El Acueducto de Segovia y la leyenda del acueducto
Los romanos llegaron a la península a causa de las disputas que mantenían con los cartagineses. Éstos, bajo el mando de Amilcar, Asdrubal y, por último, de Anibal, conquistaron la península hasta llegar al Ebro y sometieron la ciudad de Sagunto, que era aliada de Roma.
Como reacción, los romanos llegaron a España en el 218 a. de C. En el año 206 a. de C. los cartagineses son expulsados por los romanos de la península Ibérica, que se declara “provincia romana”.
La dominación romana se llevó a cabo con las armas, con cambios de asentamientos de algunas de estas comunidades o mediante pactos o tributación.
Segovia, a pesar de las escasas citas de textos clásicos, debió de ser pacificada desde muy pronto, quizá con ocasión de la derrota de los vacceos, vettones y celtíberos por el cónsul Flaminio el año 192 a. de C.
En la organización administrativa de la “provincia”, Segovia perteneció al convento jurídico de Clunia ( Burgos).
El paso romano por tierras segovianas, a excepción de la resistencia de Coca, no parece haber sido muy difícil. Además, los numerosos yacimientos arqueológicos: villas rurales, casas de labor, etc., señalan que el territorio segoviano estuvo muy romanizado y que la explotación del campo fue intensa e importante. Tanto que se procede a la protección de los pasos de la sierra y a la presencia continuada de algunas tropas en el lugar del actual Alcázar.
Quizá sea esta pronta romanización, la que explique, por sí misma, la existencia de una obra tan ingente y magnífica como el Acueducto, en un lugar donde no se han encontrado otros restos monumentales romanos.
El acueducto representa una de las construcciones más ingeniosas del espíritu romano, pues armoniza dos tipos diferentes de cometidos: el principal, servir de instrumento eficaz para el logro de una necesidad primordial como es el agua, y el secundario, que consiste en conseguir el primero mediante auténticas obras de arte.
La estructura del acueducto tiene su origen en la del puente.
La gran altura que generalmente tienen que salvar los acueductos hace que se recurra al sistema de arquerías superpuestas a fin de evitar pilares excesivamente altos.
Los acueductos (aquarum ductiones) no son sólo los muros o arquerías sino toda la conducción, incluso si el canal discurre bajo tierra.
Los principales elementos que componen los acueductos son: el caput aquae o depósito, cisterna o estanque donde se reúnen las aguas que han de alimentarlo, el specus o canal por donde discurre el agua, las structurae o fábricas voladas que salvan los desniveles del terreno, finalmente, el acueducto como tal concluye con el castellum o piscina limaria, depósito donde las aguas son recogidas y decantadas y desde el que se distribuyen por la ciudad.
El acueducto de Segovia es uno de los monumentos más significativos y mejor conservados de los que dejaron los romanos en la península Ibérica.
La falta de una inscripción o cartela que estaba situada en el ático del acueducto, hace que no se pueda saber con certeza la época exacta en que fue construido. Los investigadores lo sitúan en la segunda mitad del siglo I y principios del II d. de C., en tiempos de los emperadores Vespasiano o Nerva.
El acueducto de Segovia tiene su origen en el manantial del río Frío, en la sierra de Guadarrama, donde toma el agua, a unos dieciocho km. de Segovia, en un paraje denominado “la acebeda”; recorre bajo tierra más de 15 Km. antes de llegar a la ciudad.
El agua se recoge primeramente en una cisterna conocida con el nombre de “el caserón”, una “turris aquae”, situada en las afueras, que sería el primer desarenador del acueducto. De ahí el agua es conducida por un canal de sillares hasta una segunda torre llamada “casa de aguas”, que es un segundo desarenador.
A partir de la “casa de aguas” comienza la sucesión de arcos que culminará en la plaza del Azoguejo, donde el acueducto alcanzará su máxima altura y esplendor.
Recorre 728 metros, con una pendiente de 1% hasta lo alto del Postigo (el espolón rocoso sobre el que se asentaba la ciudad en torno del alcázar). Antes, en la plaza Día Sanz, hace un brusco giro y se dirige hacia la plaza del Azoguejo.
En la parte más profunda mide 28,5 metros (con cerca de 6 metros de cimientos) y tiene dos órdenes de arcos que se sostienen con pilares. En total 167 arcos.
Desde su llegada a la ciudad hasta la plaza Día Sanz hay 75 arcos sencillos y a continuación 44 arcadas de orden doble (esto es, 88 arcos), siguiendo después otros cuatro arcos sencillos.
En el primer sector del acueducto aparecen 36 arcos apuntados, reconstruidos en el siglo XV para restaurar la parte destruida por los musulmanes en el año 1072.
En el piso superior, los arcos tienen una luz de 5,10 metros, con los pilares de menor altura y grosor que los del piso inferior.
El remate es un ático por donde discurre el canal conductor de agua (con una sección en forma de U de 180 x 150 cm), adaptándose el piso inferior a los desniveles del terreno.
En el piso inferior, los arcos tienen una luz que oscila alrededor de los 4,50 metros y los pilares disminuyen su grosor de manera escalonada, de arriba abajo: en la coronación tiene una sección de 1,80 x 2,50 metros, mientras que en la base llegan alcanzar 21,40 x 3 metros.
El acueducto está construido con sillares de granito colocados sin argamasa entre ellos.
Sobre los tres arcos de mayor altura había en la época romana una cartela con letras de bronce donde constaba la fecha y el constructor.
También en lo alto pueden verse dos nichos, uno a cada lado del acueducto. Se sabe que en uno de ellos estuvo la imagen de Hércules egipcio, que, según la leyenda, fue el fundador de la ciudad. Después se colocaron en esos dos nichos las imágenes de la Virgen de la Paz y San Sebastián.
En tiempos de los Reyes Católicos se realizó la primera gran obra de reconstrucción del acueducto. Se encargó de las obras el prior del monasterio de los Jerónimos del Parral, llamado Don Pedro Mesa. Se reedificaron 36 arcos, con mucho respeto hacia la obra original. Más tarde, en el siglo XVI, fue cuando se colocaron en los nichos centrales las imágenes de la Virgen de la Paz y San Sebastián.
El acueducto es el hito arquitectónico más importante de la ciudad, que hace que Segovia, a pesar de ser una ciudad pequeña, sea una de las más conocidas en todo el mundo, y en su escudo tiene como símbolo el acueducto.
Una obra tan extraordinaria como el acueducto suscitó la leyenda sobre su construcción atribuida al diablo.
Se dice que hubo un tiempo en que la zona alta de la ciudad no tenía fácil acceso al agua. Para poder conseguirla tenían que hacer un gran recorrido para traerla de las fuentes en la zona exterior de la ciudad. Y una joven criada que tenía que llevar el agua cada día a la casa en la que servía en lo alto de la ciudad, un día sumida en la desesperación dijo: “Daría lo que fuera porque el agua llegara sola a las puertas de la ciudad para no tener que volver nunca a recorrer este camino”.
Entonces un hombre apuesto (el diablo) le dijo que si estaría dispuesta a dar cualquier cosa a cambio de que el agua llegara a las puertas de la ciudad. La joven le dijo que sí, y el individuo le pidió su alma a cambio de que el agua llegara a las puertas de la ciudad, pero la joven le dijo que sólo le daría su alma si era capaz de hacerlo antes de que el primer rayo del sol brillara a la mañana siguiente.
Durante la noche la joven no podía dormir pensando lo que le había sucedido y salió a airearse paseando, y vio entonces cómo ese individuo (el diablo), junto con otros individuos, estaban construyendo una estructura que la joven identificó como un conducto para llevar el agua a lo alto de la ciudad.
La joven durante toda la noche no paró de rezar a Dios, arrepentida por su trato con el diablo, y pidiéndole que no dejara que el diablo se llevara su alma.
Cuando la construcción estaba casi terminada el diablo y sus ayudantes comenzaron a celebrar la victoria mientras llevaban la última piedra al hueco, y, justo en el momento que el hombre (el diablo) iba a ponerla, el primer rayo de sol golpeó su cara.
El diablo, indignado con su derrota, abandonó la ciudad junto con todos sus ayudantes dejando la casi terminada construcción.
La joven, sorprendida por su victoria, corrió a la iglesia para confesar ante el sacerdote.
En el hueco que quedó sin rellenar es donde ahora está la estatua de la virgen de la Fuencisla.
Con motivo de esta leyenda, que atribuía la construcción del acueducto al diablo, en el año 2019 se colocó una escultura del diablo en un pretil cerca del acueducto, donde permanece a pesar de que la Asociación de San Frutos y de San Miguel puso un recurso para que se quitara, porque, según dicha Asociación, vulneraba los sentimientos religiosos. Pero el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha rechazado el recurso y, por tanto, la escultura del diablillo seguirá junto al acueducto para recuerdo de esta leyenda.
Segovia, 11 de octubre del 2025
Juan Barquilla Cadenas