1834-1892 - Primeras ideas y actuaciones sionistas: Alkalai, Hess, Kalisjer, Eliot, Pinsker, Bodenheimer, ...

Resumen

Fuente: Bernard Lewis

Según Bernard Lewis, el nuevo nacionalismo que surgía en la Europa del siglo XIX confrontó a los judíos con nuevos problemas, pero a algunos también les sugirió una solución nueva: si la nación - entidad definida por sus orígenes, cultura y aspiraciones - era la única base natural y justa del estado, los judíos también eran una nación y debían tener su propio estado.

El primer precursor del sionismo moderno fue el rabino sefardí bosnio Yehuda Alkalai (1798-1878), que en 1834 publica Shema Yisrael (Escucha Oh Israel) y, más adelante, Minhat Yehudah, donde presenta un esquema para la restauración judía en Palestina, como precursor del Mesías.

Desde la década de 1840 empiezan a aparecer escritos proponiendo la idea sionista, como:

y surgen pequeños grupos sionistas, como:

pero ninguno tenía un plan coherente ni una ideología moderna. Documentos originales de algunos de estos movimientos.

En 1862 un rabino de la Polonia prusa, Zvi Hrish Kalisjer publica Drishat Tzion exhortando a sus correligionarios "a tomar en serio los ejemplos de los italianos, polacos y húngaros". Ese mismo año, Moses Hess, un emancipado judío alemán radical, publicó su Roma y Jerusalén, la primera de una larga lista de utopías sionistas.

A lo largo del siglo XIX alcanzó vasta extensión la idea de la restauración nacional judía en Palestina. Atrajo la idea de los judíos de muchos lugares; incluso atrajo la atención de observadores cristianos tan variados como Napoleón, Palmerston, Shaftesbury y George Eliot.

El nombre Sionista y el movimiento político así denominado nacieron en el imperio austro-húngaro, donde también nació el antisemitismo moderno. En este territorio vivían hombro con hombro judíos modernos asimilados y judíos tradicionalistas no asimilados, dándose entre ellos antagonismos modernos y tradicionales.

En 1881, cuando el asesinato del zar Alejandro II desató una ola de violencia asesina antijudíos, el sionista temprano Yehuda Leib Pinsker escribió que:

“las desgracias de los judíos se deben, sobre todo, a su falta de deseo de independencia nacional; … si no quieren vivir en estado de desgracia para siempre … deben convertirse en nación.”

Como Herzl haría década y media después, Pinsker sostuvo que en tanto los judíos carecieran de tierra y estado seguirían viviendo en un 'estado de ignominia'. También sostuvo que a los judíos no les quedaba elección: tenían que huir de Europa.

El fundador de la organización sionista fue Theodor Herzl, judío húngaro nacido en Viena. La fundación del movimiento sionista suele identificarse con la publicación de su folleto, El Estado Judío (1896). Pero Herzl tuvo muchos predecesores, en la teoría y en la práctica. Los más importantes, como también sus discípulos y sucesores, no fueron de Europa Central sino de Europa del Este. Realmente, el nacionalismo judío, con el Estado de Israel como resultado último, fue creación de la nación yiddish del Este de Europa. El romanticismo, el socialismo, el populismo, la unión de religión y nacionalidad que le son propios son características bien conocidas de la vida y el pensamiento político de los europeos del este.

El sionismo tiene muchas fuentes. Algunas son tradicional y auténticamente judías. Una de ellas es la propia religión judía, con su recurrente énfasis sobre Sión, Jerusalén y la Tierra Sagrada y sobre los entrelazados temas de cautiverio y liberación, exilio y retorno. Estos ocupan una posición central en la tradición religiosa judía, como se les recuerda diariamente a los devotos en la liturgia judía.

Otra de las fuentes del sionismo es el jasidismo, el movimiento de renacimiento religioso de los judíos polacos de finales del siglo XVII que afectó a gran parte de las juderías de Europa del Este. Este movimiento fue un prerrequisito importante, acaso necesario, para el crecimiento y difusión del movimiento sionista. Gran parte de los sionistas pioneros, y aún más del renacimiento del hebreo, era de antecedentes jasídicos.

Otro elemento importante fue la tradición mesiánica judía, la creencia en un redentor que rescata a los judíos del cautiverio y los devuelve a la tierra prometida. Ha habido muchos candidatos a redentor. Tras el fracaso y apostasía del último de estos que planteó la redención desde una perspectiva puramente religiosa, el judío turco llamado Shabetai Sevi, del siglo XVII, los judíos, ya expuestos a nuevas influencias externas, empezaron a buscar sus esperanzas mesiánicas entre redentores seculares más que religiosos.

Algunos creían que los judíos debían buscar su libertad y renovarse luchando hombro con hombro con las gentes entre las que vivían. Otros, los sionistas, veían la condición minoritaria de los judíos en todas partes como la causa de sus problemas y creían que solo podrían alcanzar su verdadera emancipación en un país judío, gobernado en su día por un estado judío.

Otros buscaron la solución a sus problemas en la emigración, principalmente a Occidente, sobre todo a EEUU: entre 1870-1900, emigraron a Occidente más de medio millón de judíos de Europa del Este; entre 1900-1914, más de millón y medio; en total un tercio de los judíos de esa zona.

La mayoría de los que se quedaron se limitaban a luchar por su supervivencia personal, como todos; otros, pocos pero no poco importantes, buscaron una solución política a sus problemas participando en los movimientos revolucionarios rusos. Otros, insignificantes en número pero con efectos de largo alcance, encontraron otro camino. 

En 1882 unos jóvenes judíos, estudiantes la mayoría y mayoritariamente provenientes de Europa del Este y del Imperio Otomano, se reunieron en Jarkov, Ucrania, y formaron Los Amantes de Sión (Hovevéi Tzión), cuyo objetivo era la emigración no a Occidente sino a una dejada región del Imperio Otomano que los cristianos, que no los locales, conocían como Palestina: los asentamientos que crearon entre grandísimas dificultades, el primero en Petah Tikva (1878), constituirían lo que sería el núcleo del Estado de Israel, aun hoy impregnado con el sello de sus idiosincrasias, desconfianza hacia la autoridad y autoadministración, incluso en el idioma, pues el hebreo moderno es en gran medida una reencarnación del yiddish, "el mismo alma con un nuevo cuerpo léxico", como dice Bernard Lewis.

En los años '30 del siglo XX se produce la inmigración a Palestina de judíos asimilados de Europa Central (Alemania, Checoslovaquia, Austria y Hungría), muy distintos de los yiddish del este anteriores, originándose no pocos conflictos entre ellos en la Palestina de los años '30 y '40.

Luego vinieron las inmigraciones de Occidente, América, del Norte y del Sur, y Sudáfrica, muchos de ellos originarios de Europa del este, de donde habían emigrado una o dos generaciones antes.

Tras la fundación del Estado se producen grandes inmigraciones de judíos provenientes del Oriente Medio y África del Norte, originalmente una minoría en Israel pero que hoy, con sus descendientes, una gran parte de su población.

Y posteriormente llega la gran oleada inmigratoria de Rusia, que a diferencia de los anteriores no habían vivido en un entorno ni cristiano ni musulmán.

Bibliografía

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