MITOLOGÍA: MELEAGRO
Meleagro era hijo de Eneo, rey de Calidón, en Etolia, y de Altea (hermana de Leda).
Nació con un trágico destino. Poco después de su nacimiento el oráculo reveló a su madre que su hijo viviría tan sólo el tiempo que tardase un tizón del hogar en consumirse. Altea, entonces, retiró del fuego el trozo de madera, apagándolo y guardándolo celosamente en un cofre.
El episodio central de la leyenda de Meleagro es la caza del jabalí de Calidón.
Eneo, durante una fiesta en la que ofreció sacrificios a los dioses, olvidó las ofrendas a la diosa Ártemis (Diana), que para vengarse envió a las campiñas de Calidón un jabalí enorme y feroz que comenzó a devastar las viñas, los campos y las cosechas.
El rey llamó entonces, para librar el país de tal desgracia, a todos los jóvenes y valerosos príncipes de los reinos vecinos, capitaneados por Meleagro, quien ya había dado pruebas de gran valor al acompañar a Leódoco en la expedición de los “Argonautas”.
Cástor, Pólux, Teseo, Piritoo, Telamón, Peleo y muchos otros participaron en la caza del jabalí.
Entre todos los cazadores se distinguía por su belleza y valor la joven Atalanta, hija del rey de Arcadia, y de la que estaba enamorado Meleagro a pesar de estar casado.
Una de las flechas lanzadas por Atalanta fue la primera en alcanzar al animal.
Durante la cacería, muchos de los valerosos héroes perdieron la vida, hasta que Meleagro consiguió matar al jabalí.
Sus despojos, su cabeza y su piel correspondían al matador, pero éste que se había enamorado perdidamente de la bella Atalanta se los regaló, despertando la envidia de los demás, especialmente de sus tíos maternos, que ambicionaban dichos trofeos.
Éstos tramaron insidias contra Atalanta y le arrebataron el botín, provocando una furiosa disputa, durante la cual Meleagro les mató.
Este doble delito originó una guerra entre los calidonios que tenían por jefe a Meleagro y los pleuroneses, capitaneados por los amigos y aliados de los desaparecidos.
Meleagro, a pesar del número inferior de sus hombres, consiguió triunfar al principio, pero al enterarse de que Altea, su madre, desesperada por la muerte de sus hermanos, lo había maldecido encomendándolo a las “Furias” (Erinias), abandonó la lucha.
Desde aquel momento, los calidonios llevaron las de perder y suplicaron repetidamente a Meleagro que volviese al combate, pero éste se resistía, y sólo su esposa Cleopatra consiguió persuadirle.
De nuevo en el campo de batalla, el valeroso héroe condujo a los suyos a la victoria y a la derrota total de sus enemigos.
Sin embargo, su madre Altea, llena de furor y deseos de venganza, que acallaban en ella todo sentimiento materno, arrojó al fuego el tizón fatal del que dependía la vida de su hijo.
A medida que el trozo de madera se consumía en la llama, también Meleagro se debilitaba, como devorado por un fuego interior; cuando el tizón se extinguió con su último resplandor, también el héroe exhaló el postremo suspiro.
Su esposa Cleopatra no sobrevivió a su marido, vencida por el dolor; la propia Altea, arrepentida de su crimen, se ahorcó desesperada.
La caza del jabalí de Calidón, en la que al lado de Meleagro y Atalanta figuraban muchos héroes famosos, fue representada por diversos escultores y pintores.
Una reproducción del episodio se podía admirar en el frontón oriental del templo de Atenea Alea en la Arcadia, obra del escultor Scopas.
Otros bajorrelieves aparecen en muchos sarcófagos conservados en los museos de Roma, Pisa y Londres y, por último, en los frescos de Pompeya.
Una de las más célebres estatuas del Vaticano, obra también de Scopas (siglo IV a. de C.), muestra a Meleagro durante la caza, seguido de un perro, llevando en la mano derecha una espada y observando la cabeza de un jabalí, depositada encima del tronco de un árbol.
(Enciclopedia de la mitología. Juan Carlos Escobedo. Edit. De Vecchi).
Segovia, 13 de enero del 2024
Juan Barquilla Cadenas.