LUCRECIO: “De rerum natura” (acerca de la naturaleza de las cosas)
Tito Lucrecio Caro (99 a. de C. -55 a. de C.) fue un poeta y filósofo romano.
Su única obra conocida es el poema didáctico “De rerum natura” que defiende las doctrinas del “epicureísmo” y la física “atomista”.
Se sabe muy poco sobre la vida de Lucrecio. Las tres fuentes principales de su vida son los tres autores: San Jerónimo, Donato y Cicerón; la única certeza es que era amigo de Cayo Memio (político, orador y poeta) a quien le dedicó el poema.
“De rerum natura” tuvo influencia considerable en poetas romanos clásicos, en particular en Virgilio y Horacio.
Su obra se consideró virtualmente desaparecida durante la Edad Media, pero fue redescubierta en 1417, en un monasterio alemán, por Poggio Bracciolini y tuvo un papel importante en el desarrollo del atomismo y la ciencia moderna.
Gracias a Lucrecio, y también a Diógenes Laercio, las ideas del filósofo Epicuro sobrevivieron hasta la edad moderna.
El historiador Stephen Greenblat escribió el libro “El giro”, ganador del premio Pulitzer, que trata de la influencia del poema de Lucrecio en el mundo moderno.
La obra presenta los principios del atomismo, la naturaleza de la mente y el alma, explica la “sensación” y el “pensamiento”, el desarrollo del mundo y sus fenómenos, y explica una variedad de fenómenos celestes y terrestres.
El universo descrito en el poema opera de acuerdo con estos principios físicos, guiado por la “fortuna”, el “azar”, y no por la intervención divina de las deidades romanas tradicionales y las explicaciones religiosas del mundo natural.
El poema se inicia con un himno a la diosa “Venus genetrix” como fuerza germinadora de la naturaleza, mientras que termina con una descripción de la destructora peste de Atenas, contraste que tal vez fue buscado por Cicerón cuando ordenó el texto en seis libros y editó el poema.
El libro I del poema contiene, además del himno a la diosa Venus, elogios hacia Memio y Epicuro; y hace en él una introducción de los “átomos” y el “vacío”.
El libro II trata del movimiento y agrupación de los átomos.
El libro III trata sobre el alma, que dice que es mortal.
El libro IV trata sobre la teoría de la sensación.
El libro V trata sobre el mundo (universo).
El libro VI trata sobre diversos fenómenos atmosféricos y sobre las enfermedades, terminando con el ya citado sombrío panorama de los estragos de la peste en Atenas.
El estudio del poema ha llegado a la sugerencia de que el poema esté incompleto, ya que Lucrecio no trata a fondo en su obra la “Ética”, tema central del “epicureísmo”.
La intención de Lucrecio es liberar al hombre del miedo a los dioses y a la muerte, causas, según él, de la infelicidad humana.
Partiendo de la premisa de que “ninguna cosa nace de la nada”, Lucrecio representa un “cosmos” (universo) eterno como un conjunto fortuito de infinitos átomos que se mueven en un espacio vacío infinito.
Lucrecio describe el desarrollo del “cosmos” (el universo), la Tierra, los seres vivos y la sociedad humana a través de mecanismos puramente naturalistas, sin ninguna referencia a la participación sobrenatural.
El alma dice que es material y no sobrevive al cuerpo. Los fenómenos tienen todos causa natural.
Si existen los dioses, estos no intervienen en los asuntos de los mortales.
Epicuro dejaba abierta la posibilidad del libre albedrío (posibilidad de elegir y tomar sus propias decisiones) al defender la incertidumbre del recorrido de los átomos.
Lucrecio también fue uno de los primeros pensadores en teorizar acerca de la evolución biológica. Creía que la naturaleza experimentaba sin cesar a lo largo de los tiempos y que los organismos mejor adaptados a su entorno tenían mejores posibilidades de sobrevivir.
Martín Ferguson Smith, en la introducción de su traducción del poema (De rerum natura) de 1969, comentó que es “uno de los mejores poemas del mundo no sólo por su valor artístico, sino porque está también lleno de pasión, fervor y emoción: el poeta pone todo su corazón y su alma, a la vez que su poder intelectual, en su escritura, y eso es principalmente el por qué la obra nos sigue llamando la atención y todavía palpita vida y emoción”.
(Wikipedia)
LUCRECIO: “La noción del progreso humano”
“Y así, gracias al fuego y a nuevos inventos, los que sobresalían en ingenio y prudencia mostraban día tras día cómo podía mejorarse su vida anterior.
Los reyes empezaron a fundar ciudades y a emplazar ciudadelas que les sirvieran de defensa y refugio; y procedieron después al reparto de ganados y tierras, según la belleza, fuerzas y talento de cada uno; pues mucho valía la belleza, y la fuerza tenía un gran prestigio.
Se introdujo después la propiedad y se descubrió el oro, que fácilmente arrebató a la hermosura y la fuerza el honor de que gozaban; pues, por lo común, los más valientes y hermosos de cuerpo van a engrosar el séquito del más rico. Que, si los hombres se rigieran por la verdadera doctrina, la mayor riqueza del hombre es vivir parcamente (sobriamente, de manera sencilla) con ánimo sereno; pues de lo poco jamás hay penuria (escasez).
Pero los hombres quisieron hacerse ilustres y poderosos, para asentar su fortuna en una sólida base y poder vivir plácidamente en la opulencia; todo en vano, pues en la contienda para escalar la cima del honor llenaron de peligros el camino; y aún, si llegan a encumbrarse, la envidia los derriba de golpe, como un rayo, y los precipita ignominiosamente en el Tártaro espantoso; pues la envidia, como el rayo, abrasa con preferencia las cumbres y todo lo que se eleva por sobre los demás; de modo que es mucho mejor obedecer tranquilamente que ambicionar el imperio (el poder) y la posesión de un trono.
Por tanto, déjales que se agoten y suden sangre en sus vanos forcejeos por el angosto camino de la ambición; pues sólo gustan por el paladar ajeno y se dirigen más por lo que oyen decir que por su propia experiencia; y así sucede hoy, como sucedió antes, y sucederá en el futuro.
(De la naturaleza de las cosas. V 1105 -1135. Traducción de Valentí Fiol E.)
Antología de la literatura latina (ss. III a. de C. – II d. de C.) Selección e Introducción de J.C. Fernández Corte y A. Moreno Hernández. Alianza Editorial.
Segovia, 16 de abril del 2022
Juan Barquilla Cadenas.