si este análisis es correcto, la conclusión simple es que el principal objetivo del sionismo hoy, ahora que el estado judío es un hecho irreversible, es construir el centro espiritual.

Qué debe hacerse para construir el centro espiritual? Yo considero que ésta es una empresa constitutiva, educacional y creativa.

Primero y antes que nada es la lucha por la judeidad y la identidad judía del Estado de Israel. Esta lucha es el quid de la campaña de hoy, dado que la pregunta es si Israel seguirá siendo un estado judío y democrático en el sentido que se establece en la Declaración de la Independencia, es decir, en el mismo sentido en que Israel es definido como el estado de todo el pueblo judío.

Esta definición es base de algunas legislaciones como la Ley del Retorno. El significado de la Ley del Retorno es que considera a todos los judíos en su calidad de judíos ciudadanos potenciales de Israel y los invita a repatriarse. En el momento de aterrizar en Israel, los judíos gozan del privilegio, reservado para ellos, de ser ciudadanos de su propio país. Además de la Ley del Retorno, fue firmado un convenio entre Israel y la Organización Sionista Mundial y la Agencia Judía, que las declara representantes legalmente reconocidos de los intereses de la judeidad en Israel.

El estatuto convenido dice, entre otras cosas, que "El Estado de Israel se considera una creación de todo el pueblo judío, y sus puertas están abiertas, en conformidad con las leyes del país, a todo judío que desee inmigrar a él... El objetivo del crisol de diásporas es central en las tareas del Estado de Israel y del Movimiento Sionista en nuestros días, requiere constantes esfuerzos del pueblo judío en la diáspora y por lo tanto el Estado de Israel espera individual y colectivamente, que participen en la construcción del Estado y en la facilitación de la inmigración masiva de judíos a él, y considera necesario unir a todas las agrupaciones judías tras esta meta".

Esta ley, que otorga a la Organización Sionista Mundial su status en Israel, convierte a Israel en un estado sionista, es decir, el estado de todo el pueblo judío.

Esta misma concepción es evidente en la aprobación de la Ley de Yad Vashem. De acuerdo con este estatuto, la función de Yad Vashem es extender una "ciudadanía de recuerdo" en Israel a todos aquéllos exterminados en el Holocausto. En otras palabras el Estado de Israel se considera como el estado de todas las víctimas del Holocausto. Son sus ciudadanos. En esta ley, el Estado de Israel cumple el papel simbólico de redentor de la historia judía y de la memoria histórica y tal acción expresa profunda afiliación e identificación con el legado judío.

En la raíz de estas leyes se encuentra el compromiso del Estado y su responsabilidad por toda la judeidad, tanto en virtud de ser el lugar en el que se manifiesta la identidad judía colectiva, como por medio de una continua conexión con los orígenes del pueblo. La Declaración de la Independencia destaca la visión de los profetas de Israel como fuente y base de los conceptos sociales fundamentales y de ciertas perspectivas nacionales y democráticas. Israel es democrático no por ser una idea exógena sino por su asociación con los principios de justicia y las visiones de paz de los profetas, es decir, el apego a las fuentes judías y fidelidad a su visión.

Esto nos presenta una monumental tarea sionista: asegurar que Israel se mantenga como un estado judío en los sentidos anteriormente mencionados y que implemente este compromiso en sus procesos educacionales, creativos y espirituales. Este imperativo debe dictar los mensajes culturales de las escuelas estatales y demás instituciones educativas.

Otra incógnita es la siguiente: cómo puede interrelacionarse el Estado de Israel con la judeidad de la diáspora?

Las relaciones hasta ahora han sido representadas entre actores políticos por un lado y actores económicos del otro, con la exclusión de una elite intelectual, la juventud y la gente común. Entre paréntesis, uno debería ser consciente de que la vasta mayoría de los judíos de Estados Unidos nunca ha visitado Israel. Un muy pequeño grupo de judíos lo visita casi todos los años y los miembros del liderazgo judío vienen a Israel más de una vez por año, como parte de sus actividades. La gran mayoría de los judíos estadounidenses, no obstante, son absolutamente ajenos a Israel. No evitan visitar otros países; viajan a todo tipo de destinos, pero no a Israel.

Por lo tanto, es importante crear una infraestructura apropiada en Israel para una amplia actividad educacional y cultural con encuentros creativos entre intelectuales judíos y grupos de jóvenes judíos, aquí en Israel, y encuentros con judíos comunes que podrán visitar Israel y observar algo representativo de la cultura e identidad judías, es decir, los valores espirituales y judíos que uno encuentra aquí.

En bien de la realización personal, aquellos que deseen preservar su identidad judía y criar a sus hijos como tales, deberían aprender hebreo. Judíos que carecen de un idioma común están desligados no sólo de aquéllos de nosotros que vivimos en Israel, sino también de las fuentes literarias del legado judío, Carecen del idioma cultural común que necesitamos como pueblo.

El hebreo debiera ser también un lenguaje de cultura, y para que eso ocurra, la educación en Israel debe centrarse - como ha dejado absolutamente de hacerlo - en una socialización cultural. La educación hoy en día se dedica únicamente a la socialización vocacional. Solamente en el marco preescolar o en primero y segundo grado el foco en la socialización cultural se mantiene aún, porque los niños pequeños son incapaces aún de estudiar ciencias, computación y otras disciplinas que pertenecen al campo vocacional de la competencia social.

Así es como enfrentamos el desafío de recrear y restablecer el lenguaje cultural compartido. Este es el significado comprehensivo, inclusivo de un "centro espiritual".

Desde el establecimiento del Estado de Israel, el movimiento sionista se ha comunicado sólo con los judíos de la diáspora, no con los de Israel. Ha dejado de ser un movimiento israelí. Aquí es sólo una burocracia. Más aún, el israelí no elige los líderes y delegados a las instituciones del movimiento sionista; simplemente los designa por medio del mecanismo de las elecciones a la Knéset. Como movimiento sociocultural que se dedica a actividades educacionales y culturales, y recauda donaciones para sus objetivos, no existe un movimiento sionista en Israel.

Es hora que los judíos israelíes se den cuenta que no son más pobres, y quizás son más ricos, que muchos de la judeidad de la diáspora. Es tiempo que los israelíes, también, contribuyan a empresas educacionales y culturales judías por medio de una campaña de recaudación de fondos sionista en Israel.

He presentado mi propuesta en líneas muy amplias, que distan mucho de ser un programa. Me parece, no obstante, que el mensaje central, en un año dedicado al sionismo, debe ser el siguiente: la misión del sionismo, que apenas hemos empezado a llegar a él, es la creación de un centro cultural con sus bienes culturales, y la preparación de los instrumentos educacionales y culturales requeridos.

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