1993-2015 - De Oslo a Camp David 2 a la denuncia de Oslo- Un camino de paz fallido

Fuentes

Esencial para tener las referencias básicas de este período de negociaciones para la paz es el libro del más alto negociador useño: The Missing Peace: The Inside Story of the Fight for Middle East Peace (Dennis Ross, 2004) - También el del que fuera de facto Ministro de Exteriores de Israel durante las negociaciones de Camp David 2, tan criticado: Cicatrices de Guerra, Heridas de Paz (Shlomo Ben Ami) - Por fin, lo que aquí se dice sigue en no poca medida los apuntes y enseñanzas de The Transforming Fire. The rise of the Israel-Islamist Conflict, de Jonathan Spyer (2010), cuya lectura recomiendo1. Más sobre El proceso de Paz aquí. Un resumen de los acuerdos y negociaciones de este período en Arab-Israeli Peace Agreements (Eli E. Hertz, March 13, 2013 ).+

Contexto y Consecuencias

Si a finales de los 40 y en las décadas de los años '50, '60 y '70 Israel se había enfrentado a las columnas blindadas del Panarabismo, en los '80 y '90 los únicos enemigos restantes parecían ser los activistas palestinos, cuya propia dirección daba en todo caso la impresión de acercarse, aún refunfuñando, a la aceptación y el pacto con Israel. Aunque lentísimamente, parecía que el camino a la paz se acercaba a su final, refutando así al pionero sionista Zeev Jabotinsky cuando sostuvo que el mundo árabe solo aceptaría a Israel como hecho consumado cuando estuviera claro que no había alternativa (The Iron Wall, 1923). Acaso la Guerrita del Jizbolá de 2006 fuera el último capítulo de esta historia de esperanza.

El colapso en Camp David 2 (2000) del proceso iniciado a comienzos de los '90 en Oslo, seguido de la Segunda Intifada (2000-2004) y de los triunfos electorales de Jamás (2005 y 2006) acabaron con esa percepción esperanzadora. Con estos acontecimientos resultó evidente que las ideas, recuerdos y lealtades religiosas son muy difíciles de superar, más de lo imaginado, y que el rechazo a Israel había vuelto a mudar, ahora bien revestido de religiosidad.

Algunos consideran que con los Acuerdos de Oslo Israel renuncia de facto a Judea y Samaria e incluso, junto a otros actos posteriores, a Jerusalén Este.

Motivación de EEUU y Occidente

El proceso de paz iniciado con los prolegómenos de Oslo nació, como no podía ser de otra manera, en aquel momento de optimismo general de comienzos de los '90, probablemente con la intención de que fuera el sello triunfal al dominio global de Occidente, que en ese momento alcanzaba su punto culminante.

También fue fruto, claro está, de la confluencia de diversos factores. El primero, la voluntad de los poderes de EEUU y Occidente de resolver el conflicto ante la conciencia de que acaso fuera el Oriente Medio la única región aún encerrada en estructuras de poder hostiles a ellos y capaces de retarles... y, al mismo tiempo, rica en el muy necesitado petróleo.

Inmediatamente antes del inicio del proceso de paz había ocurrido el primer reto a la nueva Pax Americana tras la caída del muro de Berlín: la invasión de Kuwait por Iraq, en busca de su rico petróleo, en el verano de 1990. Resuelto temporalmente el reto iraquí, Occidente da el primer paso camino de la paz en la zona, la Conferencia de Madrid de 1991, al poco seguida por los primeros escarceos pre-Oslo.

En ese momento los partícipes tuvieron diversas razones para entrar en el proceso de paz, muy diferentes las de unos y otros; razones que contenían en sí las semillas del posterior fracaso del proceso, como luego se vió. 

Motivación de los israelíes

Para la mayoría de los israelíes era la ocasión de acabar con las largas ya agotadoras dificultades de la lucha por establecer y conservar el país: una nueva generación educada buscaba la interacción con un Occidente del que se sentía parte; para ello, el conflicto era como una losa al cuello de la que urgía liberarse. Esta generación aparecía representada por el grupo que aglutinaba Simon Peres, del Partido Laborista de Rabin, que en 1992 gana por poco las elecciones que le llevan a ser ministro de Asuntos Exteriores.

Es este gupo alrededor de Peres el que establece los primeros contactos y negociaciones clandestinos (ilegales entonces conforme a la Ley de Israel) con gente de la OLP, en lo que serían los primeros pasos de los Acuerdos de Oslo. Este grupo generacional piensa que, tras la batalla nacionalista, ha llegado el momento de pasar página y, con reminiscencias propias de su origen marxista, que ha llegado la hora de centrarse en el bienestar económico; como también piensa que eso mismo deben estar pensando en el bando contrario, por loq ue existe la oportunidad de avanzar. Debió también haber pensado que la razón no siempre ha regido el devenir histórico... pero no lo hizo. 

Motivación de la OLP

Lo que llevó al movimiento nacional palestino a Oslo era algo muy distinto: escapar al eclipse que vivía a comienzos de los '90 como consecuencia de los errores estratégicos incurridos en sus alianzas. Los Palestinos de la OLP se habían quedado sin sus dos principales aliados de la época.

El bloque comunista, con su proyecto de 'liberación nacional' de los territorios colonizados2 y su inevaluable ayuda militar, diplomática y económica, se derrumba estrepitosamente a finales de los '80; y Arabia Saudita y, en menor medida, otros países del Golfo, que abandonan al Fatah de Arafat tras la alianza de este con Sadam Hussein3, el enemigo iraquí de aquéllos que invade Kuwait. Así, la OLP se encuentra sola y sin sus apoyos tradicionales, derrotada por Israel en su exilio del Líbano (1982) y con la Primera Intifada en Judea y Samaria y Gaza (1987 y ss) prácticamente apagada.

Al mismo tiempo el edificio de las ideas nacionalistas árabes tampoco pintaba nada bien a principios de los '90: no solo el pésimo estado de su emblemático nacionalismo palestino representado por la OLP, tampoco a su alrededor existía más que una serie de estados policiales en serias dificultades económicas y evolutivas.

Ante ello, la idea de unas negociaciones de paz que podían evitar su irrelevancia pareció atractiva a los palestinos del Fatah. Además, poco antes, en 1988 en Argelia habían hecho una declaración que parecía indicar que por fin aceptaban la Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas (de 1947), esto es, la partición de Palestina en dos estados, lo cuál posibilitaba el proceso de paz. 

Semilla del fracaso

Así, es su práctica derrota lo que lleva a la OLP a la mesa de negociaciones de Oslo. Y es precisamente esta circunstancia la que marcaría la naturaleza del proceso de paz desde el principio pues, desde el principio, la OLP tenía un claro interés en iniciar unas conversaciones que eran su salvavidas, mientras que ni los árabes palestinos en general ni los judíos israelíes iban en la misma línea.

Los israelíes se acercan al proceso queriendo cerrar definitivamente un acuerdo final que confirmara lo que percibían como su histórica victoria en la creación y defensa de un estado judío, sin obviar que al mismo tiempo, y precisamente como fruto típico ancilar de su éxito, viven un declive en su fervor nacionalista y compromiso con el país. Los israelíes no buscan el pacto para conocer al vecino ni reconciliarse con él; lo buscan precisamente para poder olvidarse del vecino y salir al ancho mundo como están deseando. 

La OLP, y al margen de individuos concretos que hubieran podido evolucionar en otra dirección, estaba fundada en una cultura política regional cuya esencia repudiaba la misma idea de la existencia de Israel. Los palestinos entran en el proceso solo porque no tenían adonde ir y como medio para ganar tiempo, pero siguen convencidos de la absoluta justicia de su causa y de la absoluta inmoralidad del sionismo y el nacionalismo judío.

Desde luego sus asunciones sobre la legitimidad de las causas eran inencajables en el proceso de paz.

Característica distintiva básica de los acuerdos de Oslo

Lo que distingue básicamente a los acuerdos de Oslo de otros semejantes es que estos se producen cuando las partes han encontrado una manera para resolver sus diferencias, mientras que en Oslo se acuerda que ya se acordará sobre lo esencial (fronteras, refugiados y Jerusalén Este) después de un tiempo, cinco años, necesario para generar confianza entre las partes.

Pero lo cierto es que el proceso de Oslo no logra construir el esperado puente entre ambas sociedades que continúan viviendo en sus realidades paralelas, sin tocarse: una enganchada a la emergente realidad global, la otra anclada en una regionalidad dejada atrás por aquella realidad.

Duplicidad

En todo caso, lo cierto es que los Acuerdos de Oslo apenas llegaron al grado de pantomima. Es cierto que, aun de aquella manera, Yaser Arafat hace un reconocimiento de Israel, pero no menos cierto es que inmediata y públicamente reniega de lo acordado cuando, dirigiéndose el 14 de mayo de 1994 a una audiencia de musulmanes en una mezquita de Sudáfrica, invita e incita a los musulmanes:

"a venir y luchar y empezar la yihad para liberar Jerusalén. (...) No considero este Acuerdo en más que el acuerdo suscrito por el profeta Mahoma y los coraichíes, y bien recordáis que el califa Omar rechazó ese acuerdo, que  [consideraba] una tregua despreciable."

Esa alocución también es conocida como la Yihad para Liberar Jerusalén.4

Fracaso

Lo cierto es que transcurridos los 5 años de interludio pactados,  Ehud Barak impulsa y una reacia Administración Clinton convoca a las partes para alcanzar el acuerdo final prometido en Oslo. La reunión, conocida como Camp David 2 (agosto de 2000), y sus secuelas de los meses siguientes fracasan estrepitosamente y acaban provocando la Segunda Intifada, estratégicamente gestionada por Arafat y dirigida por el líder de la milicia Tanzim y miembro de Fatah, Marwan Barghouti.

Ese verano de 2000, era palpable la diferencia en los estados de ánimo de las poblaciones israelí y palestina, correlativo al diferente ánimo con el que entraron en el proceso de paz. En el lado israelí, la TV insistía en que las conversaciones estaban a punto de cristalizar (aunque un observador atentop no podía dejar de barruntar que algo malo iba a ocurrir), mientras que entre los palestinos cundía el desánimo, del que se nutrían nuevos movimientos y direcciones emergentes. 

1 El libro de Spyer es breve y no creo que le sobre una coma. No se centra en el proceso iniciado en Oslo ni en el fracaso de Camp David, sino en el cambio de paradigma que se manifiesta desde finales de 2006: Israel ya no se enfrenta al nacionalismo árabe sino al islamismo. [Volver]

2 Aunque a finales de los años '40 la 'liberación nacional' auspiciada por los comunistas llevó a estos a apoyar al movimiento sionista, lo cierto es que la 'causa palestina' se ha convertido en una 'causa célebre' de la 'nueva' izquierda nacida en los años '60. [Volver]

3 

Es famosa la foto, a la izquierda, de Arafat abrazando a Sadam Hussein el 6 de agosto de 1990 en la televisión de Bagdad, cuatro días después de la invasión de Kuwait. Artículo de Ynetnews comentando el sentir palestino al conocerse la muerte de Hussein. Aquí, más sobre las consecuencias para la OLP de su alianza con el derrotado Sadam Hussein; un apunte:"Él y el pueblo palestino pagaron cara la alianza: Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y Los Emiratos Árabes Unidos y Libia ordenaron la inmediata paralización de los ya de por sí escasos subsidios a la OLP; Siria siguió patrocinando grupos palestinos anti-OLP; los palestinos pudientes y los que vivían en estados ricos en petróleo disminuyeron sus donaciones, a menudo dejándolas en nada (Aburish 231). Sin embargo, la asociación de  Arafat con Saddam afectó sobre todo a los palestinos en Kuwait. Como castigo a su alianza con Iraq, Kuwait expulsó a 300.000 palestinos. De hecho, miles esperaron durante meses en la frontera iraquí hasta que poco a poco se dispersaron cuando ningún país árabe los aceptó (Rubinstein 65)" [Volver]

4 También citada, entre muchos, por Daniel Pipes en su artículo del 15 de diciembre de 2010, Pouring Cold Water on WikiLeaks. [Volver]