HORACIO: DOS ODAS
Quinto Horacio Flaco (65 a. de C. – 8 a. de C.) fue el principal poeta lírico y satírico en lengua latina.
Fue un poeta reflexivo, que expresaba aquello que deseaba con una perfección casi absoluta.
Su carrera coincidió con el trascendental cambio de Roma de República a Imperio.
Oficial del ejército republicano derrotado en la batalla de Filipos en el año 42 a. de C., se hizo amigo de la mano derecha de Octavio en asuntos civiles, Mecenas, y se convirtió en portavoz del nuevo régimen (el “Principado”).
Entre otras obras escribió “Odas” que son composiciones de carácter lírico que constituyen la obra cumbre de la poesía lírica latina. Son cuatro libros con un total de 104 Odas.
Imita en ellas los temas y los metros líricos griegos, sobre todo a Alceo, Safo y Anacreonte.
Horacio tiene conciencia de que sus odas son lo mejor de su obra y afirma que serán más duraderas que el bronce.
(Wikipedia)
ODA 1 (Libro III):
“Odio al vulgo profano y me aparto de él.
Guardad silencio: sacerdote de las Musas, canto para doncellas y muchachos versos nunca antes oídos.
A los reyes temibles corresponde el imperio sobre las multitudes de las que son dueños, pero el imperio sobre esos mismos reyes corresponde a Júpiter, esclarecido por su triunfo en la guerra de los Gigantes, él, que todo lo mueve con su sobrecejo.
Puede ocurrir que un hombre disponga en surcos sus arboledas sobre una extensión mayor que la de otro hombre; que otro, más animoso, baje desafiante al campo de Marte (1); que uno sea más ilustre por sus costumbres y su fama; que otro tenga un número mayor de clientes (2): con ley pareja (igual) la Necesidad sortea a los gloriosos y a los sin gloria, su espaciosa urna remueve todos los nombres.
A aquel sobre cuya cerviz pende una espada desenvainada, los banquetes sicilianos (3) no le obsequiarán con su agradable sabor, ni la música de los pájaros y de la cítara le traerán el sueño: el sueño ligero de los hombres del campo no desdeña las casas humildes, ni la ribera sombría, ni los valles acariciados por los zéfiros (4).
Al que desea lo que es suficiente, ni le da cuidados el mar tempestuoso, ni la furia violenta de Arturo (5) en su declinar o del Cabrito (6) al surgir sobre el horizonte, ni las viñas azotadas por el granizo, ni la finca desleal, cuando el árbol se queja ya de las lluvias, ya de los astros que abrasan los campos, ya de los inviernos rigurosos.
Los peces sienten disminuidos los mares por los bloques arrojados a la profundidad: numerosos contratistas, más los siervos, y el dueño que no se conforma con la tierra, arrojan pedruscos en ese lugar; pero el Temor y las Amenazas suben al mismo sitio que el propietario, y la lóbrega Preocupación no se retira de la trirreme guarnecida de bronce, y se sienta detrás del jinete.
Y si al angustiado no lo tranquiliza ni la piedra de Frigia, ni el lucir con más brillantez que la luz del sol las telas de púrpura, ni la vid de Falerno o el costo aquemenio (6), ¿para qué me construiré un atrio elevado con puertas que causen envidia y según el estilo nuevo? ¿Para qué cambiaré mi valle de la Sabina por riquezas que me traigan más inquietudes?”
Notas:
(1) Campo de Marte: lugar de ejercicios deportivos y de entrenamiento de la juventud.
(2) La clientela era una institución social típicamente romana: entre una familia patricia y determinados individuos de condición inferior se establecían relaciones de protección por parte de aquéllos y de sumisión y dependencia por parte de éstos. Una de las estampas más curiosas a que esta institución daba lugar era la de una larga cola de clientes a la puerta de su patrono, a primeras horas de la mañana, esperando su turno para saludarlo y ofrecerle sus servicios.
(3) Alusión al episodio de Damocles, que ha hecho proverbial la expresión “espada de Damocles”: (éste) fue invitado por Dionisio de Siracusa a un opíparo banquete, pero sobre su cabeza se había hecho colgar una espada pendiente de un hilo.
(4) Zéfiros: vientos del oeste, llamados también Favonios, mensajeros de la primavera.
(5) Arturo: estrella brillante de la constelación del Boyero, situada junto a la Osa Mayor; el nombre de dicha estrella significa “guardián de la Osa”; en las fechas en que declina (en otoño) sobrevienen tempestades.
(6) Cabrito: singular por plural: la constelación se llama “Los cabritos” y junto con la de la “Cabra” se integran, a su vez, en la constelación del “Auriga”. También la fecha de su aparición sobre el horizonte –finales de septiembre – coincide con tiempos borrascosos.
(7) Costo aquemenio: planta aromática empleada para la elaboración de un perfume.
(Horacio. Epodos. Odas. Introducción, traducción y notas de Vicente Cristobal. Alianza Editorial. Madrid 20183).
ODA 2 (Libro III)
“Que el joven, curtido por la dura milicia, aprenda a sobrellevar amigablemente la estrechez de la pobreza y, caballero temible con su lanza, acose a los impetuosos partos; que pase su vida a la intemperie y en medio de circunstancias de peligro. En viéndolo desde las murallas enemigas, suspire la esposa del tirano que nos combate y la doncella casadera, no vaya, ¡ay!, el prometido de la princesa, inexperto en las artes marciales, a provocar a ese león de áspero trato, al que la cólera sangrienta arrastra por medio de las matanzas.
Dulce y hermoso es morir por la patria; la muerte además persigue al soldado que huye y no perdona las corvas ni la temerosa espalda de una juventud cobarde.
El valor, que no sabe de la afrentosa derrota, resplandece con honores sin mancha y no toma o deja las segures al soplo del viento del pueblo (1).
El valor, abriendo el cielo a los que no merecieron morir, intenta hacerse paso por el sendero que se le ha negado, y se aleja con ala huidiza de las aglomeraciones del vulgo y del suelo encharcado (2).
Hay también una recompensa segura para el silencio fiel: impediré que quien haya divulgado la ceremonia de la misteriosa Ceres (3) permanezca bajo las mismas vigas que yo, o que suelte conmigo las amarras de un frágil bajel.
Muchas veces Júpiter, desdeñado, juntó al inocente con el culpable; raramente el castigo, con su pie cojo, deja de alcanzar al criminal que camina delante.”
Notas:
(1) La expresión “viento del pueblo”, que resuena en nuestros oídos como voz del poeta Miguel Hernández (“Vientos del pueblo me llevan / vientos del pueblo me arrastran”), era ya antigua: se encuentra además de en Horacio, en Cicerón, Tito Livio, Virgilio; su significado es metafórico como veleidades e inconstancia del pueblo.
(2) Suelo encharcado: es decir, suelo bajo, donde van a parar todas las aguas; como imagen para referirse a lo vulgar.
(3) La misteriosa Ceres: se refiere a los misterios famosos de “Eleusis”, celebrados en honor de esta diosa; requerían el silencio y secreto de sus fieles.
(Horacio. Epodos. Odas. Introducción, traducción y notas de Vicente Cristóbal. Alianza Editorial. Madrid 20183).
Segovia, 15 de junio del 2024
Juan Barquilla Cadenas.