Breve historia del petróleo
Hacia mediados del siglo XIX un abogado de Nueva York, llamado George Bisell, se
preguntaba si una sustancia que se conocía como “aceite mineral” que rezumaba en las
colinas de Oil Creek en Pennsylvania, se podría explotar en grandes cantidades como
combustible para lamparas. Bisell descubre en el método de perforación para la obtención
de sal la posibilidad de explotar industrialmente los pozos de petróleo y decide aplicarlo.
Contrata así a E. L. Drake, para que llevara a cabo las labores de extracción en Titusville
(Pennsylvania).
En Abril de 1861 los perforadores dieron con el primer pozo surgente que expulsaba petróleo a un asombroso ritmo de 3.000 barriles al día. Así, la producción de Pennsylvania pasó de
45,000 barriles en 1860 a 3 millones en 1862 disipando las preocupaciones respecto al nivel
de producción.
Todo esto condujo a una frenética oleada de prosperidad y a un ambiente de
comercialización en el que los precios subían y bajaban a ritmos vertiginosos. Se inicia así
lo que se denominaría “La Carrera por el Petróleo”, que se caracterizaría por la búsqueda
de pozos, la explotación inmediata y la producción acelerada, lo que conducía al
agotamiento prematuro de la producción.
Fue John L Rockefeller, un comerciante del sector de las refinerías, quien dio inicio al
sector petrolero moderno. En 1870, él y otros inversionistas más, constituyeron la empresa
más poderosa y controvertida de finales del siglo pasado y comienzos del presente.
Standard Oil Company. La idea de Rockefeller era conseguir la estabilización del sector
petrolero haciendo que el negocio del petróleo fuera seguro y rentable pero bajo el control
absoluto de su empresa. Así, la empresa funcionaba de acuerdo a los despiadados métodos
de la codicia desenfrenada del capitalismo de finales del siglo XIX. Para finales de la
década del 70, la Standard controlaba todos los oleoductos y refinerías dentro y fuera de las
regiones petrolíferas y adquirió el dominio total sobre el comercio petrolero mundial,
arrasando a su paso con cualquier tipo de competencia y absorbiendo a todas aquellas
empresas que ponía en peligro sus intereses.
Sin embargo a finales del siglo XIX, un nuevo y poderoso espíritu de reforma, “El
Progresivismo”, se estaba gestando en Norteamérica. Sus principales objetivos eran la
reforma política, la protección del consumidor, la justicia social, mejores condiciones de
trabajo y el control y la regulación de las grandes empresas. Entre estas, por supuesto
estaba la Standard Oil Co., que había sido acusada de monopolizar la producción
petrolífera. La única manera de controlarlas era a través del sistema político y los
tribunales. Pero la Standard se defendió recurriendo a la figura de los “Trustes”, esto es la
falsa unión de varias empresas que supuestamente asociadas funcionaban en conjunto y no
como una sola empresa, el monopolio era un hecho. La economía norteamericana se había
transformado de ser descentralizada y competitiva, compuesta por muchas pequeñas
empresas industriales, en otra dominada política y económicamente por grandes
combinaciones industriales llamadas trustes, muchas de ellas con inversores y directores
compartidos.
Así, la Standard se dividió en varias entidades separadas: la mayor fue la antigua compañía
matriz, la Standard Oil of New Jersey, con casi la mitad del patrimonio neto total; con el
tiempo pasaría a llamarse EXXON y nunca perdería su posición de líder. La siguiente fue la
Standard de Nueva York que pasaría a llamarse MOBIL, la de California, llamada después
CHEVRON, de las demás surgieron la SHOIO (que luego sería la rama norteamericana de
la BP), la AMOCO, la CONOCO, la ARCO y la SUN. Sin embargo aunque estaban
separadas y no compartían sus consejos de administración, generalmente respetaron los
mercados de los demás y mantuvieron sus antiguas relaciones comerciales con lo cual la
competencia entre ellas se desarrolló con gran lentitud.
Como ya se dijo, para 1870 el comercio mundial no solo estaba dominado por un solo
estado (U.S.A.) sino por una sola empresa, la Standard. Esta descartaba la posibilidad de
cualquier competencia ya que en ninguna otra parte del mundo se habían encontrado una
fuente de petróleo barata e importante.
A finales de siglo, comenzaron a establecerse empresas en el imperio ruso, constituyéndose
en la mayor competencia a la que tuvo que enfrentarse con agresividad la Standard sin que
pudiera realmente evitar su crecimiento. Las petroleras rusas abrieron mercados en Europa.
A finales del siglo XIX nace otra de las grandes empresas, la SHELL, que en ingles
significa concha, en honor al padre de su fundador, Marcos Samuel, quien era un
comerciante de conchas.
La rápida subida de la producción rusa, la posición de líder de la Standard Oil, la lucha por
los mercados establecidos y nuevos, son algunos de los factores que determinaron lo que se
llegaría a conocer como “Las Guerras del Petróleo”. Pero estas no serían las únicas
empresas que participarían en esta lucha.
En Estados Unidos, la Standard Oil veía minada su posición dados los nuevos
descubrimientos de petróleo en los campos de la costa del golfo y en la zona continental en
Texas. Estas nuevas fuentes combinadas con los mercados que nacían con tanta rapidez
para el aceite combustible y para la gasolina, abrieron la puerta a una legión de nuevos
competidores entre las que estaban la Gulf Oil Company de William Mellon y la Texas Oil
Company, TEXACO. Aunque los niveles de ventas habían aumentado para la Standard
Oil, el porcentaje de participación disminuía al igual que su control sobre la producción del
crudo.
Otra empresa petrolera fue la holandesa Royal Dutch, constituida hacia 1890 bajo el
proteccionismo del propio rey holandés Guillermo III. Un acuerdo de asociación entre la
Royal Dutch, la Shell y la Bnito (rusa), llevaría a la Royal al puesto de líder frente a las
otras empresas europeas. Posteriormente se fusionarían la Shell con la Royal Dutch.
En el medio oriente, la empresa Anglo-Persian, inició la explotación petrolera en 1901,
gracias a la concesión obtenida en Persia y al apoyo del gobierno británico, quien demostró
su preocupación porque otras firmas extranjeras obtuvieran el control de la explotación del
petróleo en la región, lo cual tendría efectos tanto comerciales como políticos contrarios a
los intereses de la Gran Bretaña en Persia. La Anglo-Persian compraría más tarde una
empresa comercializadora inglesa cuyo nombre era la British Petroleum, con la cual se
daría a conocer mundialmente.
Durante la guerra el petróleo se convirtió en un elemento vital que generó nuevas alianzas
entre los países comprometidos, en materia de producción y distribución del petróleo y en
una condición estratégica para quien tuviera su control. Las firmas petroleras que antes eran
políticas económicas y de guerra de los gobiernos. Así por ejemplo la antes odiada
Standard Oil of New Jersey, en cabeza de su director, Alfred Bedford, conformo con otras
firmas el Comité Nacional de Servicio del Petróleo en Guerra, encargado de organizar los
suministros de petróleo a la guerra en Europa.
El papel del petróleo durante la guerra fue determinante, los alemanes perdieron en gran
medida por la insuficiencia para suministrar el combustible necesario para sus aviones y
vehículos en tierra. Y los británicos y en general los aliados se encargarían de cortar las
posibilidades de suministro.
Después de la guerra y reconocido ya el nuevo papel del petróleo frente a los intereses de
las potencias, se dio comienzo a la gran lucha por las nuevas fuentes de petróleo ya no
como fuente de riqueza sino de poder. En el futuro, la competencia por los nuevos terrenos
petrolíferos ya no se limitaría a una batalla entre emprendedores y agresivos hombres de
negocios. La gran guerra había dejado en claro que el petróleo se había convertido en un
elemento esencial en la estrategia de las naciones; y los políticos y burócratas estaban ahora
en el centro de las luchas arrastrados a la competencia por una idea común: el mundo de la
posguerra iba a necesitar todavía mayores cantidades de petróleo para la prosperidad
económica y el poder de las naciones.
La historia de los países latinoamericanos correría la misma suerte que las demás naciones
petroleras, se convertirían en el foco de los intereses de las potencias y en el centro de sus
luchas.
En México, la Mexican Eagle consiguió las primeras producciones en 1901 comenzando
con el fabuloso Potrero del Llano 4, que producía a un ritmo de 110,000 barriles por día y
se le consideraba el mayor pozo petrolero del mundo. México se convirtió pronto en uno de
los mayores productores del planeta alcanzando el segundo puesto para 1921. Pero el
ambiente social y político del país polarizó los intereses de las partes comprometidas
dejando de un lado a los nacionalistas y revolucionarios, y a las compañías petroleras de
otro. El problema de la soberanía y la propiedad era el tema candente: ¿a quien pertenecían
los beneficios del petróleo?
Hasta 1984 los recursos del subsuelo habían pertenecido primero a la corona y
posteriormente a la nación. El régimen de Porfirio Díaz había alterado la tradición legal
otorgando su propiedad a los propietarios de las tierras superficiales quienes a su vez
aceptaban encantados el capital extranjero que llegó a controlar el 90% de las propiedades
petrolíferas del país. Finalmente la revolución logró que en la constitución de 1917 se
restableció el principio de propiedad nacional convirtiéndose en el centro de batalla.
México había reconquistado el petróleo pero no podía extraerlo o comercializarlo sin
capital extranjero, mientras que los inversionistas no querían correr el riesgo sin tener
contratos seguros y la posibilidad de obtener beneficios. Los banqueros norteamericanos
mientras tanto estaban interesados en que México cumpliera con los pagos de su deuda
externa por lo cual apoyaron sus esfuerzos por obtener mayores beneficios del producto
petrolero, en contra de las compañías petroleras de Estados Unidos, quienes llegaron a
pedir al gobierno norteamericano que aplicara sanciones e interviniera militarmente para
proteger las “vitales” reservas petrolíferas de propiedad norteamericana en México.
Cuando Washington miraba hacia el sur veía inestabilidad, inseguridad, bandidaje,
anarquía, incumplimiento de los contratos y una peligrosa amenaza del tráfico de un
recurso estratégico. En 1934 llegaría al poder el general Lázaro Cárdenas, hombre de
inclinaciones izquierdistas quien fomentó la reforma de las tierras, la educación y un
costoso programa de obras públicas. Después de muchas confrontaciones con las empresas
petroleras, el 18 de Marzo de 1938, Cárdenas nacionalizó el petróleo mexicano. En su lucha
posterior los mexicanos demostrarían al mundo que las compañías petroleras no eran tan
omnipotentes como se jactaban de serlo y que los países podían desafiar con éxito su
dominio financiero y económico, y que las empresas estatales podían manejar con
eficiencia las operaciones petroleras como lo hizo la Compañía Nacional Mexicana de
Petróleos, PEMEX, encargada de los yacimientos y refinerías nacionalizados.
El caso de Venezuela sería diferente. Dados los beneficios que se podían obtener, el temor
a la escasez y el nuevo papel del petróleo en el poder de las naciones, desencadenaron lo
que la Royal Dutch/Shell, denominó en su memoria anual de 1920 “la lucha por la nueva
producción... no podemos permitir que nos despojen en esta lucha por obtener nuevos
territorios... nuestros geólogos están en todas aquellas partes donde hay la más remota
posibilidad de éxito”. Venezuela estaba en la cabeza de la lista. Bajo la dictadura corrupta
del general Juan Vicente Gómez, quien durante veintisiete años gobernara Venezuela, las
compañías petroleras encontraron un buen ambiente para invertir en exploración. La
primera fue la Royal Dutch/Shell que para 1922, después de nueve años de presencia en el
país y a pesar de las malas proyecciones dadas por los geólogos norteamericanos a la
producción venezolana, comenzaba la explotación de petróleo en el Lago Maracaibo. El
descubrimiento del pozo Barroso con una producción de casi 100.000 barriles por día,
inauguro una gran fiebre de petróleo. Mas de 100 grupos principalmente norteamericanos y
algunos británicos pronto estuvieron activos en el país.
Para 1929, Venezuela producía 137 millones de barriles y ocupaba el segundo lugar
después de Estados Unidos en la producción total. El petróleo dominaría hacia los años
treinta el 90% de la economía venezolana, haciéndose necesaria, después de la caída de
Gómez, una regulación del sector y una revisión de los acuerdos contractuales entre la
nación y las compañías que producían su petróleo. Esto desencadeno enfrentamientos entre
las partes. El gobierno norteamericano intervino directamente para evitar otro México y
salvaguardar lo que en medio de la guerra era un premio estratégico. Venezuela con un
fuerte espíritu nacionalista pero con un sentido práctico de los negocios logro durante el
gobierno de Rómulo Betancourt (1945-1947) y siendo ministro de desarrollo Juan Pablo
Pérez Alfonso, un razonable acuerdo de beneficios con las petroleras del cincuenta por
ciento para ambas partes (aunque ya se había realizado Venezuela solo recibía el cuarenta
por ciento). El gobierno venezolano recibió un siete por ciento mas de los que recibió
México con la nacionalización y su producción era seis veces mayor.
Uno de los ejemplos más claros de lo que podían hacer las empresas petroleras en el
ejercicio de su poder, especialmente frente a débiles y corruptos gobiernos, fue el desarrollo
petrolero en Colombia.
En 1951, se creó finalmente la Empresa Colombiana de Petróleos, ECOPETROL, que sería la encargada de regular la producción
petrolífera del país sin desprenderse completamente de la influencia de las compañías
extranjeras y del gobierno norteamericano.
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La historia del petróleo siempre ha estado caracterizada, en términos de Daniel Yergin, por
una “lucha voraz por el dinero y el poder”, en la que los débiles han llevado la peor parte.
Las presiones económicas, políticas y hasta militares, el incumplimiento de los contratos, el
fomento de políticas petroleras con beneficios unilaterales y de la corrupción en la clase
dirigente, así como la afectación del medio ambiente, la cultura y la estabilidad social de
los “pequeños” países productores, dejaron profundas huellas en países como los
latinoamericanos, buscaron afanosamente una salida a sus problemas económicos en la
producción petrolera.
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Un reciente estudio de 2016 indica que los países con empresas administradas por gobiernos son sensiblemente más corruptos que los de empresas privadas. Por eso lo del poeta, que el petróleo es la maldición de una nación si es mal administrado.
Fuentes:
José Lino Gómez Franco y Tatiana Roa A. 1999. OILWATCH. CURSO TECNICO DE LA INDUSTRIA PETROLERA. ELABORADO EN CENSAT AGUA VIVA (COLOMBIA) Revisión final: Tatiana Roa A. Santafé de Bogotá.
Ruchir Sharma. 2016. The Rise and Fall of Nations: Forces of Change in the Post-Crisis World Jun 6, 2016 | Kindle eBook