Adolfo Ruiz Cortines

Del presidente Adolfo Ruiz Cortines, sucesor de Miguel Alemán Valdés, hay anécdotas que lo pintan como viejo zorro o costal de mañas para dirimir intríngulis políticos.

Hay una sentencia suya muy significativa: ‘Si quiero resolver un problema, lo ordeno de inmediato; si no, creo una comisión que lo estudie’. Y viene como anillo al dedo a los diputados que para todo inventan comisiones y chupan más dinero del erario.

Humberto Romero, secretario particular de Adolfo López Mateos, fue jefe de prensa de Adolfo Ruiz Cortines, quien se lo coló a su secretario del Trabajo, Adolfo López Mateos.

López Mateos convino con Ruiz Cortines que “El Chino” Romero fuera enlace entre ambos, durante su campaña presidencial.

Al tocar Sinaloa, Adolfo López Mateos no se reportó un día. Al otro, Adolfo Ruiz Cortines preguntó al Chino por el candidato; éste respondió que no había llamado, pero que lo haría en esa fecha.

Pasaron días y nada; hermético al principio, Ruiz Cortines dijo al quinto: ‘Cuando los hombres se sienten seguros, olvidan a sus amigos’, en clara alusión a López Mateos, y Romero trató de explicarle que quizá éste tenía contratiempos.

Esa noche, al fin llamó López Mateos; Humberto le contó la turbación del Jefe y le sugirió meditara bien lo que le diría, pues “el horno no estaba para bollos”.

Adolfo López Mateos volvió a hablar en 5 minutos, Romero dio la noticia al Presidente y le pasó el teléfono.

Terminada la llamada, Adolfo Ruiz Cortines dijo a Humberto: ‘Nuestro hombre piensa que me chupo el dedo, con que le recargaron las visitas a los pueblos y apenas tenía tiempo para desplazarse. Sin duda las mujeronas sinaloenses y el alcohol son un disfrute excelente; ya enfrentará los conflictos del cargo’.

Adolfo López Mateos no ponderó que el Viejo recibía un reporte diario del jefe de seguridad de su campaña, a través del Estado Mayor Presidencial.

En otras cosas: un día (cuando empezaban las menciones de los prospectos para la elección de medio sexenio) llegó un compadre a ver a Adolfo Ruiz Cortines y pedirle lo hiciera diputado federal.

Pasadas la auscultación y asambleas del PRI, el gallo priísta resultó otro.

Indignado, fue a ver al Presidente y éste, al verlo entrar, se levantó, le dio un abrazo apretado y le espetó: “Nos chingaron, compadre, ni modo”.

Suerte distinta corrió el teniente revolucionario Tomás Zataráin, su amigo. Cerca de medio sexenio visitó al Presidente, se quejó de que su raquítica pensión no le alcanzaba para mantener a su familia y le pidió lo ayudara.

Adolfo Ruiz Cortines le prometió que lo haría con gusto y que se fuera sin pendiente.

Pasaron meses, y como Zataráin no veía claro, volvió a visitarlo: “Oye, Adolfo, no me vaciles, ya no aguanto”, se quejó.

Ruiz Cortines le respondió calmado: “No te apures, ya te apunté. Entonces ¡dispara!, contestó el militar.

Al poco tiempo Zataráin salió en la lista de candidatos del PRI a diputados, y fue a agradecerle a su amigo.

Pasada la campaña, triunfó, y el día que iba a presentarse en la Cámara, se acicaló muy bien con traje, zapatos nuevos y corbata. Uno de sus hijos, que nunca lo había visto de traje, le preguntó: ¿papá, qué te pasa?

La respuesta lacónica: “Ahora sí vamos a salir de brujas, m’ijo”.

Abundan decires de cómo manejó a los “tapados”: Ignacio Morones Prieto, secretario de Salubridad; Antonio Carrillo Flores, de Hacienda; Gilberto Flores Muñoz, de Agricultura; Adolfo López Mateos, del Trabajo, y Ernesto P. Uruchurtu, jefe del Departamento del DF, para su sucesión.

Rodrigo de Llano, director general de Excélsior, fan de Flores Muñoz, se aceleró indebidamente, pues, como director del mejor diario del país, no tenía por qué tomar partido, pues “el bueno” lo buscaría tras el destape.

Próximo éste, De Llano visitó a Adolfo Ruiz Cortines, y le soltó: “Señor Presidente, sé que no le gusta hablar de los gallos para sucederle; sólo le pido el favor de que me oriente sobre las cualidades de cada uno”.

El Viejo se las olió, dio un repaso sobre los “tapados”: ‘Carrillo Flores no puede ser, porque la gente rechaza a los cobrones. Cómo se parece Morones Prieto al Benemérito. Ernesto sería buen presidente los 12 primeros años’. Sabedor de la inclinación de De Llano a Flores Muñoz, dijo: ‘Hay que cuidar mucho al Pollo (así le decía) para que aguante el paso’.

Y olvidó referirse a López Mateos. Pero Rodrigo de Llano se lo mencionó. “¿No le parece que está muy joven?”, preguntó don Adolfo Ruiz Cortines.

Tarde se le hacía al periodista salir de Palacio Nacional, y en cuanto halló un teléfono de alcancía (no había celulares), citó a Flores Muñoz a comer; no se contuvo y le dijo: “Ya chingamos, compadre”.

Y su esposa, doña María Izaguirre, lo ayudó a embelesar a los Flores Muñoz. Invitó a la señora Asunción Izquierdo de Flores Muñoz a visitar Los Pinos, le mostró la residencia e insinuó que pensara en los cambios posibles. Con eso, el político nayarita confirmó que sería el sucesor.

Una mañana iba Adolfo Ruiz Cortines de Los Pinos al Palacio Nacional con doña María al lado. Al llegar a la esquina de Juárez y San Juan de Letrán, el chofer quiso pasarse el alto, pues llevaba al mero jefe.

Al pararlo un Tamarindo, el chofer le gritó: “¿Qué no sabes que al Presidente de la República no se le para en la calle?”

“Y tampoco en la cama, ¿verdad, Viejito?” Dijo, socarrona, doña María.

Sabida fue la afición de Ruiz Cortines por el dominó. De Presidente llegó un día al bar del hotel Diligencias, del puerto de Veracruz, y se puso a jugar con el dueño, su amigo. Como éste le ganó una mano, no cabía de gusto y le presumió: “Ya vio que no soy mejor que usted en el dominó”.

“Sí, pero eres muy mal político, ¿cómo le ganas al Presidente?”, ripostó el Viejo.

Unos dicen que Adolfo Ruiz Cortines fue buen presidente, pues puso en orden las finanzas del Estado tras los dispendios y rapiña del alemanismo; otros que, con tal pretexto, nadó “de a muertito” y no hizo las obras que el país necesitaba, como mucha infraestructura.

En Veracruz y Oaxaca le critican por frenar un importantísimo programa del Río Papaloapan, que evitaría inundaciones, daría riego y electricidad a gran parte del sureste y crearía mucha mano de obra; mas lo paró y se perdieron fuertes inversiones ya hechas.

Adolfo Tomás Ruiz Cortines3 (Veracruz, Veracruz, 30 de diciembre de 1889 – ibidem, 3 de diciembre de 1973) fue un contador, militante revolucionario y político priísta mexicano que se desempeñó como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos en el sexenio de 1952 a 1958. Fue el último presidente de México nacido en el siglo XIX.

Hijo de un agente aduanal (que solían ser muy ricos) que murió antes de su nacimiento, fue criado por su madre y hermana con la ayuda de su abuelo y sus tíos. Debía sus pocos años de estudios a una Escuela Amiga, a un colegio jesuita y al Instituto Veracruzano, donde aprendió contabilidad y sociología. Fue ayudante de contador en una empresa comercial en Veracruz. En 1913 apoyó como civil a la Revolución Mexicana y la lucha contra el dictador Victoriano Huerta. Estuvo bajo las órdenes de Alfredo Robles Domínguez, quien le encargó una misión propagandística entre las tropas federales de la ciudad de México. Al triunfo de la revolución constitucionalista, en 1914 figuró como colaborador de los gobernadores del Distrito Federal Robles Domínguez y Heriberto Jara.4

La viuda María Cortines Cotera con sus hijos María y Adolfo Ruiz en una fotografía realizada hacia 1895 en Veracruz.

Los Ruiz Cortines eran acomodados y de ideas aristocráticas, aunque con la muerte del padre el 13 de septiembre de 1889,24 la familia conoció la pobreza. Un día Adolfo Ruiz Cortines oyó decir a su madre: “No te preocupes Adolfo, tu hermana tejió un chal y ya tenemos para comer”.25 Varios biógrafos afirman que su madre María Cortines fue quien trató de inculcar principios y valores de conducta y proceder.26

Presidente de Mexico 1952-1958

Desde mediados de 1949 comenzó a sentirse la agitación con motivo de la sucesión presidencial. El presidente en turno Miguel Alemán tenía la idea de reelegirse o de extender su mandato presidencial, pero terminó por inclinarse hacia la candidatura de Ruiz Cortines, su Secretario de Gobernación quien, aunque no pertenecía al grupo de los presidenciables,56 no se creía que tuviera posibilidades por su avanzada edad y porque se consideraba que no tenía un buen estado de salud física.57

Política del Dedazo (nepotismo)

En sus propias palabras, el propio Ruiz Cortines afirmó alguna vez que Alemán lo había escogido como candidato porque pensaba que por su edad, podía morir en cualquier momento del sexenio, dejando de esta manera libre al ex presidente Miguel Alemán para reanudar funciones como Jefe del Ejecutivo.57

Corrupción

El sexenio de Miguel Alemán se caracterizó por la corrupción de los funcionarios públicos. Ruiz Cortines empleó una política de austeridad y moralización durante su sexenio. Pero los resultados solo fueron cosméticos.

Oligarca

Aunque otorgó igualdad política a la mujer por primera vez, no soporto la oposición.

Varios políticos en los estados no estaban de acuerdo con su gobierno, motivo por el cual Ruiz Cortines impuso disciplina para remover a los disidentes: el gobernador de Yucatán Tomás Marentes Miranda dimitió al cargo el 15 de junio de 1953 y el de Guerrero Alejandro Gómez Maganda hizo lo mismo el 20 de mayo de 1954. El 22 de marzo de 1955, Manuel Bartlett Bautista (Padre del actual Manuel) renunció a su cargo como gobernador de Tabasco; el 9 de agosto del mismo año, Ruiz Cortines exigió la renuncia del gobernador Óscar Soto Maynez. Otro gobernador de oposición fue el del estado de Oaxaca, el general Manuel Cabrera Carrasqueado, quien murió de un padecimiento cardiaco el 1 de octubre de 1955. Al final el sexenio, como dice Krauze, Ruiz Cortines tenía "veintiocho gobernadores fieles de veintinueve posibles."57 86

Economía desastrosa

El gabinete de Adolfo Ruiz Cortines no tenía idea de políticas económicas adecuadas y modernas de 1952. Al comenzar su periodo presidencial, Ruiz Cortines se enfrentó a una economía inmersa en la inflación principalmente por mala administracion de finanzas de gobierno, y al terminar la Guerra de Corea en 1953, se redujo la demanda mundial y se disminuyeron los precios internacionales de las materias primas, eventos que perjudicaron la producción agrícola y del petróleo.Así que en la Semana Santa de 1954, el 17 de abril Ruiz Cortines devaluó el peso de $8.50 a $12.50 por dólar.Con la política de fomento a la industria de la elite y el cierre de la importación se llega a la etapa del llamado “desarrollo estabilizador”, con altas tarifas e impuestos a la importación. La situación de la economía fue de mal en peor, así que hacia fines del año de 1956 y los últimos año del sexenio se caracterizaron por las manifestaciones callejeras por el alto costo de la vida.57

Referencias

SEFCHOVICH, Sara (2001). ”La Suerte de la Consorte. Las esposas de los gobernantes de México: historia de un olvido y relato de un fracaso”. México, Océano, p 319. ISBN 978-970-651-643-5.

Adolfo Ruiz Cortines en wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Adolfo_Ruiz_Cortines