VOLVER LA MIRADA A LOS CLÁSICOS (II)
Mi animación a leer o releer a los escritores clásicos griegos y romanos viene motivada porque, aunque la mayoría de los escritores, filósofos y artistas han leído a los clásicos, posiblemente las nuevas generaciones no lo hayan hecho debido a la cantidad enorme de libros e información que tienen al alcance de la mano sobre todo ahora con las nuevas tecnologías.
Hay muchos autores que han vuelto a escribir sobre personajes mitológicos que aparecen en los escritores griegos o romanos, bien presentando una nueva visión de las obras, bien adaptándolas o traduciéndolas a otros idiomas.
Así la Fedra de Eurípides es reelaborada por Unamuno en su obra “Fedra”. Ya lo habían hecho también Séneca y Racine en sus respectivas “Fedras”.
Sartre escribe “Las troyanas” basada en Las Troyanas de Eurípides.
La “Ifigenia” de Goethe está basada en el personaje mitológico de “Ifigenia”. Hay óperas también sobre este tema.
B. Brecht adapta la Antigona de Sófocles.
La “Casandra” de B. P. Galdós está basada en la figura mitológica de “Casandra”. “Frankenstein” o “el moderno Prometeo” de Mary Shelley recuerda el Prometeo de Esquilo, etc.
Hoy quiero mencionar a tres personajes mitológicos que psicólogos y psiquiatras utilizan para explicar enfermedades o anomalías en la “psique” de algunas personas. Me refiero a los llamados “complejos de Edipo y Electra”, de los que habla el psicoanálisis y el fenómeno psíquico llamado “narcisismo”.
El complejo de Edipo y el complejo de Electra se suelen dar en la infancia.
En el complejo de Edipo, el niño al principio siente atracción hacia la madre y ve al padre como un rival. Después, al ir madurando la psique del niño, se va a identificar con la figura del padre y va a ir asumiendo los “roles” del hombre.
En el complejo de Electra, la niña siente al principio atracción hacia el padre y ve a la madre como una rival, después, al ir madurando la psique de la niña, se va a identificar con la figura de la madre y va asumir los “roles” de la mujer.
“El narcisismo consiste en una canalización de los afectos y emotividad hacia la propia persona; es una parcialidad valorativa frente al ser y valores de los seres vivos. En el proceso psicoevolutivo de la persona, el narcisismo alcanza su máxima amplitud en la etapa infantil, cuando el niño todavía no ha descubierto el mundo exterior, y la preferencia por su “yo” es exclusiva. Con el descubrimiento de la alteridad, el individuo se abre a otras posibilidades afectivas y sexuales. Pero el narcisismo continúa como un componente de la personalidad, complemento del egocentrismo. Como desviación patológica sobreviene cuando el objeto sexual lo constituye la propia persona”. (Enciclopedia Larousse).
Pero, ¿quiénes eran estos personajes mitológicos?
1. EDIPO:
Este personaje aparece sobre todo en la tragedia de Sófocles “Edipo rey”.
Edipo significa “el de los pies hinchados”.
Era hijo de Layo y Yocasta. Layo era el rey de Tebas.
Había un oráculo que decía que el niño nacido de Yocasta mataría a su padre y sería el causante de una espantosa serie de desgracias que hundirían su casa. Layo prescindió del aviso y engendró a Edipo.
Para impedir que se cumpliese el oráculo expuso a su hijo recién nacido. Le había perforado los tobillos para atarlos con una correa y la hinchazón por esta herida valió al niño el nombre de Edipo.
En la versión seguida por Sófocles, el criado del rey Layo, encargado por su amo de exponer al niño, lo entregó a unos pastores corintios. Éstos lo entregaron a los reyes de Corinto, Pólibo y Peribea, que no podían tener hijos.
Edipo pasó toda su infancia y adolescencia en la corte de Pólibo, de quien creía sinceramente ser hijo.
Con ocasión de una riña, un corintio, para insultar a Edipo, le había revelado que no era hijo del rey, sino un niño recogido. Edipo había interrogado a Pólibo, quien con muchas reticencias, acabó confesándole que era verdad. Entonces Edipo partió para Delfos, con objeto de consultar el oráculo y saber quiénes eran sus verdaderos padres.
En el curso del viaje, Edipo se encontró con Layo (su verdadero padre) en una “encrucijada”(cruce de caminos), cuando el heraldo de Layo, tras ordenar a Edipo que diese paso al rey, mató uno de sus caballos al no haber obedecido su orden con presteza, Edipo encolerizado, dio muerte al heraldo y a Layo, con lo cual quedó cumplido el oráculo.
Edipo regresaba de Delfos, donde el oráculo le había vaticinado que mataría a su padre y casaría con su madre. Lleno de terror, y creyendo firmemente que era hijo de Pólibo y Peribea, había resuelto desterrarse voluntariamente; por eso se encontraba en la ruta de Tebas cuando Layo, al mandar insultarlo- o según otros, al insultarlo personalmente- se atrajo su ira.
Al llegar a Tebas, Edipo se encontró con la Esfinge. Esta era un monstruo mitad león y mitad mujer, que planteaba enigmas a los viajeros y devoraba a los que no sabían resolverlos. Generalmente preguntaba: “¿Cuál es el ser que anda ora con dos, ora con tres, ora con cuatro patas y que, contrariamente a la ley general, es más débil cuantas más patas tiene?”. La respuesta es “el hombre”- porque camina, cuando niño, a cuatro patas, luego con las dos piernas y, finalmente, se apoya en un bastón.
Edipo vio enseguida la respuesta, y el monstruo, despechado, se precipitó desde lo alto o lo empujó él mismo.
Al matar a la Esfinge y librar del monstruo a los tebanos, Edipo se ganó el favor de toda la ciudad. Para demostrar su agradecimiento, los habitantes de Tebas le dieron en matrimonio a la viuda de Layo y lo elevaron al trono.
Mucho tiempo después una peste está asolando la ciudad de Tebas, y Edipo envía a Creonte (hermano de Yocasta) a Delfos para interrogar al oráculo sobre la causa de esta plaga. Creonte vuelve con la respuesta de la Pitia: la peste no cesará en tanto no se haya vengado la muerte de Layo. Entonces Edipo fulmina contra el autor del crimen una maldición, que acabará cayendo sobre su propia cabeza. Interroga al adivino Tiresias, para averiguar quién es el culpable. Tiresias que, por su condición, conoce todo el drama, trata de esquivar la respuesta, con lo cual el rey (Edipo) imagina que él y Creonte son los autores del homicidio, produciéndose un altercado entre Edipo y Creonte. Interviene Yocasta y, deseosa de reconciliarlos, pone en duda la clarividencia de Tiresias. Presenta de ello una prueba: el vaticinio pronunciado en otro tiempo respecto al hijo habido con Layo, hijo que éste había expuesto por temor a que le matase. Y, sin embargo,- sigue Yocasta-, Layo está muerto; murió en una encrucijada, a manos de unos bandidos. Al oír mencionar una “encrucijada”, Edipo manda que se la describan, así como el carruaje que montaba el rey. Manda también que le precisen el lugar del crimen, y no tarda en ser presa de una terrible duda: ¿No será él el culpable? Ordena que le traigan del campo a uno de los criados que acompañaban a Layo y que había sido testigo de su muerte, y este criado resulta ser precisamente el pastor que, por orden de Layo, abandonó a Edipo niño en el bosque.
En esto llega de Corinto un mensajero para comunicar a Edipo el fallecimiento de Pólibo y rogarle que vuelva con él a la ciudad para ocupar su trono.
Edipo y Yocasta creen que la amenaza del oráculo ha desaparecido, ya que Pólibo ha fallecido de muerte natural. Pero queda la segunda parte de la amenaza divina: ¿No corre el riesgo, Edipo, de cometer incesto con la esposa de Pólibo? Para tranquilizarlo, el emisario corintio le dice que es un niño expósito, y que Pólibo no era su padre. De este modo se cierra la red en torno a Edipo, el cual ha de rendirse a la evidencia.
El relato acerca de cómo fue encontrado el niño no deja ya duda a Yocasta: su propio hijo ha dado muerte a su padre y ella ha cometido incesto con él. Se precipita al interior del palacio y se suicida. Edipo se perfora los ojos con el prendedor de Yocasta.
Edipo, víctima de la imprecación que él mismo había pronunciado contra el matador de Layo antes de saber quién era, es desterrado de la ciudad y comienza una existencia errante. Lo acompaña su hija Antígona, pues sus dos hijos (Eteocles y Polinices) se han negado a intervenir en su favor, y por esta razón él los ha maldecido.
Tras largo y penoso deambular, Edipo llegó a Ática, a la población de Colono, donde muere.
(El mito está tomado y resumido del Diccionario de Mitología griega y romana, de Pierre Grimal).
2. ELECTRA
Este personaje mitológico aparece en la “Orestíada” de Esquilo, trilogía formada por tres obras: Agamenón, las Coéforas y las Euménides.
Electra es hija de Agamenón y Clitemnestra.
Después del asesinato de Agamenón por Egisto (amante de Clitemnestra) y Clitemnestra (esposa de Agamenón), Electra, que ha escapado por poco a la muerte, es tratada como una esclava. La salva su madre, que intercede por ella ante Egisto.
Según ciertas versiones, Electra sustrae al pequeño Orestes (su hermano) de las manos de los asesinos y lo confía en secreto al viejo preceptor que lo aleja de Micenas. Egisto, con objeto de impedir que Electra tenga un hijo capaz de vengar la muerte de Agamenón, ha casado a la joven con un campesino residente lejos de la ciudad. Pero su marido ha respetado su virginidad. Según otros autores, por el contrario, Electra, que en otro tiempo había sido prometida de Cástor, y después de Poliméstor, es mantenida prisionera en el palacio de Micenas.
Al regreso de Orestes, reconoce a su hermano, llegado como ella a la tumba de su padre, y juntos preparan la venganza, o sea, el asesinato de Clitemnestra y Egisto. Toma parte activa en este doble asesinato, y cuando, posteriormente, Orestes es perseguido por las Erinias (diosas de la venganza), se ocupa de él.
En el “Orestes” de Eurípides participa de los sufrimientos de su hermano y lucha a su lado contra la hostilidad del pueblo, que quiere condenar a muerte a los homicidas.
En la tragedia “Aletes” de Sófocles, hoy perdida, es el personaje principal. Habiendo marchado Orestes y Pílades (amigo de Orestes) a Táuride en busca de la estatua de Ártemis Táurica, es anunciado en Micenas la noticia de su muerte, y se añade que es la propia Ifigenia (hermana de Electra y Orestes) la inmoladora de su hermano. Inmediatamente Aletes, hijo de Egisto, se apodera del trono. Electra se traslada entonces a Delfos, donde se encuentra con Ifigenia, que ha llegado con Orestes. Al ver a su hermano, Electra, que la cree culpable, quiere castigarla, y cuando está a punto de cegarla con un tizón ardiente que ha cogido del altar, advierte la presencia de su hermano.
Electra y Orestes regresan entonces a Micenas, donde dan muerte a Aletes. Orestes casa con Hermione, hija de Helena, y Electra es dada en matrimonio a Pílades, marchándose con él a Fócide.
(Tomado del Diccionario de Mitología griega y romana, de Pierre Grimal.)
3. NARCISO
Narciso es un hermoso joven que despreciaba el amor.
La versión más conocida de este personaje mitológico es la de Ovidio en las “Metamorfosis”.
En ella, Narciso es hijo del dios Cefiso y de la ninfa Liríope. Al nacer, sus padres consultaron al adivino Tiresias, el cual les respondió que el niño “viviría hasta viejo si no se contemplaba a sí mismo”.
Llegado a la edad viril, Narciso fue objeto de la pasión de numerosísimas doncellas y ninfas, pero siempre permanecía insensible. Finalmente, la ninfa Eco se enamoró de él, pero no consiguió más que las otras. Desesperada, se retiró a un lugar solitario, donde adelgazó tanto, que de toda su persona sólo quedó una voz lastimera.
Las doncellas despreciadas por Narciso piden venganza al cielo. Némesis las escucha y hace que, en un día muy caluroso, después de una cacería, Narciso se incline sobre una fuente para calmar la sed. Ve allí la imagen de su rostro, tan bello, que se enamora de él en el acto, e insensible ya al resto del mundo, se deja morir, inclinado sobre su imagen. Aun en la Éstige trata de contemplar los amados rasgos.
En el lugar de su muerte brotó una flor, a la que se dio su nombre: el narciso.
(Tomado del Diccionario de Mitología griega y romana, de Pierre Grimal).
Con estos ejemplos vemos cómo los personajes mitológicos tienen y han tenido una resonancia en la actualidad y en todas las épocas y puede que lo sigan teniendo en el futuro, pues se trata de problemas que afectan a la humanidad.
Segovia, 5 de abril del 2025
Juan Barquilla Cadenas.