El teatro en Roma: géneros menores

El teatro en Roma: géneros menores.

Además de la tragedia, la comedia y el drama satírico hubo en Roma otros géneros teatrales, como la “fábula atelana”, el “mimo” y la “pantomima”.

1. La “fábula atelana” es un género cómico, originario de la ciudad de Atella, en la

Campania, entre Capua y Nápoles.

No sabemos en qué época se introdujo en Roma.

Tenía personajes fijos, cuyos nombres expresivos subrayaban los rasgos físicos esenciales y sugerían su carácter: “Maccus” (el hombre de grandes mandíbulas), tragón estúpido; “Bucco” (el que abre la boca) charlatán, presumido; “Dosennus” (el de grandes espaldas) jorobado, intrigante, malicioso; “Pappus” (el abuelo) viejo maniático, al que, ordinariamente, se engaña; “Sannio” (la mueca), payaso, bromista.

El género era muy italiano, muy parecido a la antigua “satura” del que, sin duda alguna, deriva directamente la “comedia del arte”.

Los personajes eran representados con máscaras.

Los actores eran ciudadanos, sin que esto supusiera para ellos motivo de deshonra, como solía ocurrir con los actores profesionales.

En las “atelanas”, primeramente, casi todo era fruto de la improvisación. Se daba un título bastante general (Macco comerciante, Pappo campesino…) y sobre él se realizaba una trama y burlas improvisadas.

En tiempo de Síla se elevó el género de la “atelana” a categoría literaria gracias a dos escritores italianos de talento, Novio, y –en especial- L. Pomponio.

Éstos trataron, a nivel literario, temas de “atelanas” a modo de “exordia” (pequeñas piezas alegres representadas después del espectáculo de una tragedia).

Los gestos, la expresión y la acción solían ser obscenos y procaces, pretendiendo simplemente divertir al auditorio, muy lejos de toda intención satírica.

En tiempos de Julio César, la “atelana” fue suplantada por el “mimo”.

En el Imperio volvió a resurgir, no como género literario, sino simplemente como farsa popular.

2. El “mimo”

Los orígenes del “mimo” son menos precisos que los de la “atelana”.

La palabra “mimo” es griega (< μιμέομαι= imitar). Justifica este nombre el contenido: imitaciones paródicas de escenas de la vida diaria e incluso de mitos.

Como género dramático, el “mimo” captó el favor popular por la simplicidad de su trama, la libertad de sus chistes y el ingenio o belleza de sus protagonistas.

También el “mimo” tenía personajes fijos: uno de ellos era el payaso que solía tomar deliberadamente las palabras en sentido literal.

Los actores no llevaban máscaras ni calzado escénico (coturnos), por lo que eran llamados “planipedes” (de pies planos).

Los papeles femeninos eran representados por mujeres, a diferencia de las restantes obras teatrales, donde los personajes femeninos eran representados por hombres.

Las “mimas” solían aparecer en escena con bastante colorete y escaso vestido, por lo que solían tener fama de indecentes.

Los autores más importantes de “mimos” fueron: D. Laberio y Publilio Siro.

D. Laberio pertenecía al “orden ecuestre”. En los escasos versos conservados de sus obras se contienen alusiones a la filosofía: los cínicos, Demócrito, los pitagóricos…, lo que indica un alto nivel cultural.

D. Laberio se atrevió a tirar indirectas contra César, por lo que César se vengó de él: el año 46 a. de C., en los festejos organizados con motivo de su “triunfo”, César le invitó a participar en un concurso de “mimos” improvisados, obligándole a actuar como actor. Esto equivalía a perder la dignidad social de “caballero”.

César otorgó el premio del concurso a Publilio Siro, que era su favorito, pero a Décimo Laberio le devolvió, no obstante, el anillo, símbolo del “orden ecuestre”.

Se conserva un “prólogo” en el que D. Laberio, de una forma digna y prudente, se queja de la humillación a que le sometió César. Tenía ya D. Laberio unos 60 años.

Publilio Siro era liberto. No escribía sus “mimos”.

Se conserva una colección de 700 sentencias, escritas en versos trímetros yámbicos.

Se piensa que sólo una parte de ellas debe pertenecer a Publilio; las demás se han ido añadiendo a la colección en el transcurso de los siglos.

Pero todo esto no hubiera sido posible, si Publilio no hubiese conquistado una fama de “sentencioso”.

Petronio cita en el “banquete de Trimalción” un fragmento de un “mimo” de Publilio, en el que se habla contra el lujo de la comida y contra el poder seductor del vestido en la mujer.

El “mimo” decayó tras Publilio Siro y volvió a la insípida deshonestidad de sus inicios.

Como contrapartida, la danza mímica surgió de él y nacieron la “pantomima” y el “ballet”, que compusieron – bajo el Imperio- una parte esencial de las representaciones teatrales.

3. La “pantomima” es una palabra de origen griego (< πάντα + μιμέομαι= que imita todo).

“Así como el “mimo” sustituyó a la comedia, la “pantomima” sustituyó a la tragedia, y consiste en una serie de movimientos de danza y gesticulaciones de un actor (el archimimo) que cuenta sin hablar, sólo con sus gestos y evoluciones, una historia, acompañado de la música de una orquesta y del canto de un coro.

Este subgénero nació en la época de Octavio Augusto y sobrevivió con éxito clamoroso durante el Imperio.

Con frecuencia tanto el “mimo” como la “pantomima” halagaban los más bajos instintos del populacho, sirviéndole en escena los ingredientes que más se adaptaban a su estragado paladar: la lascivia y la sangre. Las historias más representadas eran las de incestos, bestialismo, asesinatos con descuartizamientos, etc.

Con esto el teatro llegaba, en la época imperial, a su más bajo nivel de abyección”.

(A. Holgado –C. Morcillo. Latín. Edit. Santillana).

Algunas sentencias de Publilio Siro:

1. No olvides jamás el beneficio recibido; olvida en el acto el que has hecho.

2. Nada deseamos tanto como aquello que no es consentido.

3. El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna.

4. Una amistad que termina nunca había comenzado.

5. No hay placer que dure, si no es reanimado por la variedad.

6. Cuando el mar está en calma, todo el mundo puede ser timonel.

7. La herida del amor la sana el mismo que la produce.

8. A la pobreza le faltan muchas cosas, a la avaricia todas.

9. Ama a tus padres, si son justos y honestos; en caso contrario, sopórtalos.

10. Amonesta a los amigos en secreto, alábalos en público.

11. El dinero es tu esclavo si sabes emplearlo; tu amo si no sabes.

12. El honor que se gana durante décadas se puede perder en un momento.

13. El miedo nunca llevó a nadie a la cima.

14. El que es temido por muchos, debe temer a muchos.

15. Es imposible ganar sin que pierda otro.

16. La vida es corta, pero la desgracia la hace larga.

17. Cuando de un hombre habéis dicho que es ingrato, habéis dicho todo lo peor que podéis decir de él.

18. La fama de integridad constituye un segundo patrimonio. Muchas personas cuidan su reputación y no cuidan su conciencia.

19. Acostumbrarse a la felicidad es una gran infelicidad.

20. Un compañero alegre te sirve en el viaje casi de vehículo.

Segovia, 5 de febrero del 2022

Juan Barquilla Cadenas.