ARTES FIGURATIVAS GRIEGAS
1. Escultura y pintura Egeas
[Antes de que la escultura griega inicie de una manera decidida esa admirable evolución que de forma ininterrumpida se continuará hasta los días del Imperio romano, ofrece ya en el período prehelénico un estilo que descubre una nueva sensibilidad artística.
Por desgracia, no conservamos de esa época, salvo el relieve de los leones de Micenas, ninguna escultura de gran tamaño ni de interés puramente escultórico.
Todo lo llegado hasta nosotros se reduce a unas cuantas figurillas y relieves de pequeñas proporciones.
Las principales representaciones humanas de bulto redondo son unas minúsculas estatuillas femeninas de marfil y oro, como la del Museo de Boston, o simplemente de cerámica, con los pechos descubiertos y serpientes enroscadas en sus brazos, que se suponen de sacerdotisas.
De carácter decorativo, los relieves de los vasos de Vafio, del Museo de Atenas, nos ofrecen varias figuras de jóvenes que, no obstante, su aspecto atlético, nada tienen que ver con las interpretaciones mesopotámicas y, en cambio, pertenecen ya a la misma raza que producirá los llamados “Apolos” (Kouroi), del período arcaico griego. Se representan en ellos cacerías de toros con red.
Muy interesante es también, por las numerosas figuras que contiene el Vaso de los Segadores, del Museo de Candía (Creta), así llamado por el desfile de campesinos que lo decora.
En cuanto a representaciones exclusivamente de animales, conservamos algunos pequeños relieves de cerámica muy bellos, con cabras y vacas amamantando sus crías, en los que el fino espíritu de observación del artista se expresa con admirable sentido decorativo.
La pintura mural, a juzgar por los restos existentes, desempeña papel muy valioso en los palacios prehelénicos.
Así en el palacio de Cnosos se figuran escenas de toros y jóvenes que saltan sobre ellos, y una procesión de jóvenes de blanco cutis y varones de piel morena portadores de ofrendas.
Escenas de culto religioso de mayor desarrollo, con sacerdotisas ante la columna, el hacha doble y la paloma, decoran el sarcófago del Museo de Creta.
En todas estas pinturas la figura humana continúa apareciendo de perfil, y los colores son planos.
Arte donde el pueblo prehelénico produce obras de gran belleza, haciendo gala de su novedad frente a las escuelas orientales, es la cerámica.
Crea primero un tipo muy decorativo, de líneas ondulantes, de origen vegetal, que es el de Camares, así llamado por el lugar de su hallazgo; pero el más representativo de la nueva vida que inspira su arte es el que cubre el vaso de animales marinos, en particular pulpos, cuyos múltiples tentáculos se extienden sinuosos por la curva superficie, caracoles, algas y flores de largos tallos.]
(Diego Angulo Íñiguez. Historia del Arte. Tomo primero. Distribuidor E.I.S.A. Madrid 1969).
1.1 ESCULTURA GRIEGA
1.1.1 Época arcaica
La escultura griega del siglo VII a. de C. muestra una clara influencia oriental. Los motivos más interesantes para el escultor son el kouros y la kore.
Las figuras masculinas (Κοῦροι) se caracterizan por los siguientes rasgos: tirantez de la postura, avance ritual de la pierna izquierda, brazos caídos y puños cerrados. El plano anterior y posterior forman respectivamente el pecho y la espalda, los dos laterales conforman los flancos, el perfil de la cabeza, la finura del talle y la amplitud de hombros que hacen el torso triangular.
En la década del 570 – 560 a. de C. el carácter cúbico del kouros es sustituido por la forma tridimensional y los planos elementales por las superficies cóncavas.
Una ley en estas esculturas es la de la frontalidad.
El Apolo de Strangford es una muestra del 500 a. de C.
En el kouros se dan una serie de decisivas transformaciones que harán que pierda su carácter arcaico y se integre en la estatuaria clásica: el hueso y muslo aparecen más marcados como partes latentes bajo la piel; la perfecta articulación de la cabeza con el cuello; el íntimo enlace del tronco con la pelvis; la pérdida de frontalidad.
De la escuela de Creta destacan la Dama de Auxerre, los adornos escultóricos del templo de Prinias y las estatuas femeninas sedentes.
El principal motivo escultórico de la escuela jónica va a ser la estatua femenina con telas multicolores y transparentes, en un principio, rígidas y pegadas al cuerpo, posteriormente con pliegues muy complejos. Destaca la Hera de Samos.
En las Cícladas el principal asunto escultórico es de origen egipcio: la gran estatua de piedra frontal, rígida, semidesnuda, con los brazos adheridos a los costados y la pierna izquierda adelantada. Las estatuas más representativas son el Kouros de Naxos, el exvoto de Nicandra, el Kouros de Ptoion y el friso del tesoro de los Sifnios.
En la escuela del Peloponeso se sienten influjos renovadores de las Cícladas. Destacan las figuras de Cleobis y Bitón y el frontón del templo de Corfú.
La escuela ática es de origen dedálico, aunque posteriormente recibe el influjo de las Cícladas. El Kouros de Sounión se data hacia el 600 a. de C., le sigue la diosa de Berlín y el Moscóforo, que pertenece a las figuras que llevan sobre sus hombros un ternero. En la segunda mitad del siglo VI a. de C. llega a su máximo desarrollo por medio de una colección de korai (la de Marsella, la del Peplo y la de Lyon). Las korai del arcaísmo maduro se encuadran dentro de tres grupos: las figuras de gran artificio, fieles a la escuela jónica; la Kore de Antenor; y las Korai de los últimos años del siglo VI a. de C.
1.1.2 El arte clásico en la primera época
1.1.2.1 Escultura de tipo severo
El tránsito del estilo arcaico al clásico inicial se percibe en el Efebo Rubio, en la Kore Euthydikos y en el Efebo de Critias.
La leyenda que inspira la decoración escultórica del templo de Aphaia en Egina tiene carácter panhelénico y al propio tiempo significación local.
Las copias romanas del grupo de los Tiranicidas, fechadas en el 476 a. de C., muestran por primera vez el retrato griego.
El Auriga de Delfos aparece vestido con el largo chitón de los corredores de carros. Por un lado, la cabeza recuerda a la de Harmodios y, por otro, anuncia la del Discóbolo.
Los más bellos relieves de la Italia meridional son el Trono Ludovisi y el Trono de Boston. En el primero figura en su parte principal el nacimiento de Afrodita.
De esta época son también la Hestía Giustiniani y la llamada Aspasia.
Las estatuas de los dioses tienen en esta época un aire de poder y majestad que no permite confundirlos con los mortales.
El Poseidón de Artemisión representa el dios en el acto de arrojar su tridente. El Apolo Omphalos ha llegado a través de varias copias. Su peinado obedece a la moda de trenzas superpuestas.
1.1.2.2 Mirón
A mediados del siglo V a. de C. tiene lugar el paso del estilo severo al estilo clásico. Entre los grandes artistas de este momento cabe destacar a Mirón. Mantiene una excesiva preocupación por los efectos superficiales, mientras que no muestra interés por los estados del alma.
En el Discóbolo se plasma al atleta balanceando el disco hacia atrás antes de lanzarlo.
El movimiento alrededor de la cintura permite presentar el pecho en posición oblicua, lo que da una sensación de realismo.
En el grupo de Atenea y Marsias, la figura de la diosa simboliza la cultura frente al sátiro. La representación anatómica es mucho más perfecta en Marsias que en el Discóbolo.
1.1.3 El arte clásico en la segunda mitad del siglo V a. de C.
1.1.3.1 Fidias
Junto con Policleto fue considerado el más genial artista del siglo V a. de C.
Se caracteriza por su fuerte poder de creación de tipos divinos.
La Athenea Promachos fue la estatua metálica de mayores proporciones que jamás se fundiera en Atenas, medía unos quince metros de altura. Una posible copia es un relieve hallado en la Acrópolis, en el que aparece Athenea apoyada en la lanza y con casco corintio con cimera.
La Athenea Lemnia se encontraba sobre un pedestal, al aire libre, en la Acrópolis. En su cabeza ya se aprecian los rasgos estilísticos clásicos: barbilla pequeña, labios carnosos y frente medianamente alta. Como complemento del peinado mantiene una cinta ancha (taenia) que sujeta los cabellos.
La Athenea Parthenos, estatua crisoelefantina, de unos doce metros de altura, estaba situada en la cella del Parthenón.
Las copias que de ella se hicieron en la Antigüedad son reproducciones de pequeño tamaño. Se presenta como guardiana de la ciudad, con las armas tradicionales de escudo y lanza, casco y égida. En una mano sostenía a una victoria y con la otra se apoyaba en el escudo.
El Apolo Parnopios sostiene un arco en su mano derecha y una rama de árbol en la izquierda. Sus rasgos faciales y su peinado, bastante convencional, están todavía lejos del ideal clásico.
El Zeus de Olimpia fue la obra más admirada de la Antigüedad. La estatua, crisoelefantina y de doce metros de altura, estaba destinada al santuario de Olimpia.
Los relieves que adornaban la Athenea Parthenos y el Zeus de Olimpia son también muestras de la gran técnica y genio fidíacos.
1.1.3.2 Los relieves del Partenón
El espíritu y la dirección de Fidias son palpables en el Partenón.
Las metopas representan la Amazonomaquia en el lado Oeste, una Gigantomaquia en el Este, la lucha de Lapitas y Centauros en el Sur y en el Norte escenas de la guerra de Troya.
El friso jónico reproducía una procesión panatenaica.
En el Oeste permanece el grupo de los jinetes, compuesto por jóvenes a caballo, soldados en el carro o a pie y muchachas llevando ánforas. En la parte Este la procesión está encabezada por sacerdotes con instrumentos de ceremonia.
En cuanto a los frontones, en el oriental estaba esculpido el nacimiento de Atenea y en el occidental la lucha de Poseidón y Atenea por la lucha del Ática. Las gigantescas figuras del trono occidental se mueven con inusitada violencia, incluso los caballos, que parecen conmovidos por la formidable lucha que se desarrolla en el centro.
1.1.3.3 Policleto
Es el maestro de la escuela de Argos. Con él la tradición peloponesa, distinguida por la perfección de sus bronces, entra en contacto con el mundo ático. Su gran personalidad florece entre el 460 a.de C. y el 420 a. de C.
Tiene gran afición por los temas atléticos, su atención gira constantemente en torno a la representación escultórica del cuerpo humano desnudo. Esto es lo que le diferencia radicalmente de Fidias, más preocupado por dar a su obra un contenido espiritual que por la corrección de sus proporciones. Nos descubre un minucioso estudio del cuerpo humano basado en la simetría, es decir, la relación armónica de las diferentes partes, unas con otras, y cada una con el conjunto.
La medida del Doríforo es siete veces la altura de la cabeza. La diferencia entre la pierna que sostiene el cuerpo y la que descansa se acentúa profundamente, dando una impresión de movimiento más clara. Al mismo tiempo busca la armonía en toda su composición. También se descubre un interés por las cuestiones geométricas: la cabeza esférica, con bucles que no interrumpen su contorno, y la vertical que divide la cara por su centro, compuesta por tres segmentos (la frente, la nariz y la boca).
Respeta, además, el principio de la articulación, por lo que se acentúan mucho las divisiones de brazos y piernas, el borde inferior de los pectorales, la cintura y el pliegue inguinal.
En el Diadumeno las piernas son más cortas y la expresión de su rostro más suave y humana.
Se le atribuyen el Narciso, el Ungidor y la Amazona de Éfeso.
Su éxito consiste en el establecimiento de las proporciones ideales y en la búsqueda de movimiento, que nos introduce en el más puro estilo clásico.
1.1.3.4 Los discípulos de Fidias
Alcámenes fue discípulo y más tarde rival de Fidias.
La falta de ademán en su Procne e Itis y el movimiento de sus vestidos, son un signo de barroquismo.
El Hermes lleva un peinado artificioso y arcaizante.
El Ares Borghese es la más noble representación que se conoce en el arte clásico.
A Cresilao se le atribuye la Athenea Velletrix, que tiene una expresión más severa que la de las Ateneas fidiacas.
La obra maestra de Agorácrito es la Némesis. Prolongó la corriente artística de Fidias en la última parte del siglo V a. de C., oponiendo al barroquismo de Alcámenes una emotiva interpretación de la forma clásica.
La Nike de Paionios constituye un valioso ejemplo del estilo escultórico del último cuarto del siglo V a. de C.
Se la representa en pleno vuelo. El raudo movimiento de la figura hace que el peplo se arremoline a su espalda, dejando al desnudo la pierna y pecho izquierdos. La tela del peplo se adhiere a la piel confundiéndose con ella y formando sobre la misma una red de menudos y finos pliegues. Este tratamiento del ropaje se nos muestra a partir del siglo V a. de C.
A Calímaco se le atribuye una serie de ménades danzantes que constituyen un ejemplo de la decantada hermosura que este escultor perseguía hasta incurrir en lo amanerado.
Es considerado el autor de la Venus de Frejús. La diosa está envuellta en una fina túnica que ha resbalado sobre un hombro dejando al descubierto una parte del pecho.
Las obras de los últimos años del siglo V a. de C. mantienen una corriente virtuosista, que se aprecia en los relieves del Erecteion, en el templete de Atenea Nike y en la columna de Delfos.
1.1.3.5 Las estelas funerarias
En esencia, la estela no es más que una lápida decorada con una representación relivaria, pero admite diversos tipos arquitectónicos, como las columnas laterales, o las “antae”, y el frontón triangular con acroteras en forma de palmeta o, más tarde, con hojas de acanto.
El estilo está puesto al día en sus más mínimos detalles, de manera que las piezas pueden ordenarse cronológicamente de acuerdo con sus rasgos estilísticos. La estela de Albani representa a un guerrero en lucha con un enemigo caído.
La estela de Hegeso corresponde a los últimos años del siglo V a. de C. Los temas caen de lleno dentro de la esfera de la vida diaria, dando a ésta un acento de vaga melancolía, que sugiere la idea de la muerte sin acudir a la representación demasiado directa.
1.1.4 El siglo IV a. de C.
1.1.4.1 Cefisodoto
Su única obra conocida a través de copias romanas es la de Eirene con Ploutos. En la figura de la diosa se advierte la intención del artista de remontarse a las severas figuras del Partenón. Pero, por otra parte, ambas figuras están entrelazadas por un sentimiento de ternura ajeno al siglo V a. de C.
Se percibe otra novedad propia de los nuevos tiempos: la complejidad de los pliegues y sus múltiples direcciones.
1.1.4.2 Las estelas sepulcrales
El estilo de los últimos decenios del siglo V a. de C. (bajorrelieve rectangular, flanqueado por dos pilastras y coronado por un frontón) perdura durante todo el siglo IV a. de C., al principio con muy ligeras variaciones, y desde el 350 a. de C. con una nueva fisonomía.
La estela de Mnesarete tiene los mismos componentes que la de Hegeso.
Al segundo cuarto de este siglo corresponden dos relieves. El primero de ellos conmemora la alianza entre Atenas y Corcira, las figuras producen la impresión de haber roto toda relación con el fondo. El segundo de los relieves fue dedicado por los atenienses a los príncipes del Bósforo.
La tendencia a componer un grupo tridimensional con más de dos figuras se pone de moda hacia el 350 a. de C. Como consecuencia, el fondo retrocede y el marco arquitectónico se desarrolla hasta convertirse en un templete. En esta nueva fase encontramos la estela de Ilissós, en la que un padre está absorto en la contemplación de su hijo muerto en plena juventud.
La estela de Rhamnous encierra la despedida de un hombre y una mujer.
La famosa estela de Aristonautes representa a un soldado muerto en las campañas de Alejandro.
Una de las leyes de Demetrio contra el lujo prohibió el uso de las estelas en el 317 a. de C., y ésta suele darse como fecha última de su historia.
1.1.4.3 Praxíteles
El llamado Sátiro escanciador es probablemente la copia de un sátiro de Praxíteles que adornaba un monumento corágico en la calle de los Trípodes. Con la mano derecha levanta por encima de su cabeza un jarro para verter vino en una copa que sostenía con la izquierda.
Se apoyaba en la pierna izquierda, firmemente hincada en el suelo, y retrasa un poco la derecha, doblándola por la rodilla. Este desequilibrio se propaga a la pelvis y se contrarresta en el torso y la cabeza, inclinada sobre la pierna de sostén. Con un ritmo análogo está compuesta la Afrodita de Arlés.
La Afrodita Cnidia representa a la diosa desnuda en el trance de tomar un baño. El desnudo parece debido a la tradición local de Cnidos. Pero Praxíteles , de acuerdo con la sensibilidad de su época, lo transforma en un ademán de pudor instintivo.
En el Sauróctonos aparece por primera vez la solución estática más característica de Praxíteles: exonerar tanto una de las piernas que la figura caería si no dispusiera de un fuerte soporte. Al mismo tiempo logra un contraste entre los dos costados de la figura, inclinada según la famosa curva praxitélica.
El Hermes es la primera estatua original de la mano de un maestro de primera fila. Representa a Hermes en el acto de transportar a Dionisos desde el Olimpo hasta la mansión de las ninfas. El dios mensajero hace un alto en la ruta y ofrece al niño un racimo de uvas, con lo que el grupo recibe esa nota de humanidad que tienen todos los dioses en el arte de Praxíteles. La estatua reúne unos rasgos que ya nos son familiares: la delicada torsión de la figura, el brazo levantado y las excelencias del contorno. A todo ello se añaden calidades que ninguna copia ofrece: pulimento de la superficie, la perfecta trabazón de todos los planos y el realismo de la tela del manto.
Se le atribuye la Basa de Mantinea, pero es de fecha posterior.
1.1.4.4 Scopas
Hasta las figuras en reposo reflejan su espíritu sombrío.
Hay una copia de Meleagro representado como si, antes de partir de cacería, tuviera la premonición de su próximo fin.
Refleja la intensa vacilación de los héroes.
Es el último gran maestro que se dedica a adornar los frontones de un templo. Se cree que fue el autor de la reconstrucción del templo de Atenea Alea en Tegea.
En el siglo IV a. de C. ya no se trataba de representar divinidades superiores, sino a los dioses que están en contacto con los humanos. La expresión sublime de los rostros fidiacos ha sido sustituida por este patético silencio de dolor moral.
Los asuntos mitológicos son representados como alto símbolo de la tragedia humana.
1.1.4.5 El Mausoleo de Halicarnaso
La decoración había sido confiada a cuatro grandes escultores: Briaxis, Timoteo, Scopas y Leocares.
A juzgar por el hecho de que Briaxis hace un retrato de Seleuco Nicator, su actividad se extiende por toda la segunda mitad del siglo IV a. de C.
Leocares se nos muestra como un gran artista y escultor de dioses. Su estilo era de figuras muy esbeltas y movidas, aunque no arrebatadas por el movimiento. También se le atribuye la figura de Ganimedes arrebatado por un águila y el Apolo Belvedere.
El mérito de Timoteo consiste en enlazar claramente las corrientes del siglo V a. de C. con las nuevas tendencias del siglo IV a. de C.
1.1.4.6 Lisipo
Fue el último gran maestro del siglo IV a. de C. que dominó por su poderosa personalidad toda la generación que sucedió a la de Scopas y Praxíteles.
Se nos muestra como el escultor predilecto de Alejandro.
Los rizos fueron la característica de su cabeza, arrancan del medio de la frente y se separan cayendo a cada lado.
En la estatua de Hércules, la vida parece animar sus miembros que dirige hacia varios puntos del espacio. Son las posiciones oblicuas y divergentes de la cabeza, del brazo y pierna derechos los que sugieren la profundidad de campo y permiten captar la sensación de cuerpo.
La referencia a los modelos Policletos es visible, pero las proporciones son diferentes: el talle más estrecho realza la anchura de los hombros; el juego de los músculos es más suave y vivo; la disposición de las caderas, menos pronunciada, anuncia el cambió de actitud o la inminencia de la acción.
La escultura lisipea mejor documentada es el Apoxiómenos.
El cuerpo es más flexible y nervioso, la esbeltez del cuerpo y la reducción del volumen de la cabeza difieren del canon de Policleto.
En el retrato de Agias se pretende dar la sensación de una concentración de energía, dispuesta a proseguir inmediatamente.
Con Lisipo se empiezan a representar figuras con tres dimensiones.
Al círculo de Lisipo pertenece el Ares Ludovisi.
La Tyche de Antioquía, personificación de la ciudad con el río Orontes a sus pies, es obra de Eutíquides.
1.1.5 Época helenística
Entre los áticos predominan las estatuas de gesto sobrio y actitud reposada. Para las figuras en movimiento se prefiere el giro en espiral, que ha de considerarse como uno de los rasgos más típicos de esta época. Valgan como ejemplos la Ménade danzante y el Sátiro Borghese.
La estatua de Demóstenes es obra de Polieuctos, que supo hacer un estupendo retrato psicológico. De Eubúlides es la estatua sedente de Crisipo.
En la Afrodita de Doidalsas de Bitinia encontramos por vez primera la composición piramidal, que desde entonces se hace frecuente tanto en grupos como en figuras aisladas.
Esta estatua nos traslada a Asia, donde predomina el llamado barroco helenístico. A su lado, aparece otra tendencia con menos pretensiones, sin acentos heroicos, sin lindes geográficos, capaz de aflorar tanto en Atenas como en Alejandría. Esta escuela produce unas delicadas figuras femeninas, niños de todas las edades y gentes de toda condición.
Una de sus más típicas muestras es el llamado grupo de “Invitación a la danza”. Entre las estatuas de niños gozaba de gran popularidad una de Boethos que representaba a un niño apretando el cuello de una oca.
Se aprecia el enorme peso dado por el helenismo en el estudio del cuerpo infantil. En el otro extremo se muestran ancianos de músculos flácidos y piel apergaminada, como el Pescador del Palazzo dei Conservatori, y mujeres decrépitas como la vieja borracha que acaricia una botella. Por esta vertiente el helenismo cae en el terreno de lo “feo”. En el “noble hermafrodita” el punto de vista principal se encuentra a espaldas de la figura, que se revuelca dormida en el lecho y ofrece desde este lado una bellísima silueta. Como ejemplo de los violentos contrastes de que gusta el helenismo, pongamos a su lado otra figura durmiente: el Fauno Barberini, vencido por el sueño sobre una peña, con una piel de pantera como lecho.
1.1.5.1 Escuela de Pérgamo
Mantiene su preferencia por lo patético y lo heroico, que en la primera mitad del siglo II a. de C. se funden en el barroco más característico de Asia. Las obras mejor documentadas son las estatuas de gálatas del monumento de Atalo I (228 a. de C.) El conjunto ornaba una plaza. Su centro geométrico lo ocupaba el jefe que se suicidaba después de matar a su esposa. Lo rodeaban cuatro figuras de galos moribundos, uno de los cuales es el famoso Galo del Capitolio. A la misma escuela y época pertenece el grupo de Marsias atado a un árbol, que es la única figura del arte griego que acomete el estudio anatómico de un cuerpo colgado.
En la primera mitad del siglo II a. de C., el arte pergaménico desenvuelve su segunda fase, la de su brillante barroco. La obra más importante es el Altar de Zeus y Atenea Niképhoros. En estos relieves se representa la lucha entre los dioses y los gigantes.
1.1.5.2 Escuela de Alejandría
Las figuras más interesantes son las de Afrodita. La más bella pieza de este género es la Afrodita de Cirene.
También hay una producción de estatuillas finas como las de Tanagra.
La Apoteosis de Homero conmemora el triunfo de un poeta desconocido en un certamen literario.
De carácter alegórico tenemos la personificación del Nilo como un viejo barbudo, tendido, con el cuerno de la abundancia en una mano y acompañado de los símbolos de la tierra que este río fertiliza.
1.1.5.3 Escuela de Rodas
Quizás antes que en Pérgamo, se abre en Rodas la corriente barroca, que tuvo aquí uno de sus principales centros. Entre sus creaciones destaca la Nike de Samotracia, con un pedestal en forma de proa de navío.
El castigo de Dirce, más conocida como el Toro Farnesio, es obra de Apolonio y Taurisco. En la composición original sólo entraban Anfión y Zeto, Dirce y el toro. El copista añadió la figura de Antíope y la del pastor, probablemente también acentuó la composición piramidal del grupo.
El Laoconte se debe a Agesandros, Polidoro y Athenodoros.
En las formas se manifiesta el neoclasicismo, bien claro en los cuerpos de los niños, tratándolos con un desconocimiento absoluto de la naturaleza infantil. En cuanto a la composición del conjunto, es un ejemplo excelente de grupo unilateral, destinado a ser visto de frente, que caracteriza al helenismo tardío.
1.1.5.4 Clasicismo
Se trata de una nostálgica vuelta a los ideales clásicos. Destaca la Venus de Milo, junto al Torso de Belvedere y el Pugilista sentado.
1.1.5.5 El retrato
Comienza con los caracteres sobrios y austeros que tiene el Demóstenes de Polieuctos.
En pleno siglo III se producen los originales retratos de Epicuro, Crisipo y otros filósofos de las escuelas estoica y epicúrea. Al correr de los años, la retratística experimenta los mismos vaivenes entre el clasicismo y el barroco.
Muy típicos del helenismo avanzado son los retratos ideales de los grandes poetas del pasado: el Pseudo Séneca y el Homero.
1.2 PINTURA
La pintura debió alcanzar un gran desarrollo, según se desprende de las numerosas citas de textos literarios.
De las obras de Apeles, Parrasios, Polignotos o Zeuxis sólo podemos hacernos una idea a través de los frescos pompeyanos, de las copias de mosaicos o de la pintura de vasos.
Son características las pinturas de la casa de Livia, en el Palatino, con las representaciones de liberación de Io, Polifemo y Galatea, al parecer copia de un original griego del siglo IV; las Bodas Aldobrandinas, de fines del siglo IV, o el mosaico de la batalla de Issos, en la casa del Fauno en Pompeya.
No obstante, la visión más directa del panorama de la pintura griega la tenemos en la pintura de vasos, a través de los cuales puede seguirse, en grandes rasgos, su ciclo evolutivo. En el período arcaico se distinguen dos momentos: el estilo geométrico (siglos IX- VII a.de C.), con motivos estilizados filomorfos, animales y geométricos.
A este primer período sucede el de figuras negras sobre fondo rojo, del que es ejemplar de primer orden el Vaso François, pintado por Klitias, con doscientas cincuenta figuras repartidas en cinco fajas.
Hacia fines del siglo VI a. de C. se inicia en la escuela ática la inversión de la técnica: las figuras destacan en rojo sobre el negro del vaso. Paulatinamente se van complicando las composiciones con representaciones en diversos planos, cuya introducción se debe a Polignotos, con quien compite Meidías.
A fines del siglo V a. de C. trabajan los famosos Parrasios y Zeuxis, que con Apeles, que floreció en tiempos de Alejandro, integran la gran triada de la pintura helénica.
(Equipo de profesores de CEDE)
Segovia, 29 de marzo de 2025
Juan Barquilla Cadenas.