Bello
Ricardo Anaya, el joven promesa de México
El candidato presidencial modernizador tiene la mejor oportunidad de derrotar al populista de izquierda
TIENE las agallas para desafiar tanto a Andrés Manuel López Obrador, un populista mesiánico orador lengua de plata, como a la maquinaria política residual del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México. Ricardo Anaya es tan osado como despiadadamente ambicioso. Tras haber forjado una coalición de su propio Partido de Acción Nacional (PAN) conservador y dos partidos de centroizquierda, Anaya argumenta que las elecciones presidenciales del 1 de julio son ahora una carrera de dos caballos entre él y AMLO, como lo llaman los mexicanos a López Obrador , el favorito de muchos años. Varias encuestas de opinión apoyan esa opinión. La pregunta que se cernirá sobre México durante los próximos cuatro meses es si, en su ascenso a codazos, el señor Anaya ha creado demasiados enemigos para unir a la disparatada mayoría a la que le desagrada AMLO y así ganar la presidencia.
En vista de estos factores, esta es la elección de AMLO: para perder. Los mexicanos rara vez han sido tan pesimistas o han querido cambiar más. El gobierno del PRI de Enrique Peña Nieto es impopular. A pesar de que logró importantes reformas de educación y energía, no ha logrado combatir la delincuencia violenta y la corrupción y mejorar la economía, los temas que más le importan al público. Cuando el PAN gobernó a México en 2000-12, no lo hizo mucho mejor. Eso significa que "hay menos resistencia" a AMLO que en 2006 y 2012 (cuando casi ganó la presidencia), dice Jorge Castañeda, un ex ministro de Relaciones Exteriores.
En esas campañas, se presentó como un canalla empeñado en devolver a México a su pasado proteccionista y nacionalista. Sus amigos insisten en que se ha suavizado. Ha hecho acercamientos a las empresas y al norte capitalista de México. Su promesa de revisar todos los contratos emitidos a compañías privadas de energía no significa rechazarlos, según Alfonso Romo, un empresario de Monterrey que lo asesora. Romo enfatiza la preocupación de AMLO por el "México olvidado" de los pobres y los indígenas. Pero AMLO también ha abierto su tienda a los aliados de las partes reaccionarias y corporativistas del PRI (a la que perteneció desde 1976 hasta 1988). Ha hablado de una amnistía para los barones de la droga. "Ya no puede ostentar el estandarte del cambio fundamental de régimen", dice Denise Dresser, politóloga.
Tampoco puede el candidato del PRI, José Antonio Meade, un ex ministro de finanzas competente y respetado que no sea miembro del partido. Meade hace una virtud su falta de antecedentes políticos. Pero "la escala del bien merecido repudio" de Peña hace que la tarea de Meade sea "imposible", dice Enrique Krauze, un historiador.
Es Anaya quien ofrece la mejor esperanza de derrotar a AMLO. Solo tiene 38 años. Con su pelo de corte militar y sus gafas, hacen que parezca un fanático de escuela. Es un polemista y un operador político formidable que habla con un enfoque láser. "Esta es una elección muy cerrada entre dos opciones de cambio", le dijo a Bello. "La pregunta ... es qué tipo de cambio [los mexicanos] quieren". AMLO propone un cambio "con ideas que son muy antiguas, atrapadas en el pasado", dice, mientras que su propio ideal es una democracia moderna abierta al mundo y a las nuevas tecnologías.
Por ejemplo, AMLO promete cancelar la construcción de un aeropuerto de $ 13 mil millones que se está construyendo cerca de la Ciudad de México. Revertiría la reforma educativa, que responsabiliza a los docentes con evaluaciones de capacidades y habilidades. AMLO no quiere convertir a México en una dictadura marxista como Cuba o Venezuela. Pero si quiere ser amigo de esos países, dice Castañeda. AMLO promete combatir la corrupción, pero promete recortar los salarios de los altos funcionarios, lo que es una receta para la corrupción.
Anaya argumenta que para imponer el estado de derecho las instituciones más fuertes son esenciales. Él quiere que la oficina del fiscal general, sobre la cual el presidente tiene influencia, sea completamente autónoma. Lucharía contra las bandas de narcotraficantes con mejor inteligencia. Para enfrentar la pobreza, introduciría "gradualmente" un ingreso básico universal (aunque los votantes podrían preferir más y mejores empleos).
Anaya tomó el control del PAN de rivales más experimentados y supervisó su victoria en varias elecciones para gobernador, Tamaulipas, Veracruz, etc. Él dice que no defiende los errores de los últimos presidentes del PAN, y que representa una coalición con diferentes puntos de vista. Qué tan coherente demostrará ser esta coalición de conveniencia es una pregunta abierta.
Enfrenta otros obstáculos. Sus ataques despiadados contra el PRI son una espada de doble filo. Si Meade no tiene ninguna posibilidad de victoria, "es más fácil para los priistas ir con AMLO que este güero", dice Krauze. La mayor dificultad de Anaya puede ser que en su búsqueda decidida por la candidatura haya enajenado a figuras importantes de su propio partido, empezando por Margarita Zavala, la esposa de un ex presidente, que se postula como independiente. Para ganar, Anaya debe ser un sanador y un luchador. Ha demostrado lo segundo, faltaría lo primero.
Este artículo apareció en la sección de Las Américas de la edición impresa bajo el titular "El joven promesa de México"
https://www.economist.com/news/americas/21737291-modernising-presidential-candidate-has-best-chance-defeating-left-wing