HORACIO : Tres “ÉPODOS”
Horacio (65 a. de C. – 8 a. de C.) fue el principal poeta lírico y satírico en lengua latina.
El género de los “Épodos” constituye, dentro de la lírica, un tipo especial: es en su origen lírica de maldición e injuria, poetización del insulto.
El creador de tal género literario es el poeta griego ARQUÍLOCO DE PAROS (siglo VII a. de C.), quien, partiendo de prototipos populares –recuérdese que también la injuria era componente de ciertos tipos de poesía popular latina como los “fescennini versus” o las canciones que cantaban los soldados a su general -, usó los dardos de su invectiva poética contra Licambes por haberle negado la mano de su hija Neóbule, de la que el poeta estaba enamorado.
El mismo Horacio se confiesa su seguidor (Epod., VI, 11-13). En el mismo Épodo VI invoca como antecesor a HIPONACTE DE ÉFESO, otro yambógrafo griego del siglo VI a. de C.
En la comedia antigua de ÉUPOLIS Y ARISTÓFANES se hallaba asimismo difundido un tono invectivo semejante al que domina en esta obra. Y dentro ya de la literatura latina, precedente suyo para los “Épodos” fue LUCILIO, padre de la sátira romana y maestro en el arte del dicterio(insulto).
Evidente parece incluso que para el “épodo” II y el XVI utilizara Horacio una obra de muy distinto espíritu al de la suya, las “Bucólicas” de Virgilio, que a fines del año 39 a. de C. ya habían visto la luz, testimoniándose así una temprana devoción por tan señero poeta.
Siendo muy frecuente en toda la colección el tono injurioso del que hablamos, hay algunos poemas que, aunque con cierto aire de acritud, escapan, desde luego, al vituperio.
Dos de ellos son los que decimos endeudados con Virgilio: el II y el XVI, curiosamente los más citados, conocidos e imitados.
En el II, el famosísimo “Beatus ille”, toda la bendición lanzada en pro de la vida del campo queda anulada, mediante un simple toque de ironía en sus cuatro versos finales, en el marco de una ridiculización, sin que, sin embargo, tal manejo desvirtúe las alabanzas campestres propiamente dichas.
El XVI uno de los más bellos especímenes del lirismo horaciano, contiene como el VII, protestas contra la guerra fratricida, y está marcada por el lóbrego tinte de pesimismo; las maldiciones lanzadas contra la ciudad eternamente belicosa se alían con la esperanzada pintura de unas tierras felices allende el océano, hacia las cuales propone escapar el poeta.
Con su definitiva incorporación al círculo de Mecenas, con el obsequio que Mecenas le hizo de la quinta (finca) en Sabina, fuente de sosiego para él, y el propio transcurso del tiempo que va robando fuerzas a la juventud, su ánimo se fue calmando y predisponiéndolo para el cultivo de una lírica menos apasionada. Lo “dionisiaco” se esfuma en favor de lo “apolíneo”.
Al sabio poeta de las “Odas”, los “Épodos” se le antojaban ya faltos de comedimiento y repletos de desmesura. El rencor tempestuoso dejaría paso a la serena contemplación del hombre y de las cosas.
ÉPODO II
“Dichoso aquel que, lejos de ocupaciones, como la primitiva raza de los mortales (1), labra los campos heredados de su padre con sus propios bueyes, libre de toda usura, y no se despierta como el soldado, al oír la sanguinaria trompeta de guerra, ni se asusta ante las iras del mar, manteniéndose lejos del foro y de los umbrales soberbios de los ciudadanos poderosos.
Así pues, ora enlaza los altos álamos con el crecido sarmiento de las vides, ora contempla en un valle apartado sus rebaños errantes de mugientes vacas, y amputando con la podadera las ramas estériles, injerta otras más fructíferas, o guarda las mieles exprimidas en ánforas limpias, o esquila las ovejas de inestables patas.
O bien, cuando Otoño ha levantado por los campos su cabeza engalanada de frutos maduros, ¡cómo goza recolectando las peras injertadas y vendimiando la uva que compite con la púrpura, para ofrendarte a ti, Príapo (2), y a ti, padre Silvano (3), protector de los linderos!
Agrádale tumbarse unas veces bajo añosa encina, otras sobre el tupido césped; corren entretanto las aguas por los arroyos profundos, los pájaros dejan oír sus quejas en los bosques y murmuran las fuentes con el ruido de sus linfas (aguas) al manar, invitando con ello al blando sueño.
Y cuando la estación invernal de Júpiter tonante apresta lluvias y nieves, ya acosa por un sitio y por otro con sus muchas perras a los fieros jabalíes hacia las trampas que les cierran el paso, ya tiende con una vara lisa sus redes poco espesas, engaño para los tordos glotones, y captura con lazo la tímida liebre y la grulla viajera, trofeos que le llenan de alegría.
¿Quién, entre tales deleites, no se olvida de las cuitas desdichadas que el amor conlleva?
Y si, por otra parte, una mujer casta, cumpliendo con su oficio, atiende la casa y a los hijos queridos – como la sabina o la esposa, abrasada por el sol, del ágil ápulo (4) -, enciende el fuego sagrado del hogar con leños secos un poco antes de que llegue su fatigado esposo y, encerrando la bien nutrida grey en la empalizada del redil, deja enjutas (secas) sus ubres repletas; si, sacando vino del año de la dulce tinaja, prepara manjares no comprados, no serán más de mi gusto las ostras del lago Lucrino (5), o el rodaballo o los escaros (6) – si tronando la tempestad en las olas orientales desvió algunos hacia este mar -, ni el ave africana (7), ni el francolín jónico (un tipo de ave) caerán en mi estómago más placenteramente que la aceituna recogida de las ramas más cargadas de los olivos, o la hoja de la acedera, amante de los prados, o las malvas salutíferas para el cuerpo enfermo; o que la cordera sacrificada en las fiestas “Terminales” (8), o que el cabrito arrancado al lobo.
“Entre estos manjares, ¡qué gusto da contemplar las ovejas que vuelven rápidas al aprisco después del pasto, contemplar los bueyes cansados arrastrando con su cuello lánguido el arado vuelto del revés, y los esclavos, enjambre de la fecunda casa, colocados en torno a los “Lares relucientes”(9).
Cuando el usurero Alfio hubo así discurseado, dispuesto a convertirse de inmediato en labrador, recogió en las “Idus” todo su dinero, decidido a renovar sus préstamos en las Calendas (10).
Notas:
(1) Se refiere a los hombres de la antigua “edad de oro”, que vivían en comunión con la naturaleza agreste.
(2) Príapo: dios de los huertos y jardines, al que se representaba dotado de una verga exagerada.
(3) Silvano: dios de los bosques, a veces asimilado a Fauno. También es el dios de los linderos.
(4) Ápulo: habitante de Apulia, región del sureste de Italia, costera del Adriático.
(5) Lago Lucrino: era un lago famoso por sus bancos de ostras.
(6) Escaros: peces tan apreciados en la Antigüedad que se le llamaba también “cerebro de Júpiter”.
(7) La gallina africana o pintada.
(8) Fiestas Terminales: fiestas en honor del dios “Término”, que compartía con Silvano la facultad de patrocinar los linderos. Se celebraban el 23 de febrero.
(9) Lares relucientes: se llamaban así porque sus estatuillas se abrillantaban con cera y aceite.
(10) Calendas: el día primero de cada mes, en el que se solían hacer los préstamos, que, a su vez, solían cobrarse en las Idus, fecha que marcaba la mitad del mes.
ÉPODO VI
“¿Por qué, perro cobarde contra los lobos, te ensañas con los extranjeros que no lo merecen?, ¿por qué, si eres valiente, no vuelves hacia aquí tus vanas amenazas y me atacas a mí, dispuesto como estoy a devolverte el mordisco? Pues como el moloso o el rojizo laconio (1), compañía fiel de los pastores, perseguiré por las nieves de las alturas con la oreja enhiesta a cualquier fiera que corra por delante de mí.
Tú, después que has llenado el bosque con tus ladridos temibles, olfateas ahora el cebo que te he arrojado. ¡Cuidado, cuidado!, que, lleno de resentimiento contra los malvados, levanto mis cuernos prestos para la embestida, como el yerno al que el desleal Licambes despreció (2) o el enconado enemigo de Búpalo (3).
¿Acaso, si alguien me ataca con su diente negro, voy a llorar como un niño sin responderle? “
Notas:
(1) El perro moloso – del Epiro – y el de Laconia o Lacedemonia (Esparta) eran apreciados como guardianes del rebaño y a la vez cazadores.
(2) Hace referencia al poeta Arquíloco.
(3) Búpalo: se refiere al poeta Hiponacte de quien se decía que persiguió con la invectiva de sus versos al escultor Búpalo, que lo había representado caricaturizando su fealdad. También se dice que Hiponacte le negó el matrimonio con una hija suya.
ÉPODO XV
“Era de noche y la luna brillaba en el cielo sereno entre los astros menores, cuando tú, dispuesta a ofender la divinidad de los dioses soberanos, jurabas sobre mis palabras, pegándote a mí con tus brazos enredadizos más apretadamente que se adhiere la yedra a la encina enhiesta, que, mientras el lobo fuera enemigo del rebaño y Orión, funesto par los nautas (1), hiciera encresparse el mar en invierno, y mientras la brisa agitara los cabellos intonsos (no cortados) de Apolo, este amor sería recíproco.
¡Ah, Neera, cuánto sufrirás por mi orgullo varonil!, pues si en Flaco (2) hay algo de varón, no aguantará que tú dediques una tras otra tus noches a otro, prefiriéndole a él, y, en su rabia, buscará un amor que le corresponda; una vez que tu hermosura le es odiosa, no cederá ante ella (3), si es que el resentimiento ha penetrado en él con verdadero fundamento.
Y tú, quienquiera que seas el que más feliz que yo y ufanándote de mi desgracia paseas, ¡ojalá seas rico en ganado y en extensión de tierras!, fluya para ti el Pactolo (4), no encierren para ti secreto alguno los arcanos del resucitado Pitágoras, y superes en galanía a Nireo (5)! ¡Ay!, ¡ay!, llorarás cuando veas tus amores trasladados a otro.
Entonces yo, a mi vez, me reiré de ti.”
Notas:
(1) Cuando declina la constelación de Orión en la primera quincena de noviembre, se levantan en el mar fuertes tempestades.
(2) Flaco: cognomen (apellido) de Horacio.
(3) Podrá más el rencor del poeta por las infidelidades de Neera que la belleza de ésta.
(4) Pactolo: río de Lidia, cuyas aguas arrastraban oro.
(5) Nireo: el más hermoso –según Homero – de los griegos que acudieron a Troya, después de Aquiles.
(Horacio. Épodos. Odas. Introducción, traducción y notas de Vicente Cristóbal. Alianza Editorial.)
Segovia, 2 de abril del 2023
Juan Barquilla Cadenas.