1942 - Gutman y sus 46 cadetes ascienden Masadá

Masadá

Masadá es una meseta romboidal de 645 m de largo y 315 m en su punto más ancho, que se eleva 460 metros sobre el nivel del Mar Muerto (que a su vez está 400 m bajo el nivel del mar). Sus laderas son empinadas, casi verticales, formada por capas de rocas sedimentarias y dolomías y cantos rodados de piedra caliza.

Está situada entre el Mar Muerto, al este, y el desierto de Judea, al oeste; y entre Sodoma, al sur, Ein Gedi, Ein Flescha y Jericó, al norte. En un día claro, desde Masadá puede verse en la lontananza la difuminada silueta de Jerusalén.

Historia Antigua de Masada

La fuente antigua conocida de la historia de Masadá es Las Guerras de los Judíos o la Historia de la Destrucción de Jerusalén de Flavio Josefo, escrita sobre el 75 dC, que se traduce al hebreo en 1923.

Los primeros en levantar una fortaleza humana en la fortaleza natural que es Masadá fueron los hasmoneos que levantaron un castillo en el siglo II aC.

Pero quién convirtió Masadá en una maravilla arquitectónica fue el rey Herodes que, entre los años 36-30 aC, rodeó la roca con una muralla casamata y levantó torreones de vigilancia y barracas, construyó almacenes y cavó cisternas y levantó casas, todo ello rematado por un palacio grandioso.

Cuando los judíos se rebelan frente a Roma en el 66 dC el primer lugar que capturan es Masadá, donde resisten después de que los romanos acaben con la rebelión y destruyan Jerusalén en el 70 dC.

En el 72 dC la X Legión Romana se aproxima a Masadá. En la primavera del 73 dC, en la víspera del asalto de los romanos, los 960 zelotes de Masadá, hombres mujeres y niños, deciden acabar con sus vidas antes que rendirse, en un suicidio colectivo.

Última resistencia de los judíos frente a los romanos en Masadá (73 dC)

Modernidad

Durante siglos la historia judía había hecho en gran medida caso omiso de Masadá pues el suicidio de los zelotes era visto como un caso de extremismo suicida.

Modernamente, los primeros en identificar Masadá fueron los viajeros americanos Edward Robinson y Eli Smith, en 1838.

En 1842, el misionero americano Samuel W. Wolcott y el pintor inglés W. Tipping fueron los primeros en escalarla. El primero que hace un plano preciso de Masadá es el reconocido capitán inglés Claude Reignier Conder, en 1875.

En 1932, el arqueólogo alemán Adolf Schulten hace una excavación sistemática de las ruinas de Masadá.

Recreación Mitológica Sionista de Masada

En 1923 se traduce al hebreo el libro de Flavio Josefo. 

En 1925, el historiador sionista Joseph Klausner escribe afectuosamente sobre los zelotes judíos de Masadá. 

En 1927, Yitzhak Lamdan (de origen ucraniano que en 1955 recibiría el Premio Israel de Literatura) termina de publicar (partes habían sido publicadas desde 1923) su poema trágico Masadá (מסדה), donde glorifica el heroísmo y la resiliencia de los primeros sionistas modernos; unos versos del poema:

Who are you that come, stepping heavy in silence?

--The remnant.

Alone I remained on the day of great slaughter.

Alone, of father and mother, sisters and brothers.

Saved in an empty cask hid in a courtyard corner.

Huddled, a child in the womb of an anxious mother.

I survived.

Days upon days in fate's embrace I cried and begged

for mercy:

Thy deed it is, O God, that I remain.

Then answer: Why?

If to bear the shame of man and the world.

To blazon it forever--

Release me! The world unshamed will flaunt this shame

As honor and spotless virtue!

And if to find atonement I survive

Then Answer: Where?

So importuning a silent voice replied:

"In Masada!"

And I obeyed that voice and so I came.

Silent my steps will raise me to the wall,

Silent as all the steps filled with the dread

Of what will come.

Tall, tall is the wall of Masada.

Deep, deep is the pit at its feet.

And if the silent voice deceived me,

From the high wall to the deep pit

I will fling me.

And let there be no sign remaining,

And let no remnant survive.

El verso más famoso del poema de Lamdan “never again shall Masada fall” (nunca más caerá Masadá) se convirtió en el grito de guerra de una generación de soldados israelíes que repetían estas palabras en numerosas ocasiones.

En los años 20 hay varias excursiones escolares de judíos a Masadá, hasta que en una de ellas se produce un accidente fatal, pero no es hasta principios de los años 40 cuando Masadá se haría con la imaginación sionista general (más sobre el tema), pues hasta entonces era cosa más bien de grupos marginales.

El carismático Shmaryahu Gutman, que en 1942 tenía 33 años, había nacido en Glasgow Escocia de donde con tres años emigró a Palestina con su familia, asentándose en Merhavia, en los alrededores del valle de Harod. Aunque no tiene cargo oficial alguno, participa y está bien al tanto de los cónclaves de los líderes sionistas de la época.

Aunque no podían saberlo, Gutman y los 46 salen de Jerusalén camino de Masadaáel 23 de enero de 1942, un viernes, tres días después de que jerarcas nazis dieran a conocer a otros dirigentes no nacionalsocialistas el plan de exterminio de la judería europea, la 'Solución Final'.

Suben a un autobús que les lleva hasta el poblado palestino de Yatta, al sur de Jebrón, donde se unirán a los guías beduinos que les conducirán junto a los 3 camellos alquilados a los que han cargado con tiendas, equipo y comida.

Que yo haya leído, quien mejor cuenta la recreación artificiosa, pero que no resulta artificial, de Masadá como icono sionista secular y moderno, pero que trasciende lo secular y lo moderno, es Ari Shavit en My Promised Land: The Triumph and Tragedy of Israel Hardcover (2013) donde relata la caminata iniciática que Gutman y sus 46 jóvenes sionistas venidos de toda Palestina emprenden en 1942 para ascender Masadá, con el fin de usar el pasado hebreo para dar al hebreo del presente, representado por los 46, la profundidad que les permita encarar el futuro del hebreo. Y ello al margen del mucho daño que ese mismo de Shavit ha podido hacer a la causa sionista (ver aquí).