El ALTAR DE PÉRGAMO: LOS ATÁLIDAS
Pérgamo es una ciudad helenística gobernada por los Atálidas.
Destaca en esta ciudad el gran “altar de Pérgamo”, en el noroeste de Turquía, construido en el siglo II a. de C. por Eumenes II y su sucesor Atalo II.
El altar ocupaba una posición destacada en una terraza debajo de la ciudadela y era el edificio de mármol más grande y más importante de la ciudad.
Así y todo, está lejos de ser el único edificio importante, pues toda la acrópolis se diseñó para impresionar a los visitantes.
Entre otros edificios de Pérgamo destacan un templo y un teatro de Dioniso, un altar dórico donde los ahora divinos atálidas podían adorarse cómodamente, un templo de Atenea, una biblioteca y una gran plaza del mercado.
El altar era el sitio de los sacrificios y las quemas de ofrendas que definieron la religión pagana griega, y probablemente estaba dedicado a Zeus y Atenea.
La referencia más antigua a este altar de Pérgamo se encuentra en la Biblia (Apocalipsis 2, 12-13), donde es descrito como el lugar del trono de Satanás, descripción probablemente inspirada por el mítico y grotesco bestiario con pies de serpiente.
Lo destruyeron los primeros bizantinos en el siglo VII o VIII d. de C., cuando necesitaron piedras para construir fortificaciones que les servirían para defenderse de los invasores árabes.
A finales del siglo XIX, las excavaciones que organizó el Museo de Berlín sacaron a la luz fragmentos del altar, que sigue expuesto en el “Museo de Pérgamo” de la capital alemana (Berlín), donde verlo deja literalmente sin aliento.
De más de treinta y cinco metros de ancho y casi la misma profundidad, el creyente se acercaba al altar por una imponente escalinata frontal.
La sensación de enormidad la realzan psicológicamente los temas épicos de los frisos en relieve: la batalla entre los dioses y los gigantes (la gigantomaquia) y las aventuras de Télefo, hijo de Hércules y fundador mitológico de Pérgamo.
El friso de la Gigantomaquia, de trescientos setenta metros de largo, es el friso antiguo griego más extenso que se ha conservado, con excepción del friso del Partenón.
En Pérgamo, los Atálidas, que competían con los Ptolomeos de Egipto por el prestigio cultural, fundaron su propia y magnífica biblioteca, mencionada siempre como una de las mayores colecciones de libros. Se creía que reunió unos 200.000 ejemplares.
Igual que los Ptolomeos, los monarcas de Pérgamo sabían que el dinero permitía comprar los accesorios de la excelencia artística.
Atalo I quería comprar la isla de Egina, donde se conservaban célebres obras de arte, y pagó a los etolios (los propietarios de la isla) treinta talentos para quedarse con ella.
Los Atálidas también cortejaron a las escuelas filosóficas de Atenas, e invitaron a Pérgamo a varias de sus celebridades.
La mayoría declinó la invitación, tal vez por desprecio a la dinastía gobernante, a la que tenían por advenediza, o porque los Atálidas no ofrecían salarios equivalentes a los que pagaba la dinastía rival de Alejandría.
Sin embargo, Crates de Malos, filósofo estoico y renombrado especialista en Homero, aceptó el cargo de director de la biblioteca de Pérgamo, y bajo su dirección la institución consolidó su fama. Aunque desde Aristóteles (siglo IV a. de C.) ningún intelectual griego había dudado seriamente de que la tierra era esférica, Crates fue el primero en construir un orbe esférico- un globo terráqueo- para mostrar la ubicación de las masas de tierras conocidas.
En el 133 a. de C., Atalo III, el último rey atálida, que no tuvo descendencia, legó a Roma su reino, con centro en Pérgamo.
(Edith Hall. Los griegos antiguos. Edit. Anagrama).
Pérgamo llegó a ser la capital de la nueva provincia romana de “Asia”.
La ciudad poseía talleres reales especializados en “pergaminos”, cuyo nombre deriva de Pérgamo y parece que el descubrimiento del “pergamino” se atribuye a Eumenes II de Pérgamo. Había también talleres reales especializados en telas con hilos de oro, cerámica que imitaba el bronce y perfumes.
En el siglo II d. de C., cuando ya se había iniciado su decadencia, Adriano la dotó de un nuevo templo.
La ciudad baja no era más que la aldea turca de Bargama cuando comenzaron las excavaciones alemanas( 1878), que pusieron al descubierto, sobre las diversas terrazas que formaron la parte alta de la ciudad, el templo de Adriano, el palacio real antiguo y el moderno, la basílica y el templo de Atenea Poliada, el templo de Dioniso y el mercado vecino, el teatro, construido en una cavidad natural, al que precedía un largo pasillo de varios pisos, y el monumental altar ( reconstruido en el Museo de Berlín) que levantó Eumenes II en honor a Zeus, como recuerdo de una victoria sobre los gálatas, y cuyo muro circundante se hallaba cubierto de un friso con esculturas que representaban una gigantomaquia.
En el flanco de la ladera se halló una larga vía que conducía a la acrópolis, una gran fuente, un gimnasio de la época real y restos de casas y de distintos locales, que proporcionaron gran cantidad de inscripciones, en especial, una réplica de Hermes de Alcámenes. (Enciclopedia Larousse).
Por cierto, que, ha habido un acto vandálico que ha afectado a 70 objetos en el Museo de Pérgamo, el Neues Museum y la Alte National Galerie, situados en la isla de los museos de Berlín.
Dichos objetos fueron rociados con un líquido aceitoso que dejó manchas visibles en sarcófagos egipcios, esculturas de piedra y pinturas del siglo XIX.
El ataque se produjo el Día de la Unidad, que conmemora la histórica unificación alemana que vivió el país en 1990.
El Museo de Pérgamo celebró su noventa cumpleaños a principios de octubre de este año y lleva el nombre de su atracción más famosa, el “altar de Pérgamo”.
Data del siglo II a. de C. y formaba parte de la residencia de los poderosos reyes de Pérgamo, que crearon una metrópolis cultural, en el oeste de la actual Turquía, basada en el modelo de Atenas. (Art. El País, jueves 22 de octubre 2020).
Segovia, 6 de diciembre de 2025
Juan Barquilla Cadenas.