Cristobal Colon: Espía de Portugal?

Comentarios de Ernesto GM

"Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer" Dicho popular.

El libro COLON. La Historia Nunca Contada, enero 1, 2009 de Manuel da Silva Rosa será llevado a la pantalla por Aposse/CMC de Hollywood. Da Silva Rosa es catedrático investigador de la Universidad de Duke, Carolina del Norte. El libro indica pruebas que la historia estaba equivocada, y 500 años de burla son revelados. El controvertido navegante Colón era un espía y conspirador, un agente secreto al servicio del rey de Portugal. Además de esta existe otra teoría en otro libro y documental que realmente era de Barcelona y Judío Sefardita Marrano, no de Génova.

Colón no buscó financiación en la Corte de los Reyes Católicos porque no se le hubieran dado en Portugal dice da Silva, sino por una hábil y siniestra maniobra: vender a los castellanos una nueva ruta hacia las Indias para dejar libre a los portugueses la vía verdadera sin que hubiera intromisión por parte castellana.

En efecto La biografía de Colón de Washington Irving en 1828 popularizó la idea de que Colón tuvo dificultades para obtener apoyo para su plan, porque muchos teólogos católicos insistieron en que la Tierra era plana. Pero los europeos más cultos ya hacía siglos que habían comprendido que la Tierra era esférica, al menos desde la época de Aristóteles, quien vivió en el siglo cuarto antes de Cristo y cuyas obras fueron ampliamente estudiadas y veneradas en la Europa medieval.

Colón realmente era un internacionalista. Operaba desde Sevilla, España, pero había llegado de Génova aunque tenía la nacionalidad de la Republica de Venecia, que en ese entonces era una Isla Imperio en el Mediterráneo oriental.

La operación del descubrimiento de América fue financiada por Colón, apoyada por los mercaderes de Sevilla originarios de Génova y respaldada por los reyes españoles, para propósitos de títulos y contratos de la propiedad de las tierras descubiertas y los negocios de comercio exterior potenciales[i].

Donde Colón difirió de la visión aceptada por los eruditos en sus días fue en su estimación de la distancia hacia el oeste de Europa a Asia. Las ideas de Colón a este respecto se basaban en tres factores: su bajo estimación del tamaño de la Tierra, su alta estimación del tamaño de la masa terrestre de Eurasia, y su creencia de que Japón y otras islas habitadas estaban lejos al este de la costa de China. En las tres de estas cuestiones Colón estaba totalmente equivocado y en desacuerdo con el consenso de los eruditos de su época.

En 1485, Colón presentó sus planes a Juan II, Rey de Portugal. Propuso al rey equipar tres barcos robustos y concederle un plazo de un año a navegar en el Atlántico, en la búsqueda de una ruta occidental hacia el Oriente, y el retorno.

El rey presentó la propuesta de Colón a sus expertos, que la rechazaron. Fue su opinión que la estimación de Colón de un recorrido de 2,400 millas (3,860 kilómetros) era en efecto demasiado corta sin duda.

Tres años después, en 1488, Colón apeló a la corte de Portugal, una vez más, y una vez más, Juan II lo invitó a una audiencia. Esa reunión tampoco tuvo éxito, en parte porque no mucho después Bartolomé Días regresó a Portugal con la noticia de su exitoso viaje redondo a China la punta sur de África (cerca del Cabo de Buena Esperanza). Con una ruta marítima a Asia oriental, aparentemente a la mano, el rey Juan ya no estaba interesado en el proyecto descabellado de Colón.

Colón viajó desde Portugal a las ricas ciudades de Génova y Venecia, pero recibió palmo en las narices de ellas. Colón también había enviado a su hermano Bartolomé a la corte de Enrique VII de Inglaterra, para preguntar si la corona Inglés podría patrocinar su expedición, pero también sin éxito.

Colón había solicitado una audiencia a partir de los monarcas Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, que habían unido sus reinos de la Península Ibérica al casarse, y estaban gobernando juntos. El 1 de mayo 1486, Colón presentó sus planes a la reina Isabel, que, a su vez, lo remitió a un comité. Tras el paso del tiempo, los sabios de España, al igual que sus homólogos de Portugal, respondieron que Colón había subestimado groseramente la distancia a Asia. Declararon la idea poco práctica y aconsejaron a sus Altezas Reales de no hacer la empresa propuesta.

Sin embargo, para evitar que Colón llevara sus ideas a otra parte, y tal vez para mantener sus opciones abiertas, los Reyes Católicos le dieron una asignación anual de 12,000 maravedíes y, en 1489, le proporcionaron una carta ordenando a todas las ciudades y pueblos bajo su dominio proporcionarle comida y alojamiento sin costo. O sea que el pueblo español pagara el viaje.

Después de presionar continuamente en la corte española y luego de dos años de negociaciones, que finalmente tuvieron éxito en enero de 1492.

Los Reyes Católicos acababan de conquistar Granada, último reducto musulmán en la Península Ibérica, y recibieron a Colón en Córdoba, en el Alcázar. Isabel rechazó la propuesta de Colón siguiendo el consejo de su confesor, y cuando ya se iba de la ciudad a lomo de mula, en desesperación, el rey Fernando intervino. Isabel envió una guardia real a buscarlo. Por eso Fernando afirmó más tarde tener el crédito de ser "la causa principal por la cual las islas (América) fueran descubiertas".

Alrededor de la mitad de la financiación debía venir de él mismo y de inversores privados italianos, a quienes Colón ya había convencido como se comenta antes. El resto vino de dinero robado por la reina Isabel quien había incautado grandes cantidades de dinero en efectivo cuando sus tropas ocuparon Granada al principio de 1492. Después de la campaña de Granada, los Reyes dejaron al tesorero real cambiar los fondos entre las distintas cuentas reales a nombre de la empresa de Colón, que iba a ser hecho "Almirante de los Mares" y recibiría una parte de todas las ganancias. Los términos fueron inusualmente generosos, pero como su hijo Diego escribió más tarde, "los monarcas no esperaban que él volviera."

En las "Capitulaciones de Santa Fe" contrato real de abril de 1492, ambos, el rey Fernando y la reina Isabel, le prometieron y le firmaron a Colón, que si tenía éxito se le daría el rango de Almirante de la Mar Océano y nombrado Virrey y Gobernador de todas las nuevas tierras que podía reclamar para España. Él tenía el derecho de nombrar a tres personas, de los cuales los soberanos elegirían una, para cualquier cargo en las nuevas tierras. Él tendría derecho a 10% de todos los ingresos provenientes de las nuevas tierras a perpetuidad. Además, él también tendría la opción de comprar un octavo de interés en cualquier empresa comercial con las nuevas tierras y recibir una octava parte de los beneficios.

Colón fue arrestado ilegalmente más tarde en 1500 y destituido de sus puestos. Luego, él y sus hijos, Diego Colón Muñiz y Fernando - apoyados seguramente por la corona de Portugal - llevaron a cabo una larga serie de casos judiciales contra la corona castellana, conocidos como los Pleitos Colombinos, alegando que la Corona había renegado ilegalmente en sus obligaciones contractuales con Colón y sus herederos. La familia Colón Muñiz tuvo cierto éxito en su primer pleito, un juicio de 1511 confirmó la posición de Diego como virrey, pero le reduce sus poderes. Diego reanudó los litigios en 1512, que duró hasta 1536, y nuevos conflictos se mantuvieron hasta 1790.

Da Silva Rosa lleva casi veinte años investigando a fondo la figura de Colón y afirma tener respaldado con documentación histórica de todo cuanto ha escrito. Sostiene la imposibilidad de que un tejedor de lana llegara a casarse con Felipa Muñiz de Perestrello, portuguesa de origen genovés, una comendadora de la Orden de Santiago, cuyo matrimonio debía aprobar el mismísimo monarca luso[ii]. El historiador apunta que éste estaría al corriente del linaje noble de Colón.

Aunque parezca mentira, no son las únicas revelaciones sorprendentes del libro. Otra de las novedades de la enésima publicación sobre el universal navegante hace referencia a la nao Santa María. Da Silva Rosa defiende que la embarcación no encalló en las costas de la actual República Dominicana, sino que fue el propio Colón quien la inutilizó, perforándola con un cañonazo de lombarda, para que sirviera de fortín a los tripulantes enviados por la Corte Castellana, a los que allí dejó para que no pudiesen injuriarlo ante los monarcas con mentiras, de que había estado efectivamente en La India (y era evidente que el lugar al que había llegado no era) o que había dejado una ciudad conquistada. Como el viaje formaba parte de esa conspiración, Cristóbal Colón dio a su regreso a Castilla medidas erróneas sobre aquellas nuevas tierras de forma deliberada y no por ignorancia, sino para persistir en el engaño y la confusión de quienes le pagaban.

Sin embargo, además de la teoría de que Colón era espía, es evidente que sabía y conocía la falta de honestidad de los gobernantes y actuaba con cautela y conocimiento. Ya para 1492 había sido publicado por Nicolás Maquiavelo el Príncipe, donde da cuenta clara de la realidad de los reyes y sus humanidades mezquinas- y es muy seguro fue leído por los Colón Muñiz.

[i] Ver Paul Johnson, 2014, A History of The American People, HarperCollins p 6.

[ii] Filipa Perestrelo Moniz (c. 1455 - c. 1484-1485?), era hija del noble Bartolomeu Perestrelo I, primer capitán de la isla de Porto Santo, y de la noble Isabel Moniz.

Filipa, mientras permaneció soltera vivió en el monasterio de Todos los Santos el Viejo, comunidad femenina de élite de la Orden de Santiago, y está sepultada en la Capilla de la Piedad en el monasterio de Carmo en Lisboa. Se casó con Cristóbal Colón en 1479, de quien tuvo un hijo, Diego Colón, nacido alrededor de 1480, que fue 2º Almirante de las Indias.

La familia de Filipa Moniz, su padre, hermanos, hermanas, primos, sobrinos y tíos, estaban integrados en la aristocracia portuguesa de la época, siendo sus sobrinas condesa de Abrantes, marquesa de Montemor y condesa de Penamacor. Su hermano, Bartolomeu Perestrelo II, fue tercer capitán de Porto Santo y su cuñado, Pedro Correia (casado con Inês o Izeu Perestrelo), fue segundo capitán de Porto Santo y primer capitán de la isla Graciosa, Azores y Guarda bajo el rey Juan II. La media hermana de Felipa, Izeu Perestrelo, era prima de Ana de Mendonça, la amante del rey Juan II y sobrina de la comendadora mayor de Todos-los-Santos, Violante Nogueira, que fue la tutora de Juana de Portugal, esposa de Enrique IV de Castilla.

El sobrino de Filipa Moniz, Pedro de Noronha, además de ser el mayordomo mayor del rey Juan II y comendador-mayor de la Orden de Santiago, fue padre de Martín de Noronha, el mensajero que Juan II envió a buscar Colón al Restelo en marzo de 1493 para llevarlo al Valle del Paraíso donde estaba el rey. Las sobrinas de Filipa Moniz, la condesa de Penamacor y la maquesa de Montemos, fueron mencionadas en el testamento del segundo almirante, Diego Colón. Es importante notar que Felipa Moniz, como tía de tantos nobles y además comendadora de Todos-los-Santos de la Orden Militar de Santiago Portuguesa no se podía casar sin la autorización del maestre de Santiago, Juan II de Portugal, como viene apuntado en el libro de las reglas de la orden.